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Llegamos a las 09:20h a la nueva y flamante estación de Shiraz.
Tanto leer sobre "Tarof" y hospitalidad iraní que perdí la percepción de la realidad. Y es que aunque la mayoría no esperan nada a cambio; algunos, sin ser peligrosos,nos ven como un bien mercantil. Y es lo que me pasó con uno de los jóvenes pasajeros que me ofreció dormir en su casa y que después de varias negativas acepte.Me relaje tanto que me metió un gol por la escuadra.
Alí, mi compañero de compartimento y el supuesto anfitrión, en su limitado inglés me insta que lo acompañe. En el interior de la Terminal le espera su primo y la novia de ella, con el chador más tradicional. Subimos en un peugeot 409 impecable por dentro. Se excusa que hoy no podrá alojarme, que me llevará al centro, pero que mañana sí. Le digo que no es necesario. Comienzo a intuir que no es su intención verdadera y le agradezco que me lleven hasta mi hotel pero que me quedaré a dormir en él las dos noches.
Tomamos un delicioso helado enfrente de la fortaleza de Arg-e-Karim Khan que no me deja pagar. Su gesto es de falsa modestia, forzada naturalidad que ya me da una idea de que su hospitalidad pertenece más a los ambientes empresariales que a la sincera curiosidad o la necesidad de agradar.
Mañana aquí a los ocho. Tú solo te haces cargo del gasto para ir a Persépolis. De acuerdo. ¿Por qué le he dicho que sí?Me pregunto luego más tarde. Si ya sé que el negocio está, precisamente, ahí.
Supongo que me ha pillado en un momento blando, de relajación.
Me alojo en el Shiraz International Parseh Hotel por 2.320.000 riales por una noche. Al final he decido viajar mañana hasta Yazd en autobús nocturno.
Las tonalidades de colores azules me hace sentir que estoy en el cielo.¡Qué he sido un chico bueno! Y San Pedro me ha dejado pasar, mis pecados no han excedido el cupo.
Llovizna continua y temperaturas gélidas acompañan las primeras horas en Shiraz.¿Y si me quedo en la habitación?No me apetece nada salir. Pero la fuerza del orgullo me empuja a salir. ¿Has pagado para venir aquí para quedarte encerrado en cuatro paredes celestiales? Pregunta el orgullo a la pereza. ¡Venga,sal! Capullo.
¡Mierda! La última vez que te hago caso.Mi exploración primera la centro en el Bazar.e Vakil , un lugar interesante que no me enamora pese algunas pinceladas arquitectónicas que al ser un profano no puedo saborear con la misma intensidad que un conocedor del tema.
En un puesto callejero de comida del Bazar están cocinando la legumbre que es originaría de Persia, el garbanzo. Tengo hambre y tiene buena pinta. Le pido el cuenco grande.
Un cuenco grande de un cocido de garbanzos cuesta 50.000 riales ( 0,33 euros).
Después de comer el exquisito plato autóctono me voy directo a visitar la fortaleza Arg-e-Karim Khan que cuesta 200,000 riales, su interior no sintoniza con la belleza exterior. El edificio en su interior tiene un amplio patio con estancias y unos baños en la zona donde una de las cuatro torres ha cedido al paso del tiempo.
Seguidamente me dirijo a la joya de la corona: Masjed-e-Nasir-al-Molsk, que pese al tiempo asqueroso que tenemos no la hará lucir cómo se merece, por las narraciones, fue hecha de primorosa elaboración para el goce de la vista. ¡Está cerrada! Mañana podrás venir, me dice un hombre de túnica raída.
No sé si me dará tiempo y tampoco es que sea un fanático de las mezquitas. Al final siempre me satura ver tantas. Una o dos está bien pero luego ocurre como con los dulces, acabo con un empacho de órdago. 
Visito Bagh-e Nazar, cuesta 150.000 riales, un recinto ajardinado con un edificio octogonal que en su interior tiene un pequeño museo con algunas piezas curiosas.
Decido ir caminado al mausoleo Aramgah-e Hafez dirección norte. Llego al puente de la puerta de Isfahán, que no tiene nada que llame en sí la atención. Las dos únicas cosas que me llaman la atención del lugar es el hermoso bulbo de la mezquita Imamzadeh-ye y al lumbreras que se le ocurrió hacer en los flancos del río unas carreteras al mismo nivel del lecho.¡Brillante! ¡Con dos cojones! Como es evidente, y así me lo confirmaron los residentes, cada vez que el río lleva más agua de lo normal anega el asfalto.
Media hora a pie me lleva al mausoleo.
Entro al emplazamiento más fascinante de Shiraz de todo el día. El complejo arquitectónico en sí no tiene nada del otro mundo: En el centro de un plaza rectangular, con un jardín en su perímetro exterior en el cual predomina los cipreses, está la tumba del poeta en un templete sostenida la cubierta por ocho columnas. La gente se amontonan a su alrededor. Es el ambiente místico que se respira el que embruja los sentidos.
Bajo un imponente ejemplar de ciprés, sentado con los manos en los bolsillos de su abrigo marrón, un señor mayor recita poemas de Hafiz por aquellas personas que por unos pocos riales quieren escuchar su hermosa voz. Estoy un rato escuchándole, pese a no entender ni una palabra,consigue que una adictiva nostalgia embargue mi ser.
Tal vez ahora este recitando este párrafo,¡quién sabe!:
"Oye: La brisa de la mañana me trae el olor y el recuerdo de las alegrías de mi infancia.
Que ese lejano retorno sea un bálsamo para curar la angustia de mi alma."
Pues parece que este es el bálsamo que necesito para,¡oh,poeta!, salir de este día gris.
Hay varias tiendas y en una de ellas me compro un libro bilingüe farsi-español del poeta en una edición con una cuidada encuadernación.
Entrada al santuario de Hafez 150.000 riales.
Y luego de estar un rato leyendo poemas de Hafiz me doy cuenta que lo que me gusta es vagabundear por las calles, parar, mirar en derredor, sin prisas ni ansiedades por llegar a todo. No necesito llegar a todo, necesito llegar a mí. Mientras voy reflexionando por las calles llego a la hora de cenar al Hotel:
¡Y que no falte las montañas de arroz!
Cena en el hotel 700.000 riales con una cerveza sin alcohol con limón.
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