Continuación de la etapa anterior. Aquí está el enlace:
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Siguiendo mi costumbre, por la mañana me levanté temprano y salí a pasear cuando la ciudad apenas se había despertado, más todavía teniendo en cuenta que era domingo. Me encanta encontrar las calles casi vacías, con esa calma inaudita a otras horas. En mi camino, vi lugares como éstos:
Colegio Fonseca.
Lo mandó construir el Arzobispo Fonseca en 1519, al parecer para acoger a estudiantes gallegos. En su fachada renacentista destaca una estatua de Santiago Apóstol encima de la puerta de entrada. Dicen que el patio es uno de los más bellos del renacimiento español, pero no pude comprobarlo porque a esa hora estaba cerrado. Otra vez será.
Auditorio de San Blas.
Su origen se remonta a la iglesia de San Blas del siglo XIII. En aquella época, estaba situada en las Peñuelas de San Blas, un lugar de mal terreno y gente pobre. Quedó en ruina y tuvo que ser reconstruida en el siglo XVIII, pero sufrió tales daños durante la Guerra de la Independencia que fue abandonada e, incluso, utilizada como carbonera. A finales del siglo XX fue cedida al ayuntamiento, que la restauró y hoy se utiliza como Auditorio Municipal.
La zona donde se encuentra el Colegio Fonseca y el Auditorio de San Blas, junto al Hotel Abba Fonseca, está un pelín fuera del recorrido habitual del casco histórico, pero apenas está a cinco minutos desde el Palacio de Monterrey; allí mismo, en la calle de las Peñuelas de San Blas, hay una escalera desde la que se tiene una buena vista de la ciudad, aunque el mirador estaba un poco deslucido por la valla de unas obras que, según supe después, habían levantado bastante polémica entre los vecinos. El sábado por la noche también fui por allí y me encontré una buena cantidad de chavales celebrando algo parecido a un botellón, hice la "media" foto que os puse en la etapa anterior y volví al día siguiente para hacer esta otra desde las escaleras.
Palacio de Monterrey.
Lo mandó construir Alonso de Zúñiga y Acevedo, tercer conde de Monterrey, en el siglo XVI, constituye una obra maestra de la arquitectura civil renacentista española, con elegante decoración plateresca en sus fachadas. Actualmente pertenece a la Casa de Alba y su interior no se puede visitar.
Casa de las Muertes. Calle Bordadores, frente al Convento de las Úrsulas.
Se construyó en el siglo XVI y su estilo es plateresco. Hay diversas leyendas sobre su denominación, algunos dicen que en su interior se produjeron muertes extrañas, de ahí deriva su nombre. El retrato que figura sobre la puerta es el del Arzobispo Fonseca. Al lado, se sitúa la Casa del Regidor Ovalle Prieto, donde murió Miguel de Unamuno, que cuenta con una estatua justo enfrente de ambos edificios.
Convento de las Úrsulas. Calle Bordadores.
Fundado en 1512 por el Arzobispo Fonseca, que está enterrado en su interior. Tiene mezcla de estilos gótico y renacentista. No estaba abierto cuando pasé por allí, así que lo vi únicamente por fuera. En la foto se ve también la escultura de Unamuno que he mencionado antes.
Plaza de las Agustinas: convento de las Agustinas e Iglesia de la Purísima.
En la iglesia de la Purísima, construida en el siglo XVII, destaca una colección de pintura barroca y, sobre todo, una Inmaculada de José de Ribera. Lamentablemente, no me coincidió en ningún momento abierto no ya para ver el templo, sino siquiera para pasar la verja y acercarme a la puerta a ver los horarios de visita.
Anexo a este templo se encuentra el convento de las Agustinas, por lo que forman una sola edificación.
Casa de las Conchas. C/ Compañía, 2. Entrada gratuita.
Constituye uno de los símbolos de la ciudad. Es una mansión señorial, que Rodrigo Arias Maldonado mandó edificar a finales del siglo XV. Mezcla varios estilos arquitectónicos, gótico tardío, mudéjar y renacentista. Lo que más destaca es su fachada, adornada con 300 conchas, colocadas en composición romboidal propia del estilo mudéjar. Aunque hay varias teorías, no se conoce con seguridad el motivo de tales adornos. También son muy bonitas las rejas, diferentes en cada ventana
.Actualmente alberga una biblioteca pública. Inevitablemente todo el que visita Salamanca pasa varias veces por su puerta y resulta casi imposible no detenerse a contemplarla en todas ellas, ya sea de día o de noche. Entré a ver el patio en mi paseo de primera hora de la mañana (abren a las 10:00). Al principio, durante un rato, estuve completamente sola dentro, haciendo las fotos que quise a placer.
Es especialmente atractiva la estampa de las torres de la Clerecía coronando las arcadas del patio. Que a nadie se le olvide entrar a verlo.
Plaza de San Benito: Iglesia de San Benito y Casa de Don Diego Maldonado.
La plaza de San Benito resulta especialmente bella cuando no hay nadie alrededor. Esta insólita imagen me la encontré en mi paseo matutino del domingo. A la izquierda, está la iglesia de San Benito, construida en 1104 en estilo románico, si bien fue reconstruida en el siglo XVI. Destaca su portada gótica. Al fondo, se puede ver la Casa de Don Diego Maldonado, que colaboró en la reconstrucción de la iglesia.
Universidad. Patio de Escuelas Menores, 1. Entrada: 10 euros. Incluida en Salamanca Card.
La universidad de Salamanca es la más antigua de España, fue fundada por Alfonso IX en 1218.
La Plaza donde se encuentra es rectangular y allí también se encuentra una estatua de Fray Luis de León, uno de los más destacados profesores de la institución. Si no se quiere visitar el interior, con contemplar la maravillosa fachada, labrada como una filigrana, ya se tiene recompensa suficiente.
La Plaza donde se encuentra es rectangular y allí también se encuentra una estatua de Fray Luis de León, uno de los más destacados profesores de la institución. Si no se quiere visitar el interior, con contemplar la maravillosa fachada, labrada como una filigrana, ya se tiene recompensa suficiente.
Entre los grupos escultóricos sobre la piedra rojiza destacan los escudos y medallones de los Reyes Católicos, Carlos I y del Papado. Naturalmente, hay que seguir la tradición y esforzarse en encontrar la famosa rana, una de las principales tareas que se pone todo el foráneo que pisa Salamanca, al igual que lo hacen los estudiantes, pues según cuenta la tradición quien la encuentre tendrá fortuna con los exámenes. La rana está sobre una calavera y, lo mejor, es contar con una pista sobre el lugar donde se encuentra para no eternizarse. Ya podéis buscar.
Del interior, se puede visitar el patio, alrededor del cual se encuentran las aulas, entre las que destaca la de Fray Luis de León del siglo XVI y la Miguel de Unamuno, la monumental escalera renacentista, el Paraninfo, la Capilla del siglo XVIII y una magnífica Biblioteca con librerías barrocas y más de 40.000 volúmenes de antes del siglo XX. Desde los pasillos que rodean el patio, con ventanales acristalados y a cuyo centro no se puede acceder, se tienen estupendas vistas de la Torre del Reloj y de la Catedral.
Patio de las Escuelas Menores. Visita gratuita.
El patio es bonito, pero se me pasó visitarlo a una hora menos complicada y estaba demasiado lleno de gente cuando fui, lo que deslucía un poco. Aquí también se puede visitar el “Cielo de Salamanca”, pero no abre los domingos y el sábado por la tarde no nos cuadró el horario. Otra vez será.
A continuación fuimos a visitar las Catedrales. La entrada conjunta para ambas cuesta 4,75 euros. Incluye audio-guía. Está incluida en la Salamanca Card. La visita comienza en la Catedral Nueva, aunque el itinerario sugerido enseguida lleva a la Catedral Vieja en una visita cronológica detallada. Está muy bien organizada la visita, me gustó mucho.
Catedral Vieja.
Constituye una de las mejores muestras del románico español. Su construcción se inició en 1140 y concluyó un siglo después. Me impresionaron las esculturas medievales, los sepulcros policromados y las pinturas. En una de las capillas, hay un órgano del siglo XVI. El retablo mayor es realmente bello, con escenas bíblicas y el fresco de la parte superior que representa el Juicio Final. También es destacable la Capilla de Santa Bárbara de 1340, en donde se realizaron los exámenes de grado y doctor hasta 1843, y de ahí procede la frase de “estar en capilla”. Me gustó muchísimo el interior la Catedral Vieja, no la recordaba así. Se me fue el tiempo dentro casi sin darme cuenta.
Catedral Nueva.
Como consecuencia del crecimiento que experimentó la ciudad por el auge universitario, la Catedral Vieja se quedó pequeña y se planteó la construcción de una nueva a comienzos del siglo XVI, para lo cual se solicitó ayuda a los Reyes Católicos. Las obras duraron dos siglos ya que el templo se comenzó en 1512 y se concluyó 1733, constituyendo una de las últimas muestras del gótico español. Esta dilación trajo como beneficio que no se llegase a cumplir el proyecto primitivo de derribar la Catedral Vieja, puesto que se necesitaba para seguir celebrando los oficios.
Su interior es grandioso y varias cosas me llamaron la atención: la cúpula barroca dorada, el Cristo de las Batallas, de estilo románico y que, dicen, era el que llevaba en sus campañas el Cid Campeador, la cúpula y los órganos.
Una vez acabada esta visita, que nos llevó bastante tiempo, por cierto, me dirigí a otra de los pórticos de la Catedral para hacer “IERONIMUS”, que consiste en la subida a las Torres de la Catedral, visitando de paso una exposición sobre la historia de las Catedrales. La entrada cuesta 3,75 euros. Está incluida en la Salamanca Card. También hay una versión nocturna con horarios y calendario especial. Creo que cuesta 6 euros y no está incluida en la Salamanca Card.
Esta visita da una visión diferente de las dos Catedrales, tanto por dentro como por fuera, y ofrece unas vistas extraordinarias de la ciudad y de las mismas cúpulas y torres de los templos. También me gustó mucho el paseo por el triforio de la Catedral Nueva y el acceso a la Sala del Reloj y a la de las Campanas. Recomiendo hacerlo y si es cuestión de elegir, creo que me gustó más Ierónimus que Scala Coeli, aunque quedé muy satisfecha con las dos visitas.
De nuevo en el exterior, no hay que olvidarse de cumplir otro de los rituales salmantinos: encontrar las esculturas del astronauta y el dragón comiéndose un par de helados en uno de los pórticos de la Catedral Nueva. Ambas figuras se encuentran en la portada que da a la Plaza de Anaya, concretamente en la de la derecha. Siempre hay una buena cantidad de gente buscando las figuras, que, al final, seguro que aparecen. No es que los constructores de la Catedral tuviesen dotes de adivinar el futuro, sino que ambas proceden de una restauración realizada en mil novecientos noventa y tantos, y para marcarla se esculpieron las dos figuras contemporáneas.
Palacio de Anaya. Plaza de Anaya.
Construcción neoclásica, con columnas jónicas, frontón triangular y escalinata. Está frente por frente con la Catedral Nueva. Se puede visitar el patio. Al lado se encuentra la Hospedería, obra de Churriguera. La plaza en la que se encuentra me pareció una de las más bonitas de Salamanca, amplia y señorial, con una perspectivas estupendas.
Después fuimos a comer al restaurante Isidro, en la Gran Vía. Estuvo bien, aunque no es barato. Ponen bastante cantidad de comida, lo que hay que tener en cuenta para no pedir de más. Nos comentaron que los menús diarios están bastante mejor considerando calidad/cantidad/precio.
Casa de Lis. Museo de “Art Nouveau y Art Decó”. C/ Gibraltar, 14. Entrada: 4 euros. Incluida en Salamanca Card.
Se trata de un edificio modernista, construido en 1905 sobre la muralla por el arquitecto Joaquín Vargas Aguirre para vivienda familiar de Miguel Lis. La entrada se encuentra en la fachada norte, que constituye el mejor ejemplo de arquitectura modernista de Salamanca; sin embargo, es mucho más bonita la fachada sur, que se asienta sobre la antigua muralla, en la que destacan unos espectaculares ventanales con vidrieras de colores, que lucen incluso más bonitas cuando están iluminadas, por la noche.
Se trata de un edificio modernista, construido en 1905 sobre la muralla por el arquitecto Joaquín Vargas Aguirre para vivienda familiar de Miguel Lis. La entrada se encuentra en la fachada norte, que constituye el mejor ejemplo de arquitectura modernista de Salamanca; sin embargo, es mucho más bonita la fachada sur, que se asienta sobre la antigua muralla, en la que destacan unos espectaculares ventanales con vidrieras de colores, que lucen incluso más bonitas cuando están iluminadas, por la noche.
El interior alberga un museo de art nouveau y decó. Entramos a verlo y la verdad es que nos gustó, sobre todo las coloridas vidrieras del techo y del patio, que, naturalmente, recuerdan a las casas modernistas de Barcelona (Batlló, Lleó i Morera, Palau de la Música Catalana…). También es muy curiosa la exposición de muñecas de porcelana de la primera mitad del siglo XX. No permiten hacer fotos en el interior, así que no puedo poner ninguna.
Museo de Historia de la Automoción. Plaza del Mercado Viejo s/n. Entrada 3,50 euros. Incluido en Salamanca Card. Cobran 1 euro por hacer fotos en el interior.Teníamos algo de tiempo libre, estábamos cerca y como aún podíamos aprovechar la Salamanca Card, nos decidimos a visitar este museo. Narra la historia de la automoción desde los primeros vehículos y exhibe unos 180 coches de todas las épocas. Yo no soy muy aficionada a la mecánica ni a las exposiciones relacionadas con los automóviles, así que no entiendo demasiado; pero este museo me gustó, sobre todo la muestra de coches antiguos me pareció muy vistosa.
Nuestro fin de semana en Salamanca llegaba a su fin. La tarde era magnífica y sabía a verano aunque estábamos en octubre. Volvimos al puente romano y cruzamos el Tormes, contemplando unas bellas vistas.
Puente Romano.
Está muy bien conservado. Se cree que lo mandó construir el emperador Trajano en el siglo I para salvar el río Tormes en la ruta de la Plata. Quince de sus arcos son originales (los más cercanos a la ciudad), el resto tuvo que reconstruirse porque se los llevó una crecida del río en 1626. A la entrada del puente se encuentra un toro o verraco ibérico de piedra. También muy cerca se encuentra la escultura dedicada a los personajes del “Lazarillo de Tormes”, el ciego y el picaruelo. Merece la pena pasear por esta zona tanto de día como de noche y llegar al final puente para contemplar las bellas vistas de la ciudad, con las siluetas de las catedrales recortándose en todo lo alto.
Ya atardecía y volvimos caminando hasta los alrededores de la Plaza Mayor para recoger el coche y emprender el camino de regreso a casa. No me importa reconocer que Salamanca es una de las ciudades españolas que más me ha gustado tanto por sus monumentos como por su ambiente. ¡Hasta la vista!