DIA 6. Lunes 24-6-2019: SAN SALVADOR EN CHORA, BALAT, EYÜP, PIERRE-LOT ✏️ Travel Journeys of Turkey

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Lo primero que hicimos fue ir de nuevo a la agencia de Omar (Last Minute Istanbul Tours) para que nos ayudaran a contratar el transporte que debía llevarnos al día siguiente a otro hotel, cercano al aeropuerto, desde el que saldríamos.
Esto fue porque, después de haber contratado nuestro vuelo, Turquish Airline nos cambió la fecha y hora y, a cambio, nos ofreció una noche más en un Ibis, fuera de la zona turística, lo que aceptamos ya que suponía aprovechar por completo nuestro último día en Estambul, pero nosotros teníamos contratados el transfer desde el hotel al aeropuerto el día de regreso, no el de nuestro hotel al otro cercano al aeropuerto y, dado que contábamos con Omar que hablaba español, optamos por acudir a él y nos buscó una van que nos llevaría a los 6 por 300 liras.

Una vez solucionado este tema, cogimos dos taxis para que nos llevaran a San Salvador en Chora. Acordamos previamente el precio con ambos taxistas y nos pusimos en marcha, pero nuestro taxista nos salió “listillo” y nos metió el rollo de que no podía llegar con el taxi hasta la iglesia, por lo que tenía que dejarnos a tan solo 300m de la misma y que ese trayecto lo deberíamos hacer a pie. Le creímos, no teníamos porqué dudar de su palabra, pero cuando nos dejó indicándonos la calle por la que, según él, llegaríamos a nuestro destino en un par de minutos, nuestros compañeros que venían en el taxi de atrás, nos preguntaron extrañados por qué habíamos dejado el taxi tan pronto, ya que su taxista les dijo que no entendía nada y que nuestro destino, San Salvador en Chora, estaba lejos aún y por supuesto que se podía llegar en coche hasta allí. No os podéis imaginar la rabia que me dio que nos tomara el pelo de esa forma ¡encima, le dimos una buena propina! Pero a lo hecho, pecho, y ya que estábamos en pleno barrio de BALAT decidimos aprovechar para verlo mientras íbamos a la iglesia.

Balat es el tradicional barrio de origen judío que hoy día se ha transformado en una carismática mezcla de contrastes entre cafeterías hipster, tiendas de antigüedades, casitas de colores, viviendas decadentes, sinagogas y callejones que recuerdan su espíritu judío.

*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***

Recorrimos sus calles un poco despistados, siempre con el destino puesto en un Goggle Maps que no estaba resultando muy eficaz, ya que subimos y bajamos demasiadas cuestas hasta que por fin llegamos a nuestro destino:

SAN SALVADOR EN CHORA (Kariye Muzesi), la preciosa iglesia bizantina convertida en mezquita que conserva (aunque una buena parte no se dejen ver por restauración) los frescos y mosaicos más preciosos del mundo bizantino.
Accedimos con la Museum Pass y, a la entrada, nos abordó un guía que nos ofreció sus servicios por 20 euros, lo que entre los 6 nos salía a menos de 3,5€ cada uno y mereció mucho la pena porque esta joya resulta más valiosa cuando comprendes cómo y por qué se hizo.

*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***

Tras la visita, continuamos paseando por BALAT, recorrimos sus alegres calles que dan la sensación de estar en un pequeño y colorido pueblo donde se vive a otro ritmo, algunas nos tomamos un helado, otros compraron café turco, curioseamos aquí y allá…

*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***

hasta que empezamos a plantearnos buscar un restaurante donde comer pero, antes, nos acercamos a la orilla del Cuerno de Oro para ver BULGAR KILISESI, la insólita “iglesia de los búlgaros” (1898), construida en tan solo 7 días, condición impuesta por el sultán como franquicia al patriarcado griego ortodoxo.

*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***

Fuimos a buscar un restaurante que estaba muy recomendado en foros y Tripadvisor, Balat Sahi Restorant pero, después de mucho buscar, lo encontramos cerrado definitivamente, así que preguntamos en otros por si había cerveza, pero no fue posible. Debo reconocer que nuestro afán por la cerveza ha supuesto una tiranía para algunos de nuestros compañeros de viaje ya que, en ocasiones como ésta, nos ha hecho dar más vueltas de la cuenta y retrasar la hora de la comida para, al final, terminar comiendo con agua. Como nos ocurrió en Balat, que acabamos comiendo en Dudika Café & Restaurant (normalito, comida turca, ensaladas, kebab, sin alcohol, precios asequibles… como tantos en Estambul).

Las camareras nos indicaron el autobús que debíamos coger para ir a Eyüp y, tras dejar ir uno que venía a tope, cogimos el segundo que pasó, también abarrotado, pero el conductor nos indicó que subiéramos por la puerta de atrás y nos sorprendió la honestidad de la gente que, desde la cola del autobús iban pasando la tarjeta unos a otros hasta llegar al conductor que picaba el nº de viajes que le decían y devolvía la tarjeta por el mismo sistema. No puedo imaginar que aquí eso fuera posible sin que la tarjeta se perdiera por el camino. Allí nadie pensaba en colarse sin pagar.

Eyüp está situado fuera de las murallas de la antigua Constantinopla, a orillas del Cuerno de Oro, ese capricho en forma de ría que divide la parte europea de la ciudad en dos. A un lado, el viejo Estambul de Fatih, Sultanahmet y Eminönü. En la otra ribera, la Estambul más moderna de Beyoğlu que se viste en las tiendas de moda de la Istiklal Caddesi, se maquilla y tira de iPhone. (Blog de Alicia Bea)

Llegamos a EYÜP y nos dirigimos a la estación del funicular para subir a Pierre Loti. Por el camino pudimos comprobar de nuevo que Estambul es una ciudad de grandes contrastes. Mientras que Balat es un barrio alegre y despreocupado, habitado por gente más bien joven y vanguardista, en Eyüp la religiosidad es palpable y es frecuente ver a los hombres y mujeres con la vestimenta musulmana más tradicional.

Dominando el Cuerno de Oro, este barrio vive al ritmo de los peregrinos que acuden ante las reliquias de Ayyub, portaestandarte de Mahoma que da nombre a este distrito. La mezquita y los mausoleos forman un círculo al pie de un inmenso cementerio invadido por la maleza y por los gatos.

*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***

Guardamos estoicamente la larga cola que había para subir al funicular. Tanto que nos planteamos subir andando, pero el día ya estaba siendo largo y el cuerpo empezaba a pedir reposo. Una vez arriba, en el mirador de PIERRE LOTI, sientes que toda esa espera ha valido la pena. Las vistas son inigualables: todo el Cuerno de Oro a nuestros pies, desde el principio al final, toda esta inmensa ciudad a vista de pájaro… no me lo hubiera perdido por nada del mundo.

Tras las fotos de rigor, conseguimos una mesa en la terraza de su agradable café y nos premiamos con unas refrescantes limonadas que degustamos sin prisas, envueltos por esa mágica luz que va dejando el sol cuando se pone sobre esta ciudad legendaria.

*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Bajamos caminando a través del cementerio, un paseo entre el monte, las lápidas y el mar que, contra lo que pueda parecer, no resulta en absoluto tétrico, sino muy agradable.

*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Este camino desemboca en la gran plaza presidida por la Mezquita de Eyüp Sultan, que no visitamos por lo tarde que era y porque, aunque estaba abierta, lo habría considerado una intromisión, ya que los fieles la ocupaban con sus oraciones y se percibía el fervor religioso. Hay que decir que esta mezquita es uno de los 4 principales espacios sagrados del Islam (después de La Meca, de Medina y de la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén), lo que hace de ella un enclave muy venerado que atrae a numerosos peregrinos.

*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Por tanto, dimos por finalizada nuestra visita a este barrio, considerado el más el más conservador y fiel a las tradiciones, y cogimos el bus de vuelta hasta la parada de Vezneciler, que nos habían dicho que era la más cercana a Sultanhamed pero resultó estar a una media hora caminando. No nos importó porque tuvimos la ocasión de pasar junto al Foro de Teodosio y ver el ambiente de noche que se respiraba por los alrededores de la Plaza Beyazit.

Esa noche sería la de nuestra última cena en Estambul y decidimos hacerla en la “Casa de la Medusa”, el renombrado restaurante donde Ana Belén rodó algunas de las escenas de La Pasión Turca y que goza de buena crítica. Se trata de una bonita casa de madera de dos plantas, con una acogedora decoración y una terraza muy alegre donde disfrutamos de una buena cena con diversos platos de cocina turca, cerveza y precios medios. Todo estuvo muy bien salvo que en la cuenta nos metieron ciento y pico liras de más (algunos platos venían con un precio superior al de la carta y había otros conceptos que no supimos a qué correspondían) y entre nosotros surgió la discusión sobre si reclamábamos o no, pero venció el buen criterio de mis compañeras de viaje que consideraron más importante no estropear una bonita velada que recuperar unos cuantos euros, así que dejamos la propina de rigor y nos fuimos al hotel.

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