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Al inicio del recorrido por Carretera Austral llegamos a Villa Cerro Castillo. Tal y como se cuenta en la primera etapa.
Pero luego nos adentramos en la carretera de la Ruta de las Ardillas y ya no seguimos circulando por carretera Austral hasta Puerto Río Tranquilo, que suele ser el trazado normal y de lo primero que se ve viajando por Carretera Austral. Pero nosotros acabamos dando un rodeo por Puerto Ingeniero Ibañez, como ya he contado.
CERRO CASTILLO. LA RUTA DE "LAS ARDILLAS".Así que el trazado de la carretera austral desde Puerto Tranquilo a Villa Cerro Castillo es inédito para nosotros y lo vamos a ver por primera vez.
Seguiremos viajando acompañados de paisajes que nos agasajan con su belleza. Y en un día que comenzó con tiempo desapacible e inestable y que ha ido evolucionando a mejor, ya en la tarde.
Así que vamos admirando este paisaje igual de atrayente que en la mayoría de los contemplados desde carretera austral. Los Cohigües muestran su verde más bonito y entre los que asoman algunos ciruelillos. Por varios kilómetros la carretera sigue el valle del río Murta al que se acerca en unas cuantas ocasiones. Incluso hay un mirador para poder admirar su color opaco de verde esmeralda.
Pero antes, al salir del pueblo de Murta, casi para encontrarnos con la Ruta 7, el río Murta nos regaló unas bonitas estampas.
Cuando se aleja de este río van apareciendo otros hitos en el camino. La carretera sube dejando la laguna Cofré de lado para encaramarse en el Portezuelo Rio Cajón – Cofré, con una altitud de 600 metros.
Kilómetros más adelante el trazado de la carretera atraviesa como un valle inundado y a veces parece que va a ras de agua. Se distinguen esqueletos de troncos secos, como un cementerio de árboles, el Bosque Muerto.
El causante de todo este destrozo es el volcán Hudson que nadie había tenido en cuenta por su casi permanente inactividad hasta que en 1971 se despertó y la gran cantidad de cenizas que produjo, al ser luego arrastradas, provocaron un desvío del curso del río Ibañez.
El flujo de material se encontró con esta zona plana generando cambios en el eje del río y múltiples brazos que inundaron transportando este material a los bosques que crecían en este valle, causando su asfixia.
Veinte años después, en 1991, volvió a repetirse la erupción y el mismo efecto de la gran cantidad de cenizas arrastradas.
Así que estos troncos que sobresalen del agua es un permanente recuerdo de lo que alguna vez fue un bosque y la vida que los envolvía.
Alcanzamos el tramo de carretera por el que la están asfaltando, siendo este el motivo del corte de la misma en determinado horario. El tramo que se pretendía asfaltar era el de Lago Verde a Puente Cascada.
Se acabó el ripio ¡¡¡¡¡¡¡.
Carretera Austral cuenta ya con más kilómetros de ruta asfaltada.
Luego aparece en escena Lago Verde, con un bonito panorama del valle del río Ibañez. Esta laguna es frecuentada por gran variedad de aves, en especial varias clases de patos.
El Lago Verde es alimentado por el río Sin Nombre y desagua por el río Manso. Un río muy corto pues enseguida desemboca en el río Ibañez.
Un gran mirador contempla la Confluencia de ambos ríos, el Manso y el Ibañez. El Lago Verde, más del Valle del río Ibañez. Una vista inédita de Cerro Castillo, con otro ángulo. Vistas del Cerro Campana y el Cerro Palo.
Este es el mejor mirador del Cerro Palo. El eterno y fiel compañero de Cerro Castillo. Impresionante torre que destaca por sus paredes verticales en todos sus lados.
Un poco antes de este mirador sale a la derecha la ruta X-727 que más adentro se une con la X-725 en las cercanías del Lago Laparent. Esta última es la que se bifurca de la Ruta de las Ardillas que transitamos el primer día. Con ello se completa un circuito muy atractivo.
Más adelante nos sale al paso el cruce a la desviación para visitar el Paredón de las Manos, y llegamos al pueblo de Cerro Castillo.
En todo el camino hemos efectuado las llamadas pertinentes para reservar alojamiento en este pueblo.
Uno de los más recomendados, El Refugio, se encuentra completo. Pero logramos obtener habitación en La Casona que no se encuentra en el mismo pueblo.
Así que atravesamos de nuevo Cerro Castillo. En esta ocasión en horario de tarde y con una visión del Cerro Castillo muy distinta de la del primer día.
Nos dirigimos por el acceso al pueblo Puerto Ingeniero Ibáñez, al inicio, en el sector que llaman Bajada Ibáñez.
Busquen una casa rosada, nos dijo Mary Sandoval, la dueña de la Casona. No tiene pérdida.
Y, efectivamente, no tiene pérdida. La casa Rosada es bien visible.
Y se encuentra en un lugar con unas vistas incomparables de Cerro Castillo. Sus puntas de roca y hielo son bien visibles desde aquí. Desde una pradera extensa que flanquea la casona. Desde el ventanal de nuestra habitación. Incluso su cocina tiene otra ventana con estas vistas preferentes.
Estuvimos alojados solo una noche, pero tuve tiempo de charlar largo rato con ella. Mary no ha conocido más vivienda que esta. Era la casa de sus padres y de sus diez hermanos. Todos se criaron allí. Cuando sus padres faltaron ella se animó a quedarse con ella e ideó la forma de rentabilizar tanto espacio.
Como muchos otros vecinos de esta región, sus palabras trasmiten la pasión y el cariño por su tierra.
Al día siguiente teníamos que despedirnos y nos obsequió con un rico desayuno. Bueno, está incluido en el precio de la habitación. Al igual que la conversación.
Nos dirigimos de nuevo al pueblo a ver lo que podemos hacer.
En la Bajada Ibáñez, creo que nos detuvimos casi en el mismo lugar que el primer día. Y cuán diferentes son las vistas del macizo de Cerro Castillo de un día a otro.
Hoy de nuevo tenemos un día espléndido.
El Cerro Castillo es un macizo de roca y hielo alineado de norte a sur, formado por un torreón central y rodeado por varias torres y frágiles agujas de roca negra. Esta intricada forma de torres y agujas es la que precisamente le ha otorgado el nombre de Castillo.
Se encuentra dentro de lo que es el Parque Nacional Cerro Castillo y el pueblo del mismo nombre se extiende a sus pies.
En este parque hay buenas opciones de trekking. Un circuito ha sido catalogado como uno de los más bellos de Chile. La zona la están llegando a equiparar con Torres del Paine. Hay hasta quien dice que es más bonito.
El circuito es el llamado de las Horquetas, con entrada desde la Laguna Chiguay. Esta travesía tiene un concesionario que es un guía local de Villa Cerro Castillo.
Aunque hay algunos trekking más por el macizo y el parque. Como la subida a Laguna Cerro Castillo, una de las más vistosas en recorridos de un día, sin tener que acampar.
Fuimos a la oficina de información turística que hay en el pueblo. Al objeto de que nos informaran de alguna ruta no muy larga para poder realizarla en aquella mañana tan soleada.
Me vuelvo a repetir, pero aún no se me habían quitado las ganas de subir a laguna del Cerro Castillo.
Pregunto y me dicen lo que ya se. Que son varias horas de caminata hasta la laguna, y vuelta. Los compañeros tampoco se deciden a hacerla.
Les pregunto por la opción corta. Una ruta de dos horas hasta el Mirador del glaciar Peñón y la Cascada del Rey.
Esta ruta va por el mismo sendero, que sale de la oficina de información, cruza la carretera y se adentra en la zona denominada El Bosque. Pero este sendero tiene también un concesionario particular y hay que pagar 18.000 CLP, hagas la ruta completa o solo vayas hasta el mirador.
No terminábamos de decidirnos por esta opción.
Queríamos caminar un par de horas por el Valle del Río Ibáñez, en plan tranquilo.
El chico nos dice que no se puede. Me parecía que ello no podía ser verdad. Más tarde comprendería la razón.
Otras opciones de actividades en los alrededores son la Ruta de las Ardillas, que ya la habíamos realizado, cabalgatas contratadas con alguna empresa que sí que se pueden internar en esos senderos o la visita al Monumento del Paredón de las Manos.
Yo me inclinaba por haber ido hasta la ruta que se internaba hacia el Lago Laparent y entorno de Lago Alto, que ayer vi dónde se bifurcaba, y conectar de nuevo al final con la Ruta de las Ardillas. Pero no quería insistir porque habían sido muchos los kilómetros conducidos en ripio los pasados días y notaba ya cansado a mi marido. Y ya había dado por finalizada la conducción por ripio.
Como el pueblo es pequeño se recorre en poco rato.
Después, con el coche nos acercamos a la zona en dónde se encuentra el acceso al Paredón de las Manos y el Museo de la Escuela Antigua.
Situados a unos pocos kilómetros del pueblo siguiendo la ruta 7. En concreto dos kilómetros en carretera Austral y otro kilómetro en un camino vecinal.
Ambos, el Museo de la Escuela Antigua y el Paredón de las Manos, se encuentran insertos en un paraje natural muy bonito y representan los hitos del antiguo pueblo que han sobrevivido en el tiempo.
Junto al aparcamiento un edificio moderno, construido en 2012, alberga la administración de todo este lugar.
Pero todo está cerrado y hasta parece poco cuidado. No hay apenas visitantes. Tan solo otra pareja de caminantes y nosotros.
No obstante el sendero que sube hasta el acantilado se encuentra abierto.
Hay un primer mirador con un especie de mesa de orientación en la que se sitúan los cerros del macizo Cerro Castillo: Cerro la Vieja, a la izquierda de Cerro Palo. Cerro Palo, Cerro Castillo, Cerro Peñón, glaciar del Peñón, Cerro el Cacique, Cerro Imágenes…A las que hay que añadir unas primeras vistas del inigualable paisaje que forma el río Ibáñez en su curso por esta zona.
En otro mirador habilitado se comienzan a ver los acantilados hacia los que el camino se dirige y en dónde se sitúa el Paredón de las Manos.
El camino es también un sendero interpretativo con carteles varios sobre las flora que nos rodea y el tema final, el Paredón de las Manos.
Que no es otra cosa que paredes rocosas donde se puede observar la impresión de manos plasmadas en la piedra efectuada por culturas tehuelches, según alguna versión, y anteriores a los tehuelches, según otras versiones. Un gran paredón rocoso con más de un centenar de pinturas de improntas de manos, la mayoría negativos izquierdos en rojo.
Hechas a base de tierras de color y de diferentes tipos de óxidos de basalto, estos vestigios han perdurado a través del tiempo gracias a las condiciones en las que se encuentran: les llega poca luz y agua
En la pared se observan pequeñas manos de niños. Ellos también participaron en la creación de esta gran pintura “mural” y en las ceremonias sagradas. Quizá jugando e imitando a sus padres.
El alero en donde se encuentran las pinturas de las manos es uno de los muchos aleros que se pueden encontrar en este sistema de acantilados y mesetas volcánicas del río Ibáñez que se han ido formando por el constante golpe de los elementos y la correspondiente erosión y derrumbe de grandes bloques que se puede ver bien a los pies de las pinturas. Incluso algunos bloques caídos tienen pinturas.
Los paredones con manos pintadas son frecuentes por la región de Aysén y en la parte limítrofe de Argentina.
Las vistas, desde el mismo paredón, del Cerro Castillo y del curso del río Ibáñez también merecen la pena un montón.
Desde el aparcamiento nos acercamos hasta el extremo de los prados para averiguar si se podía bajar hasta la ribera del río y caminar por la misma.
Misión imposible. No hay acceso visible al río. Además de que forma algunas zonas pantanosas con juncos en las que viven algunas aves por las que no es posible transitar.
Fuimos bordeando la zona hasta llegar al Museo de la Escuela Antigua. Parece un simple edificio rectangular pero corresponde a la que fue la primera escuela edificada en 1955. Representa un ejemplo de la colonización espontánea de la zona y la determinación de los primeros pobladores de abandonar el aislamiento. Algo parecido a los orígenes de Puerto Tranquilo.
Este edificio actualmente es un museo y ha sido declarado Monumento Nacional en 2008. Pero se encuentra cerrado pese a que estamos en día y hora de visita normales.
Bajo mi punto de vista, el mayor atractivo es el paisaje que lo rodea. Y las vistas panorámicas de Cerro Castillo, el río Ibáñez y el valle que va formando. Incomparables.
Nosotros seguimos con el empeño de bajar hasta la ribera del río y caminar junto a él. Pero ahora los terrenos se encuentran acotados por vallas.
Nos topamos con una zona de anegación del río que forma una pequeña laguneta frecuentada por muchas aves. Aves que alzaron su vuelo en cuanto nos acercamos.
Esta pequeña laguna estaba delante de una hacienda en la que se veían varios entablados con diferente ganado. Por lo que parecía que nos habíamos adentrado en una propiedad privada.
Pero yo había visto un letrero en el aparcamiento que indicaba un sendero hacia un alero de escalada en roca que pasaba por esta propiedad. Y decidimos aventurarnos.
Pero no contábamos con que el sendero estaría tan bien custodiado. Unos cuantos caballos nos obstaculizaron el paso.
Pero que bonitos eran….
Nada, que no había forma de hacer un sendero o una caminata normal. Todo parece próximo, pero, a la vez, es algo inalcanzable pues nos topamos de continuo con terrenos privados y acotados. Y de últimas, los caballos. Que, por otra parte, se encuentran en su terreno.
Pero es una situación habitual con la que ya hemos contactado. Parece que todo paisaje tiene dueño, incluso el curso del río, las cascadas, los lagos…
Así que dimos por finalizada nuestra estancia en Villa Cerro Castillo y fuimos regresando tranquilamente y disfrutando de los paisajes que rodean la Carretera Austral hasta Coyhaique.
Repitiendo algunas paradas que hicimos en la venida. Como el Mirador de la Cuesta del Diablo y algún que otro punto más.
Atentos fuimos a la zona colindante del Parque Nacional, en concreto por las zonas cercanas al Portezuelo Ibáñez por si avistábamos algún huemul. Los bosques de lenga y ñirre en los costados de la carretera son refugios de este huidizo animal. Era nuestra última oportunidad. Pero no tuvimos suerte.
Siempre son de admirar el contraste y riqueza de relieves cercanos a la comuna de Coyhaique.
Montañas con acantilados alternando con grandes praderas.
Como ya vimos al inicio de nuestra aventura en la región de Aysén, desde Coyhaique se tiene acceso a la Reserva Nacional Río Simpson, que ya vimos, pero también al Lago Elizalde, Monumento Natural Dos Lagunas, Lago Frío, Lago Pólux, Lago Cástor, centro de Sky el Fraile, Lago Atravesado, Reserva Nacional Coyhaique, Lago la Paloma.
No terminábamos de decidirnos por cual visitar en la tarde, ya alojados en el mismo Hostal Español. Yo creo que estábamos ya algo cansados.
Así que gran parte de la tarde la dedicamos a descansar. Y a vaguear. Que llevábamos muchos días de mucho tute...
Y en las últimas horas del día a dar unos paseos por la frecuentada y bien bonita Plaza de Armas y sus calles adyacentes.
Interesante también es la feria de los artesanos en la misma Plaza de Armas. Con artesanías en lana, madera, piedras, cuero, cerámicas…. El Centro Cultural, el Monumento al Ovejero.
Caminando, caminando, fuimos a dar de nuevo con la calle Simpson que habíamos visitado en nuestra anterior estancia. Ya no bajamos a la Piedra del Indio pero volvimos a regodearnos de las bonitas vistas del río Simpson que desde aquí se tienen.
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