RUTA DE LAS CRESTAS. MUNSTER. GRAND BALLON. EGHISHEIM. RUTA CINCO CASTILLOS ✏️ Travel Journeys of FranceComo amanece un día soleado y las previsiones del tiempo son buenas, nos decidimos a hacer parte de la ruta de las crestas (Route des Crêtes). Y digo parte de la ruta porque aunque nuestra idea era hacerla al completo, cuando preguntamos en la...Travelogue: ALSACIA, o COMO VIAJAR POR UN MUNDO DE CUENTO, HISTORIA Y LEYENDA⭐ Points: 5 (21 Votes) Travelogues: 8 Localization: FranceComo amanece un día soleado y las previsiones del tiempo son buenas, nos decidimos a hacer parte de la ruta de las crestas (Route des Crêtes). Y digo parte de la ruta porque aunque nuestra idea era hacerla al completo, cuando preguntamos en la oficina de turismo de Riebeauville nos informaron que la misma no se abría hasta el 1 de mayo. Porque podía estar nevada. Pero yo pensaba que la misma nieve habría el día 1 que dos días antes. Más bien creo que era por cuestión de mantenimiento de la carretera. La ruta de las Crestas se puede iniciar en Sainte Marie aux Mines, (al que se puede llegar desde Ribeauville) o bien en Cernay. Esta dentro del Parque Natural Regional de los Ballons de los Vosgos. Nuestra idea inicial era comenzar en Sainte Marie aux Mines y hacer alguna rutilla de senderismo por Lac Blanc y dónde nos pareciera mejor y finalizar en Cernay habiendo pasado por todos los Puertos importantes y los dos Ballons. Desde Kaisersberg también se puede acceder a la Ruta de las Crestas por el Col du Bonhomme (otro alto de la ruta) y desde aquí a Lac Blanc. Pero no nos fiábamos de que pudiéramos pasar, teniendo en cuenta lo que nos habían comentado en la oficina de turismo. Así que decidimos acceder a la ruta de las Crestas por el Col de la Schlucht. Este paso se encuentra a 1139 m. de altitud y es el más alto de los Vosgos. Pero también es una estación de deportes de invierno y un paso para llegar a Gerdamer. Por ello pensamos que la carretera hasta el paso tenía que estar abierta. Desde Colmar nos fuimos hasta la localidad de Munster, atravesando el valle del mismo nombre con grandes extensiones de campos amarillos de la planta de la mostaza mezclados con otros prados de color verde. En el pueblo de Munster vemos un letrero que indica que el Col de la Schlucht está abierto. Comenzamos a subir por una carretera de montaña preciosa. Rodeada de bosques de pinos de color verde viejo que contrasta con el verde brillante y joven de los hayedos y castaños que acaban de brotar. En el paso nos detenemos un momento para ver algunas vistas de los bosques. Hay pocos restos de nieve. Un grupo de senderistas finalizan sus preparativos para ponerse en marcha por alguna de las rutas entre estos bosques. Hace un fuerte viento y un frío helador. Cuando llegamos a la carretera de la ruta de las Crestas habría que desviarse a la derecha para acceder a Lac Blanc. Y aquí sí que hay una gran valla impidiendo el paso. Efectivamente la carretera está cerrada al tráfico en este sentido. Pero vemos circular coches girando a la izquierda, dirección Cernay. En ambas direcciones. Así que nos ponemos en marcha. Las vistas desde la carretera de las montañas de los Vosgos y del lago Gerdamer y la Barragge la Bresse, allá abajo, realmente valen la pena que nos aventuremos. Nos adelanta una camioneta con remolque a todo correr. Cuando alcanzamos la montaña Hohneck nos encontramos con otra valla que nos corta el paso. Pensamos que había sido el de la camioneta y que por dicho motivo nos había adelantado. Pero, y el resto de automóviles, pudieron pasar? Porque allí no había ningún otro coche que se estuviera dando la vuelta como nosotros tuvimos que hacer. Retrocedemos camino hasta la localidad de Munster. Allí nos tomamos un café, sentados al solecito en una pequeña terraza frente a la iglesia protestante de asperón rosa que fue edificada en 1873. Poco más tiene esta localidad que fue arrasada durante la II Guerra Mundial. La fuente del León, de 1576, recuerda el derecho que tenía la población de poder ejercer libremente el culto protestante en un pueblo que estaba dominado por una abadía benedictina del siglo VII hasta entonces. En algunas torres vemos las famosas cigüeñas, símbolo de Alsacia. El queso Munster es famoso y conocido por esta denominación desde el siglo XVI aunque su producción se remonta al siglo IX. Se ven varias granjas y lugares de venta de dicho queso en la carretera que sube al paso Schlucht y en el mismo pueblo. Así que,¿ quién no compra?. Con esta primera intentona de recorrer la Ruta de las Crestas no es que hayamos tenido mucho éxito. Así que lo vamos a intentar entrando por Cernay, aunque sólo sea hasta el Grand Ballon. Al poco de recorrer esta ruta de las Crestas desde Cernay, unos 6 km. y a una altitud de 956 m. nos encontramos con el memorial Vieil Armand y el cementerio militar Hartmannswillerkopf. El memorial se ha levantada en honor de los soldados, alemanes y franceses, que cayeron en la I Guerra Mundial, sobre todo en las cruentas batallas de 1915. El viejo Armand era una estratégica fortaleza que se disputaban ambos bandos. 30.000 hombres de ambas nacionalidades cayeron bajo unas duras tormentas de acero. En el transcurso de 1915 cambió cuatro veces de bando este punto estratégico. Se puede visitar el museo o hacer dos pequeños recorridos a pie. Uno de 30 minutos hasta la cima del Viejo Armand con su gran cruz y unas vistas fabulosas de las montañas de los Vosgos. Ya se atisba la cumbre del Gran Ballon. Hay otro recorrido, que nosotros no hicimos, de 2.5 horas a través de las trincheras y refugios. Seguimos subiendo por la ruta de las Crestas hasta llegar al Col du Grand Ballon, a 1343 m. de altitud. Hay infraestructuras de estación de esquí y un restaurante. A la cima del Grand Ballon hay que llegar andando. Las cimas de las montañas de los Vosgos son redondeadas, por eso se les denomina “ballons”. Son viejas y erosionadas montañas. El Grand Ballon es la cima más alta del macizo de los Vosgos, 1424 m. Desde el aparcamiento hay dos opciones de sendero para llegar a la cima. Comenzamos a caminar por un sendero a nuestra izquierda y un señor que regresaba por el otro camino nos avisa que por allí no vayamos porque la nieve nos llega a la rodilla. Así que iniciamos el sendero que nos quedaba a la derecha. En la cima hay un edificio con forma de bola redonda que es un radar para la aviación civil. También un monumento en honor de los Diables Bleus, erigido por el club alpino francés y el club de los Vosgos, en homenaje a las víctimas de los batallones de infantería de montaña que combatieron en la I Guerra Mundial. Por debajo de la bola, o cúpula, hay como una mesa de orientación con magníficas vistas. Pero el día aunque está despejado tiene como una especie de neblina que no permite vistas nítidas y rotundas. Desde este punto se podría ver, en días claros, el Mont Blanc, el Kunspigzte, la diferencia de altitud entre esta cima y las otras cimas de los Vosgos. No obstante lo que vemos nos parece estupendo. Al aparcamiento volvimos por otro camino, para tener diferentes puntos de vista, y nos encontramos con un nevero que atravesamos sin mayor problema. Era el nevero sobre el cual nos había avisado antes un señor. Pero no era para tanto. Decidimos comer en el restaurante del Paso, cuyo nombre era algo así como vista de los Alpes. Pero nos equivocamos de pleno. Unos macarrones insípidos. Comida de subsistencia. Con la de granjas típicas ofreciendo comida que había por la carretera. No nos aventuramos a seguir por la ruta de las Crestas porque probablemente nos la hubiéramos encontrada cortada en algún punto. Como hasta aquí, las carreteras parecían que estaban perfectas y no había nieve, regresamos por otra carretera de montaña que desemboca en la localidad de Guebviller. A una altitud de 942 m. nos detuvimos en el Lac de la Lauch. Es este un lago artificial situado en el valle del mismo nombre, rodeado de exuberantes bosques, idóneos para hacer rutas de senderismo. La superficie del lago tiene bonitos reflejos metálicos y de los árboles que lo rodean. Estos lagos artificiales, en presa, suelen ser comunes por estas montañas. Nos paramos para ver uno directamente y no en la lejanía. El pueblo de Guebviller tuvo sus mejores tiempos y debe su desarrollo a la poderosa abadía de Murbach. La misma sigue en pie rodeada de bosques. Pero no se encuentra en el mismo pueblo. Por esta carretera que íbamos habría que haberse desviado con anterioridad a la llegada al pueblo, si se quiere visitar. En el pueblo sólo dimos un pequeño paseo para ver la estupenda fachada de su ayuntamiento, con un salidizo redondo, y ver por fuera la iglesia de Saint Léger. Esta iglesia es católica y es la más antigua de la localidad. Fue construida en estilo románico tardío, desde 1182 hasta 1235, y restaurada en el siglo XIV. El pueblo tiene otras dos iglesias más, la iglesia de Notre Dame del siglo XVIII y otra más antigua de estilo gótico que actualmente se encuentra desacralizada. Y desde allí nos fuimos a Eguisheim. Eguisheim es un pueblo pequeño, se visita en corto espacio de tiempo. Corto pero muy intenso. La sensación de estar en un lugar de cuento es aquí mucho más profunda. Aquí te puedes imaginar que estás dentro del cuento, que puedes participar en su historia, que eres uno de sus protagonistas. Te puedes crear la fantasía que prefieras, pero el lugar es real, lo puedes ver, lo puedes tocar. Es una aldea redonda, construida de modo concéntrico en torno a lo que fue antaño el castillo de la famosa familia Eguisheim, a la cual perteneció el Papa León IX. Sus calles con casas de entramados de madera y fachadas llenas de color forman tres círculos concéntricos en torno a los escasos restos del antiguo castillo octogonal del s. XIII. Es mejor recorrer sus murallas y calles circulares antes de llegar al centro. Es un maravilloso paseo en el tiempo. Un circuito con flechas permite seguir el antiguo camino de ronda. Estrechas calles adoquinadas, casas con abundantes detalles arquitectónicos (balcones, miradores, entramados de madera, aguilones). Es muy agradable pasear por sus estrechas callejuelas y sentir la tranquilidad que transmite este lugar. Una vez que se han recorrido sus calles y murallas se llega al centro del pueblo, a la Plaza del Castillo. En el centro de esta plaza destaca una fuente de piedra, (la más grande de Alsacia), adornada con la figura del Papa León IX. Bruno de Eghisheim fue elegido Papa adoptando el nombre de León IX y con posterioridad fue canonizado. En ella se yerguen el castillo y la iglesia. Del castillo primitivo solo quedan algunos restos de canterías, el palacio y la capilla fueron reconstruidos en el siglo XIX. La capilla está dedicada a San León IX y reconstruida en estilo neo románico. Su interior es pequeño, de una sola nave y destaca la policromía de sus paredes así como las escenas de la vida de San León IX. La iglesia parroquial de San Pedro y San Pablo fue construida en estilo gótico en 1220, sobre una anterior románica. Pero fue destruida en 1807. La iglesia actual ha conservado un campanario románico de asperón y en el interior un tímpano del siglo XIII. Representa a Cristo bendiciendo, entre los apóstoles Pedro y Pablo, a las vírgenes sabias y a las vírgenes locas. Debajo del tímpano una virgen (Vierge Ouvrante) del siglo XIV en madera policromada, con la particularidad que se puede abrir su interior, de las últimas que quedan en Alsacia. Algo más adelante se halla una pequeña plaza con el memorial a las víctimas de Eguisheim en las dos grandes guerras mundiales, sirviendo de pedestal para una imagen de Juana de Arco. En el recorrido por las calles de Eguisheim también aparecen algunas fuentes interesantes, además de la fuente de San León IX, ya indicada. La más antigua es la fuente Octogonal de la plaza del Mercado, de 1557, de la que vimos una copia en el castillo Haut-Koenigsbourg. Otra, la fuente de la Virgen, de 1563. En algún sitio he leído que Riquewihr es quizás el pueblo más bello de Alsacia. Pero creo que con Eghisheim ha encontrado un fuerte competidor, en belleza y encanto. Aunque puede que sean algo parecidos. Riquewihr es más famoso y tiene más turistas. Eguisheim es más tranquilo y acogedor. Por encima del pueblo de Eguisheim se alza la colina Schlossberg, de 591 m., dominando parte de la llanura de Alsacia. Sobre esta colina se pueden admirar las torres rojizas de los castillos Weckmund, Wahlenbourg y Dagsbourg . Fueron construidos en los siglos XI y XIII por los condes de Eguisheim, y destruidos en el siglo XV por las tropas de Mulhouse en una trifulca bastante tonta. Estos tres castillos junto con el castillo de Hohlandsbourg y el de Pflixbourg forman la denominada ruta de los cinco castillos. Unos veinte kilómetros de carretera de montaña que se puede iniciar en Husserens-les-Chateaux finalizando en Wintzenheim o viceversa. Como estamos en Eghuisheim nos dirigimos hasta Husserens-les-Chateaux para iniciarla. Desde este pueblo también hay una ruta de senderismo, llamada sendero de la ardilla, que después de 6.4 km. llega a los tres castillos. Se llega a un aparcamiento bien acondicionado, hasta tiene un cartelito que te dice, de una forma algo poética, que respetes los árboles. Hay que andar por un sendero entre árboles hasta llegar a la cima. Y es que los restos de los castillos se encuentran rodeados de vegetación, de bosques frondosos en los que crecen pinos, abetos, arces, castaños… Los castillos son de libre acceso y muy solitarios, no nos encontramos absolutamente a nadie. Quizá porque la tarde estaba ya cayendo. Tres torreones de arenisca roja, cuadrados, recios, se elevan en puntos distintos y cercanos de la cima de la colina. Me encantan las ruinas de los castillos y más si estas se encuentran entre frondosa y verde vegetación. Me parecen de lo más romántico. Me fascina merodear por estos restos de edificaciones, imaginando situaciones de vida, historias fantásticas. ¿Cómo serían sus habitantes?, ¿Qué vida llevarían allá en lo alto? Ay, si las piedras hablaran!. Pero una cosa si tengo segura. Tuvieron que disfrutar de lo lindo de las bonitas vistas desde allá arriba, sobre todo en los días soleados y tranquilos como el que nosotros tenemos. El castillo del centro es el más antiguo, Wahlenbourg, con restos de la casa señorial. Luego se construyó el castillo más al norte, Dagsbourg y el tercero, más al sur, Weckmund se construyó en el siglo XII. Las preciosas vistas desde arriba comprenden también los núcleos de poblaciones cercanas, entre ellas, el pueblo de Eguisheim, pudiendo ver con claridad los círculos concéntricos de sus calles entorno a su castillo. La carretera continúa para llegar al castillo de Hohlandsbourg. El recorrido por esta carretera, casi en solitario, resultó ser una preciosidad. Flanqueada en ambos lados por los bosques que cubren estas colinas. Sigo admirando la mezcla de tonalidades verdes de la distinta vegetación. El verde viejo y sereno de los pinos se alterna con el verde joven e impetuoso de las hojas de los arces y castaños que acaban de brotar. Los rayos del sol de la tarde se van filtrando por entre las hojas, haciéndolas relucir, formando brillantes y matizadas cortinas de luces. Toda una gozada para nuestra vista. El castillo de Hohlandsbourg es monumento clasificado. Buen ejemplo de la arquitectura militar de la Edad Media en Alsacia, fue una fortaleza estratégica. Recibe su nombre de la colina sobre la que se alza que quiere decir “alta montaña del país”. Fue construido en el siglo XIII, modernizado en los siglos XIV y XV y devastado en la guerra de los Treinta Años. Ofrece una vista de 360º de la Llanura de Alsacia, el macizo de los Vosgos, la Selva Negra y el sur de los Alpes Berneses. Pero resulta que es el único castillo que tiene su espacio controlado. Tuvo una extensa reforma en 2013, acondicionado con una fábrica de cerveza y espacio para exposiciones y por ello tiene visitas controladas. Nos lo encontramos cerrado y nos quedamos sin vistas. Su horario finalizaba a las 6 de la tarde. La tarde ha avanzado bastante y por ello también tenemos que conformarnos con ver el castillo de Pflixbour en la lejanía. Esta carretera desemboca en el valle de Munster, el mismo que habíamos circulado al inicio de nuestra jornada.
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