Varios han sido los viajes que hemos hecho a Asturias, tanto por turismo como por motivos familiares, pero había algunos lugares que no conocíamos y les teníamos muchas ganas y otros a los que nos apetecía volver después de unos cuantos años, y que es, concretamente, al que voy a referirme en las primeras diez etapas de este diario. Así que mezclándolo todo, preparamos un itinerario de ocho días bastante movido. Claro que el viaje era para finales de julio, con muchas horas de luz solar; seguramente hubiese sido imposible hacerlo así en otoño o invierno cuando los días son más cortos.
En este recorrido faltan algunos de los destinos típicos que se visitan normalmente en un primer viaje a Asturias y aparecen otros no tan habituales, así que para completarlo un poco, también mencionaré en el diario lugares que vimos en viajes anteriores, de modo que algunas etapas serán más amplias que el propio itinerario. Espero que os guste, os resulte útil y, sobre todo, que os anime todavía más de lo que ya lo estaréis a conocer los preciosos paisajes asturianos.
ITINERARIO COMPLETO DEL VIAJE.
Día 1. SOMIEDO: LA PERAL, POLA DE SOMIEDO. Ruta senderista “VALLE DE LAGO A LAGO DEL VALLE”. Noche en Pola de Somiedo.
Día 2. SOMIEDO. Ruta senderista: “ALTO DE LA FARRAPONA-LAGOS DE SALIENCIA-PICOS ALBOS”. Noche en Pola de Somiedo.
Día 3. BELMONTE DE MIRANDA, CORNELLANA, SALAS. PARQUE NATURAL FUENTES DEL NARCEA. Noche en Moal.
Día 4. RESERVA DE MUNIELLOS: ruta senderista circular por el bosque y el río. CANGAS DEL NARCEA Y MONASTERIO DE CORIAS. Noche en el Parador Nacional del Monasterio de Corias.
DÍA 5. CASCADAS DE ONETA, PUERTO DE VEGA, PLAYA BARAYO, CABO BUSTO Y LUARCA. Noche en Luarca.
DÍA 6. PLAYA DEL SILENCIO, CABO VIDIO, AVILÉS, TAZONES, LA CUEVONA DE CUEVAS Y ARRIONDAS. Noche en Arriondas.
DÍA 7. DESCENSO DEL RÍO SELLA EN CANOA. PANORÁMICA DE LAS PLAYAS DE CUEVAS DEL MAR, GULPIYURI, TORIMBIA Y TORANDO. Noche en Llanes.
DÍA 8. LLANES y ruta hacia Santander.
Este fue, más o menos, el recorrido según Google Maps:
DÍA 1.
Como habíamos pasado la noche anterior en León, nuestra ruta hacia Asturias comenzó en la capital leonesa a medio día, poniendo rumbo hacia Pola de Somiedo. Teníamos por delante 116 kilómetros y la opción más rápida de ruta que marca Google Maps es tomar la AP-66, pero como no teníamos prisa ni ganas de pagar peaje, preferimos ir por carretera convencional, la CL-623, que continúa en la CL-626 hacia Barrios de Luna, contemplando el bonito paisaje que hay en torno al embalse del mismo nombre, que la carretera bordea por la orilla derecha, mientras que la autopista lo hace a mucha más altura por la orilla izquierda.
Ruta desde Barrios de Luna a Pola de Somiedo por carretera convencional.
Paramos junto a la presa, sobre cuyo muro se puede caminar y llegar hasta un mirador desde el que se contemplan unas vistas muy bonitas tanto de Barrios de Luna hacia el sur como de la parte norte del embalse, bajo cuyas aguas desaparecieron 16 pueblos allá por 1951 cuando se construyó.
Muy cerca vimos un bar- restaurante (El Ventorrillo) que anunciaba menús a 10 euros los días de diario y a 12 los sábados y festivos. Tenía buena pinta y unas mesas en una pradera exterior, a la sombra, de lo más tentador a las dos de la tarde. Tomamos patatas con almejas, coliflor al ajo arriero, bonito a la riojana y costillar a la parrilla, más postres y café. Estuvo muy bien, sobre todo considerando el precio. Cuando llegamos había mucho sitio, enseguida fue apareciendo gente hasta que se completaron todas las mesas; debe ser un sitio conocido por quienes pasan a menudo por aquí.
Continuamos camino atravesando las tierras de Luna hasta que llegamos a las de Babia. En alguna ocasión tendremos que dedicarle una escapada completa a esta hermosa comarca leonesa, que bien se lo merece según casi todos los comentarios.
En Piedrafita de Babia, dejamos la CL-626 para tomar la LE-495, que se transforma en la AS-227 ya en Asturias. Esta carretera cruza Somiedo de norte a sur. Pronto apareció la montaña en todo su apogeo y con ella el paisaje espectacular que íbamos buscando. Hacía un día estupendo y brillaba el sol en un cielo intensamente azul apenas moteado por algunas nubes lejanas. Tanta luz ayudaba a disfrutar del paisaje y había que aprovecharlo porque en estas montañas el clima puede cambiar en cuestión de horas o minutos.
Somiedo fue el primer espacio asturiano declarado Parque Natural en 1988, y en el año 2000 fue catalogado Reserva de la Biosfera por tratarse de un reducto donde la naturaleza se ha conservado pura, casi tal cual desde tiempos remotos. Pura, aunque no intacta, porque todavía persisten las marcas de algunas explotaciones mineras, ya abandonadas.
Tiene cuatro valles que se corresponden con los ríos que surcan su territorio: Somiedo, Pigüeña, Valle y Saliencia. Además, existen varios lagos, entre los que destacan los de Saliencia (la Cueva, Calabazosa y Cerveriz), a 1.600 metros de altitud, y el Lago del Valle, a 1.580 metros, el mayor de todos. Los desniveles en el terreno son muy acusados, y la altura va desde los 2.194 metros del Pico del Cornón, a los 400 metros de Aguasmestas. La actividad principal de la zona siempre fue la ganadería, lo que ocasionó la aparición de pastos rotacionales o brañas, donde se construían unas cabañas de piedra con tejado de ramas, llamadas teitos, muchas de las cuales se conservan todavía y proporcionan al paisaje una inconfundible seña de identidad. En Somiedo podemos encontrar diferentes tipos de bosques, monte, picos desnudos, pastos y brañas. En cuanto a la fauna, constituye el refugio de muchas especies, algunas protegidas, entre las que destacan urogallos, ciervos, lobos y osos pardos.
Bajando el Puerto de Somiedo en dirección a Pola, a nuestra izquierda vimos el indicador que señala el desvío hacia La Peral (a 700 metros). En este minúsculo pueblo se encuentra el conocido mirador del Príncipe, inaugurado en 1990 por el entonces Príncipe de Asturias.
La Peral
Hay que dejar el coche en un pequeño aparcamiento, subir a pie hasta el pueblo por la empinada carretera, continuar unos doscientos metros de frente y luego a la derecha hasta el mirador, que cuenta con postes y barandillas de color verde. Vimos caballos y vacas pastando por las inmediaciones. Toda la zona es muy bonita y desde el mirador se tiene una panorámica casi de 360 grados. Se puede distinguir la carretera serpenteando por las empinadas laderas en su ruta hacia el valle. Al fondo se contemplan las moles de los altos picos de Somiedo.
Las vacas en medio del sendero que va hacia el mirador, que se ve a la derecha.
Aunque las vistas son excelentes desde la propia carretera, si se dispone de tiempo, no viene mal acercarse a este mirador, especialmente si se está al principio del viaje, ya que puede ser un perfecto aperitivo para lo que aguarda después. Y con el aliciente añadido de dar un paseo por el pueblecito.
Al cabo de un rato, llegamos a Pola de Somiedo, donde nos alojaríamos las dos noches siguientes. Habíamos reservado en el Hotel Rural L’Ablana, de dos estrellas. Nos costó 110 euros la habitación con baño, que tenía vistas a la montaña y estaba impecable. Hay parking privado y no se encuentra en el mismo pueblo, sino junto a la carretera AS-227 que se dirige a Belmonte, a unos quinientos metros del centro urbano, lo cual tiene sus ventajas y sus inconvenientes: ventajas porque aparcar en Pola en temporada turística es una odisea y por las noches en las habitaciones que dan a la montaña se disfruta del silencio; por el contrario, fastidia un poco la caminata al centro para cenar cuando se ha estado de trote todo el día por la montaña. En general, estuvimos muy cómodos, si bien es cierto que solo fuimos a dormir.
Después del rápido check-in, volvimos inmediatamente al coche. Nos habíamos entretenido más de la cuenta en La Peral y queríamos hacer esa misma tarde la primera de nuestras rutas senderistas de las vacaciones: Valle de Lago a Lago del Valle (menudo trabalenguas).
Mapa de las carreteras de Somiedo. Se ven los lagos, el más grande, abajo en el centro, es el Lago del Valle; más a la derecha, junto al Alto de la Farrapona, están los de Saliencia, formando un triángulo: a la izquierda, el Cerveriz, a la derecha, el Calaboza, y en el vértice, el de la Cueva.
RUTA VALLE DE LAGO A LAGO DEL VALLE.
Denominación del sendero homologado: PR AS -15.1.
Distancia: 11,5 kilómetros. Recorrido lineal, ida y vuelta. Se puede hacer el último tramo circular, ya que existe una pista de sol por el valle y un sendero de sombra por el bosque, a más altura y un poquito más largo y complicado.
Duración: algo menos de 3 horas.
Desnivel: 340 metros
Dificultad: fácil, adecuada para niños. La mayor parte del tiempo (la ruta del sol) se camina por una pista amplia por la que pueden circular vehículos, pero que se encuentra restringida a los propietarios de las explotaciones ganaderas y a la gestión del parque. Es terreno descubierto, a la ida hay una cuesta larguita y bastante empinada: cuidado con el sol en verano. Recomendable llevar protector solar.
Aunque se trata de un sendero homologado, también se puede considerar la variante corta de la ruta que continúa hasta el Alto de la Farrapona, pasando por los Lagos de Saliencia, llamada Ruta de los Lagos, y cuyo código es PR AS-15. Se trata de uno de los conjuntos lacustres más importantes de la cordillera Cantábrica, y es la herencia del glaciar que cubría este valle hace 10.000 años. La longitud de la ruta es de unos 14 kilómetros, que pueden hacerse en cuatro horas y media de caminata. El problema es que al ser lineal, salvo que se disponga de un medio de transporte alternativo al terminarlo, hay que contar con la vuelta, con lo cual la longitud y el tiempo se multiplican por dos, requiriendo ya una jornada completa, con más de 9 horas de marcha. Claro que también se puede llegar desde el Alto de la Farrapona hasta el Lago del Valle y darse la vuelta allí, acortando notablemente el recorrido y el tiempo (serían algo más de seis horas). Después de pensarlo bastante, decidimos hacer la variante corta esa tarde, llegando hasta el Lago del Valle, y la ruta de los Lagos de Saliencia y los Picos Albos al día siguiente.
La carretera que serpentea por la montaña desde Pola de Somiedo a Valle del Lago constituye en sí misma una gratificante excursión en coche, muy indicada para quienes no les guste o no puedan hacer senderismo. Durante el empinado trayecto de 8 kilómetros, pudimos disfrutar de un precioso y vertiginoso paisaje.
Valle del Lago, ya a 1.200 metros de altura, es un pueblo de forma alargada, con cuatro barrios consecutivos a lo largo de una carreterita estrecha y muy concurrida en temporada turística. Hay tres aparcamientos disponibles, el primero, muy pequeño, a la entrada, el segundo bastante grande tras el primer núcleo de casas, y el tercero al final del último núcleo de casas, junto al comienzo de la ruta. Por supuesto, nos interesaba aparcar lo más cerca posible del inicio del sendero, pero nos equivocamos y pensamos que el primer núcleo de casas era el final del pueblo y donde comenzaba la ruta; así que lo dejamos en una cuneta donde no estorbaba. Se nos quedó cara de bobos cuando pasamos ya caminando por los otros dos aparcamientos donde a esa hora (poco antes de las seis de la tarde) había sitio de sobra para dejar el coche. Así que, a lo tonto, habíamos añadido quinientos metros de ida y otros tantos de vuelta a nuestro recorrido.
Diversas vistas del bonito pueblo de Lago del Valle.
Aunque en julio los días son muy largos, íbamos un poco justos de tiempo, así que apretamos bastante el paso. Teníamos que hacer la ruta apenas sin paradas para poder completarla antes de que oscureciera.
Al principio, la pista va entre los árboles y es cómoda porque la pendiente en ascenso es todavía muy suave. A nuestra derecha, corría el río en un hilo alegre. Unos excursionistas descansaban sentados en unas piedras, mientras su perrito chapoteaba en un charco. Nos dio cierta envidia el sabio descaro de la mascota, por qué no decirlo. Poco después nos encontramos con una curiosa reflexión a la vera del camino.
Ya metidos de lleno en la marcha, pudimos disfrutar del paisaje de este valle glaciar, con su tradicional forma en u, presidido por los Picos Albos (el oriental y el occidental) y la Peña de la Mortera.
Cuando llevábamos unos veinte minutos de marcha, apareció la bifurcación del camino que conduce al lago bien por la pista del sol (a la izquierda) o bien por el sendero de la sombra (a la derecha): en fin, resulta fácil de adivinar cuál es cuál. Aunque el de la sombra es un poco más largo y complicado (no mucho más, pero es sendero y no pista), con el sol que hacía ni lo dudamos: compensaba tomarlo. La vuelta la haríamos por el sol, que ya estaría más bajo y, además, sería en descenso.
Aunque al comienzo aparentemente el camino bajaba metiéndose en el bosque, tras cruzar el río, giró más a nuestra derecha y pasó a picar bien hacia arriba, lo que nos hizo ganar altura rápidamente. Hacía bastante calor, así que agradecimos la sombra que nos brindaba el hayedo, mientras contemplábamos la pista del sol, que hacía honor a su nombre abajo, frente a nosotros, por donde vimos a un par de parejas de senderistas caminando. Estaba claro que habíamos elegido bien porque la pendiente que sube la pista por el centro del valle, con esa solanera hubiera resultado bastante pesadita.
Sobrepasamos la altura de un par de teitos (construcciones de piedra con tejado a base de ramas de piorno, que utilizaban los ganaderos para guarecerse), que resultaban muy cucos para una foto. Una pena que el sol y la sombra partiesen el hermoso panorama en dos mitades casi irreconciliables para una imagen decente.
Seguimos ascendiendo por el sendero, a veces entre los árboles y a veces al raso, y la única complicación fue pasar un par de grandes charcos. Llevábamos el track de la ruta en el móvil, pero el sendero está perfectamente señalizado y no hay posibilidad de perderse.
Una hora y cuarto después de haber empezado la caminata nos topamos con un horrible muro de contención. Aunque íbamos advertidos, no puedo negar que nos quedamos un tanto chafados con el recibimiento que nos brindó el Lago del Valle. Vamos, que después de 90 minutos de caminata lo que esperas es toparte con un hermoso lago azul y no con un horripilante muro delante de las narices que no permite ver apenas nada más allá.
Nos encaramamos a la presa (si lo hice yo, es fácil), sobre cuyo muro pudimos caminar con comodidad. Nuestro resquemor con el lago se evaporó cuando al fin aparecieron las aguas, entre azules y verdosas, con sus bonitos reflejos del entorno rocoso; y hasta tiene una isla en el centro. El Lago del Valle, al que también se conoce como el Lago del Ajo, se encuentra a los pies de un imponente circo glaciar, y es el más extenso de Asturias, con una superficie de 24 hectáreas y una profundidad máxima de 45 metros. En realidad no lo era tanto, pero lo hicieron crecer artificialmente con el aprovechamiento de sus aguas para la central hidroeléctrica de la Malva.
Al volver la vista hacia Valle del Lago, el panorama también era muy hermoso, aunque el sol, casi de frente, también hacía de las suyas con su descarado brillo.
Nos quedaba una hora larga de camino de vuelta hasta el coche y el sol empezaba a estar bajo, así que no nos entretuvimos demasiado. Bordeamos el lago por la parte superior del muro hasta que se acabó y enseguida localizamos la pista por la que teníamos que volver. Un grupo de vacas con sus terneritos se habían aposentado justamente sobre ella. ¡Vaya por Dios! Claro, están en su hábitat y se ponen donde les da la gana, no faltaba más. Confieso que me da bastante respeto pasar “cerca” de ellas, así que no digamos “entre” ellas. Soy de ciudad, y no puedo evitar ciertas aprensiones. Pero como las vacas no tenían ninguna intención de moverse, era cruzar o quedarse allí hasta a saber cuándo. Así que pasé con los ojos cerrados, como el que sufre vértigo y cruza el río por un puente colgante. La verdad es que las vacas no me prestaron la más mínima atención. Menos mal que cuando llevo varios días en el campo suelo acostumbrarme a su presencia porque aún me quedaban unas cuantas vacas que saludar durante el viaje.
A nuestra izquierda corría el río, formando alguna que otra cascada bastante fotogénica; de frente, el paisaje se abría al valle, muy bonito al atardecer.
Cuando estábamos ya cerca del pueblo, las nubes se empezaron a apelotonar alrededor de los picos. Y es que la niebla allí baja en muy poco tiempo aunque el día haya sido espléndido. Hay que tener cuidado con la climatología por estas tierras.
De vuelta a Pola de Somiedo, fuimos a cenar al restaurante-sidrería Carión. Tomamos sidra (naturalmente) y un cachopo de cecina, queso de cabrales, cebolla caramelizada y más exquisiteces que no recuerdo. Estaba realmente bueno, pero era enorme y solo pudimos con poco más de la mitad. La señora quería ponernos las sobras para llevar, pero no era cuestión de cebarnos ya el primer día. La cena nos costó 25 euros.
Menos mal que el cachopo estaba mucho mejor que la foto que le saqué
Tras un ligero paseo, nos fuimos a la cama, que al día siguiente nos esperaba una excursión bastante larga: Lagos de Saliencia y Picos Albos.
CONTINUARÁ EN BREVE EN LA ETAPA DOS.