Día 12. Domingo 01 de septiembre
Hoy es el 12º día del viaje y se produce el cambio de mes: empieza septiembre. En la jornada de hoy procederemos a visitar la localidad costera de Kamakura, situada a unos 40 km de Tokio y que alberga multitud de templos y santuarios. Regresando hacia la capital nos acercaremos a Yokohama y su frente marítimo, así como llegaremos a Tokio a tiempo de ver el anochecer en la isla de Odaiba.
De nuevo, nos tocaba madrugar en esta jornada, pues debíamos coger el tren para desplazarnos hasta Kamakura. Para ello, optamos por desplazarnos desde la estación del hotel, Hamamatsuchō, a la estación de Shimbashi, situada a una parada con las líneas Keihin-Tōhoku y Yamanote. Allí realizamos un cambio de tren a la línea Yokosuka (JO18), situada en el subterráneo. Desde allí, nos esperaba un viaje de 50 minutos hasta la estación de Kita-Kamakura (JO08), donde se sitúa la zona de los 5 templos Zen, y a la cual arribamos a las 08:05.
El primer templo, situado a mano izquierda nada más avanzar unos cuantos pasos desde la estación, es el Engaku-ji, considerado el 2º gran templo Zen y el cual alberga varios pabellones, una campana gigante o una reliquia de Buda, y del que recomendamos su visita. Además, la naturaleza envuelve los terrenos del templo, por lo que las montañas y los árboles son parte indispensable del propio paisaje.
Una vez realizada la visita, nos dirigiremos siguiendo la carretera principal paralela a las vías del tren hacia nuestra siguiente parada, el templo Kencho-ji, el cual se trata del 1º templo Zen de la zona. A lo largo de nuestro camino, a ambos lados de la carretera se localizan el resto de tres templos Zen, que preferimos no visitar debido a que aún quedaban otros tantos y realmente con visitar los dos más importantes creemos que es suficiente.
Los terrenos del templo son bastante grandes, estando repletos de numerosos pabellones. En la taquilla nos informaron de una posible ruta, que seguía la ladera hasta un santuario en la montaña y desde el cual se tiene una vista del templo entre las montañas. Nosotros optamos por quedarnos por los terrenos principales, donde además pudimos observar a varias personas de avanzada edad dibujando y pintando en pequeños lienzos o en cuadernos, tanto los pabellones como el paisaje que formaban con las laderas.
La gran puerta Sanmon nos dará la bienvenida al templo, tras la cual encontraremos el Butsuden o Salón de Buda, un pabellón de madera con una imagen de Buda en su interior. El salón siguiente, el Hodo, lo ocupa el que está considerado como el edificio de madera más grande de la localidad de Kamakura (y el Hodo más grande de Kantō) y en el que se puede observar una estatua de Chitose Kannoza y una figura de un dragón en el techo, cuya pintura dejará maravillado a más de uno. Tras ellos encontraremos el Ryuoden, un Hojo donde podremos disfrutar del bonito jardín trasero que tiene a las colinas cercanas como paisaje de fondo.
De nuevo, nos tocaba madrugar en esta jornada, pues debíamos coger el tren para desplazarnos hasta Kamakura. Para ello, optamos por desplazarnos desde la estación del hotel, Hamamatsuchō, a la estación de Shimbashi, situada a una parada con las líneas Keihin-Tōhoku y Yamanote. Allí realizamos un cambio de tren a la línea Yokosuka (JO18), situada en el subterráneo. Desde allí, nos esperaba un viaje de 50 minutos hasta la estación de Kita-Kamakura (JO08), donde se sitúa la zona de los 5 templos Zen, y a la cual arribamos a las 08:05.
El primer templo, situado a mano izquierda nada más avanzar unos cuantos pasos desde la estación, es el Engaku-ji, considerado el 2º gran templo Zen y el cual alberga varios pabellones, una campana gigante o una reliquia de Buda, y del que recomendamos su visita. Además, la naturaleza envuelve los terrenos del templo, por lo que las montañas y los árboles son parte indispensable del propio paisaje.
Una vez realizada la visita, nos dirigiremos siguiendo la carretera principal paralela a las vías del tren hacia nuestra siguiente parada, el templo Kencho-ji, el cual se trata del 1º templo Zen de la zona. A lo largo de nuestro camino, a ambos lados de la carretera se localizan el resto de tres templos Zen, que preferimos no visitar debido a que aún quedaban otros tantos y realmente con visitar los dos más importantes creemos que es suficiente.
Los terrenos del templo son bastante grandes, estando repletos de numerosos pabellones. En la taquilla nos informaron de una posible ruta, que seguía la ladera hasta un santuario en la montaña y desde el cual se tiene una vista del templo entre las montañas. Nosotros optamos por quedarnos por los terrenos principales, donde además pudimos observar a varias personas de avanzada edad dibujando y pintando en pequeños lienzos o en cuadernos, tanto los pabellones como el paisaje que formaban con las laderas.
La gran puerta Sanmon nos dará la bienvenida al templo, tras la cual encontraremos el Butsuden o Salón de Buda, un pabellón de madera con una imagen de Buda en su interior. El salón siguiente, el Hodo, lo ocupa el que está considerado como el edificio de madera más grande de la localidad de Kamakura (y el Hodo más grande de Kantō) y en el que se puede observar una estatua de Chitose Kannoza y una figura de un dragón en el techo, cuya pintura dejará maravillado a más de uno. Tras ellos encontraremos el Ryuoden, un Hojo donde podremos disfrutar del bonito jardín trasero que tiene a las colinas cercanas como paisaje de fondo.
Tras esto, tocaba abandonar el templo y seguir de nuevo la carretera pendiente abajo hacia el centro de Kamakura. Atravesando un pequeño túnel, llegaremos a una gran curva hacia la derecha, donde curiosamente pudimos encontrar un restaurante de comida española llamado Valencia, decorado con motivos patrios. Decidimos entrar a preguntar y estuvimos un momento charlando con el dueño, que nos comentó que había visitado nuestro país hacía tiempo y decidió ponerle dicho nombre porque la playa valenciana le recordó a la de Kamakura, aunque como resulta lógico, la comida española que allí preparan se halla un poco desvirtuada al unirse con la comida japonesa.
Siguiendo con la ruta, a mano izquierda encontraremos unas escaleras ascendentes, que nos llevarán hasta el santuario Tsurugaoka Hachiman-gū, el más importante de la ciudad, y por cuyos terrenos podremos dar un paseo observando el edificio principal y recorriendo la alameda que se dirige hacia el centro de la localidad, atravesando el pequeño estanque Genpei y cuyo puente en arco Taiko-bashi resulta bastante peculiar con el santuario al fondo. En este santuario ya empezamos a descubrir la gran afluencia de personal que sufre la localidad, sensación que se veía incrementada al ser domingo.
A partir de este punto, nos encontramos con el famoso paseo de cerezos en el centro de una de las principales avenidas, cuya imagen en primavera es bastante bonita. Desde aquí, iniciaremos un paseo de unos 15 minutos, el cual nos llevará hasta la estación central de trenes, donde cruzaremos al otro lado mediante un pasadizo subterráneo para llegar a los andenes de la línea Enoden (EN15), una especie de tranvía que recorre la costa entre las localidades de Kamakura y Fujisawa.
Nuestro siguiente destino era el barrio de Hase, dónde se hallan los templos de Kotoku-in y Hase-dera. Para llegar hasta él, debemos coger dicho tranvía y apearnos en la tercera parada, Hase (EN12). Una calle que asciende nos dejará en unos 10 minutos en la entrada del templo Kotoku-in, cuya principal atracción es la estatua gigante de bronce de Buda sentado situada en el patio principal al aire libre y que ostenta el récord de ser la segunda más grande de Japón, tras la que se localiza en Nara (y que visitamos el cuarto día de viaje).
Siguiendo con la ruta, a mano izquierda encontraremos unas escaleras ascendentes, que nos llevarán hasta el santuario Tsurugaoka Hachiman-gū, el más importante de la ciudad, y por cuyos terrenos podremos dar un paseo observando el edificio principal y recorriendo la alameda que se dirige hacia el centro de la localidad, atravesando el pequeño estanque Genpei y cuyo puente en arco Taiko-bashi resulta bastante peculiar con el santuario al fondo. En este santuario ya empezamos a descubrir la gran afluencia de personal que sufre la localidad, sensación que se veía incrementada al ser domingo.
A partir de este punto, nos encontramos con el famoso paseo de cerezos en el centro de una de las principales avenidas, cuya imagen en primavera es bastante bonita. Desde aquí, iniciaremos un paseo de unos 15 minutos, el cual nos llevará hasta la estación central de trenes, donde cruzaremos al otro lado mediante un pasadizo subterráneo para llegar a los andenes de la línea Enoden (EN15), una especie de tranvía que recorre la costa entre las localidades de Kamakura y Fujisawa.
Nuestro siguiente destino era el barrio de Hase, dónde se hallan los templos de Kotoku-in y Hase-dera. Para llegar hasta él, debemos coger dicho tranvía y apearnos en la tercera parada, Hase (EN12). Una calle que asciende nos dejará en unos 10 minutos en la entrada del templo Kotoku-in, cuya principal atracción es la estatua gigante de bronce de Buda sentado situada en el patio principal al aire libre y que ostenta el récord de ser la segunda más grande de Japón, tras la que se localiza en Nara (y que visitamos el cuarto día de viaje).
Al localizarse al aire libre y tener los árboles y las colinas de fondo, impresiona aún más que la de Nara al acercarse y comparar nuestro tamaño con el suyo. Además, es posible el acceso a su interior previo pago de una pequeña cantidad simbólica, y que permite observar cuál fue el proceso de construcción de la estatua, cuyo dato más curioso es que está preparada para resistir terremotos, que por desgracia han sido comunes en el país a lo largo de su historia.
El templo no tiene mucho más que visitar a parte de la estatua, por lo que nos dirigiremos ahora hacia Hase-dera, un templo budista del s. VIII situado en una colina con unos bonitos jardines y desde cuyo mirador se puede observar la zona costera de Kamakura, cuya espléndida vista era acentuada por el clima soleado del que pudimos disfrutar durante toda la jornada. Alberga también una estatua de madera de la deidad Kannon.
El templo no tiene mucho más que visitar a parte de la estatua, por lo que nos dirigiremos ahora hacia Hase-dera, un templo budista del s. VIII situado en una colina con unos bonitos jardines y desde cuyo mirador se puede observar la zona costera de Kamakura, cuya espléndida vista era acentuada por el clima soleado del que pudimos disfrutar durante toda la jornada. Alberga también una estatua de madera de la deidad Kannon.
Una vez visitados ambos templos, tocaba regresar hacia la estación central de Kamakura, pues ya habíamos visitado todo lo que teníamos apuntado y consideramos que era imprescindible. Para ello, bajamos hasta la estación de Hase, donde subimos al tranvía para recorrer de nuevo el kilómetro y medio que nos separaba de la estación central.
Eran las 2 del mediodía ahora, por lo que llevábamos unas seis horas en Kamakura. Nuestra idea ahora era pasar por Yokohama de camino hacia Tokio, por lo que cogimos el tren de las 14:08 en Kamakura (JS07), que nos dejaría a las 14:14 en Ōfuna (JS09). Como queríamos bajar en la estación de Ishikawachō (JK09), la más cercana al barrio de Chinatown, optamos por subirnos al tren de las 14:22 de la línea Negishi (JK01), que en unos 23 minutos nos acercaría hasta la segunda ciudad más poblada del país nipón.
Eran las 2 del mediodía ahora, por lo que llevábamos unas seis horas en Kamakura. Nuestra idea ahora era pasar por Yokohama de camino hacia Tokio, por lo que cogimos el tren de las 14:08 en Kamakura (JS07), que nos dejaría a las 14:14 en Ōfuna (JS09). Como queríamos bajar en la estación de Ishikawachō (JK09), la más cercana al barrio de Chinatown, optamos por subirnos al tren de las 14:22 de la línea Negishi (JK01), que en unos 23 minutos nos acercaría hasta la segunda ciudad más poblada del país nipón.
La puerta Zenrinmon daba la bienvenida a una de las principales calles del barrio, considerado el Chinatown más importante de todo Japón, la cual estaba repleta tanto de restaurantes como de tiendas y locales. En uno de estos restaurantes es donde entramos para degustar unos ricos platos orientales, aprovechando también para sentarnos un rato y descansar de la mañana de ruta que habíamos llevado.
Con el estómago lleno, proseguimos con la ruta, cuya próxima parada era el Parque Yamashita, localizado en la fachada marítima de Yokohama y desde el que se tiene una fantástica vista de la famosa Torre Marina de Yokohama, del Muelle Osanbashi y del distrito de Minato Mirai ("puerto del futuro"), cercano a la zona donde se sitúa la Torre Landmark, uno de los rascacielos más altos de todo el país.
Con el estómago lleno, proseguimos con la ruta, cuya próxima parada era el Parque Yamashita, localizado en la fachada marítima de Yokohama y desde el que se tiene una fantástica vista de la famosa Torre Marina de Yokohama, del Muelle Osanbashi y del distrito de Minato Mirai ("puerto del futuro"), cercano a la zona donde se sitúa la Torre Landmark, uno de los rascacielos más altos de todo el país.
Realizar un paseo desde la zona cercana a la Torre Marina hasta la de la Torre Landmark nos llevó unos 40-50 minutos, a ritmo normal y parándonos a realizar algunas fotos y observar el paisaje urbano que se alzaba frente a nosotros. Una vez recorrido el paseo Kishamichi, frente al cual podremos observar el distrito financiero de Yokohama, podremos llegar a la estación de Sakuragichō (B18), dónde podremos coger tanto el tren del JR como el metro para llegar hasta la estación central de Yokohama, Yokohama (B20), una de las más transitadas de todo el país y del mundo.
En nuestro caso, y principalmente por ser servidor un gran amante de los trenes y metros, optamos por coger el metro aunque fueran solamente dos paradas (y así poder engrosar la lista de ferrocarriles metropolitanos utilizados). Una vez en la estación central de Yokohama, cogimos el tren de la línea Keihin-Tōhoku (JK12) hasta la estación de Ōimachi (JK19), dónde teníamos que hacer un transbordo a la línea Rinkai (R07) para llegar a Tokyo Teleport (R04), situada en la isla artificial de Odaiba.
Un pequeño paseo de pocos minutos nos permitirá alcanzar, ya durante pleno anochecer (siendo las 18 h de la tarde), la zona del centro comercial Aqua City Odaiba, repleto de tiendas, cines y restaurantes, y desde cuya zona elevada o terraza tendremos una preciosa vista del Puente del Arco Iris y de los rascacielos del distrito de Minato que se asoman a la bahía, entre los cuales asoma la Torre de Tokio. Hay también además una réplica de la famosa Estatua de la Libertad, cuya foto en primer plano con el puente detrás es también bonita. Se recomienda venir a esta zona durante el atardecer y anochecer, pues está orientada hacia el noroeste, con lo que la puesta de sol y el encendido de las luces resulta muy bello.
En nuestro caso, y principalmente por ser servidor un gran amante de los trenes y metros, optamos por coger el metro aunque fueran solamente dos paradas (y así poder engrosar la lista de ferrocarriles metropolitanos utilizados). Una vez en la estación central de Yokohama, cogimos el tren de la línea Keihin-Tōhoku (JK12) hasta la estación de Ōimachi (JK19), dónde teníamos que hacer un transbordo a la línea Rinkai (R07) para llegar a Tokyo Teleport (R04), situada en la isla artificial de Odaiba.
Un pequeño paseo de pocos minutos nos permitirá alcanzar, ya durante pleno anochecer (siendo las 18 h de la tarde), la zona del centro comercial Aqua City Odaiba, repleto de tiendas, cines y restaurantes, y desde cuya zona elevada o terraza tendremos una preciosa vista del Puente del Arco Iris y de los rascacielos del distrito de Minato que se asoman a la bahía, entre los cuales asoma la Torre de Tokio. Hay también además una réplica de la famosa Estatua de la Libertad, cuya foto en primer plano con el puente detrás es también bonita. Se recomienda venir a esta zona durante el atardecer y anochecer, pues está orientada hacia el noroeste, con lo que la puesta de sol y el encendido de las luces resulta muy bello.
Para regresar hacia el centro de Tokio, se suele optar por coger uno de los trenes sin conductor de la línea Yurikamome, en cuyo recorrido se atraviesa el puente del Arco Iris realizando un giro de 270º y cuyas vías se encuentran elevadas respecto del nivel de la calle. Se recomienda también intentar ponerse en los primeros asientos de delante de los trenes, pues al funcionar de manera automática y no haber maquinista, puede observarse toda la panorámica a través del ventanal delantero.
El recorrido dura unos 15 minutos, desde la estación de Daiba (U07) a la de Shimbashi (U01), en la cual optaremos por coger un tren de las líneas Keihin-Tōhoku o Yamanote para desplazarnos hasta la estación de Hamamatsuchō (JK23 y JY28) y así evitarnos una caminata al hotel como la de anoche (de unos 15-20 min se pasa a unos 8-10).
Tras pasar por el konbini de rigor, nos dirigimos hacia nuestra habitación. Son sobre las 19:30 h y ya toca descansar después de todo el día de ruta, pues mañana también tendremos que levantarnos muy pronto para desplazarnos hasta Nikko, una localidad situada en plena naturaleza y que alberga algunos lugares declarados Patrimonio de la Humanidad.
El recorrido dura unos 15 minutos, desde la estación de Daiba (U07) a la de Shimbashi (U01), en la cual optaremos por coger un tren de las líneas Keihin-Tōhoku o Yamanote para desplazarnos hasta la estación de Hamamatsuchō (JK23 y JY28) y así evitarnos una caminata al hotel como la de anoche (de unos 15-20 min se pasa a unos 8-10).
Tras pasar por el konbini de rigor, nos dirigimos hacia nuestra habitación. Son sobre las 19:30 h y ya toca descansar después de todo el día de ruta, pues mañana también tendremos que levantarnos muy pronto para desplazarnos hasta Nikko, una localidad situada en plena naturaleza y que alberga algunos lugares declarados Patrimonio de la Humanidad.