HAMPI ✏️ Travel Journeys of India

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7 DE ENERO

Por fin Hampi, uno de los platos fuertes del viaje. Después de 12 horas en tren , llegamos a Hospet, la última parada. Impresión de Hospet: ciudad muy fea y muy gris, con mucho polvo, o contaminación, quién sabe. Primera hora de la mañana, tuktuks nos abordan. Negociamos sin mucho ánimo y nos llevan a Hampi por 300 rupias. También hay un bus público pero no tenemos ganas de buscarlo, solo queremos llegar.

Por fin en Hampi, tras 15 km por polvorientos caminos, arrozales, plataneras, palmeras, aldeas, rocas... por fin, Hampi bazaar, tenemos que cruzar el río porque nos alojamos en la Isla. Espectáculo en el río mientras encontramos como cruzar. Decenas de personas, se bañan, lavan la ropa, realizan su rutina de aseo diario. Me froto los ojos...esto es real? Nos hemos teletransportado a 2000 años atrás. 8 de la mañana. No hay mucho donde elegir, 20 rupias para cruzar en el único barco que hay, 50 si vas con mochila. Conseguimos cruzar por 40! Wow! Nos hemos ahorrado 10 rupias.

Caminamos por la calle principal de la isla, camino de tierra con alojamientos, tiendas y restaurantes a la izquierda, palmeras y arrozales a la derecha. Casi al final, aparece SHANTI GUEST HOUSE. Era uno de los que recomendaba la Lonely Planet. Cabaña muy básica con vistas a los arrozales. Columpio en la puerta, paz total. Restaurantes con mesas bajas y cojines para sentarse, vistas preciosas, todo muy hippy, todo en Hampi es así. Me encanta. Desayuno huevos y zumo de carrot, ginger y lemon. Y volvemos a cruzar el río. Ya no hay nadie bañándose. Otra vez en hampi bazaar. Por fin en Hampi.

De frente, imponente, el icono de Hampi, el templo Virupaksha. Y allí, como hipnotizados, nos dirigimos. Muchas cosas de India me encantan. Una de ellas es que allí, la atracción no son ellos, eres tú. Todos te miran , algunos descarados, otros tímidos. Todos te sonríen, quieren hacerte fotos, quieren hacerse selfies contigo, quieren que salgas en su foto familiar, quieren que poses con sus hijos. Yo, encantada, me presto a todo. Y de paso, también les pido a ellos que posen para mí. Y ellos encantados. Nos entendemos muy bien.

Seguimos subiendo dirección sur por la colina Hemakuta, el paisaje parece irreal, como de otro planeta. Lisas rocas se alzan aquí y allí, junto a ruinas de templos del antiguo imperio Vijayanagara, que parecen salidos de Indiana Jones.

Llegamos arriba, y empezamos a bajar. Un amable y culto señor acompañado de sus dos hijas pequeñas entabla conversación con nosotros y nos va explicando todo lo que vemos. Terminamos la visita en el templo de Ganesha, y un poco más allá, en el templo que alberga la figura del imponente Narashimba, con sus ojos saltones.

Volvemos caminando al bazaar para comer en uno de los sitios más recomendados: Mango tree. El thali que pedí fue espectacular.

Ya de vuelta en la isla (hasta las 5 y media cruzas el río por 20 rupias, y a a partir de ahí la frecuencia disminuye y los precios aumentan), buscamos un lugar para ver la puesta de sol. No lejos de donde nos alojamos, tras unos 5 minutos de subida, hay un bonito lugar con buenas vistas y un pequeño templo (creo que se llemaba sunset temple)

Para terminar el día, masajazo justo al lado de casa y cerveza en Gopi Island. Si, en India, en muchos lugares, no suelen vender alcohol (quitando algunas zonas francas como el estado de GOA) Pero en sitios como Hampi, hacen como que no, pero si.

8 DE ENERO

En general vamos a un ritmo muy slow. India invita a eso. Salvo en contadas ocasiones, no nos obligamos a madrugar, y vamos a un ritmo pausando, haciendo gala de la filosofía india y del nombre de nuestro hotel "Shanti, shanti" (relax, tajke it easy)

Después del desayuno nos acercamos al restaurante de Laughing Budha a estar un rato con unos españoles y un argentino que nuestro compi Manu ha conocido en la clase de yoga matutina. Las vistas al rio con el templo de fondo son preciosas.

Pero toca arrancar para seguir explorando. Buscamos un tuk tuk que nos lleve a la zona real. Allí visitamos mi edificio favorito, el LOTUS MAHAL, y los establos de elefantes, que no vemos muy bien porque está invadido por una especie de escenario, por lo visto en breve habrá allí algún evento. Bonito momento cuando una elefanta engalanada nos bendice con su trompa, me ilusiona pero a la vez siento pena por el animal. Salimos del recinto para ir al complejo Vittala. Precioso. Para llegar hay que caminar 10 minutos por un camino de tierra, por el camino vamos viendo ruinas no menos interesantes como la Gejjala mandapa o la Kuduregombe mandapa. La vuelta, la hacemos en un divertido cochecito donde caben unas 8 personas.

Vuelta al bazaar donde hacemos algunas compras y nos vamos a Mathanga hills, donde queremos ver la puesta de sol. La subida es más larga de lo que pensaba. Justo antes de llegar a la cima, hay una zona menos concurrida con unas vistas excelentes, y ahí nos quedamos. Precioso atardecer aunque nos damos cuenta que en india el Sol no se pone en el horizonte, siempre desaparece antes entre la bruma.

Ya se nos pasó el horario decente del barco que nos cruza el río, ha oscurecido y nos preguntamos como vamos a llegar al otro lado. Corremos hacia el río escuchando los rezos provenientes del templo. 5 minutos esperando en la orilla y aparece un chico con una barquita redonda, como una cáscara de nuez. Nos pide 100 rupias pero la experiencia de cruzar de noche en ese artilugio no está pagada. Ya en la isla, cena en bamboo, y ya me doy cuenta de que algo no anda bien: porque...no tengo hambre! oh my god, el porridge de esta mañana!

9 DE ENERO

El relato de hoy será breve. Después de una noche regular, me paso el día entre shanti y german´s bakery, dormitando en sus cojines. Al final, como otros tantos viajeros, caí. Nada grave. Por suerte, estoy en un lugar que invita al relax, y a eso me dedico todo el día. Con la puesta de sol tras los arrozales, siento que me he recuperado, y con energías renovadas preparamos nuestras cosas para irnos a Hospet y de allí el tren noctuno a nuestro nuevo destino: GOA!

Desde la isla, también se puede salir hacia Hospet sin cruzar el río, aunque el camino es más largo, nos gestionan el transporte en el alojamiento. Trayecto surrealista con música árabe a tope, que hace de banda sonora perfecta para el paisaje que vamos dejando atrás, aldeas con luces de colores, rocas al fondo iluminadas, luna llena, proyección de luz blanca procedente del templo Virupaksa.

De nuevo en el tren. Ya estamos familiarizados y esta vez el viaje resulta más cómodo, dormimos del tirón.

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