Reykjanes y Þingvellir N.P. ✏️ Travel Journeys of Iceland

Podéis fiaros de las previsiones del tiempo, porque nosotros comprobábamos otro día más que seguían cumpliéndose casi al dedillo. Seguía lloviendo como cuando nos acostamos y teníamos 10ªC en el exterior.

Pasadas las 9h, nos dio la impresión de que llovía algo menos, así que nos animamos a visitar el faro de Knarrarósviti que apenas dista 19 kms. de Selfoss por la carretera 33. Antes de llegar, pudimos confirmar la teoría de que las manadas de caballos se alinean en a favor del viento para protegerse. Seguramente quien esté versado en estos animales y su conducta, pueda confirmarlo o no.

El faro Knarrarósviti fue diseñado por el ingeniero Axel Sveinsson, influenciado por las ideas del arquitecto Guðjón Samúelsson, padre de edificios tan famosos como la iglesia Hallgrímskirkja y la sede del Teatro Nacional en Reykjavík. Otro faro “moderno” de líneas rectas y mucho cemento sin nada de color.

El faro se construyó entre 1938-1939 y fue el primer faro construido de hormigón armado y con sus más de 26 mts. es el más alto del sur de Islandia.

La visita no duró mucho porque, aparte de que el faro no se podía visitar, un pequeño aguacero y sobre todo, el viento, hacía que estar fuera del coche, resultase una pequeña odisea de la que terminamos completamentes empapados por la lluvia.

Volvimos a Selfoss y mientras respostábamos gasolina 34,74L x ISK 177,2 = ISK 6.156 (54,13€), rvisamos los pronósticos del tiempo para confirmar que daban lluvia por la zona para todo el día. Entonces a Anna se le ocurrió que podíamos alejarnos hacia el suroeste, a la península de Reykjanes por donde parecía que iba a hacer mejor tiempo. ¡Menudo acierto!. También hicimos las compras para pasar el día ISK 3.946 (34,78€).

Cogimos la carretera 34 hasta cruzarnos con la 38 y seguimos por esta última hasta Þorlákshöfn, y alli nos desviamos para coger la carretera 427 que nos llevaría hasta Strandakirkja, donde había una iglesia protestante que se podía visitar.

Por el camino, vimos un camping que tenía baños públicos e hicimos una parada técnica y aprovechamos para hacer unas fotos a unas curiosas señales que marcaban la distancia a diferentes lugares del planeta.

Strandarkirkja es una iglesia luterana construida originalmente durante el siglo XII. La historia cuenta que hubo una noche que un grupo de marineros regresaba a Islandia en medio de una fuerte tormenta. Los marineros angustiados rezaron a Dios para poder regresar sanos y salvos y juraron construir una iglesia allá que consiguieran arribar. Cuando acabaron de rezar, se les apareció un ángel, y les guió de manera segura hasta la costa. Los marineros, cumpliendo con la promesa, construyeron una iglesia de madera en el lugar y la llamaron Strandarkirkja. La bahía cercana se llama Angel's Bay (Engilsvík en Islandés) en honor del angel salvador. Desde entonces, muchos milagros se han atribuido a Strandarkirkja y hubo una época en que era una de las iglesias más ricas de Islandia, gracias a las donaciones de personas que venían de todas partes del país a rezar y a pedir para que se cumplieran sus deseos.

El interior de la coqueta iglesia era de aspecto bastante austero y minimalista, comparado con las iglesias y catedrales a las que estamos acostumbrados a ver en otros paises de Europa. Así todo, nos gustó. La entrada era gratuita.

En el exterior se puede ver la estatua de Landsýn, construida en 1950 y dedicada al entonces obispo de Islandia, Sigurgeir Sigurðsson. La estatua muestra al ángel que se apareció a los marineros y que consiguió salvarlos de aquella terrible tormenta. También vimos unas curiosas casas rojas en miniatura excavadas en la tierra.

Cuando estaba sacando la foto de la iglesia, sin percaterme, debí acercarme demasiado a algún nido, porque sufrí el “ataque” de un enfurecido charrán ártico. Le verdad es que, como no me lo esperaba, me sobresalté. El pájaró hizo un par de vuelos rasantes sobre mi cabeza, soltando unos graznidos bastante amenazantes. Bastó con apartarme del lugar para que se diera cuenta de que mi intención no era mala, pero me quedó claro que había entrado en su terreno sin su permiso.

Sobre las 13h15, seguimos camino por la carretera 427 en dirección oeste hacia un curioso puente que representa la división de las placas tectónicas de Norte América y Euro-Asia. El paiasaje que nos fuimos encontrando se fue volviendo más y más árido.

Para cualquier persona interesada en la geología, la península de Reykjanes es como una tienda de dulces. En esta pequeña zona podemos encontrar muestras de cómo se comporta el planeta a lo largo del tiempo, es decir, durante decenas de miles de años. Aquí podemos encontrar volcanes, montañas y campos de diferentes tipos de lava.

La península de Reykjanes no es sólo un lugar espectacular para ver sino que además, es el único lugar donde la cresta montañosa más larga del planeta que se extiende desde el Ártico hasta la Antártida, no está bajo el nivel del mar. Y aquí se puede caminar entre las dos placas tectónicas en un puente donde América del Norte y Europa se separan. El movimiento continuo de ambas placas tectónicas, hacen que ambos continentes, se separen dos centímetros al año.

A nosotros nos gustó mucho el lugar y eso que no nos llama especialmente el tema de la geología, pero no todo el mundo puede decir que ha pasado de un continente a otro, atravesando un puente de 18 mts. de largo.

En septiembre de 2015, el Geopark de Reykjanes se convirtió en el 66º Geoparque en el mundo y empezó a formar parte del programa de la UNESCO.

En este punto decidimos no seguir rodeando la península y retrodecimos poco más de 6 kms. por la carretera 425 hasta la zona geotérmica de Gunnuhver.

Las grietas que explusan vapor y las piscinas de barro se forman cuando el vapor generado por la ebullición en un depósito geotérmico emana, se condensa y se mezcla con agua depositada en la superficie. El vapor del suelo en Reykjanes aumentó acusadamente como consecuencia de la reducción de presión en el embalse geotérmico, después de que la explotación comenzó en 2006. Reykjanes es una tierra inestable debido a los terremotos, que ocurren habitualmente en la zona, aunque afortunadamente nunca sobrepasan la magnitud 5 en la escala Richter.

La zona es muy pequeñita y se ve practicamente en su totalidad desde un mirador que hay junto al aparcamiento, y el acceso es gratuito.

Desde allí también pudimos disfrutar de una bonita vista del faro de Reykjanesviti. La torre original de 31 metros de altura, fue en 1878, apenas ocho años más tarde, el edificio fue destruido por un terremoto. En 1929 se terminó de construir el actual faro Reykjanesviti, una construcción de hormigón con aspecto “tradicional”. Como curiosidad, el faro emite un destello de dos luces cada 30 segundos.

Sin darnos cuenta, nos habían dado las 14h30 y estábamos sin comer, así que cogimos el coche y pusimos rumbo a Krýsuvík. Aprovechamos los casi 45 kms. que separaban ambos lugares para comer (sandwiches, refresco y yogur helado, de postre).

Según nos acercamos, pudimos ver como, en mitad de una montaña de color verde intenso, había una especie de claro con una gama amplia de marrones y ocres.

Krýsuvík lo forman varias zonas geotermales (Seltun, Hverahvammur y Hverahlid), situadas en la penínusla de Reykjanes, al sur de Islandia. El acceso a Seltún es muy sencillo desde la carretera 427 (desvío hacia carretera 42).

Seltún es una zona geotérmica de alta temperatura con pozas de barro y respiraderos de vapor. A una profundidad de 1000 metros, la temperatura está por encima de 200 °C. Seltún pertenece a uno de los cuatro sistemas volcánicos que se encuentran a lo largo de la falla eruptiva en la península de Reykjanes. Los respiraderos de vapor están rodeados por depósitos considerables de sulfuro, que en épocas anteriores fueron explotados para la producción de pólvora.

Para visitar la zona, nos bastó con seguir la ruta marcada a través de un sistema de pasarelas de madera. Tanto el parking, como el acceso a las pozas, son gratuitos. Hay baños públicos gratuitos.

El resto de la tarde lo teníamos reservado para la visita al parque Þingvellir. Para llegar hasta allí, seguimos la carretera 42 hasta llegar al cruce con la 41 y desde ahí hasta Reykjavík. Para salir de la capital sólo tuvimos que seguir la carretera N1 hasta encontrar las señales que marcaban la dirección del parque.

Comentar que los parajes que atraviesa la carretera 42 son muy vistosos y fotografiables. La segunda foto corresponde al lago Kleifarvatn, el lago más grande de la península de Keykjanes).

Bastante cerca de Reykjavík, en Hafnarfjörður, vimos junto a la carretera lo que nos pareció que podía ser un secadero de pescado. La curiosidad pudo y paramos a verlo más de cerca y cerciorarnos. Como no habíamos visto nuca ninguno, aunque un poco tétrico, nos pareció interesante y llamativo.

Aprovechando que estamos hablando de pesca y que somos del País Vasco, nos resultó sorprendente descubrir que hasta 2015 seguía vigente en Islandia, una ley que permitía “matar vascos”. Como suele pasar siempre en estos casos, el dinero estaba por el medio. Esta es la historia:

Parece ser que, parte de la flota de balleneros vascos que faneaban cerca de las costas de Terranova durante el siglo XVI, ampliaron su zona de pesca hasta Islandia. Los pescadores vascos pagaban una especie de tasa por pescar ballenas y utlizar los puertos islandeses para despiezarlas y trasformar su grasa en aceite. Como el trato era directamente con los jefes islandeses, al rey de Dinamarca ,que lo era también de Islandia, esto no le hacía mucha gracia y declaró a los vascos “personas non gratas” a las que se podía atacar, robar e incluso matar.

En 1615, tras una tormenta muy fuerte, tres balleneros quedaron destrozados junto a las costas de Reykjarfjörður, aunque afortunadamente las mayoría de la tripulación (unos 80 hombres) sobrevivieron.

Tras una disputa comercial, algunos vascos fueron juzgados y declarados culpables y como la ley permitía matarlos… pues eso, los mataron. Un total de 32 gipuzkoanos fueron asesinados.

En un instituto de Reykjavík se pueden ver documentos del siglo XVII donde aparecen vocablos en islandés muy similares a las existentes en euskera.

En abril de 2015 tuvo lugar un acto simbólico en Islandia que derogaba, tras 400 años, la ley que permitía matar vascos en Islandia. ¡menos mal! jajajaja

Cerca de las seis de la tarde llegamos al Parque Nacional de Þingvellir. Aunque el acceso al Parque es gratuito, el parking es de pago (ISK 500) hasta las 20h.

Þingvellir es el primer Parque Nacional de Islandia y fue declarado como tal, en 1928, sobre todo, por su importancia histórica (aquí se declaró la independencia de Islandia en junio1944), así como por su carácteristicas tectónicas y volcánicas.

En 2004, la Unesco, lo declaró Patrimonio de la Humanidad.

Este lugar fue el elegido por los vikingos en el año 930 d.C. para formar el Alþing, el primer parlamento democrático. Después de tanto tiempo es normal que no quede ningún vestigio de aquella época, pero la verdad es que los vikingos eligieron un lugar inmejorable para erigir su parlamento.

La zona está atravesada por una inmensa falla formada por el empuje de las placas norte americanas y euro-asiáticas. En otoño, los abedules enanos cambian el color de sus hojas a rojo intenso, naranja y amarillo, haciendo el lugar, suponemos que, más espectacular.

Aunque el parque tiene muchas alternativas para ver, nosotros nos ceñimos a hacer el recorrido más conocido (el que atraviesa la falla y acaba en la cascada Öxararfoss). Yendo tranquilamente, parando para hacer fotos, tardamos 45’.

El río Öxara atraviesa la falla y discurre hacia el lago Þingvallavatn dejando a su paso varios saltos de agua. El más famoso es la cascada Öxararfoss. Esta cascada de apenas 20 mts. de altura se dice que fue creada por el hombre cuando los vikingos desviaron el curso del río para proveer de agua a los asistentes a las asambleas. Se dice también que, debido a este cambio, se formó una poza llamada Drekkingarhylur, donde las mujeres eran ahogadas cuando cometían delitos de adulterio y brujería. ¡no dejaban de ser vikingos y eran otros tiempos!

No más allá de las 20:30 decidimos ir regresando a Selfoss por la carretera 36 bordeando el lago Þingvallavatn. Lo peor de todos los viajes estaba llegando….. el fin y con ello, rehacer maletas.

De camino a casa, todavía pudimos sacar alguna foto con momento arcoiris incluído.

Pasamos por el super a comprar la cena y el desayuno para el día siguiente. ISK 1.538 (14,30 €). Cuando llegamos a casa, justo salían los dueños y aprovechamos para despedirnos. Nos preguntaron a ver dónde habíamos estado y después de unos cuantos intentos por pronunciar el nombre del parque, como vimos que no nos entendían, cogí la cámara y les enseñé una de las fotos donde aparecía el nombre. Los dos se empezaron a reir (en plan bien) de nuestra desastrosa pronunciación islandesa.

Estábamos bastante cansados y la verdad es que no nos apeteció nada ponernos a hacer las maletas. Pero no creo que se debiese todo al agotamiento, sino al desaliento por la vuelta.

Nota: intentamos hacer el check in online para los vuelos de vuelta , pero no pudimos. Resulta que Iberia no dispone de esa posibilidad en el aeropuerto de Keflavik .

*** Final del día 21 ***