DÍA 6. ITINERARIO.
SAINT NECTAIRE - PIC DE SANCY - LAC Y COL DE GUERY - PUY DE PARIU - PUY DE DOME - CLERMONT FERRAND (alojamiento)
Unos 89 kilómetros, con dos horas y tres cuartos de viaje en coche.
Mapa aproximado de la ruta.
SAINT NECTAIRE.
La tarde anterior, llegamos a Saint Nectaire desde Le Puy-en-Velay, tras 116 kilómetros y casi dos horas de viaje. Pues ya estábamos en el departamento de Puy de Dôme. Nos alojamos en el Logis Hotel de la Paix, situado en la zona antigua del pueblo, junto a la carretera, casi debajo de la Abadía. Precio: 55 euros, que se convirtieron en 105 porque, al final, cogimos media pensión. Muy correcto para el precio. Cenamos allí porque se nos había pasado la hora para buscar otro sitio. Estuvo bien: ensalada, embutidos variados, la tradicional truffade (patatas cocinadas con queso fundido de Cantal, nata, ajo y bacon o jamón) y postres a elegir. Antes de que se hiciera de noche, salimos a dar una vuelta, llegamos hasta el centro termal y sacamos unas fotos a la Abadía y al entorno pues la puesta de sol salpicó las nubes del cielo con llamativos colores. No había nada más que hacer ni que ver, así que volvimos a la habitación para descansar, que el día siguiente iba a ser intenso.
Después de desayunar, fuimos al pueblo, en el que destaca su Abadía, monumento histórico de Francia y uno de los mejores ejemplos del románico de Auvernia. La entrada es gratuita y desde el exterior se tienen bonitas vistas del entorno.
Dedicada a San Nectario, evangelizador de Auvernia allá por el siglo III, data de los siglos XI y XII. Las torres y el campanario fueron destruidos en 1794, durante la Revolución Francesa, y levantados de nuevo en 1874. Su construcción se realizó en piedra volcánica pintada y presenta una cabecera románica con volúmenes escalonados de altura creciente. En el interior, lo que más me gustó fueron los capiteles de la rotonda y el coro con muchas de sus figuras pintadas y que componen un conjunto precioso.
También son bonitas las vidrieras.
Tampoco hay que irse de Saint Nectaire sin visitar alguna quesería y probar su famoso queso, que cuenta con denominación de origen desde 1955. Es de leche de vaca cruda de la raza de Salers, tiene un sabor característico a avellana y un ligero olor a champiñón. Fuimos a la Maison du Fromage (hay varios sitios más), donde realizan demostraciones de su fabricación y compramos unas cuñas de la variedad local y de otras de la región: a mí el que más me gusta es el Blue d’Auvergne. Por lo demás, en Saint Nectaire se puede visitar unas antiguas termas romanas (Grottes de Cornadore) y unas fuentes calcáreas que forman figuras sorprendentes (Fontaines Perrifiantes). No entramos, así que no sé si merece la pena el precio de los tiques. Y es que visitar en Francia todos los sitios turísticos interesantes puede llevarte a la ruina, así que es necesario priorizar.
LE PIC (PUY) DE SANCY.
Había amanecido otro fantástico día de sol y buena temperatura, lo que nos venía estupendamente bien. Sin embargo, para el día siguiente se anunciaba un cambio de tiempo con una alta probabilidad de tormentas. Así que decidimos aprovechar la jornada a tope para disfrutar de los Puys con buena visibilidad desde sus cimas, algo muy importante.
Desde Saint Nectaire a Le Mont-Doré circulamos por una carretera panorámica que nos proporcionó bonitas vistas de un paisaje pintado en todas las gamas de verde. Pasamos sin detenernos por la citada localidad turística, que estaba atestada de coches y gente. Cuatro kilómetros después, llegamos al aparcamiento del teleférico de Pied de Sancy, que sube hasta muy cerca de la cima de este antiguo volcán, inactivo desde hace 220.000 años y que representa la cumbre más alta del Macizo Central con sus 1.886 msnm.
Vista del Pic du Sancy desde Le Mont Doré.
Hay senderos para subir a pie, y una ruta muy atractiva, de seis kilómetros, que va desde la estación del teleférico hasta el funicular de Capucine (construido en 1898), en Le Mont-Dore, para hacer la cual se puede comprar un billete combinado de ambos transportes. Lamentablemente, no teníamos tiempo, así que utilizamos el teleférico, que en unos minutos conduce hasta el comienzo de unas escaleras (¡cómo no!) que serpentean por dos extremos hasta converger en una última subida común, convirtiendo la ruta en casi circular. Subimos por la derecha, deleitándonos con las vistas, hasta llegar a un mirador con panel informativo. Desde allí, nos desviamos para coronar otro pico, el Perdrix (1850 m) apenas son cinco minutos más y presenta también un panorama espléndido. La cima del Pic de Sancy desde el teleférico se puede coronar en quince o veinte minutos, que se convierten en algo más por las paradas y las fotos.
En teleférico hacia el Pic de Sancy.
Caminos y escaleras para subir al Sacy (a la izquierda) y al Perdrix (a la derecha).
Vistas desde el Perdrix. En la primera foto, el Pic de Sancy.
Caminos y escaleras para subir al Sacy (a la izquierda) y al Perdrix (a la derecha).
Vistas desde el Perdrix. En la primera foto, el Pic de Sancy.
Ni que decir tiene que las vistas son soberbias, más aún con el día que teníamos. Además de las lavas solidificadas del propio pico, se contemplan los cuatro valles que parten de sus laderas: Chaudefour, Fontaine Salée, Dordogne y Biche. Dicen que se llega a ver el Mont Blanc, aunque no puedo confirmarlo porque si lo vi, no lo reconocí. En la cima hay un mirador circular con un panel de orientación donde trataba de acumularse la gente, pero apenas se podía permanecer unos segundos allí pues estaba copado por miles de moscas y avispas bastante agresivas. Un par de metros más abajo se veía todo igual de bien y no había insectos devoradores de personas.
Para aprovechar el tiempo, decidimos almorzar en el autoservicio del teleférico, disfrutando de las vistas: espaguetis, hamburguesa, cervezas, postre y cafés: treinta y dos euros.
Al fondo, la cadena de Puys.
LAC Y COL DE GUERY (LAGO Y ALTO DE GUERY)
Seguimos nuestro camino recorriendo preciosos paisajes, con el Lac Chambon y el Lac de Guery. Paramos en el Col de Guery (1.268 msnm), donde se encuentra uno de los miradores más bonitos de toda Auvernia, especialmente a medio día, con el sol iluminando dos de las rocas volcánicas más bellas de la región: la Roche Tullière (1.288 m) y la Roche Sanadoire (1.286), entre las que se extiende un hermoso valle fértil y verde de origen glaciar.
El aparcamiento es muy grande, así que no hay excusas para no detenerse y dedicarle un rato. Muy recomendable también acercarse a un pequeño sendero, casi escondido entre la vegetación, que conduce en unos pocos minutos hasta la orilla del Lac de Guery, el más alto de Auvernia, donde mucha gente hacía pic-nic, se echaba una siesta o, simplemente, contemplaba sus tranquilas y azules aguas. Un panorama de lo más bucólico en una tarde preciosa.
LE PUY DE PARIU (ruta a pie)
Pasamos por el pueblo de Orcival, del que era originario el expresidente francés, Valery Giscard d’Estaing, y que tiene como mayor atractivo su iglesia románica. No nos detuvimos por falta de tiempo. Ya con la silueta casi permanente del inconfundible Puy de Dôme (la antena que tiene en lo alto le delata), llegamos hasta el aparcamiento gratuito de Les Goules, que está frente al inicio de la ruta que lleva a la cima del Puy de Pariu, uno de los volcanes más bonitos y perfectos de Auvernia. También se puede dejar el coche en la Fontaine du Berger, un antiguo campo militar, desde donde parte otro sendero que enlaza con el principal.
De camino hacia la cadena de puys.
Consultamos los paneles informativos y cruzamos la carretera por un paso de cebra que lleva directamente al comienzo de la ruta. Absolutamente recomendable empezar por la parte derecha, a través del bosque, dejando el camino de las escaleras para el descenso final.
Bonito, ¿verdad?
Datos de esta ruta circular (se sube por un lado y se baja por otro).
Longitud: 6,7 kilómetros; duración: unas dos horas; desnivel: 272 metros de subida y bajada. Dificultad: fácil.
Longitud: 6,7 kilómetros; duración: unas dos horas; desnivel: 272 metros de subida y bajada. Dificultad: fácil.
El comienzo es muy cómodo, un paseo sumamente agradable por un bosque de avellanos que proporciona sombra y frescor, lo que se agradecía pues apretaba el sol.
Al final, aparecimos en la cima del antiguo volcán, divisando el cráter, de forma perfecta, al que se puede bajar por un sendero, si bien se aconseja no hacerlo. Las vistas son espectaculares sobre la cadena de Puys y con Clermont Ferrand al fondo.
Sin embargo, el momento más especial llegó cuando surgió ante nuestros ojos la mole del Puy de Dôme iluminada por el sol, dando la sensación de poder tocarla con la punta de los dedos.
Allí nos encontramos con un largo y empinado sendero de escaleras, que se encuentran prácticamente al descubierto salvo algún pequeño tramo. Por eso, no resulta aconsejable hacer la ruta en sentido inverso, subiendo por el camino del bosque.
Cuando acaban las escaleras, aún queda un tramo de unos tres kilómetros, al principio por un empinado sendero y luego, de nuevo, atravesando el bosque, en llano, hasta encontrar el paso de cebra para cruzar la carretera y recoger el coche.
Una ruta muy bonita, totalmente recomendable si hace buen tiempo.
PUY DE DÔME.
Y, por fin, tocaba pisar el más mítico de los volcanes de Auvernia, sobre todo por obra y gracia del Tour de Francia, declarado “Gran Site de Frace” desde 2012. Eran las siete de la tarde y estuvimos pensando si dejar la visita para el día siguiente y así subir tranquilamente a pie por el Camino de los Muleros. No nos atrevimos porque las previsiones meteorológicas eran adversas y la tentación del cielo azul y la visibilidad era demasiado fuerte. Así que optamos por la solución más sencilla desde que en 2012 se cerró la carretera que subía hasta la cima: tomar el funicular (trayecto de 5 kilómetros), que tiene un horario muy amplio, con salidas cada veinte minutos y una última bajada a las 21:00 horas desde el 2 de julio al 2 de septiembre. Cuesta 14,30 euros ida y vuelta, con un 10% de descuento reservando online (así lo hice). Es caro, pero hay veces que no queda más remedio para aprovechar el tiempo.
Llegamos a la estación del funicular, contemplando de paso unas vistas espléndidas sobre la cadena de Puys, con la bella e inconfundible imagen del Puy de Pariu en primer plano. Una vez arriba, hay que seguir subiendo tramos de empinadas escaleras que llevan hasta la cima, donde se encuentra una antena de telecomunicaciones. Se pasa también por un Templo romano, el templo de Mercurio, que se ha reconstruido en parte. Hay un centro de interpretación, que estaba cerrado cuando fuimos.
Antena.
Templo de Mercurio.
Templo de Mercurio.
Luego, solo queda deleitarse con el panorama que va surgiendo en derredor, según se camina por las pasarelas que dan la vuelta al Puy de Dôme, ofreciendo una buena perspectiva de Clermont Ferrand. Veíamos todo como en relieve, imposible reflejarlo en las fotos.
Había muchos parapentistas, aprovechando el buen clima y el viento. La vista que más me gustó fue la de la cadena de Puys, iluminada por el sol rasante al atardecer. Precioso, la verdad.
De pronto, el sol desapareció entre una maraña de nubes amenazadoras. Muy al fondo, acechaba la tormenta. El tiempo estaba cambiando rápidamente.
Esperamos un rato, a ver si volvía a asomar el sol que iluminase al Pariu y sus vecinos. Y ocurrió una vez, repitiendo la bella estampa del principio.
Tomamos el penúltimo funicular, justamente cuando empezaba a chispear. El cielo se había vuelto negro. Menos mal que habíamos aprovechado la oportunidad para asomarnos a los Puys desde el Puy de Dôme en el mejor momento.