Era nuestro último día con el coche y teníamos que regresar al hotel antes de las 19:00 porque queríamos probar el SPA del hotel. Como nos pillaba de paso, volvimos al mirador del Cabo Girao. Esta vez estaba abierto, eran las 10:15 de la mañana. Había varios autocares y muchos visitantes, está claro que es una de las principales atracciones turísticas de Madeira para agencias y tours. El principal reclamo es el suelo de cristal sobre el precipicio. Te advierte que tienes debajo de tus pies un abismo de más de 500 metros.
La verdad es que esperaba algo más, el cristal tiene puntitos negros, por lo que el efecto no es tan espectacular como cabía esperar. Sin embargo, se tienen vistas muy bonitas hacia la parte oriental; hacia la occidental desde este punto no se ve gran cosa.
Regresamos a la autopista hasta Ribeira Brava y allí tomamos la carretera ER-228 (VE4). que va hacia el norte, esta vez cogimos la ruta express hasta Sao Vicente con varios túneles, pero el descenso hasta la costa tiene paisajes bonitos.
De nuevo en el pueblo que ya conocíamos, giramos a hacia la derecha, dirección Sao Jorge, por las carreteras antiguas. En esta zona sí quedan tramos transitables de las antiguas rutas colgadas de los acantilados. Son muy estrechas y hay que tener cuidado porque apenas caben dos coches juntos. Para compensar, es emocionante circular por ellas, cae el agua de un par de cascadas sobre el coche y también alguna piedra y, sobre todo, los paisajes son espléndidos. La costa es muy recortada, más agreste y con menos edificaciones que en la zona sur. Muy bonita, realmente.
Pasamos diversos miradores en Punta Delgada, Arco de Sao Jorge y otros. Al fin llegamos a Sao Jorge, donde se iniciaba la levada que teníamos prevista. Compramos comida en un supermercado, donde muy amablemente nos indicaron la dirección que teníamos que tomar para la levada. Desde Sao Jorge, hay que tomar la carretera que en constante ascenso lleva a la estación de tratamiento de aguas de Quebradas, pasando muy cerca de un antiguo molino. Es una ruta muy poco conocida, pero muy recomendada por los expertos en senderismo de Madeira, sobre todo porque transcurre por una de las zonas mejor conservadas del bosque de laurisilva, lo que recuerda al paisaje de una película de dinosaurios.
LEVADA DO REI.(PR18)
Son 5,1 Km. de ida y otros tantos de vuelta por el mismo camino. El objetivo es Ribeiro Bonito, donde se encuentra una preciosa cascada, la madre de la levada. Tiene unos 180 metros de desnivel y el tiempo para recorrerla está entre 3 y 4 horas en total.
Se camina entre una vegetación exuberante, sorteando pequeños arroyos y con el canto de los pájaros como fondo. Si ha llovido hay que tener precaución porque el terreno puede estar resbaladizo y puede haber barro en algún sitio. Nos encontramos alguna zona embarrada y el terreno estaba mojado, ya que había llovido la noche anterior, pero se podía recorrer perfectamente. Se pasa bajo una cascada que cae justamente sobre el camino, así que mejor llevar chubasquero con capucha si se quiere conservar la cabeza seca. Hay algún túnel, no me pareció muy largo, pero mejor llevar linterna.
También hay algunos pasos por zonas altas sin protección, que ofrecen unas vistas impresionantes. Son tramos cortos y no resultan peligrosos salvo que esté el terreno muy resbaladizo por la lluvia. Por lo demás, confieso que me gustó muchísimo. Era como estar en un lugar remoto del planeta, en un mundo perdido, de otra época. Nos cruzamos solamente con cinco personas a lo largo de todo el recorrido.
Lo de pasar por debajo de la cascada, una señora cascada, es muy divertido y le pone un puntito de pimienta al recorrido.
Al final, se llega a Ribeiro Bonito, una zona preciosa, donde la cascada forma varias lagunas. Allí comimos nuestros bocatas, rodeados por una vegetación alucinante.
Nos hubiera gustado hacer muchas otras cosas, pero apenas nos quedaba tiempo porque queríamos estar de vuelta en el hotel a las siete para utilizar el SPA. Volvimos por Santana y tomamos la autopista hacia Funchal. Nos dio tiempo a detenernos en GUARAJAU, para ver el Cristo Rei, de forma similar aunque bastante pequeño que los de Lisboa y Río de Janeiro, pero mucho más pequeño, claro.
No es que sea demasiado espectacular, pero las vistas son muy bonitas, Eso sí, si se quiere ir hasta el final, hay que afrontar un montón de escaleras, ¡vaya novedad!
Esa noche fuimos a cenar a Funchal. Nos quedamos en la Rua de Santa María, que es donde hay ambiente nocturno. Hay que mirar las cartas de los restaurantes para ver precios y platos antes de decidirse. Tomamos marisco y un arroz con rape muy rico.
Cuando terminanos era tarde, cerca de las 11 de la noche. Ya habíamos devuelto el coche, en realidad se dejan las llaves en la recepción del hotel y el coche aparcado en la calle, en las inmediaciones. Y no te vuelves a preocupar, ellos lo recogen cuando les venga bien. Estábamos cansados a la vuelta y quisimos coger el autobús, pero el luminoso de la parada ponía que no vendría hasta 24 minutos después. Cogimos un taxi y nos costó (con taxímetro puesto) 7 euros hasta el hotel.
Cuando terminanos era tarde, cerca de las 11 de la noche. Ya habíamos devuelto el coche, en realidad se dejan las llaves en la recepción del hotel y el coche aparcado en la calle, en las inmediaciones. Y no te vuelves a preocupar, ellos lo recogen cuando les venga bien. Estábamos cansados a la vuelta y quisimos coger el autobús, pero el luminoso de la parada ponía que no vendría hasta 24 minutos después. Cogimos un taxi y nos costó (con taxímetro puesto) 7 euros hasta el hotel.