Tokyo, centro político y económico del país. Más de trece millones de habitantes viviendo en una “por lo menos aparente” total armonía. Eso sí con bastante falta de espacio, lo que se traduce en viviendas y hoteles con estancias diminutas, escasez de animales de compañía por falta de metros cuadrados y ciertas dificultades para poseer un coche "digamos de tamaño normal".
Después de descansar estupendamente, decidimos no desayunar en el hotel viendo que el buffet consistía en un desayuno tradicional japonés y optamos por tomar unos cafés fuera. Mal hecho, lo sé, pero la idea de ingerir pescado, algas y sopa a las siete de la mañana, todavía me resultaba extraña a éstas alturas del viaje.
La primera visita del día es un lugar relativamente poco visitado por los turistas, tal vez porque queda a las afueras de la ciudad y se pierde mucho tiempo en el desplazamiento. Cogimos el metros y luego caminamos dos kilómetros para evitar coger un bus, porque no teníamos ni idea de cual coger. Finalmente llegamos sin problema.
Se trata del museo Edo-Tokyo Open Air Architectural Museum. (ojo no confundir con el Edo Tokyo Museum que esta en Sumida.)
Como su nombre indica es un museo arquitectónico al aire libre con casas japonesas de diferentes épocas, estilos y regiones; también hay calles con tiendas, cafés, un antiguo tranvía y hasta un Onsen. La mayoría se pueden visitar por dentro e incluyen todo tipo de detalles que muestran diversos aspectos culturales de la vida en Japón en diferentes etapas de su historia.
Pongo el enlace a su web, para consultar datos prácticos y dirección ya que no es un lugar muy conocido.
www.tatemonoen.jp/
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En una de las casas, estaba una mujer preparando el té de forma tradicional, en una tetera de hierro suspendida del techo por una cadena, colgando justo encima de la hoguera en medio de la casa. Nos invitó a tomarlo con ella, mientras se interesaba por conocer datos de nuestro país y nuestras costumbres...Fue un momento mágico.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Muy cerca de aquí se encuentra el Museo Ghibli, que nos hubiese encantado visitar, pero queríamos ver uno de los templos más importantes de la ciudad, antes de que anocheciera.
Así pues, tomamos el metro para regresar al centro y visitar el parque Yoyogi, donde se encuentra el Templo Meiji. Se trata de un santuario sintoísta dedicado a los espíritus deificados del Emperador Meiji y su mujer, la Emperatriz Shoken. El camino hasta el templo discurre entre inmensos torii de madera y una vegetación muy espesa que hace que parezca que es prácticamente de noche. Los graznidos de los cuervos, le dan un aire misterioso. Nos gustó mucho el entorno, el templo es austero y sobrio.
Los domingos por la mañana son una buena ocasión para ver una boda tradicional sintoísta en este templo pues es uno de los favoritos de los japoneses para casarse.
De la tradición pasamos a la modernidad y nos vamos a Shibuya, para ver principalmente el mítico cruce peatonal, donde se puede observar como, una multitud de personas cruzan sus caminos por unos instantes, para, acto seguido, seguir cada cual con su itinerario y con su vida.
Muy cerca de aquí esta la estatua en honor a Hachiko, una historia que nos conmovió cuando la leímos preparando el viaje.
Hachiko era un perro japonés conocido por esperar a su dueño, el profesor Hidesaburo Ueno, en la estación de Shibuya. El perro lo acompañaba a la estación para despedirse todos los días cuando el profesor iba al trabajo, y al final del día volvía a la estación a recibirlo.
El 21 de mayo de 1925, el profesor Ueno sufrió un ataque cerebral mientras daba clase en la Universidad de Tokyo, y murió. Esa tarde, Hachiko fue como cada día a la estación, pero su amo, nunca llegó. Hachiko se quedó a vivir en la estación durante años. Los transeúntes que lo veían a diario y habían presenciado la inmensa fidelidad a su amo lo alimentaron y cuidaron hasta su muerte.
La estatua en honor a Hachiko y la historia en si, nos trae a la cabeza recuerdos de Greyfriars Bobby, un Skye Terrier que permaneció 14 años junto a la tumba de su amo, un caso que conoceréis bien los que hayáis tenido la suerte de visitar Edimburgo.
La última visita del día iba a ser la subida a uno de los miradores de la ciudad. Roppongi Hills Mori Tower fue nuestra elección. Tras hacer algo de cola para comprar las entradas, accedimos a la planta 54 para observar la noche de Tokyo desde las alturas. Estuvo bien, pero la noche no estaba muy clara y nos quedamos con la duda de si merece la pena pagar para subir a éste mirador o se puede disfrutar igualmente subiendo al Metropolitan Building Governmen que es gratuito.
Ya de regreso a nuestro barrio, aprovechamos para cenar en una izakaya (taberna tradicional japonesa) cerca del hotel, el personal, muy amable, nos ayudó en todo y yo, muy a mi pesar, protagonicé la anécdota del día cuando tras pagar, dejé unos yenes a modo de propina y el camarero me persiguió hasta la calle para entregármelos.
El nombre de la taberna es Azegami1959 y aconsejo a todo el que se aloje en Asakusa que se acerque por allí.
www.azegami1959.com/ ...a/new.html