El vuelo de Peruvian llegó a Cuzco sin problemas y lo primero que hicimos mientras esperábamos las maletas fue tantear a los taxistas que había fuera del aeropuerto para ver cuánto nos cobraban por llevarnos a nuestro hotel en San Blas. Uno de ellos aceptó S/12 (el taxi oficial del aeropuerto creo que son entre 30 y 40) así que nos montamos. Era nuestro primer encuentro con los micro taxis, o ticos, llamados así por el modelo Daewoo Tico que es bastante habitual. Creo que si en lugar de mochilas hubiéramos llevado maletas no hubieran entrado! El aeropuerto está muy cerca del centro y se puede ir en bus también, pero queríamos que nos llevaran hasta el hotel. Bien, pues no pudo ser, porque la calle por donde tenía que meterse el taxi estaba medio en obras, así que nos dejó en la parte de abajo (porque por supuesto estaba en cuesta) y nos dijo que era sólo subir la cuesta y ya estábamos. Estábamos un poco mosca pero aceptamos porque según el mapa que llevábamos era verdad que estábamos cerca. Lo malo es que el hotel al que íbamos, El Mariscal, no tiene ningún tipo de cartel en la entrada que diga que es un hotel, y nadie lo conocía, así que estuvimos dando vueltas como tontos, sudando, cargando con las mochilas, empezando a notar la falta de aire y cagándonos en el taxista. Después de un buen rato por fin dimos con el hotel, después de haber mandado al garete eso que dicen de que el primer día en Cuzco te lo tomes todo con muuucha calma para evitar el soroche.
El hotel está medio escondido en una zona residencial de San Blas. Es una casa rehabilitada y a nosotros nos gustó mucho, tanto el personal como las instalaciones y el trato. Fue el único hotel del viaje donde tuvimos caja fuerte, estaba muy limpio y el pequeño radiador de aceite que había en la habitación era más que suficiente para las noches. El microondas de la habitación también nos vino bien alguna noche. Lo único malo es lo difícil de encontrar que es la primera vez, y la comisión por pago con tarjeta. Nada más llegar nos ofrecieron nuestro primer mate de coca, que aceptamos con gusto ya que teníamos mucha curiosidad.
El primer mate de coca del viaje
Eran ya la 13:30 así que nos pusimos en marcha hacia el centro de Cuzco para buscar un sitio donde comer. La dueña del hotel nos dio unos mapas donde indicó la ruta para llegar a la plaza de Armas, pasando por la plaza de San Blas, sus pintorescas callejuelas y la piedra de los 12 ángulos. Es un paseo de unos 10-15 minutos cuesta abajo, y siempre se puede coger un taxi por S/4 para volver si no se quieren subir las cuestas.
Cuzco: San Blas y la piedra de 12 ángulos
Llegamos a la Plaza de Armas pero pasamos de largo porque teníamos mucha hambre y sabíamos que si parábamos a disfrutar de la plaza y hacer fotos acabaríamos sin comer así que decidimos volver más tarde. Nos fuimos directos a un restaurante que tenía fichado del foro, recomendado por Kikin, del que no sabía el nombre y únicamente conocía la dirección (calle Garcilaso esquina calle Granada). Lo encontramos fácilmente y pudimos comprobar que se trata de un restaurante muy poco turístico, frecuentado por peruanos, con buenas raciones, buena comida y servicio muy lento. Probamos nuestro primer lomo saltado con arroz chaufa y unos chicharrones de pollo en unas raciones que eran tan enormes que acabamos pidiendo los restos para llevar, pues vimos que la familia a nuestro lado lo hacía y pensamos que no quedaría raro. Teniendo microondas en la habitación nos pareció buena idea aprovecharlo, ya que no nos gusta nada tirar comida. La comida junto con un vaso de chicha morada y una limonada nos costó S/51.
Gastronomía peruana: lomo saltado y arroz chaufa
Después de comer volvimos hacia la Plaza de Armas con la idea de visitar la Catedral, pero pasamos primero por la Avenida El Sol para comprar el Boleto Turístico que nos haría falta al día siguiente. La oficina de Cosituc donde se compra el boleto está junto al banco BCP. Cada boleto turístico cuesta S/130, pero era necesario si queríamos ver las ruinas repartidas por el Valle Sagrado: Pisaq, Ollanta, Chinchero, Moray, Tambomachay, Pukapukara, Qenqo, Sacasayhuaman, Tipón, Pikillacta y algún museo y monumento más.
Llegamos a la Plaza de Armas y esta vez sí nos paramos a admirarla. Nos enteramos de que al día siguiente, 3 de junio, se celebraba el día del Corpus Christi, y estaban decorando tanto la Catedral como la Iglesia de la Compañía.
Cuzco: Iglesia de la Compañía
Cuzco: Plaza de Armas
Para entrar a la Catedral compramos el boleto religioso ya que el turístico no incluye ni la Catedral, ni la de la Compañía, ni ninguna otra. El boleto religioso son S/30 e incluye la Catedral, la Iglesia de San Blas, la de San Cristóbal y el Museo de Arte Religioso. En realidad sólo nos interesaban las dos primeras, pero incluso sólo para esas dos salía más a cuenta el boleto que las entradas individuales (la Catedral sola ya eran S/25).
La entrada a la Catedral incluye una audioguía en un iPad que te va explicando las zonas, los cuadros, los altares… Te piden algún documento de indentidad (pasaporte) para poder dejarte la guía y nosotros habíamos dejado todo en la caja fuerte del hotel, así que tuvimos que dejar un móvil No se pueden hacer fotos dentro pero la visita es muy chula: no os perdáis el crucifijo del Señor de los Temblores, el cuadro de la Última Cena y el coro tallado. Nosotros no somos nada religiosos y estas cosas las vemos más bien como curiosidades históricas y artísticas. En un país donde la religión se impuso a base de sangre y barbaridades, nos llamaba mucho la atención el fervor masivo que vimos. Es muy interesante ver cómo los astutos evangelizadores integraron elementos de la religión andina en las iglesias para hacer la nueva religión más atractiva para los indígenas, desde espejos en los retablos hasta el cuy en el cuadro de la Última Cena. Es por eso que todas las iglesias que vimos son muy parecidas a lo que se puede ver en Europa pero a la vez muy distintas: hay multitud de detalles que llaman la atención y que no verás en ningún sitio de Europa.
Cuzco: Iglesia de la Compañía vista desde la Catedral
Cuzco: Catedral
La visita dura aproximadamente una hora y cuando salimos se estaba haciendo de noche. Se nos había hecho tarde para visitar la Iglesia de la Compañía y el Museo Inka, que era lo que queríamos hacer, así que nos fuimos dando un paseo por la calle Loreto (peatonal) y nos acercamos a los puestos de artesanía y souvenirs que vimos en un patio. Allí compramos un imán de recuerdo por S/2 y vimos nuestras primeras llamas y alpacas:
Alpaca suri
Habíamos salido del hotel al mediodía en pantalón corto y chanclas porque estábamos acalorados después de estar tanto rato cargando con las mochilas buscando el hotel, pero en cuanto se puso el sol la temperatura bajó una barbaridad y fuimos plenamente conscientes de que estábamos a 3600 metros de altura en pleno invierno. Qué frío! Vimos mucha gente con gorros y guantes y al principio pensamos que eran un poco exagerados, pero la verdad es que las sudaderas que llevábamos en las mochilas no eran suficientes. A estas alturas yo ya tenía un buen dolor de cabeza cortesía de mi amigo soroche, así que entramos a una cafetería a ver si entrábamos en calor y nos tomábamos otro mate de coca. No se me quitaba ni el frío ni el dolor de cabeza, así que como era de noche y estábamos cansados decidimos poner rumbo al hotel (S/4 en taxi) y dar por terminado el día. En el hotel nos habían dado un par de “sorochi pills” por si nos daba mal de altura, y yo no veía el momento de llegar y tomármelas. Aparte del dolor de cabeza, lo que yo noté con el soroche fue cansancio, mucho sueño y falta de apetito, pero afortunadamente no me impidió hacer ninguna de las actividades que llevábamos planeadas.
Cuzco: Plaza de Armas
Con esto terminaba nuestro primer día en Cuzco! Al día siguiente veríamos las ruinas de los alrededores y el Qoricancha.