Preparamos el equipaje, desayunamos y dejamos el Cinnamon Lodge que tanto nos había gustado para ponernos rumbo a Kandy, con varias paradas en el camino. La primera fue el Templo de Oro de Dambulla a 24 kilómetros. También es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Es del siglo I a.C. La entrada es muy rimbombante de reciente construcción (entrada $15). Subimos hasta el templo por un camino en cuesta donde pudimos ver monos jugueteando por todas partes.
Al llegar arriba pudimos ver unas pequeñas construcciones blancas que eran las entradas a las cuevas de los templos excavados en la roca.
Son cinco en total y cada una alberga diferentes imágenes de Buda, todas preciosas. Esta es la más importante colección de imágenes de Buda.
Fuera estanques de Loto, el ambiente es muy agradable. Dayan nos fue explicando cada cueva y su significado.
Cuando salimos continuamos hacia Matale (45 kms) parando en un Spice garden donde pudimos ver de cerca la planta del cacao, la de café, la de piña, Citronela (la planta ahuyentadora de mosquitos por excelencia que es originaria de Sri Lanka) y muchas más. Luego en la tienda puedes comprar los productos que elaboran a partir de esas plantas y que tienen remedio para todo, todo, según nos contaron.
Luego visitamos una fábrica de Batik, donde se puede ver todo el proceso manual desde que se hace el dibujo en la tela pasando por el tinte, el secado y la confección con los medios más rudimentarios que os podáis imaginar.
Estas dos visitas, aunque se pueden considerar turistadas, son muy interesantes de ver y nadie te obliga a comprar.
Le pedimos a Dayan que nos llevase a comer a un restaurante local, no recuerdo el nombre, pero estuvo muy bien, barato, limpio y buena comida. Después visitamos un templo hindú muy bonito
y luego continuamos a Kandy (25 kms), donde nos llevamos una gran decepción con el hotel escogido, el Kandy Hills Resort (88€ 2 noches), que no recomiendo para nada. El primer problema fue que no aceptaban pago con tarjeta de crédito, por lo que tuvimos que buscar un cajero automático y después al ver la habitación fue el segundo chasco, era grande, sí, pero destartalada, mal decorada y para colmo, en un viejo armario que había, encontramos un sujetador, señal de que habían arreglado "bien" la habitación. Tras un intento de cambio de hotel, decidimos quedarnos porque al no haber reservado con anterioridad, los hoteles que nos gustaban, incluido el Cinnamon Kandy, estaban completos o eran muy caros. Esa noche fuimos a cenar a una terraza cerca del hotel "Slightly Chilled Lounge" que también era discopub por la noche, no estuvo mal, la comida nada especial pero tenía buenas vista de la ciudad y no era caro, además podías tomarte una copa después de cenar.
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