Datos útiles para el viaje:
·Los franceses comen alrededor de la una. Eso hizo que casi todos los días
tuvieramos dificultades para encontrar restaurantes a nuestra hora de
comer.
·Los precios son algo más altos que en España, pero bastante asumibles.
·A los franceses de Provenza les gusta conversar. Por supuesto, Daniela era el
centro de la mayoría de éstas conversaciones con desconocidos.
Hacía tiempo que no realizábamos un viaje largo. Desde que Daniela nació ninguno había durado más de 4 días. Con la niña ya de 6 meses decidimos pasar fuera de casa 21 días, 5 de ellos en la Provenza francesa. Y ésta fue nuestra aventura:
La idea inicial era volar directos de Lanzarote a Toulouse, pasar 2-3 días incluyendo Carcasona (Carcassonne), y a continuación marchar a la Provenza, pero...llegamos al aeropuerto con todos los bártulos cargados a reventar, con una ilusión que nos salía por las orejas, unas orejas de Daniela que nos comíamos a besos cuando ya con el check-in hecho, llegamos al mostrador. Nos dijeron que no podíamos pasar. Por lo visto, para volar al extranjero, un bebé necesita un DNI, no como al volar entre islas (canarias), que con el libro de familia basta (también llevábamos su certificado de residente). Pero ésta vez no bastaba, era sábado, y la persona que teníamos delante no nos daba una solución alternativa que no fuera un cruce de brazos que significaba "de aquí no pasáis". Acabábamos de aprender la primera lección de viajar con bebé.
Así que volvimos a casa con el coche a reventar de trastos. Nuestras cabezas nos decían "adiós viaje", "pues nos vamos a Fuerteventura, y ya está". No entendíamos que nadie nos hubiera dicho nada hasta ése momento respecto al DNI de Daniela en el proceso de compra del billete. Claro que entendíamos que hay unos requisitos que debíamos haber sabido, pero no entendíamos que sin el DNI te dejaran no sólo comprar un billete, sino además hacer el check in sin requerir en ningún momento lo que luego sí iban a pedir en la puerta del avión.
El caso es que el fin de semana pasó sin poder hacer nada, y llegamos al lunes. Hicimos el DNI de Daniela en la comisaría con cita previa y volvimos a casa. ¿Qué íbamos a hacer? ¿Nos quedábamos en casa, o nos íbamos? "Nos vamos" dijimos, aunque eso no lo habíamos tenido tan claro el sábado al volver del aeropuerto. Así que nos pusimos a mirar por internet las maneras de llegar a La Provenza desde Lanzarote para aprovechar lo que habíamos pagado, y cumplir los sueños de viaje que seguíamos teniendo. Enseguida vimos que ninguna de las posibilidades era tan cómoda como el vuelo directo a Tolouse que habíamos perdido. Nos decidimos por un billete que nos obligaba a quedarnos una noche en Barcelona y desde ahí, coger el AVE al día siguiente hasta Avignon. Teniendo en cuenta que teníamos a una bebé de 6 meses, la idea no era de lo más seductora. Era eso o no ir de viaje, así que sacamos las tarjetas de crédito, y el sonido del cajero sonó varias veces (avión, hotel y tren). No habíamos ni salido de casa y ya se nos habían esfumado varios cientos de euros. Las ganas de viajar nos podían.
Por fin cogimos el avión, nos quedamos ésa noche en Barcelona, aprovechamos para ver algunos amigos, y al día siguiente por la tarde nos esperaban 4 horas de tren hasta Avignon. Ya no había marcha atrás.
A eso de las 21.30 de la noche llegamos a la estación de Avignon donde entre alguna queja de una cansada Daniela y alguna ojera de los intrépidos padres, teníamos que coger el coche de alquiler para llegar al pueblo de Lagnes. Ahí estaba el apartamento que habíamos alquilado para 4 noches (la quinta noche la pasaríamos en un coqueto hotel de Avignon).
Pero...oh, sorpresa, mi carnet de conducir estaba caducado. Isa y yo nos miramos el uno al otro mientras la tierra nos tragaba en sus entrañas a cámara lenta. Cuando ya teníamos la mitad de nuestros cuerpos enterrados y olíamos a tierra, Isa metió sus dedos en su cartera y vio que tenía su carnet de conducir, para milagro de todos los allí presentes. Normalmente no se lo lleva de viaje para no perderlo. Así que cuando ya estábamos firmando diversos contratos "divertidísimos" de leer para nuestros ansiosos ojos, el personal, que por otra parte era muy amable y comprensivo, nos comentó que no tenían silla para bebés en ésa oficina. Alguien de la empresa se había olvidado de rellenar no sé qué...vamos, que si pensábamos llegar a casa antes de las doce como cenicienta, mejor nos leíamos el cuento. Menos mal que habíamos cenado un bocata en el tren. Nos dieron 2 coches a elegir, y ni en el más grande cabían las cosas sin hacer un tetris...pero tras varios intentos, las piezas encajaron en uno de los coches, y el efecto dominó contagió al resto del viaje.
Pasando rápido la película, los dueños de la casa nos esperaban pacientemente con las llaves en las manos y tanto sueño en lo ojos como nosotros. Nos acostamos. Provenza nos esperaba al día siguiente.