Durante uno de nuestros desplazamientos a Alicante, decidimos visitar una ciudad al borde de la cual habíamos pasado innumerables veces al surcar la A-7, pero donde nunca nos habíamos detenido. La mayor parte de las veces había sido en verano, con un calor horrible, que no animaba a realizar ninguna visita. De todas formas, reconozco que con anterioridad al terremoto de 2011 no le había prestado mucha atención a esta localidad que, sin embargo, cuenta con un casco antiguo declarado conjunto histórico-artístico en 1964.
De modo que, aprovechamos una oferta y por 66 euros reservé una noche de alojamiento en el Parador Nacional, inaugurado en 2012 después de una larga serie de controversias y vicisitudes, pues se encuentra situado dentro del recinto del castillo, en lo alto de un cerro que domina amplias tierras a su alrededor. Además, se vio afectado por el terremoto de 2011, cuando ya estaba prácticamente terminado, y también las obras tuvieron que paralizarse en varias ocasiones por la aparición de importantes restos arqueológicos, como los de una sinagoga del siglo XV muy bien conservada.
Situación de Lorca en el mapa peninsular.
Simplemente como datos de referencia, decir que Lorca se encuentra a 461 kilómetros de Madrid, distancia que se cubre en unas cuatro horas y media en coche por la A-3 hasta pasado Albacete y luego por la A-30 hasta Murcia capital, donde se enlaza con la A-7, que pasa al borde de la propia ciudad. Desde Murcia, la distancia es de 70 kilómetros.
Llegamos en torno a la una y desde la carretera ya se ve la ciudad antigua bien en alto, coronada por la fortaleza. Así que enfilamos directamente hacia la Plaza de España, con idea de pedir información en la Oficina de Turismo. Sin embargo, me llevé un buen chasco cuando la vi cerrada, pese a que, supuestamente, abría hasta las 14:00 en festivo. Luego me enteré que el día de Reyes permanece cerrada todo el día. También hay un Centro de Visitantes, situado en el antiguo Convento de la Merced, pero como ignorábamos si estaba abierto, no quisimos demorarnos más, con lo cual seguimos los indicadores que desde la propia plaza conducen hacia el castillo y, por lo tanto, también al Parador.
Plaza de España y Oficina de Turismo al caer la tarde.
El casco antiguo está elevado respecto a la zona nueva y, más todavía, el castillo.
El casco antiguo está elevado respecto a la zona nueva y, más todavía, el castillo.
En un par de kilómetros (o menos) se asciende una buena cantidad de metros hasta alcanzar la zona fortificada, junto a la cual hay un aparcamiento público. Más adelante se llega al Parador, que cuenta con una barrera, donde hay que proporcionar los datos de la persona a cuyo nombre figura la reserva. El aparcamiento es amplio y gratuito, aunque está al aire libre, al lado se encuentra la sinagoga y muchos restos arqueológicos y presenta unas vistas estupendas.
Al ser un establecimiento de reciente construcción, las instalaciones son funcionales y modernas, y las habitaciones amplias y confortables, si bien la nuestra (aunque con vistas al castillo) daba a la zona de carga y descarga de equipajes y no era posible tener las cortinas retiradas porque se veía todo. Claro que con una oferta de 66 euros la noche, no se pueden pedir peras al olmo. Por lo demás, todo perfecto: uno de los mejores paradores en donde nos hemos alojado últimamente, que cuenta con piscina climatizada (gratuita para los clientes) y spa de pago.
A la hora de construir el edificio, surgió la controversia de su ubicación, junto al castillo, también denominado “Fortaleza del Sol”. No quiero entrar en esa polémica y no me suelen gustar este tipo de mezcolanzas, pero en este caso tengo que reconocer que el resultado no está nada mal y el edificio respeta bastante el entorno, en el cual se encuentran diversos restos arqueológicos muy importantes a los que luego me referiré. Por otra parte, imagino que ha supuesto un buen estímulo económico para Lorca, que falta le hacía después del desastroso terremoto del 2011. Y la verdad es que el Parador estaba bastante concurrido. Se notan las ofertas, imagino.
Barrera del acceso al Parador. En la parte superior, el castillo.
Como ya era un poco tarde, preferimos quedarnos a almorzar en el restaurante del Parador, aprovechando la posibilidad de reserva preferente que conlleva el alojamiento, ya que el restaurante estaba a tope: no olvidemos que era el día de Reyes. Y lo cierto es que también en este sentido lo considero uno de los paradores que cuentan con mejor y más variada carta. Por lo demás, la típica opción de elegir un entrante, un principal y un postre por 32 euros. En este caso, creo que mereció la pena. La comida estaba muy buena y, además, nos obsequiaron con el típico roscón de Reyes relleno de crema. Aunque el detalle fuese de agradecer, menudo empacho después de la comilona
En principio, tenía pensado hacer la visita guiada al castillo que comienza todos los días a las 16:30 horas. Sin embargo, esa tarde, al ser Reyes, el castillo estaba cerrado (¡vaya día!), así que no había posibilidad de visitarlo ni guiado ni por libre. De modo que tendría que se quedaba para el día siguiente.
Unos datos históricos.
Los lugares que ocupa Lorca ya estuvieron poblados en los tiempos del Neolítico, hace más de 5.000 años, puesto que el valle del Guadalentín disponía de agua y de recursos minerales que favorecían los asentamientos humanos. Se han encontrado restos arqueológicos de la Edad del Bronce y en época romana se conoce la existencia de la ciudad de Eliocroca. Pocos datos se tienen de la dominación visigoda, pero sí se sabe que con los musulmanes la zona pasó a depender del califato de Córdoba hasta que su desaparición provocó la creación de las Taifas, una de ellas la de Lorca, si bien después se integró en la de Murcia. Por el Tratado de Alcaraz, de 1243, la Taifa murciana pasó a ser protectorado de Castilla bajo el reinado de Fernando III el Santo. Su hijo Alfonso X el Sabio conquistó la ciudad un año después ya que los musulmanes se negaron a acatar las condiciones del Tratado de Alcaraz. Su escultura figura en lugar destacado en la Plaza de España, frente al Ayuntamiento.
Durante los dos siglos siguientes, Lorca y su fortaleza desempeñaron un importante papel de control y vigilancia por su ubicación en territorio fronterizo con el reino de Granada, lo que propiciaba incursiones y escaramuzas de unos y otros. En 1452 la Batalla de los Alporchones significó la definitiva derrota musulmana, siendo rey Juan II de Castilla. Con la caída de Granada, la ciudad cambió su aspecto e idiosincrasia defensiva por otra más abierta a la agricultura y al comercio, lo que acarreó un periodo de prosperidad.
En el siglo XVII sufrió una serie de calamidades, como las incursiones de los piratas turcos y berberiscos, una epidemia de peste en la que murió la mitad de la población, sequías, plagas de langosta… A partir de 1660 se inició un nuevo periodo de auge, durante el cual se construyeron sus más importantes edificios, tanto civiles como religiosos. La favorable etapa económica y social se extendió durante los siglos XVIII, XIX y XX, a lo que colaboró la explotación de los recursos mineros, que, no obstante, provocó inevitables daños medioambientales. Ya en el siglo XXI, se produjeron los terremotos de 2005 y, sobre todo, el de 2011, que produjo 9 muertos y muchísimos destrozos materiales, hasta el punto de que se calcula que el 80 por ciento de las construcciones quedaron afectadas de una manera u otra, teniendo que derribarse un total de 1.164 casas. Actualmente, Lorca cuenta con casi 100.000 habitantes, que se ocupan fundamentalmente en el sector servicios, aunque también se conservan las tradicionales industrias de curtido, textil y alfarería y la ganadería porcina y sus derivados. Junto con Murcia y Cartagena, forma el triángulo fundamental del desarrollo de la Comunidad Autónoma.
Nuestra visita del centro histórico.
Después de comer decidimos bajar (una buena cuesta, por cierto) hasta Lorca para aprovechar las dos horas escasas que quedaban de luz natural. Esto es lo malo que tiene turistear en invierno, que enseguida se hace de noche. Ya desde el primer momento en que te asomas a las murallas, lo primero que llama la atención son las espectaculares panorámicas que se contemplan, sobre todo en un día claro y despejado como aquél, en particular por la tarde (esto es importante, al día siguiente, por la mañana, no parecía lo mismo). Por las vistas, ya merece la pena subir al castillo, aunque no se pague por ver el recinto interior.
Desde el castillo hasta el centro de Lorca, tardamos algo más de veinte minutos caminando, no creo que llegase a media hora. En la recepción del Parador no nos recomendaron ir a pie porque, según ellos, no hay aceras y puede resultar peligroso. Lo cierto es que no nos apetecía lo más mínimo mover el coche, además de que aparcarlo sería un problema porque toda la zona centro está regulada con parquímetro. Por otra parte, el Ayuntamiento de Lorca, en su plano turístico, recomienda un recorrido a pie en el que figura el castillo, también denominado “Fortaleza del Sol”, con lo cual tampoco podía ser tan malo. Así que nos aventuramos a ir andando, lo que no resultó especialmente terrible, por cierto.
Gracias a la caminata, de paso, pudimos ver las panorámicas desde diversas perspectivas, tanto de la ciudad como del castillo, hacia abajo, hacia arriba, abarcando los cuatro puntos cardinales. En fin, que fue lo que más me llamó la atención de Lorca y no paré de hacer fotos en todo el recorrido. Sin embargo, eso no quiere decir que los paisajes en sí mismos sean formidables (se trata de una zona bastante árida, aunque en esta época se distinguen manchas verdes de vegetación y también las huertas), pero sí muy llamativos por la amplitud de los terrenos que domina el cerro. En cuanto a las murallas, señalar que de las más antiguas, del siglo XIII, solo se conserva un lienzo en el Patio del Convento de las Mercedarias y el llamado Porche de San Antonio, un torreón almenado de estilo gótico, que supone la única puerta de la época que se mantiene en pie.
Para llegar a la Plaza de España, lo mejor es continuar todo el camino por la carretera hasta la Iglesia de Santa María, siguiendo después por la calle Sicilia y la Calle Mayor, que desembocan en la Plaza de España. Por el contrario, nosotros nos fiamos del navegador del teléfono, que en una ruta más corta nos llevó por la Plaza de la Coronela, que considero una opción peor
En cualquier caso, al final salimos al lugar donde, en mi opinión, se debe empezar cualquier visita a Lorca: la Plaza de España (siglos XVI-XVIII), conocida también como Plaza de Afuera, ya que fue uno de los primeros espacios públicos que se crearon extramuros. Constituye el centro neurálgico del casco histórico y un referente del barroco de la región murciana, ya que en torno a ella se sitúan varios de sus edificios más emblemáticos, además, de ofrecer un conjunto bastante atractivo a la vista. Todavía se podía ver la decoración navideña con su árbol.
- Casa Consistorial: se trata de un edificio barroco de los siglos XVII y XVIII, cuya fachada principal presenta dos galerías superpuestas, formadas por arcos de medio punto sustentados en columnas de mármol de Macael, donde no faltan los escudos. En el centro hay un arco que comunica con la calle Selgas, coronado por un atractivo balcón central.
- Iglesia Colegial de San Patricio, de los siglos XVI-XVIII. Es el edificio religioso más representativo de la ciudad y su origen se remonta al siglo XV, cuando los lorquinos acordaron construir un templo dedicado a San Patricio para conmemorar la victoria sobre los musulmanes en la batalla de los Alpornoches, el 17 de marzo de 1452, festividad del conocido santo irlandés. Se comenzó en 1536 y tardó más de 250 años en terminarse, con lo cual presenta elementos renacentistas, herrerianos y barrocos, y sus grandes dimensiones lo asemejan a una catedral. Pude visitar el interior el lunes por la mañana, el precio de la visita es de 3 euros.
Interior de la Iglesia Colegial.
- Casa del Corregidor, siglos XVIII-XX, de estilo barroco. Hasta 1740 fue la sede municipal, pero al trasladarse el concejo al edificio ya comentado, su uso se cedió al corregidor, el representante del rey en la ciudad. Actualmente, acoge los juzgados. Del edificio original, se conserva un enorme relieve que representa a los príncipes Elio (troyano) y Crota (griego), que dieron nombre a la antigua ciudad romana de Eliocroca, y entre los que aparece el sol, símbolo de Lorca.
Desde un lateral de la Plaza de España se sale a otro de los lugares destacados, la Plaza del Caño, de los siglos XVI a XIX, que en tiempos pasados fue utilizada para el abastecimiento de productos básicos, como carne, verduras y pescado. Además de una fuente, en ella se encuentra el Pósito de los Panaderos de los siglos XVI-XVIII, construido en sillería y cuya única decoración consiste en el esculpido en la fachada de los escudos de la ciudad y el imperial de Carlos I. Hasta el siglo XX era el principal lugar de abastecimiento de cereales a los habitantes de la ciudad.
Después de visitar estas dos plazas, lo más recomendable es dejarse llevar, recorriendo las calles de los alrededores, por las que se van descubriendo casas antiguas, iglesias y sitios más o menos llamativos, algunos ya remozados, luciendo sus vivos colores, blancos y ocres particularmente, y otros no tanto pues en algunos todavía se aprecian los estragos que causó el terremoto de 2011.
Una de los lugares que no se debe pasar por alto es la calle de la Corredera, con la Casa de los Irurita, por ejemplo, y su entorno, donde también se encuentran buen número de restaurantes y bares para tomar algo. A poca distancia está la Iglesia de Santiago y en la Plaza de San Vicente, nos topamos con la Columna Miliaria del siglo I a.C., que sirve de pedestal de la escultura de San Vicente Ferrer, que predicó en Lorca en el siglo XV. La columna es la reproducción de uno de los indicadores de la Vía Augusta, que marcaba la distancia desde su punto de ubicación en una mansión señorial con Cartagena. La original se conserva en el Museo Arqueológico de Lorca, situado en la Plaza de Juan Moreno con C/ Santo Domingo, en la Casa de los Salazar Rosso, de los siglos XVI-XVIII, construida por comerciantes genoveses instalados en la ciudad.
Reproducción de la columna miliaria y Plaza de San Vicente.
Iglesia de Santiago.
Iglesia de Santiago.
Siguiendo la calle López Gisbert, paralela a la de la Corredera, nos encontraremos con varios sitios interesantes, entre los que destaca el Palacio de los Guevara, de los siglos XVII y XVIII, que constituye el edificio más representativo del barroco de la ciudad. Funciona como museo y destaca el escudo de la fachada, si bien no pudimos contemplarlo porque estaba tapado por lonas ya que está siendo restaurado. Sí que pudimos entrar a ver el patio, donde había un bonito belén de ambiente lorquino, compuesto por maquetas de edificios típicos de la localidad.
Exterior del Palacio de los Guevara. El escudo está tapado por restauración.
Patio del Palacio de los Guevara con Belén navideño lorquino y reproducción del propio palacio.
Además, el gran escudo de García Alcaraz, del siglo XVI, adosado a un edificio moderno, en el cruce con la calle del Álamo, la Iglesia de San Mateo, del siglo XVIII, la Casa de los Condes de San Julián, originario del siglo XVII, pero que ha sufrido diversas modificaciones posteriores y que presenta aspecto de fortaleza, y el Teatro Guerra, del siglo XIX, en la Plaza de Calderón de la Barca.
La calle Pio XII es peatonal, sale perpendicular a López Gisbert y también se cruza con la de la Corredera. Resulta interesante recorrerla para ver al fondo las vistas del castillo y también porque permite contemplar la remozada portada del Casino Artístico y Literario del siglo XIX, que compone una buena foto con la Casa de los Condes de San Julián, al fondo.
Otro punto destacado es el Palacete Huerto Ruano, en la Avenida Juan Carlos I, de estilo modernista, que alberga en su interior una preciosa sala neonazarita, decorada al estilo de la Alhambra. Se puede visitar de manera gratuita, pero lamentablemente sólo los días laborables y los dos que estuvimos en Lorca eran festivos; así que, de nuevo, el tópico de otra vez será.
Aparte del Museo Arqueológico ya mencionado, en Lorca hay otros museos muy interesantes como el Centro para la Artesanía de Lorca, el Museo de Bordados del Paso Blanco, el Museo del Belén, el Museo Azul de Semana Santa, el Museo de Bordados del Paso Encarnado, el Museo de Bordados del Paso Morado, etc. La Semana Santa de Lorca es muy conocida y apreciada, hasta el punto de ser candidata para su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sin embargo, ninguno de esos temas son nuestro fuerte, con lo cual no teníamos intención de visitarlos. Así que emprendimos el regreso hacia el Parador volviendo a pasar por la Plaza de España.
Entre unas cosas y otras, se hizo de noche. Así que aquí queda un resumen de nuestro recorrido nocturno por el centro, muy agradecido ya que la iluminación me pareció bastante acertada.
Al final, nos decidimos a volver al Parador caminando pese a que ya había oscurecido completamente. No tuvimos mayores problemas porque apenas había tráfico por la carretera que lleva al castillo y están instalados postes con iluminación a media altura; sin embargo, no se trata de farolas, no existe acera y la cuesta es bastante considerable. Así que esta caminata quizás no sea adecuada para todo el mundo y convenga coger un taxi. Creo que hay un trenecito turístico, pero no lo vimos funcionar en esa fecha.
En cualquier caso, nuevamente las vistas nocturnas que se tienen desde el castillo de la ciudad iluminada son impresionantes.
Al día siguiente, dejamos la habitación y fuimos con el coche a la Plaza de España, donde pudimos aparcar sin problemas al ser temprano y festivo. Después de desayuna en el único bar que encontramos abierto, volvimos al recinto del Castillo para visitarlo. El coche se quedó en el parking del castillo. Compramos las entradas en el Parador, ya que como clientes nos hacían descuento: 4,5 euros por persona. Sin embargo, me encontré con que la única oportunidad que tenía de visitar la Sinagoga era a las 11:30, así que decidí ir allí primero.
Sinagoga y Parque Arqueológico de la Judería. Siglo XV.
Durante los trabajos que se llevaron a cabo en la zona del castillo, algunos con motivo de la construcción del Parador, aparecieron los restos muy bien conservados de una Judería del siglo XV junto con una Sinagoga, ésta de excepcional importancia puesto que se recuperaron los elementos propios de las mismas, tanto en arquitectura como lámparas por ejemplo, hasta el punto de considerarla un caso especial incluso a nivel mundial. Además, se trata de la única sinagoga visitable en España que no fue transformada posteriormente en Iglesia.
También aparecen en muy buen estado los restos del barrio judío, pudiendo reconocerse los patios, las casas, los baños, etc. Los restos se hallan diseminados en torno al Parador, algunos protegidos por cristaleras y otros al aire libre. Sin embargo, la sinagoga y la judería forman parte de un espacio cerrado al que solo se puede acceder concertando una visita guiada. Esto es un engorro porque en ocasiones no hay más que un pase diario y puede resultar complicado que coincida con la visita de cada cual.
Después de hacer dicha visita (creo recordar que me costó 3 euros), sinceramente no veo la necesidad de que sea guiada. Me parece correcto para quien lo demande, pero hay un espacio de museo donde está todo perfectamente explicado, los objetos que se muestran son réplicas, ya que los originales están en el Museo Arqueológico, y con la vigilancia adecuada se podría hacer la visita por libre tranquilamente. Y un documental de 15 minutos termina por aclararte cualquier duda. Además, la guía tenía una forma un tanto monótona de dar las explicaciones y el recorrido se hizo bastante pesado. Por cierto que para ver la sinagoga, hay que pasar a pie la barrera del Parador o subir por la carretera hasta el parking junto al cual está.
Castillo de Lorca. Fortaleza del Sol.
El castillo sólo conserva alguna de las fortificaciones que defendían el Valle del Guadalentín, cuyo origen data del siglo X, aunque ha sufrido muchas modificaciones y añadidos posteriores, incluyendo restauraciones muy recientes. En un principio, constituía el paso fronterizo entre los reinos de Castilla y Granada y ésta era la más importante fortaleza defensiva de la zona, lo cual no resulta en absoluto extraño cuando, desde lo alto, se contempla el inmenso territorio que abarca, todo alrededor. Se divide en tres partes, con las Torres Alfonsina y del Espolón, mandadas construir por Alfonso X el Sabio tras las capitulaciones de 1244, y la Ermita de San Clemente. También se conservan restos musulmanes y los judíos ya mencionados. Nuevamente, las vistas son impresionantes. Si no se quiere entrar al recinto (el recorrido dura entre 1 hora y una hora y medio dependiendo del recorrido), merece la pena subir hasta las murallas para contemplar las vistas. Eso sí, mejor en día claro y a ser posible por la tarde.
A causa de un malentendido, no pudimos visitar el castillo, pues en el Parador me vendieron las entradas (se puede ir por libre o con visita guiada), pero se les olvidó darme los tickets de acceso, aunque sí que me entregaron el comprobante del pago realizado con tarjeta. En la taquilla no se enrollaron y nos dijeron que sin ticket no podíamos pasar. Lo cierto es que ya íbamos con prisa y no nos apetecía lo más mínimo retroceder otra vez hasta el parador (varios minutos caminando) para resolver el error y vuelta a empezar, así que, aunque a regañadientes, nos resignamos a dar perdidos los 9 euros gastados. Otra vez será, diremos una vez más. Y seguramente será cierto porque en Lorca se nos quedaron algunas cosas pendientes y es un sitio por el que solemos pasar al menos un par de veces al año. En cualquier caso, salvo que se tenga intención de visitar los museos, un día en Lorca (a ser posible no en festivo por cuestión horarios) cunde bastante.
En resumen, una experiencia muy agradable la visita a Lorca que recomiendo con buen tiempo y sol (por las vistas desde el castillo, uno de sus mayores atractivos), pero evitando el verano porque el calor puede resultar asfixiante allí.