DÍA 1. ITINERARIO.
MADRID – CAUTERETS.
En principio, eran alrededor de 566 kilómetros, unas siete horas de viaje en coche, haciendo el primer trecho por la A-2. Ni caso al navegador que pretendía llevarnos por San Sebastián, añadiendo 150 kilómetros a la ruta para ahorrar dos minutos en el tiempo final, algo muy difícil de creer, por cierto.
Sin embargo, la ruta definitiva quedó así tras el obligado desvío que comento más abajo. Nos supuso unos 15 km más, pero el retraso en tiempo apenas llegó a cinco minutos.
Era sábado y hacía una mañana espléndida. No madrugamos demasiado (somos incorregibles, qué le vamos a hacer). así que entre unas cosas y otras nos pusimos en carretera sobre las 10:30. Pese a ser un supuesto día clave en la salida vacacional de la segunda quincena de julio, no encontramos ningún problema en el tráfico. Fuimos por la A-2 hasta Zaragoza y seguimos por la A-23 hasta Huesca y Sabiñánigo, en cuyas inmediaciones tomamos la N-260 hacia Biescas. Paramos a comer en Senegüe, en el hotel-restaurante Las Casbas. La verdad es que íbamos buscando el típico restaurante de carretera con un menú normal y rapidito para no perder tiempo, pero nos metimos sin saberlo en un local de lo más resultón, con platos muy interesantes, de los que te explican su composición antes de servirlos, nada que ver con el clásico plato del día. Como no se trataba de comer demasiado porque nos quedaban muchos kilómetros por delante, compartimos un menú gastronómico y pedimos un bacalao ajoarriero aparte. Todo estaba muy bueno. Con postres y café, 52 euros. Lástima que fuese un día de viaje, nada apropiado para saborear un buen almuerzo.
Inesperado menú de viaje.
De camino a la frontera, recorrimos el precioso entorno de Sallent de Gállego y Formigal, donde habíamos disfrutado de unas estupendas vacaciones unos años atrás, y cuyos paisajes lucían maravillosos con tanta luz. Repostamos en la gasolinera que hay unos kilómetros antes del paso fronterizo del Portalet, suponiendo que podríamos ahorrarnos algo, como así fue: unos veinte céntimos menos el litro respecto a los precios franceses en gasóleo y más diferencia aún en la gasolina. Por lo tanto, que a nadie se le olvide llenar el tanque antes de entrar en Francia.
Qué bonita la zona en torno a Formigal. Me hubiera gustado parar a hacer algunas fotos, pero el viaje era largo.
Ya en el país vecino, circulamos por la típica carretera de montaña, estrecha y virada, pero con bellos panoramas. Había bastante tráfico y una gran cantidad de motos y ciclistas, así que había que ir con mucho cuidado y atención. Cerca de Laruns nos encontramos cortada por desprendimientos la carretera D-918, que va a Gourette, pasando por el Col del Aubisque, que ya conocíamos de otro viaje. Así que tuvimos que desviarnos e ir hasta Lourdes, que atravesamos por todo el centro. Esta ciudad no figuraba en nuestros planes, pero no nos disgustó lo que vimos y decidimos dar un paseíto por allí al final del viaje si nos daba tiempo.
Intrincadas carreteras, aunque con buen firme y bonitos paisajes.
Seguimos por el valle hasta alcanzar el desvío a Cauterets, contemplando los típicos panoramas de las montañas pirenaicas. Llegamos sobre las siete de la tarde.
CAUTERETS.
Situada en el departamento de los Altos Pirineos (región de Occitania/Sur de Francia,) es una localidad eminentemente vacacional tanto en verano (senderismo) como en invierno (pistas de esquí), que ha sabido conservar la fama de sus aguas termales, ricas en azufre y silicato de sosa, que se utilizan para el tratamiento de enfermedades respiratorias, reumatismo y de la piel. Alcanzó un gran auge durante el siglo XIX, cuando la visitaron personajes como George Sand, François René de Chateaubriand, Victor Hugo, el emperador Napoleón III y su esposa, Eugenia de Montijo, etc.
Antiguas edificaciones en torno a los balnearios.
Aparte de su atractivo, elegimos este lugar para alojarnos porque estaba apenas a ocho kilómetros del inicio de la ruta senderista que teníamos pensada para el día siguiente. Como esperábamos, todo el pueblo estaba muy concurrido, pero tuvimos suerte y pudimos dejar el coche en uno de los aparcamientos públicos que hay a la entrada de Cauterets, a cinco minutos del hotel, y gratis, porque aunque son de pago, a esa hora ya no cobraban. Nos hospedamos en la Residencia Odalys Balneo Aladin, con estupenda ubicación y spa y piscina. Buena habitación, estupendas vistas, personal amable y 95 euros la noche, lo que no estaba del todo mal, pues en esta zona de los Pirineos franceses y en pleno mes de julio el alojamiento es bastante caro.
Cenamos en la terraza de uno de los restaurantes que había frente al hotel y luego fuimos a dar una vuelta, en especial nos llamó la atención la fuerza con que discurrían las aguas del río, formando bonitas cascadas en varios puentes, que invitaban a hacer prácticas con la cámara. Yo y mi eterna pelea con las cascadas .
En la zona de los antiguos balnearios había buen ambiente, con mucha gente en las terrazas y actuaciones musicales. Los lugares de mayor interés en Cauterets son la Iglesia de Nôtre-Dame, reconstruida entre 1827 y 1834, las Termas de César, de 1844, la antigua estación ferroviaria de 1901, hoy monumento histórico, y la antigua estación de teleférico. Además, hay bastantes edificios señoriales, construidos en la llamada “Belle Epoque”.
El Ayuntamiento.
Plaza e Iglesia de Nôtre-Dame cayendo la tarde.
Vistas nocturnas.
Plaza e Iglesia de Nôtre-Dame cayendo la tarde.
Vistas nocturnas.