Tenemos poco tiempo, el día anterior hemos planificado cuidadosamente lo que vamos a hacer para no perder ni un segundo, parece que incluso en vacaciones hay que correr. Lo primero sacar el billete de tren de vuelta (162 pln en segunda clase, de nuevo un express). Luego intentamos ver la iglesia de Santa María, pero hay un cartel que dice que no se puede visitar "for prayers only". Son las nueve de la mañana y nos vamos a volando a el Barrio judío... o lo que queda de él después la segunda guerra mundial. Visitamos el cementerio judío y la sinagoga Remu (5 pln). El cementerio tiene una historia curiosa. Los nazis destruyeron totalmente el cementerio pero en la posguerra se encontraron algunas lápidas antiguas.
El barrio judio de Kazimierz -Cracovia
Parece ser que durante la invasión de Cracovia del siglo XVIII los propios judíos tumbaron las lápidas y las enterraron... ¡y se olvidaron de ellas! Actualmente las están restaurando. Volvemos otra vez a Santa María. En la puerta principal y en la lateral siguen los carteles que no permiten la entrada al turista. En cuanto acaba la celebración nos colamos dentro pero cambian los oficiantes y siguen otros. Entramos por el lateral. Las vidrieras sólo que más me llama la atención, aunque todo el conjunto es bello.
En la estación de Cracovia cogemos el tren de Varsovia que ya ha llegado y está esperando en la vía. El día es agradable y dentro el tren hace demasiado calor. Llegamos, con más de 1 hora de retraso. Los planes que habíamos hecho se han roto.
Hubiésemos querido ir al Castillo de Varsovia y es nuestra última oportunidad porque mañana salimos muy temprano. Dejamos las maletas en el hotel Powisle (un hotel muy soviético con cara lavada) y otra vez al centro. Hay varias compañías de taxis y cada una factura distinto. Lo pone en la ventanilla del taxi. Este último que acabamos de coger nos cobra casi la mitad de lo que venimos pagando hasta ahora. ¡Están cerrando el Castillo... pero llegamos a tiempo! y nos venden las últimas entradas del día. Visitamos los aposentos del Rey. Casi todo lo que hay son reconstrucciones los originales y vemos unos fotos de como quedó el Castillo tras la salida del ejército nazi.
Varsovia arrasada
Todavía hay luz y nos sentamos en la plaza del casco antiguo. Aquí vemos la Estatua de la Sirena, el símbolo de la ciudad, y el curioso mecanismo de fuente que regularmente impulsa agua que sale por la base de la estatua imitando una ola. Descubrimos también que en la reconstrucción de la plaza las fachadas de las casas son independientes, pero si te fijas algunas de ellas están comunicadas por dentro. Es decir que el fin de la fachada no significa falta de continuidad interior. Nos tomamos una bebidas y elegimos un sitio para cenar. Es el restaurante de comida judía el POD SAMSOEM. Cogemos la última mesa que tienen libre. El servicio es lento, pero en todos los sitios donde hemos estado es igual. La comida riquísima. Es la primera vez que pruebo comida típica judía. Un entrante, 2 segundos, bebida y postre por 35pln.