Hoy madrugamos y a las 5 nos despertamos. Dejamos las maletas hechas porque tuve un fallo reservando y reservé un día menos en el hotel en el que estamos y como está ocupado nos mueven al hotel de al lado. Dejamos las Maletas hechas, solo nos podemos llevar los papeles en la bolsa hermética y de cámara únicamente la gopro. Desayunamos un café con galletas y con el amanecer cogemos la motillo para ir a la catarata Kawasan. Estos madrugones son los que me gustan porque así puedes visitar puntos que normalmente están abarrotados totalmente solo.
Del hotel a las cataratas son 30 minutos y hemos pasado un frío en el camino que no nos lo esperábamos. Al no dar el sol y con la humedad que hay, el viento venía frío. Aun así a las 6:15 estábamos en la entrada de las cascadas, más helados que una llave eso sí.
Para entrar a la cascada se paga una tasa pequeña y vas andando por la ribera del río hasta dar con la cascada. Es una cascada muy bonita, con un agua azul turquesa y una foto chula. Al poco llegan una pareja de instagramers que se han dedicado todo el rato a echarse fotos con el trípode en las posturas más ridículas imaginables. Luego lo subirán a instagram pero la realidad es que ni se han bañado.
Tras bañarme en la laguna nos hemos acercado a una tiendecilla para ver si podíamos hacer el barranquismo por el río Matutinao que termina en la Kawasan. Un hombre nos ofrece la actividad por poco más de 20€ persona. Le decimos que sí, nos pone un chaleco y un casco y se va a llamar a su hijo que hará de guía. Son las 7:15 así que el pobre chaval sale con cara de recién despertado. Nos subimos los dos en una moto de montaña con el casco y el chaleco puesto junto con un filipino y los tres juntos subimos al inicio de la aproximación al barranco. El tema de ir tres en la moto sí que es un acto de fe, de vez en cuando ves motos en las que van 4 y te relajas un poco...
Ya arriba el guía se le ve más espabilado y comenzamos a andar. Hasta el barranco es una media hora por un paisaje que nos recuerda muchísimo a Cuba. El guía va enseñándome palabras en Bisaya. Yo que me había aprendido algunas en Tagalo y resulta que aquí hablan Bisaya y no se parece en nada. Lo mejor es que en toda Filipinas los números se dicen igual que en español y una vez que te das cuenta es buenísimo al ir a pagar. Mientras el guía me pregunta por nuestras tradiciones alimentarias en España terminamos llegando al cañón.
La actividad del barranquismo ha resultado ser una pasada. El guía era un chaval que se sabía todos los puntos del cañón. Básicamente vamos descendiendo el cañón haciendo saltos, deslizándonos por toboganes naturales. Lo más guapo son los saltos. Yo no las llevaba todas conmigo pero a Belén, mi pareja, ha resultado que le encantan y se tiraba sin más miramiento, total que no podía decir yo que no me tiro. El primer salto sencillo, 4 metros. Luego uno de 7 que ya me ha dado más cague. Después uno de 8 pero con la complicación que es encajonado en paredes y da muchísima impresión. Luego ya han venido los saltos en los que no se puede ni usar casco de lo altos que son. Un salto de 10 en el que te tienes que tirar cogiendo carrerilla. Yo no me veía pero para cuando me he dado cuenta Belén ya estaba corriendo y saltando en el aire. Total que he tenido que ir detrás, el momento de saltar tengo que reconocer que me han aflojado las piernas pero como llevaba la inercia de la carrera ya estaba vendido... El ultimo salto 15 metros. Una pasada. Yo aquí ya me he tenido que imaginar que soy James Bond o algo por el estilo. El guía primero te quita el casco y lo tira para enseñarte donde debes caer. Saltas por encima de una cascada, si te lo piensas no lo haces así que el guía me ha dicho uno, dos y yo he saltado antes del tres.
Aparte de los saltos el recorrido que se hace por el cañón es único. Vegetación muy densa, con bambú, lianas y demás, hasta con monos saltando. Se pasa por zonas del cañón que con los rayos de sol filtrándose que quedan muy indiana jones. Hay incluso una pequeña laguna en la que te puedes lanzar al agua con una cuerda a modo de liana, lo típico que sale en YouTube la gente pegándose leches increíbles, aun así nos hemos tirado. Al llegar a las Kawasan las vemos con gente y ahí ya pierden el encanto mucho, son más chiringuito de playa. Por nuestra parte muy contentos del barranquismo. Tres horas de subidón tras las que terminas como si te hubieran dado una paliza. Después de dejar el casco y los chalecos aprovechamos para comprarnos unos plátanos y ensaimadas (los filipinos también hacen ensaimadas. Una cosa más de los españoles: la religión, los apellidos, los números, la ñ, los días de la semana y las ensaimadas)
Tras recuperar fuerzas cogemos la moto y vamos a Osmeña Peak. Es un pico al que para llegar se atraviesa una zona montañosa auténtica. Vamos pasando por pueblos donde todos nos saludan al pasar, los críos alguno hasta sale corriendo detrás nuestro y las niñas, más tímidas, te levantan la mano con una sonrisa de oreja a oreja. Hasta la gente mayor nos saluda.
Tras una hora en moto, y con el culo roto, llegamos al inicio de la subida al pico. La subida es un paseo. Se paga una cantidad simbólica y vas subiendo hasta llegar al pico. Las vistas merecen la pena mucho. Se ve toda la bahía de Moalboal con la isla de Badian, todo rodeado de picos característicos y muy verde. Comemos ahí los plátanos que nos quedaban y deshacemos nuestros pasos para volver a Moalboal.
Llegamos a Moalboal a las 15:30. Vamos directos a ver nuestra habitación con nuestras cosas. Vaya fiasco de habitación. Comparada con la de los otros días es cutrísima. Pero bueno vamos a estar poco... Vamos al bar de enfrente a comer arroz frito con vegetales y después de comer no teníamos energía para mucho más. Hemos ido un rato a la playa y viendo el cansancio acumulado nos hemos ido a pegar una ducha para terminar en un bar echando unas cerves mientras veíamos el atardecer.
Ya de noche hemos devuelto la moto y hemos ido a cenar a la misma pizzería de ayer. Poco más. Mañana vamos hacia Bohol y queremos coger el Ferry que sale de Cebú a las 7 así que nos recogen mañana a las 4:15 de la mañana. Filipinas non stop.
Del hotel a las cataratas son 30 minutos y hemos pasado un frío en el camino que no nos lo esperábamos. Al no dar el sol y con la humedad que hay, el viento venía frío. Aun así a las 6:15 estábamos en la entrada de las cascadas, más helados que una llave eso sí.
Para entrar a la cascada se paga una tasa pequeña y vas andando por la ribera del río hasta dar con la cascada. Es una cascada muy bonita, con un agua azul turquesa y una foto chula. Al poco llegan una pareja de instagramers que se han dedicado todo el rato a echarse fotos con el trípode en las posturas más ridículas imaginables. Luego lo subirán a instagram pero la realidad es que ni se han bañado.
Tras bañarme en la laguna nos hemos acercado a una tiendecilla para ver si podíamos hacer el barranquismo por el río Matutinao que termina en la Kawasan. Un hombre nos ofrece la actividad por poco más de 20€ persona. Le decimos que sí, nos pone un chaleco y un casco y se va a llamar a su hijo que hará de guía. Son las 7:15 así que el pobre chaval sale con cara de recién despertado. Nos subimos los dos en una moto de montaña con el casco y el chaleco puesto junto con un filipino y los tres juntos subimos al inicio de la aproximación al barranco. El tema de ir tres en la moto sí que es un acto de fe, de vez en cuando ves motos en las que van 4 y te relajas un poco...
Ya arriba el guía se le ve más espabilado y comenzamos a andar. Hasta el barranco es una media hora por un paisaje que nos recuerda muchísimo a Cuba. El guía va enseñándome palabras en Bisaya. Yo que me había aprendido algunas en Tagalo y resulta que aquí hablan Bisaya y no se parece en nada. Lo mejor es que en toda Filipinas los números se dicen igual que en español y una vez que te das cuenta es buenísimo al ir a pagar. Mientras el guía me pregunta por nuestras tradiciones alimentarias en España terminamos llegando al cañón.
La actividad del barranquismo ha resultado ser una pasada. El guía era un chaval que se sabía todos los puntos del cañón. Básicamente vamos descendiendo el cañón haciendo saltos, deslizándonos por toboganes naturales. Lo más guapo son los saltos. Yo no las llevaba todas conmigo pero a Belén, mi pareja, ha resultado que le encantan y se tiraba sin más miramiento, total que no podía decir yo que no me tiro. El primer salto sencillo, 4 metros. Luego uno de 7 que ya me ha dado más cague. Después uno de 8 pero con la complicación que es encajonado en paredes y da muchísima impresión. Luego ya han venido los saltos en los que no se puede ni usar casco de lo altos que son. Un salto de 10 en el que te tienes que tirar cogiendo carrerilla. Yo no me veía pero para cuando me he dado cuenta Belén ya estaba corriendo y saltando en el aire. Total que he tenido que ir detrás, el momento de saltar tengo que reconocer que me han aflojado las piernas pero como llevaba la inercia de la carrera ya estaba vendido... El ultimo salto 15 metros. Una pasada. Yo aquí ya me he tenido que imaginar que soy James Bond o algo por el estilo. El guía primero te quita el casco y lo tira para enseñarte donde debes caer. Saltas por encima de una cascada, si te lo piensas no lo haces así que el guía me ha dicho uno, dos y yo he saltado antes del tres.
Aparte de los saltos el recorrido que se hace por el cañón es único. Vegetación muy densa, con bambú, lianas y demás, hasta con monos saltando. Se pasa por zonas del cañón que con los rayos de sol filtrándose que quedan muy indiana jones. Hay incluso una pequeña laguna en la que te puedes lanzar al agua con una cuerda a modo de liana, lo típico que sale en YouTube la gente pegándose leches increíbles, aun así nos hemos tirado. Al llegar a las Kawasan las vemos con gente y ahí ya pierden el encanto mucho, son más chiringuito de playa. Por nuestra parte muy contentos del barranquismo. Tres horas de subidón tras las que terminas como si te hubieran dado una paliza. Después de dejar el casco y los chalecos aprovechamos para comprarnos unos plátanos y ensaimadas (los filipinos también hacen ensaimadas. Una cosa más de los españoles: la religión, los apellidos, los números, la ñ, los días de la semana y las ensaimadas)
Tras recuperar fuerzas cogemos la moto y vamos a Osmeña Peak. Es un pico al que para llegar se atraviesa una zona montañosa auténtica. Vamos pasando por pueblos donde todos nos saludan al pasar, los críos alguno hasta sale corriendo detrás nuestro y las niñas, más tímidas, te levantan la mano con una sonrisa de oreja a oreja. Hasta la gente mayor nos saluda.
Tras una hora en moto, y con el culo roto, llegamos al inicio de la subida al pico. La subida es un paseo. Se paga una cantidad simbólica y vas subiendo hasta llegar al pico. Las vistas merecen la pena mucho. Se ve toda la bahía de Moalboal con la isla de Badian, todo rodeado de picos característicos y muy verde. Comemos ahí los plátanos que nos quedaban y deshacemos nuestros pasos para volver a Moalboal.
Llegamos a Moalboal a las 15:30. Vamos directos a ver nuestra habitación con nuestras cosas. Vaya fiasco de habitación. Comparada con la de los otros días es cutrísima. Pero bueno vamos a estar poco... Vamos al bar de enfrente a comer arroz frito con vegetales y después de comer no teníamos energía para mucho más. Hemos ido un rato a la playa y viendo el cansancio acumulado nos hemos ido a pegar una ducha para terminar en un bar echando unas cerves mientras veíamos el atardecer.
Ya de noche hemos devuelto la moto y hemos ido a cenar a la misma pizzería de ayer. Poco más. Mañana vamos hacia Bohol y queremos coger el Ferry que sale de Cebú a las 7 así que nos recogen mañana a las 4:15 de la mañana. Filipinas non stop.