Día 4. Sábado 24 de agosto
Amanecía un nuevo día. Tocaba despertarse pronto, pues queríamos tratar de evitar una gran aglomeración de gente en el santuario sintoísta de Fushimi Inari. Para ello, la recomendación que suele hacerse es acudir a primera hora, pues aún no encontraréis a mucha gente a lo largo del famoso camino de los toriis (ayuda que el santuario abra las 24 horas y sea gratuito). En nuestro caso, nos despertábamos sobre las 6 y media de la mañana, lo cual puede parecer demasiado pronto, aunque teniendo en cuenta que se hacía de día bastante más pronto en esta época que en la mayoría de Europa, pues acaba siendo un aliciente y una ayuda para aprovechar mejor las jornadas en el país nipón. Así pues, salíamos del apartamento sobre las 7 y veinte de la mañana. Para llegar al santuario, nuestra mejor opción era coger el tren en la estación de Sanjo, línea Keihan Main Line (parada KH40), y descender a los 10 minutos en la estación de Fushimi-inari (KH34).
El torii que da la bienvenida al santuario se localiza a poco más de 3 minutos andando desde la estación, y atravesándolo se llega a los pabellones principales, los cuales a las 8 menos diez de la mañana estaban prácticamente vacíos de gente. Siguiendo una ruta señalizada, se llega al inicio de la famosa senda de los toriis, que asciende por la ladera de la montaña en la que se sitúa el santuario. La ruta completa de subida y bajada tiene casi 5 km, aunque la mayoría de la gente suele quedarse en el cruce de los cuatro caminos, desde el que se tiene una vista hacia el norte de Kioto y que equivale a un poco más de 2 km entre ida y vuelta.
Aún siendo las 8 de la mañana, el sol ya empezaba a elevarse en el cielo y el calor pegaba ya bastante fuerte, lo que añadido a la humedad y al camino de subida, lleno de escaleras y rampas, provocaba que todo el mundo se pusiera a sudar como loco. Es recomendable ir con gorras o sombreros para protegerse del sol, así como llevar líquidos encima para hidratarse cada cierto tiempo. Tranquilos que si no lleváis agua, cada cierta distancia hay varias de las máquinas autoventa que llenan el país nipón de cabo a rabo. Eso sí, algo a tener en cuenta es que el precio va aumentando conforme vas subiendo la montaña.
A las 8 y media pasadas, iniciamos el descenso de nuevo, el cual obviamente se hizo menos duro que la subida anterior. Conforme bajábamos, cada vez veíamos más cantidad de personal que iniciaba el camino hacia arriba, y al llegar a los pabellones principales ya casi no cabía ni un alfiler (9:30 de la mañana). Cabe destacar que al ser sábado, seguramente habría más gente que la que pueda haber entre semana, pero aún así, para ser las horas que eran, vimos a muchas personas. Es lo que tiene visitar el que probablemente sea el santuario más visitado del país, o uno de los que más.
Aún siendo las 8 de la mañana, el sol ya empezaba a elevarse en el cielo y el calor pegaba ya bastante fuerte, lo que añadido a la humedad y al camino de subida, lleno de escaleras y rampas, provocaba que todo el mundo se pusiera a sudar como loco. Es recomendable ir con gorras o sombreros para protegerse del sol, así como llevar líquidos encima para hidratarse cada cierto tiempo. Tranquilos que si no lleváis agua, cada cierta distancia hay varias de las máquinas autoventa que llenan el país nipón de cabo a rabo. Eso sí, algo a tener en cuenta es que el precio va aumentando conforme vas subiendo la montaña.
A las 8 y media pasadas, iniciamos el descenso de nuevo, el cual obviamente se hizo menos duro que la subida anterior. Conforme bajábamos, cada vez veíamos más cantidad de personal que iniciaba el camino hacia arriba, y al llegar a los pabellones principales ya casi no cabía ni un alfiler (9:30 de la mañana). Cabe destacar que al ser sábado, seguramente habría más gente que la que pueda haber entre semana, pero aún así, para ser las horas que eran, vimos a muchas personas. Es lo que tiene visitar el que probablemente sea el santuario más visitado del país, o uno de los que más.
Volviendo a la estación de Fushimi-inari (KH34), teníamos que coger un tren que nos dejara en la estación de Tambabashi (KH30), en la cual debíamos hacer transbordo a Kintetsu-Tambabashi (B07) en la lína Kintetsu. El transbordo se realiza mediante una pasarela elevada y cubierta, ya que ambas estaciones están separadas y pertenecen a dos compañías distintas. Desde aquí, debemos coger el tren hasta la estación de Kintetsu-Nara (A28), que alcanzaremos en unos 35 minutos, aunque el tiempo depende del tipo de tren escogido (local, express o limited express) y de si se debe o no realizar cambio de tren en la estación de Yamato-Saidaiji (A26, B-26).
La estación de Kintetsu en Nara se localiza en pleno centro de la localidad, más cercana que la estación de JR a la zona del Parque de Nara, donde se hallan la mayoría de lugares a visitar en la ciudad. Desde aquí y en menos de 5 minutos habremos llegado al recinto del templo budista Kōfuku-ji, donde se localizan varios pabellones y la segunda pagoda más alta de Japón, un poco por detrás de la del templo Tō-ji de Kioto. En esta zona ya pueden empezar a observarse los famosos ciervos del parque de Nara, los cuales campan a sus anchas por esta extensa zona verde y a los que se les puede dar de comer unas galletas especiales que se venden en puestos a lo largo del parque. Cuidado porque si os ven algo que pueda ser comestible o simplemente si tenéis cara de caerles bien, hay una alta probabilidad de que os persigan
La estación de Kintetsu en Nara se localiza en pleno centro de la localidad, más cercana que la estación de JR a la zona del Parque de Nara, donde se hallan la mayoría de lugares a visitar en la ciudad. Desde aquí y en menos de 5 minutos habremos llegado al recinto del templo budista Kōfuku-ji, donde se localizan varios pabellones y la segunda pagoda más alta de Japón, un poco por detrás de la del templo Tō-ji de Kioto. En esta zona ya pueden empezar a observarse los famosos ciervos del parque de Nara, los cuales campan a sus anchas por esta extensa zona verde y a los que se les puede dar de comer unas galletas especiales que se venden en puestos a lo largo del parque. Cuidado porque si os ven algo que pueda ser comestible o simplemente si tenéis cara de caerles bien, hay una alta probabilidad de que os persigan
En el ya nombrado parque de Nara se localizan algunos de los más importantes monumentos de la ciudad, entre los cuales destaca el templo budista Tōdai-ji, al que llegaremos tras un pequeño paseo a través del parque. Compuesto por varios pabellones y edificios, su principal reclamo es el Daibutsu-den, o Gran Salón de Buda, el que es considerado el edificio de madera más grande del mundo y al que se accede cruzando la gran puerta Nakamon. En su interior, como no podía ser de otra forma, se halla la que es la estatua de Buda más grande de Japón. Es un edificio impresionante por su tamaño, a pesar de que éste tiene un tamaño de "sólo" 2/3 el del pabellón original a causa de los varios incendios que ha sufrido a lo largo de su historia.
A estas horas la cantidad de personal en los terrenos del parque ya era bastante considerable, sobre todo en la visita a este pabellón y en las zonas aledañas. Cuando finalizamos su visita, pusimos rumbo a la zona de los pabellones Sangatsudo y Nigatsu-do, a unos 10 minutos de distancia, donde desde este último se tiene una panorámica de los edificios cercanos y del parque, con la visión del pabellón Daibutsu-den y de parte de la ciudad de Nara al fondo. Tiene unos bancos por si se quiere tomar asiento, algo recomendable para descansar un poco mientras se disfruta de unas vistas.
Desde esta zona, nos desplazamos hacia el sur bordeando la colina Wakakusa durante unos 15-20 minutos, en dirección al santuario Kasuga-taisha, donde pueden visitarse gratuitamente los terrenos exteriores. Aquí se hallan varios caminos aledaños repletos de faroles de piedra situados a ambos lados y que desprenden un toque peculiar, al que se añaden los ciervos que siguen campando a sus anchas y que aportan un cierto encanto a este lugar.
De camino de vuelta hacia la zona central de Nara, tuvimos el placer de coincidir con un festival de danza y exhibiciones que se estaba llevando a cabo en el parque y que nos robó un poco de nuestro tiempo. Aun a pesar de que íbamos parándonos y avanzando entre los diferentes grupos que iban apareciendo a lo largo de un paseo, estuvo muy entretenido y acabó haciéndose bastante ameno.
Al llegar de nuevo al lado del templo Kōfuku-ji y de una especie de lago o estanque, giramos por las calles para pasear por el destrito de Naramachi, un barrio de mercaderes con casas antiguas. Como tampoco queríamos perder muchos trenes para regresar a Kioto, siendo como eran ya prácticamente las 3 de la tarde, decidimos coger algo para comer de comida callejera en uno de los locales que hay en la calle comercial Mochiidonochō, de camino de regreso a la estación de Kintetsu-Nara.
Desde este punto procedimos a coger el tren de nuevo, con destino a la estación central de Kioto (B01), con una duración de viaje de unos 45-50 minutos en tren express. Nuestra intención era visitar el templo Tō-ji (parada Tō-ji, B02), pero como cierra a las 17 h y el último acceso es hasta las 16:30 h, ya no llegábamos con tiempo suficiente para la visita. En este templo se localiza la que es la pagoda más alta del país, como he comentado anteriormente.
Una vez llegamos a la estación de Kioto, disponíamos de tiempo para visitar la pequeña zona ajardinada que hay en la azotea del enorme edificio que es la estación, localizada en la planta 11. Tras subir por las escaleras mecánicas que parecían interminables, llegamos al pequeño jardín, lleno de gente y desde el cual se tienen unas vistas de la propia estación y de la parte sur de la ciudad.
De camino de vuelta hacia la zona central de Nara, tuvimos el placer de coincidir con un festival de danza y exhibiciones que se estaba llevando a cabo en el parque y que nos robó un poco de nuestro tiempo. Aun a pesar de que íbamos parándonos y avanzando entre los diferentes grupos que iban apareciendo a lo largo de un paseo, estuvo muy entretenido y acabó haciéndose bastante ameno.
Al llegar de nuevo al lado del templo Kōfuku-ji y de una especie de lago o estanque, giramos por las calles para pasear por el destrito de Naramachi, un barrio de mercaderes con casas antiguas. Como tampoco queríamos perder muchos trenes para regresar a Kioto, siendo como eran ya prácticamente las 3 de la tarde, decidimos coger algo para comer de comida callejera en uno de los locales que hay en la calle comercial Mochiidonochō, de camino de regreso a la estación de Kintetsu-Nara.
Desde este punto procedimos a coger el tren de nuevo, con destino a la estación central de Kioto (B01), con una duración de viaje de unos 45-50 minutos en tren express. Nuestra intención era visitar el templo Tō-ji (parada Tō-ji, B02), pero como cierra a las 17 h y el último acceso es hasta las 16:30 h, ya no llegábamos con tiempo suficiente para la visita. En este templo se localiza la que es la pagoda más alta del país, como he comentado anteriormente.
Una vez llegamos a la estación de Kioto, disponíamos de tiempo para visitar la pequeña zona ajardinada que hay en la azotea del enorme edificio que es la estación, localizada en la planta 11. Tras subir por las escaleras mecánicas que parecían interminables, llegamos al pequeño jardín, lleno de gente y desde el cual se tienen unas vistas de la propia estación y de la parte sur de la ciudad.
Como aún eran las 5 de la tarde y disponíamos de tiempo de sobra, procedimos a volver andando hasta la zona de Gion, donde se localiza el apartamento. Para ello, seguimos la avenida principal que parte de la estación hacia el norte, por la que pasaremos por delante del templo budista Higashi Hongan-ji, el cual tiene un gemelo llamado Nishi Hongan-ji un poco más al oeste. Lamentablemente, ambos cierran también a las 17:30 horas, que era justo cuando estábamos pasando a su lado.
Una vez se llega al cruce con Shijo-dori, se debe girar a la derecha para seguir por esta calle, la arteria comercial de la ciudad. Todo recto se acaba pasando por el puente sobre el río Kamo, llegando finalmente al barrio de Gion. El día llegaba a su fin, por lo que tras realizar las pertinentes compras en los konbini para la cena y/o el desayuno, procedimos a llegar al apartamento y descansar. Había sido un largo día, y mañana tocaba despertarse pronto de nuevo para visitar la zona centro, norte y oeste de Kioto.
Una vez se llega al cruce con Shijo-dori, se debe girar a la derecha para seguir por esta calle, la arteria comercial de la ciudad. Todo recto se acaba pasando por el puente sobre el río Kamo, llegando finalmente al barrio de Gion. El día llegaba a su fin, por lo que tras realizar las pertinentes compras en los konbini para la cena y/o el desayuno, procedimos a llegar al apartamento y descansar. Había sido un largo día, y mañana tocaba despertarse pronto de nuevo para visitar la zona centro, norte y oeste de Kioto.