Urbanos o rurales, los caboverdianos sienten la música y te la hacen sentir. Las islas son una enorme partitura en clave de sol que propaga sus acordes bajo el sol tropical. Morna, furaná, coladeira…………… son nombres de estilos musicales caboverdianos, frutos del mestizaje de los pobladores que llegaron a las islas procedentes de diversos continentes.
Cesaria Évora fue su mejor embajadora, la que consiguió que muchos países del mundo lograran situar a Cabo Verde en el globo terráqueo. Ahora, muchos compatriotas siguen su estela, habiendo convertido la música en su profesión. Morabeza y honestidad se ligan intrínsecamente a su carácter.
Distinción especial merece su gastronomía. Qué rico cocinan. Productos del mar y del campo son la base de su dieta, los cuales elaboran en diferentes preparaciones, frecuentemente al grill o al horno. En los fértiles valles se cosechan frutas tropicales, maíz, legumbres, verduras y tubérculos como mandioca y ñame. Si pides carne o pescado, ten por seguro que tu mesa se va a llenar de copiosas fuentes que sirven como acompañamiento: arroz, tubérculos (mandioca o patatas), verduras hervidas o rehogadas, ensalada.... Y todo en raciones XL.....Imposible comerlo todo. La cachupa es el plato nacional, una mezcolanza de diversas clases de feijaos y maíz que se acompaña de lo que sea. Yo diría que hay tantas variedades de cachupa como la imaginación permita, aunque la más deliciosa es la cachupa rica, consistente en un guiso que aúna un montón de ingredientes vegetales y animales.
Lo que no han heredado de los portugueses es su gusto por el buen café. Parece mentira que abundando el café y escaseando el agua, lo que sirven es poco café y mucha agua.
A partir de caña de azúcar elaboran el grogue, un aguardiente que se ha convertido en la bebida nacional. Y también la causa de uno de sus grandes males, el alcoholismo, incluso infantil.
Y es que no todo es música y alegría en Cabo Verde. Además de las borracheras, también el desempleo asola a su población. De hecho, más de la mitad de caboverdianos ha tenido que emigrar al extranjero.
Valles cultivados en Santo Antao
Son 9 islas habitadas y 1 deshabitada, primas de las Canarias. Su ubicación en el paralelo 16, frente a las costas de Mauritania y Senegal, ya te da idea de que te vas a encontrar un clima tropical. Y es que los rayos caen verticales de verdad. Sin duda, eso condiciona el modo de vida de los caboverdianos. La actividad comienza temprano y se interrumpe a medio día, cuando el sol pega más fuerte. Las tardes son relajadas, dedicadas a sus aficiones favoritas: jugar al futbolín al aire libre, enfrascarse en partidas de cartas en la calle, o simplemente sentarse a la sombra sin otro propósito que ver la vida pasar.
Partida de futbolín
Verde era hace siglos, cuando llegaron los primeros colonizadores. Los bosques de dragos poblaban extensos territorios. La acción humana para conseguir terrenos agrícolas y de pastoreo ha deforestado y desertizado el paisaje de las islas, por lo que ahora el verde queda relegado a determinados valles.
Todavía no se había descubierto América cuando los portugueses arribaron al archipiélago. Las islas estaban deshabitadas en aquellos tiempos, así que, decidieron adueñarse de ellas. Como cabe imaginar, las intenciones no eran del todo honorables, y, dada su posición estratégica en la navegación de buques entre Europa, América y Asia, convirtieron las islas en un centro comercial de esclavos que capturaban en el continente africano y vendían para trabajos forzados.
Tras la abolición de la esclavitud a finales del siglo XIX, el revoltijo de razas estaba servido, originando una cultura criolla que perdura hasta nuestros días.
Cabo Verde se independizó de Portugal en 1975, pero sigue conservando los escudos como moneda, y el portugués como lengua oficial. Sin embargo, entre ellos suelen hablar criollo, y su dialecto es diferente en cada isla. Entender el portugués y poder sentir su morabeza garantiza una experiencia memorable.
Con rulos y a lo loco
Varios aeropuertos internacionales en diferentes islas posibilitan viajar a Cabo Verde desde ciudades europeas. Los principales son los de Santiago, Sao Vicente y Sal. Numerosos vuelos internos comunican las islas habitadas, excepto Santo Antao, a la cual sólo se puede llegar en barco desde Sao Vicente.
Itinerario de mi viaje a Cabo Verde (10 días)
Visitamos 3 islas: Santiago, Sao Vicente y Santo Antao.
1 noche en Praia (Santiago).Llegada en vuelo internacional con TAP desde Lisboa.
1 noche en Mindelo (Sao Vicente). Llegada en vuelo interno de Binter.
3 noches en Valle de Paul (Santo Antao). Llegada en ferry desde Mindelo.
1 noche en Ponta do Sol (Santo Antao)
2 noches en Tarrafal (Santo Antao)
2 noches en Mindelo (Sao Vicente)
Al día que pasamos en la Isla Santiago le sacamos cierto provecho recorriéndola en coche y parando en determinados puntos. A pesar de que no me ha parecido una isla deslumbrante, tiene zonas vistosas y podría haber estado bien profundizar un poco más por el interior de la isla.
Una semana en Santo Antao me ha resultado escasísima. Hubiera necesitado dos, aunque tan a gusto me hubiera quedado un par de meses. Santo Antao es la capital de los bellos paisajes y de la hospitalidad. Menudo festín de vida rural. Es la isla más occidental, la que recibe los aires húmedos del Atlántico que descargan sobre montañas y profundos barrancos, otorgándole un verdor que resulta inusual en el resto del archipiélago. Santo Antao está lejos de todo. A pesar de su reducido tamaño, incluso dentro de la isla todo está más lejos de lo que parece, ya que las “carreteras” no son tales, sino caminos adoquinados……..o simplemente pistas de tierra y piedras. Las remotas aldeas están comunicadas por caminos peatonales empedrados, construidos admirablemente a mano por sus habitantes.
Por los caminos de Santo Antao
En cambio, de día y medio en Sao Vicente, me ha sobrado uno. Después de conocer Santo Antao, confieso que Sao Vicente me ha resultado insulsa, desértica y descolorida.
Ha quedado pendiente visitar la isla de Fogo. Toda la isla es un enorme volcán. Tiene que ser una pasada.
Vuelo a Cabo Verde
Nuestro vuelo de TAP desde Oporto partía con preocupante retraso, forzándonos posteriormente a correr por la Terminal de Lisboa para enlazar con el vuelo a Praia.
A la 1:30 am caboverdiana aterrizábamos en Praia, dos horas menos que en España. Se requiere visado para ingresar en Cabo Verde, el cual se puede tramitar en España o directamente al llegar a Cabo Verde a menor coste. Realizarlo en el aeropuerto no resulta nada complicado, aunque sí lento.
Calor es la primera sensación, huyendo de la ola de frío polar que asola Europa. Un taxi nos esperaba para desplazarnos al hotel. Praia está a sólo 3 Km del aeropuerto. Total, que eran las 3 de la madrugada cuando por fin pillamos la cama, 5 am en España.