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Aquel día sí que nos despertamos en hora ¡y vaya hora! Como habíamos dejado todo organizado la noche anterior, no tardamos mucho en salir. Dejamos las llaves de la habitación en un buzón y nos fuimos amaneciendo y con un tiempo que, como ya sabíamos, era de perros, al lago O’Hara.
Este lago es uno de los sitios más bellos de las Rocosas Canadienses y también de los más inaccesibles, ya que el parking más próximo está a 11 km de su base. Siendo así, solo lo suelen visitar los huéspedes del Lake O’Hara Lodge (caro) y los afortunados en conseguir unas de las poquísimas plazas del autobús que va del parking a la base. Está operativo sólo en verano y hay dos servicios de ida (08:30 y 10:00) y dos de vuelta (14:00 y 16:00hrs). Las plazas salen a la venta a través de la web de parques Canadá a finales de abril y se suelen acaban en minutos.
Yo no fui una de las afortunadas en conseguir plaza así que en ese caso sólo queda presentarte muy pronto en el parking y apuntarte en una lista para ser el primero en subir al autobús en caso de que hubiera alguna baja. Era una pena que el día estuviera tan feo pero los dos que pasamos en Yoho fueron prácticamente los peores del viaje así que no había opción. Nosotros teníamos claro que en autobús o a pie, visitaríamos la zona.
De camino, estuvimos 15 minutos parados en la carretera por unas obras y finalmente llegamos al parking a las 7:45, siendo los 5º y 6º en la lista de espera.
Teníamos por delante dos parejas españolas que habían probado también suerte el día anterior sin que hubiera algona baja así que eso nos hizo sentirnos algo menos culpables por habernos quedado dormidos. Fue llegando más gente y ante el panorama un par de ellos se animaron a subir a pie sin esperarse a ver si había suerte… Nosotros aguantamos hasta el final pero no hubo ni una sola baja. Todos los demás se marcharon y nosotros dos [size=18]comenzamos decidisos la caminata de 11km hasta la base.
El tiempo era nublado y húmedo, pero no llovía. El camino, muy soso. Es una ancha y solitaria pista de grava sin absolutamente nada que ver. Los primeros 6 km son sencillos, pero después empieza a ver más elevación. Aunque nunca dejé de estar alerta, a esas alturas se me había pasado el miedo a los osos…. En cualquier caso, allí había bastante visibilidad. Durante la caminta, pasaron 3 coches de rangers del parque y yo puse el dedo en plan autostop por si colaba, pero ninguno paró. Llegamos a la base a las 10:45, dos horas y cuarto después sin haber parado.
Antes de acercarnos a ver la belleza de lago, paramos en el camping a desayunar. Nos tomamos unos plátaos y un yogur con frutos secos y ya despés de recuperar un poco las fuerzas, nos asomamos a la orilla del lago. Aunque estaba muy muy nublado, era una maravilla. Mi novio dijo: “Tenías razón, marecía la pena”.
Nuestro plan era, si cogíamos el autobús y/o si hacía bueno, hacer el trail del lago Oesa primero y después el Opabin Prospect. Como no fue ni una cosa ni la otra, pasamos al plan b: Sólo el trail Opabin Prospect. Así, bordeamos el lado derecho del lago para pasar después a un bosque frondoso con camino estrecho en el que no nos cruzamos con nadie.
Cuando lo atravesamos, comenzamos a ascender por una complicada pared de piedra. Fue algo duro, pero me resultó la parte más divertida y aventurera. Con calma no hay ningún problema para subir. Fue en ese tramo cuando comenzó a llover y cuando alcanzamos a un grupo de excursionistas, los primeros que veíamos por allí.
Una vez superado el ascenso, continuamos por in bosque bajo y llano hasta Opabin Prospect, una enorme piedra desde la que se tienen unas vistas magníficas del lago…. Pero no pudimos llegar en peor momento: La niebla lo cubría todo y no dejaba de lloviznar.
Aguantamos y aún así pudimos captar alguna foto decente en los breves momentos en los que habría y aún con todo os prometo que las vistas merecen la pena. De no haber estado el día así, probablemente hubiese ocupado en TOP 1 del viaje.
Deshandamos el último tramo del camino y continuamos con el circuito East Opabin, para regresar al lago por el camino contratio al que habíamos usado a la ida en una ruta circular. A mí me gustó más cómo lo hicimos nosotros subiendo por la pared de piedra, porque además entiendo que luego para bajarla habría que ir con muchísimo cuidado, pero tengo que decir que el camino al revés está mejor acondicionado, con escaleras y pasarelas en muchos tramos.
Este sector fue todo uan sorpresa. No esperaba ver nada especialmente interesante y pasamos por unos pequeños lagos de un color irreal: marron, verde y azul turquesa. Preciosos, de verdad.
Continuamos el descenso y una vez junto al lago desechamos la posibilidad de acercadnos a las cascadas. La lluvia no paraba. A pesar de ello, yo no podía parar de echar fotos y de grabar en mi retina lo bonito que era lo que tenía delante.
Eran as 13:15, así que aún quedaba tiempo para el autobús de ls 14:00, no obstante queríamos estar de los primeros para poder coger sitio en caso de que hubiera alguna baja. Comimos en el porche del refugio unos sándwiches de bacon y queso y un tupper de ensalada de pasta que habíamos comprado en oferta, pero no yo no pude evitar pasar al interior del refugio y pedirme un té (2$) para entrar en calor y aprovecharme de paso de la estufa interior. Tenía el frío en los huesos.
Dentro había bastante gente, esperábamos que todos tuvieran billete pero que aúna así hubiera alguna baja…por si acaso, tuvimos que abandonar el acogedor interior para irnos fuera y ser los primeros de la parada. A pocos minutos de las dos empezó a salir más gente y una ranger nos pidió hacer dos filas, una para la gente con billete y otra para los que no. Nosotro eramos los primeros de la nuestra, pero nos dijo que entre habláramos entre nosotros estableciéramos la prioridad. Yo había seguido las normas de “primero que llega, primero que sube” así que me molesté, pero como ninguno de los de la fija abrió la boca, no iba a ser yo la que hiciera saltar la liebre. La ranger al rato volvió a instarnos a dialogar y un chico franés dijo que lo hiciéramos por sorteo y ya fue cuando yo ya dije que nosotros estábamos calientes en el refugio y nos habíamos salido porque nos dijeron que así debía ser si queríamos ser los primeros, todo el mundo lo entendió y quedamos en dejarlo por orden de llegada. Agortunadamente, hubo sitio para todos.
Pagamos 20$ por los dos y en media hora estábamos de nuevo en el punto de inicio de la ruta, contentos a pesar de las circustancias y agradeciendo no haber tenido que hacer el soso camino de vuelta a pie esta vez con lluvia.
Estábamos bastante cansados y con frío, era increíble como había cambiado el tiempo, así que fuimos directamente a nuestro siguiente alojamiento en el pueblo de Canmore. Habíamso cumplido con todo el itinerario de la zona porque ese día estaba por entero reservado al lago O’Hara.
Llegamos a Canmore y nos gustó bastante el pueblo. Era una mezcla entre uno de montaña y otro del oeste. Nuestro hotel, además, parecía un Saloon. Se llamaba Canmore Hotel Hostel y ha vuelto a abrir recientemente tras ser rehabilitado. El hotel es toda una instituación en el pueblo y a día de hoy es uno de los alojamientos más baratos ya que justo debajo hay un bar en el que a veces se hacen conciertos y actuaciones, con lo que el ruido es algo a tener en cuenta… pero eso no lo sabíamos hasta que llegamos a´í (aunque luego no fue problema). Otra cosa que hay que tener clara es que en Canadá la marihuana es legal y el hotel es la sede de una asociación. Nadie fuma dentro, pero al dueño se le ve un poco afectado por esos humos. Aparcamos de forma gratuita en los alrededores e hicimos el check in. La habitación era lo que esperábamos, cómoda, sencilla y justo enfrente de los baños.
Me fui corriendo a dar una ducha caliente y estuvimos un rato descansando antes de najar a dar la vuelta de reconocimiento al pueblo. Habá un supermercado justo enfrente, y pasamos para hacernos una idea de los precios, que no eran nada baratos. Nosotros compramos una coca cola y unas patatas por 3.25$.
Dimos una vuelta por la calle principal ya anocheciendo y hacia las 20:00 y comenzanod a llover de nuevo, decidimos pasar a un bar llamado Grace, que estaba abarrotadísimo. El maitre era italiano, le hicimos gracia por ser españoles y nos hizo un hueco… Aquella noche pintaba a homenaje y así fue.
Probamos por fin un plato típico canadiense, el poutine. Son unas patatas doblemente fritas con salsa de carne y queso fundido. Era una bomba, pero estaba muy rico. Pedimos también una hamburguesa doble acompañada de sopa de champiñones y unos deliciosos tacos de salmón. Cenamos como reyes, la verdad. El total fue de 68$ CAD incluyendo la propina, lo cual no estaba nada mal (43€) comparado con el precio madrileño.
Con la lluvia sin parar, nos retiramos a la habitación a descansar. El día siguiente amanecería igual así que teníamos previsto comenzar la actividad a media mañana.
GASTOS DEL DÍA PARA DOS PERSONAS
- Té: 2$ CAD
- Autobús de bajada Lake O’Hara: 20$ CAD
- Snack: 3,25$ CAD
- Cena: 68$ CAD
Total gastos del día: 93.95$ CAD (64,24€)
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