Día 5. Domingo 25 de agosto
El día se iniciaba temprano, como vendría siendo habitual en Japón. Hoy tocaba visitar la zona central, septentrional y occidental de la ciudad de Kioto, con multitud de monumentos para ver, por lo que a las 7 ya estábamos de nuevo en pie. El primer lugar de la ruta se trataba del Castillo Nijō, residencia de los shogunes en la ciudad. Para llegar hasta él, procedimos a coger el metro en la parada de Sanjo Keihan (T11), bajando en la de Nijojo-mae (T14), ubicada justo al lado de la entrada.
Estos dos días que íbamos a pasar en Kioto decidimos comprar el pase de dos días de metro y autobús, que permite usar las veces que se desee las dos líneas de metro y las distintas redes de autobús que recorren la ciudad de cabo a rabo (en Kioto el transporte estrella es el autobús, pues las dos líneas de metro recorren una parte pequeña de la ciudad). Para ello, en las propias estaciones de metro por ejemplo se debe acudir a la oficina de venta (¡y no a las máquinas autoventa!), pues es el operario que trabaja allí el que procede con la venta de dichos pases. Nosotros fuimos a las máquinas y menos mal que hubo un señor japonés muy amable que nos indicó que debíamos acudir a la oficina: esta fue la primera gran muestra de amabilidad que nos encontramos en el país.
El recinto del castillo presenta una forma rectangular, con un foso exterior y uno interior, dentro del cual se hallan los restos de los antiguos castillo y palacio, destruidos por un rayo y por un incendio acaecido en la ciudad, respectivamente. En la esquina suroeste se puede subir a los restos de una torre de cinco pisos, desde la cual se observa una panorámica de los terrenos del castillo. Además, por todo el recinto hay paseos de gravilla y jardines, permitiendo el paseo por los mismos.
Estos dos días que íbamos a pasar en Kioto decidimos comprar el pase de dos días de metro y autobús, que permite usar las veces que se desee las dos líneas de metro y las distintas redes de autobús que recorren la ciudad de cabo a rabo (en Kioto el transporte estrella es el autobús, pues las dos líneas de metro recorren una parte pequeña de la ciudad). Para ello, en las propias estaciones de metro por ejemplo se debe acudir a la oficina de venta (¡y no a las máquinas autoventa!), pues es el operario que trabaja allí el que procede con la venta de dichos pases. Nosotros fuimos a las máquinas y menos mal que hubo un señor japonés muy amable que nos indicó que debíamos acudir a la oficina: esta fue la primera gran muestra de amabilidad que nos encontramos en el país.
El recinto del castillo presenta una forma rectangular, con un foso exterior y uno interior, dentro del cual se hallan los restos de los antiguos castillo y palacio, destruidos por un rayo y por un incendio acaecido en la ciudad, respectivamente. En la esquina suroeste se puede subir a los restos de una torre de cinco pisos, desde la cual se observa una panorámica de los terrenos del castillo. Además, por todo el recinto hay paseos de gravilla y jardines, permitiendo el paseo por los mismos.
La principal atracción resulta ser el Palacio Ninomaru, opulenta residencia de los shogunes compuesta por varias salas y habitaciones y donde se puede andar sobre el "piso de ruiseñor" en algunos de los corredores, característica del palacio que permitía escuchar las pisadas de los potenciales asesinos que se introdujeran en el interior.
Como el recinto del castillo abre una media hora antes que el palacio, es recomendable primero visitar los jardines y los terrenos del castillo, y por último proceder a la visita del propio palacio. Una vez realizada la visita, procedimos a coger el metro para poder desplazarnos hasta la estación de Imadegawa (K06), tras realizar un transbordo en la estación de Karasuma Oike. Desde dicha estación podremos llegar en poco más de 10 minutos a la entrada del Palacio Imperial, residencia de los emperadores en Kioto durante centenares de años.
La visita al palacio es posible, aunque no se puede acceder al interior de ningún edificio y debe realizarse en formato de visita guiada, existiendo tours en inglés y japonés. Nosotros optamos por acudir al de las 10 de la mañana en inglés, llegando un poco justos desde el castillo Nijō. La visita suele durar aproximadamente una hora, y recorre parte del recinto interno del palacio y algunos jardines.
Como el recinto del castillo abre una media hora antes que el palacio, es recomendable primero visitar los jardines y los terrenos del castillo, y por último proceder a la visita del propio palacio. Una vez realizada la visita, procedimos a coger el metro para poder desplazarnos hasta la estación de Imadegawa (K06), tras realizar un transbordo en la estación de Karasuma Oike. Desde dicha estación podremos llegar en poco más de 10 minutos a la entrada del Palacio Imperial, residencia de los emperadores en Kioto durante centenares de años.
La visita al palacio es posible, aunque no se puede acceder al interior de ningún edificio y debe realizarse en formato de visita guiada, existiendo tours en inglés y japonés. Nosotros optamos por acudir al de las 10 de la mañana en inglés, llegando un poco justos desde el castillo Nijō. La visita suele durar aproximadamente una hora, y recorre parte del recinto interno del palacio y algunos jardines.
Nosotros también habíamos reservado a las 11 una visita al recinto del Palacio Imperial Sentō, construido para albergar a los emperadores retirados. Como el tour por el Palacio Imperial parecía alargarse un poco más de la hora prevista, tuvimos que salir antes de que llegara a su fin, y tras una pequeña corrida de 7-8 minutos, pudimos llegar a tiempo de iniciar la visita. En esta ocasión, este segundo palacio sólo ofrece tours en japonés, aunque dan audioguías dónde el español es una de las lenguas disponibles. La visita recorre prácticamente la totalidad de los jardines del recinto del castillo, y de nuevo no se permite la entrada al interior de ninguno de los edificios del recinto. La duración aproximada es también de una hora.
Ambas visitas son gratuitas y muy recomendables, ya que permiten conocer parte de la historia política de los emperadores, y por tanto, del país nipón. Tras acabar la del Palacio Sentō, nos dirigimos hacia el norte atravesando el Parque del Palacio Imperial a través de los grandes paseos de gravilla. Una vez en el exterior, nos dirigimos a la izquierda por la calle hasta llegar prácticamente a la esquina donde se situaba la estación de metro de Imadegawa.
Nuestra próximo destino era el santuario sintoísta Kitano Tenman-gū, donde se celebra un famoso mercadillo el último domingo de cada mes. En principio el día de hoy estaba planificado para mañana lunes, y viceversa; no obstante, la celebración de este mercadillo nos planteó rehacer la ruta para que fuera posible asistir. Para llegar, deberemos coger el autobús 102 o el 203 (parada Karasuma Imadegawa), que nos llevarán a nuestro destino (Kitano Tenmangu-mae) en 4 o 7 paradas, respectivamente (el 102 es una especie de expreso, mientras que el 203 tiene un carácter más local).
El autobús nos dejará en la entrada al recinto del santuario, donde se localiza un gran torii que nos dará la bienvenida y a partir del cual da inicio el mercadillo, con los puestos montados a lo largo de los caminos que se dirigen a los edificios principales del santuario. En uno de los puestos pudimos degustar los famosos helados kakigori, una especie de granizado o hielo picado sobre el que se añaden siropes de diferentes sabores y colores.
Nuestra próximo destino era el santuario sintoísta Kitano Tenman-gū, donde se celebra un famoso mercadillo el último domingo de cada mes. En principio el día de hoy estaba planificado para mañana lunes, y viceversa; no obstante, la celebración de este mercadillo nos planteó rehacer la ruta para que fuera posible asistir. Para llegar, deberemos coger el autobús 102 o el 203 (parada Karasuma Imadegawa), que nos llevarán a nuestro destino (Kitano Tenmangu-mae) en 4 o 7 paradas, respectivamente (el 102 es una especie de expreso, mientras que el 203 tiene un carácter más local).
El autobús nos dejará en la entrada al recinto del santuario, donde se localiza un gran torii que nos dará la bienvenida y a partir del cual da inicio el mercadillo, con los puestos montados a lo largo de los caminos que se dirigen a los edificios principales del santuario. En uno de los puestos pudimos degustar los famosos helados kakigori, una especie de granizado o hielo picado sobre el que se añaden siropes de diferentes sabores y colores.
Una vez realizada la visita, cogimos de nuevo el autobús para desplazarnos hasta el Kinkaku-ji, o Pabellón Dorado, uno de los más famosos templos budistas de la ciudad. Para ello, cogimos el autobús 101 o 102 en Kitano Tenmangu-mae y bajamos en la tercera parada, Kinkakuji-michi, situándose la entrada al recinto del templo a unos tres minutos. Como su nombre indica, el edificio principal es un templo recubierto completamente de oro que se sitúa a la orilla de un lago con las colinas al fondo. En su origen fue construido como villa de descanso de un shōgun, aunque tras la muerte de éste, su hijo lo transformó a un templo Zen. Como muchos otros templos del país, se ha quemado en varias ocasiones, siendo el actual edificio una reconstrucción.
Al tratarse de un domingo y aunque eran la 1 y media pasadas del mediodía, había mucha gente en todo el recinto y en especial alrededor del lago, lugar desde el que se tiene una espléndida vista del pabellón. Tras un pequeño paseo por los terrenos del templo (que se debe realizar sí o sí, ya que al tratarse de uno de los lugares más visitados de la ciudad, hay una ruta obligada para no formar demasiada aglomeración), debíamos continuar con la ruta. El próximo destino era el Templo Ryōan-ji, otro templo budista famoso por su jardín Zen seco, dónde acuden personas de toda índole para reflexionar.
Para llegar hasta él, se debe coger el autobús número 59 a la salida del Pabellón Dorado (Kinkakuji-mae) y bajar en la tercera parada (Ryoanji-mae). Un pequeño paseo ascendiendo nos llevará hasta el pabellón principal del templo, donde se localiza el famoso jardín seco. Tras realizar la visita al pabellón y a los jardines del recinto (cuya ruta nos llevará alrededor de un gran lago), volveremos al autobús 59 para dirigirnos al siguiente templo, el Templo Ninna-ji.
La superficie donde se localizan los terrenos de este templo es bastante grande, disponiendo a cada lado de un paseo principal varios pabellones y una pagoda de cinco pisos, además de varios jardines. Una enorme puerta nos dará la bienvenida al templo, en el cual podremos dar un paseo para poder visualizar todos estos elementos.
Para llegar hasta él, se debe coger el autobús número 59 a la salida del Pabellón Dorado (Kinkakuji-mae) y bajar en la tercera parada (Ryoanji-mae). Un pequeño paseo ascendiendo nos llevará hasta el pabellón principal del templo, donde se localiza el famoso jardín seco. Tras realizar la visita al pabellón y a los jardines del recinto (cuya ruta nos llevará alrededor de un gran lago), volveremos al autobús 59 para dirigirnos al siguiente templo, el Templo Ninna-ji.
La superficie donde se localizan los terrenos de este templo es bastante grande, disponiendo a cada lado de un paseo principal varios pabellones y una pagoda de cinco pisos, además de varios jardines. Una enorme puerta nos dará la bienvenida al templo, en el cual podremos dar un paseo para poder visualizar todos estos elementos.
Una vez visitado este templo (empezó a llover un poco cuando estábamos acabando de hacerlo), nos acercamos a la estación de Omuro-Ninnaji (B5) situada a unos 150metros de la puerta de entrada al templo y que pertenece a una de las dos líneas de Randen, el único tranvía que da servicio en la ciudad. Realizando transbordo en la estación de Katabiranotsuji, nos dirigimos a Arashiyama (A13), donde encontraríamos el último destino del día: el distrito de Arashiyama, al oeste de Kioto. Cabe destacar que este recorrido en el tranvía era el único del día que no estaba cubierto por el pase de metro y autobús.
Al llegar a la estación, eran prácticamente las 4 y media de la tarde y aún no habíamos comido, por lo procedimos a coger comida para llevar en la propia estación (varios locales de comida y un pequeño konbini). Allí mismo había bancos para poder descansar, por lo que nos vino de perlas mientras devorábamos lo que habíamos pedido minutos antes. Estando comiendo, cayó una tromba de agua durante 5-10 minutos, menos mal que estábamos a cubierto.
Una vez comidos, nos dirigimos al templo Tenryuji, cuya principal atracción es el jardín; no obstante, se acercaba la hora de cierre, por lo que decidimos finalmente no visitarlo. Nos encaminamos entonces a la atracción más famosa de la zona, el bosque de bambú de Arashiyama, localizado a unos 5-10 minutos al norte.
Al llegar a la estación, eran prácticamente las 4 y media de la tarde y aún no habíamos comido, por lo procedimos a coger comida para llevar en la propia estación (varios locales de comida y un pequeño konbini). Allí mismo había bancos para poder descansar, por lo que nos vino de perlas mientras devorábamos lo que habíamos pedido minutos antes. Estando comiendo, cayó una tromba de agua durante 5-10 minutos, menos mal que estábamos a cubierto.
Una vez comidos, nos dirigimos al templo Tenryuji, cuya principal atracción es el jardín; no obstante, se acercaba la hora de cierre, por lo que decidimos finalmente no visitarlo. Nos encaminamos entonces a la atracción más famosa de la zona, el bosque de bambú de Arashiyama, localizado a unos 5-10 minutos al norte.
Como se puede observar, la afluencia de personal es bastante elevada, y raramente durante el día hay momentos en los que el camino esté despejado para poder echar una foto sin nadie en el objetivo. El paseo por el bosque es corto, en 10-15 minutos ya se ha recorrido todo el camino. Una vez llegado al final, hay varias opciones: rehacer el camino a través del bosque de bambú, o seguir por uno de los dos caminos que hay, derecha o izquierda.
Nosotros escogimos el de la izquierda, que lleva al parque de Arashiyama, situado en una colina que bordea el lecho del río Katsura. En este parque, existe un mirador desde el cual se puede observar el desfiladero por el cual transcurre el río aguas arriba, el cual suele convertirse en una bella y colorida estampa al llegar la época del cambio de hojas en otoño. Aunque aún era finales de verano cuando nuestra visita, las vistas eran impresionantes, incluso se veía un poco de bruma y se intuía la posición del sol al atardecer.
Nosotros escogimos el de la izquierda, que lleva al parque de Arashiyama, situado en una colina que bordea el lecho del río Katsura. En este parque, existe un mirador desde el cual se puede observar el desfiladero por el cual transcurre el río aguas arriba, el cual suele convertirse en una bella y colorida estampa al llegar la época del cambio de hojas en otoño. Aunque aún era finales de verano cuando nuestra visita, las vistas eran impresionantes, incluso se veía un poco de bruma y se intuía la posición del sol al atardecer.
Desde el mirador, situado en la colina, se debe ir atravesando el parque mientras se va bajando hasta llegar a la ribera del río, donde un breve paseo nos llevará hasta el puente Togetsu-kyō, que conecta con la zona sur de Arashiyama, al otro lado del río. Al inicio del puente se localiza la parada de bus de Arashiyama, donde procedimos a coger uno de los autobuses de las líneas 72, 73, 76 y 77, aunque debido a que era domingo, la frecuencia se veía reducida aún siendo alrededor de las 7 de la tarde, por lo que tuvimos que esperar un poco (además, se puso a lloviznar; menos mal que había tiendas al lado con techo donde resguardarse).
Desde allí, cogimos el primer autobús de esas líneas que vino, pues nuestro destino era la estación de Uzumasa Tenjingawa (T17), donde cogeríamos el metro para poder desplazarnos más rápidamente hasta la zona de Gion (la zona de Arashiyama se sitúa a unos 9 km de la de Gion, por lo que realizar todo el camino en autobús hubiera llevado prácticamente una hora).
Tras bajar en la estación de Sanjo Keihan (T11), procedimos a dar un paseo por las calles del barrio de Gion, donde optamos por cenar en un local llamado Issen Yoshoku, especializado en okonomiyaki, la "pizza japonesa". El local estaba alegremente decorado y tematizado, y la comida estaba bastante rica de la manera en la que cocinan este plato en esta zona, aunque depende también de los gustos personales. Como de costumbre, el agua era servida gratuitamente.
Tras la cena, volvimos al hotel por el paseo que se sitúa al lado del canal que recorre la zona norte del barrio, llegando al pequeño puente Gion Tatsumi. Una vez llegados al hotel, tocaba descansar y recuperar fuerzas para un nuevo día, en el que recorreríamos la zona este de Kioto.
Desde allí, cogimos el primer autobús de esas líneas que vino, pues nuestro destino era la estación de Uzumasa Tenjingawa (T17), donde cogeríamos el metro para poder desplazarnos más rápidamente hasta la zona de Gion (la zona de Arashiyama se sitúa a unos 9 km de la de Gion, por lo que realizar todo el camino en autobús hubiera llevado prácticamente una hora).
Tras bajar en la estación de Sanjo Keihan (T11), procedimos a dar un paseo por las calles del barrio de Gion, donde optamos por cenar en un local llamado Issen Yoshoku, especializado en okonomiyaki, la "pizza japonesa". El local estaba alegremente decorado y tematizado, y la comida estaba bastante rica de la manera en la que cocinan este plato en esta zona, aunque depende también de los gustos personales. Como de costumbre, el agua era servida gratuitamente.
Tras la cena, volvimos al hotel por el paseo que se sitúa al lado del canal que recorre la zona norte del barrio, llegando al pequeño puente Gion Tatsumi. Una vez llegados al hotel, tocaba descansar y recuperar fuerzas para un nuevo día, en el que recorreríamos la zona este de Kioto.