Día 10: Valle de Viñales ✏️ Travel Journeys of Cuba

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7/11

Desayunamos y fuimos a la calle principal a buscar a una pareja que quisiera hacer la excursión por el valle de Viñales. Como no encontramos a nadie, decidimos hacerla nosotros solos negociando el precio. Fuimos al mural de la prehistoria (lo vimos de lejos ya que no nos interesaba mucho), luego fuimos a ver cómo hacían el tabaco (una de las típicas estafa para que les compres y el taxista se lleva comisión), a la cueva de nosequé (otra estafa donde te tomas un licor típico y te hacen un baile con fuego para sacarte los dineros) y luego a la cueva del Indio que ésta sí que está bien ya que te llevan en barca por dentro de la cueva y sales a la superfície, lo malo es que hay mucha gente y pierde un poco el encanto.

Acabado el recorrido el señor taxista nos dice que nos lleva a un sitio que conoce para comer, a lo que yo le digo que no, ya que no me fiaba de que nos lleve a otro sitio donde se saque comisión y nos cobren lo que quieran.
Así que decidimos ir por nuestra cuenta a un sitio que tenía buena valoración se llama “El Campesino”, pero teníamos prisa porque pillábamos el taxi para la Habana en una hora y teníamos que volver a por las maletas, así que les dijimos que nos trajeran todos los platos juntos… pff para qué quieres más… nos llenaron la mesa de platos de diferentes arroces, de fruta, de sopas, de carne, etc. y suerte que le dijimos al camarero que ya no trajeran nada más, que no nos íbamos a comer esa locura… La verdad es que la comida tampoco era para echar cohetes…

Vamos para la Habana y de camino lloviendo bastante, tuvimos que parar porque las maletas iban en el techo del coche y el taxista las cubrió con una lona, por cierto fatal el taxista nos cobró más de lo que acordamos y encima no nos dejó en la puerta del hotel y tuvimos que ir andando un trozo.

Llegamos al hotel y nos recibió el dueño super amable explicándonos todo de recomendaciones locales de la zona, todo perfecto, ya conocíamos casi toda la Habana y nos quedaba pasear un poco y hacer las últimas compras.

Para cenar elegimos Habana 28, un restaurante bastante pijo, donde me sirvieron un postre muy curioso.

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