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Salimos de Montreal en dirección a Quebec por la ruta más rápida, la transcanadiense (20E) en la margen derecha del río San Lorenzo, pero el viaje es horrible. Llueve mucho, la velocidad máxima es de 100 Km/h y circulamos rodeados de camiones enormes que a veces nos adelantan levantando cortinas de agua con sus numerosos pares de ruedas. Así que cambiamos la ruta hacia Trois Rivieres y seguimos por el otro lado del río por la 138, también llamada el camino del rey, una ruta turística por una carretera secundaria que se construyó en el siglo XVIII para comunicar Montreal y Quebec. La carretera une los pueblos sin separarse del río, que es impresionante. Las vistas deben de ser magníficas aunque nosotros no las disfrutamos a causa de la lluvia.
Paramos a comer en un Subway en Saint Anne de la Perade y llegamos a la ciudad de Quebec, al hotel Relais Charles-Alexandre. Aparcamos al lado del hotel que es pequeño y muy acogedor. Salimos caminando y en cinco minutos estamos en la muralla que rodea le Vieux-Quebec. Hace muchísimo frío y todavía hay algo de nieve en las calles. Dicen que cuando ha llegado la primavera a Montreal, a Quebec aún le queda un mes de invierno. Callejeamos un poco por el casco histórico que es Patrimonio de la Humanidad, muy bonito, muy cuidado, muy turístico y nos quedamos haciendo fotos al Chateau Frontenac hasta que estamos al borde de la congelación. Volvemos hacia el hotel y por esa zona cenamos maravillosamente en la Crêperie-Bistro Le Billig.
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