Hoy iniciamos nuestra aventura nórdica...
Nuestro destino final hoy será Tudela, ciudad a unos 400km de Barcelona y que servirá para no comernos un tute de coche tan heavy el primer día, a la Sofi no le mola mucho el coche y evitaremos hacer trayectos demasiado pesados, tenemos muchos días por delante.
Paramos dos veces a estirar piernas y patas, y una de ellas para comernos un par de bocadillos en la zona picnic de un área de servicio aragonesa.
Llegamos a Tudela a eso de las 16h; tenemos alojamiento en el Hostal Remigio, ubicado en una calle semipeatonal en el centro de la ciudad. Una vez aparcado el coche en el parking del hotel y subido los trastos a la habitación, la Sofi inicia su primer percance... Los dichosos sacos anales... para los que no tengáis perro, son unas glándulas que despiden un líquido apestoso que normalmente no percibimos, pero a veces, sí, y sí sí señores, nada más llegar al hotel nos viene el olor y queremos morir. Se ha puesto nerviosa después de tanto coche y novedades varias y le han petao, así que a la bañera, no os penséis que ese olor inmundo se va con toallitas...
Tras la ducha perruna, salimos a dar un paseo por la ciudad.
Parar en Tudela no es una mala opción, la ciudad es pequeñita y paseable, con un centro histórico peatonal y tranquilo.
El hotel se encuentra al lado de la Plaza de los Fueros, agradable, llena de cafeterías y restaurantes con terrazas.
Aquí vemos la Plaza y a la protagonista del verano, Sofi
Alderedor de la plaza, encontramos el barrio de la judería y el casco antiguo; sorprende ver como esa zona esta llena de graffitis bien majos, me pirran y no puedo evitar fotografiar los más llamativos.
En la Plaza Vieja se situa la catedral de Santa Maria de Tudela, que es bastante bonita.
No hay casi nadie por las calles (es martes), y muchos comercios estan cerrados...
Andamos hasta uno de los puentes que cruzan el Ebro. Damos con uno de las más antiguos de la ciudad.
Después de un rato de paseo, decidimos parar en la Plaza de los Fueros a tomarnos una cervecita al sol. No hace frío pero que te toque el sol es agradable.
Nos sorprende ver como mucha gente compra bolsas de patatas y chucherías varias en tiendas y las consumen en las terrazas y no les llaman la atención.
Tras dos pintas cada uno (sí sí, vamos fuertes) y una bolsa de patatas (que saben rancias pero a la Sofi no le importa ), nos dirigimos al hostal, donde hemos reservado mesa a las 21h para cenar en la terraza con la Sofi.
Cenamos de lujo, muy buena calidad precio, además de un servicio estupendo.
Pedimos ensalada tibia de calabacin con salmorejo y yemas, un rissotto de setas, tortilla con nueces caramelizadas y queso azul y unas pochas con piparras que quitan el sentido. De postre una torrija descomunal que hacía años que no probaba, 2 cervezas artesanas y chupitos, 49 euros.
He de decir que la carta ofrece un montón de platos de carne y pescado, pero nosotros nos limitamos a compartir los platos que yo puedo comer.
Salimos de allí encantados y al borde de la muerte por explote
Tras duchas, caemos rendidos, ha sido un día largo con bastante coche. La sofi nos mira desde su camastro con cara rara, esto de estar fuera de casa la tiene un poco loca y está inquieta, de hecho no duerme demasiado y nos da un poco la noche...
Mañana más...