Nuestra despedida de Suiza la hicimos desde Zürich, ciudad que teníamos a 46 km, unos 40 minutos desde Arth. Nos despedimos de la señora Purtschet, quien nos agradeció haber dejado el apartamento en el mismo estado en que lo encontramos. No sé qué esperaría que íbamos a hacer
La estampa de Zürich la perfilan las torres de sus muchas iglesias a los dos lados del río Limmat. Empezamos por la orilla oeste del río, donde se emplaza el Altstadt. Una vez aparcado el coche en Widdergasse, cerca de la estación de trenes, subimos por Bahnhofstrasse, la avenida comercial más exclusiva de la ciudad, hasta Bahnhofplatz.
Llama mucho la atención la estatua con fuente dedicada a A. Escher, impulsor de la economía de Zürich en el siglo XIX, y el propio edificio neorrenacentista de la estación, del siglo XIX. Dentro y en contraste con la sobriedad del lugar, está el colorido Ángel de la Guarda, de Niké de St. Phalle, flotando en el techo a 15 metros del suelo, con sus 11 metros de largo y 1,2 toneladas de peso, para proteger a los viajeros. Se realizó para celebrar los 150 años de los trenes suizos. Está en sintonía con sus esculturas, llamadas nanas, que representan a mujeres libres, alegres y seguras de sí mismas; su obra más conocida es la fuente Stravinsky de París, con sus esculturas en movimiento, que hizo junto a su marido, Jean Tinguely.
Por la misma amplia avenida de Bahnhofstrasse bajamos hasta Münzplatz y Augustinergasse, una calle empedrada con casas coloridas, que nos conduce hasta Lindenhof, una colina arbolada con restos romanos y vistas a los edificios de las dos orillas del Limmat. Enfrente tenemos la casi onmipresente Grossmünster, la Catedral y la Prediger kirche, con la avenida Limmat-Quai.
Pasamos por la iglesia de St. Peter, muy sobria y la más antigua de la ciudad, con su reloj de 8.7 metros en la torre, el mayor de Europa.
Desde Münsterhof nos acercamos a la kirche Fraumünster, la iglesia de Nuestra Señora, que fue una antigua abadía para damas nobles. En su interior destacan las coloridas vidrieras de Chagall, de los años 70 del siglo pasado, que representan escenas bíblicas; en cada una de ellas predomina un color. También encontramos una vidriera sobre el paraíso, de Giacometti.
Aunque todavía no vamos a cruzar a la otra orilla, no nos resistimos a caminar por el Munsterbrücke, que deja una escena inolvidable con la Fraumünster a un lado, la estatua ecuestre del alcalde y militar suizo Hans Waldmann, del siglo XV, y la Catedral al otro lado, en la orilla este, junto a la Wasserkirche.
De vuelta a la Fraumünster, paseamos por Stadhausquai hasta Bürkliplatz, junto al Quai Bücke, que nos lleva ya por las aguas del Zürichsee. La estampa de la Catedral con su iglesia del Agua al lado nos hace volver los ojos más de una vez.
General-Guisan-Quai nos va dejando escenas cotidianas del verano, barquitos, yates, plataformas para tomar el sol y darse un baño… Pasamos la estatua de Ganímedes y caminamos hasta el Arboretum y la fuente dentro del lago.
Nos tientan unas salchichas generosas, servidas con pan, en un puesto, así que nos dejamos llevar y nos las comemos a la orilla del lago. El capricho nos sale por 21 CHF, pero lo disfrutamos como si no hubiera un mañana
Regresamos y desde el Quaibrücke tenemos buenas vistas de la orilla este del Limmat y la más esperada, las dos orillas separadas por las aguas del río, con sus edificios más característicos, a la izquierda St. Peter y Fraumunster y a la derecha la Grossmünster y la Wasserkirche, unidas ambas por el Munsterbrücke. Terracitas, zonas de baño, barquitos… disfrutando del verano suizo.
El paseo por la avenida Limmat-Quai nos lleva hasta la estatua de Ulrich Zwingli, reformista protestante suizo, junto a la Wasserkirche, que hemos visto desde enfrente varias veces. En este lugar fueron martirizados los santos Félix y Régula por los romanos. La iglesia del Agua debe su nombre a que estuvo situada en un islote y bañada por las aguas del río.
Pasamos junto al Rathaus para ver sus frisos decorados con máscaras; las casas gremiales de esta zona son hoy restaurantes y tiendas; por último, callejeamos un poco hasta Rossengasse, desde la que nos dirigimos a la Hirschenplatz, donde hay alguna celebración, con ropa tendida de un lado a otro.
Volvemos a cambiar de orilla para ya despedirnos de la ciudad, desde la estación, donde aprovechamos para comer en Nordsee, una franquicia que ya conocemos de Viena, Salzburgo y Constanza. Como algunos platos son al peso se nos va la mano como siempre no aprendemos a pedir.
Más info sobre la ciudad en su web oficial de turismo: Turismo de Zürich
Casi 250 kilómetros después estamos en el aeropuerto donde empezó esta aventura, el Karlsruhe Baden. Devolvemos el coche y pasamos la noche en el B&B Hotel Baden Airpark, que está en el mismo recinto aeroportuario. Nos gusta esta cadena de hoteles, sencillos y funcionales, que también conocemos de Münich, con desayuno incluido y wifi.
Al día siguiente acaba nuestro sueño suizo. Atrás quedan ciudades, pueblos y naturaleza de los que solo pudimos saborear un pequeño bocado.
Gracias por acompañarnos en nuestra aventura suiza . Si quieres puedes leer otros de nuestros viajes:
PARÍS: 11 DÍAS PARA ENAMORARSE DE PARÍS
LONDRES: 7 DÍAS EN LONDRES EN FEBRERO
AUSTRIA: UN PEQUEÑO BOCADO DE AUSTRIA EN 12 DÍAS
SELVA NEGRA: 7 DÍAS EN LA SELVA NEGRA: 1357 KM DE CONTRASTES
ALPES DE BAVIERA Y DEL TIROL AUSTRIACO: DÍAS BLANCOS EN LOS ALPES DE BAVIERA Y DEL TIROL AUSTRIACO CON NIÑO DE 2 AÑOS
ALPES DOLOMITAS (ITALIA): SENDERISTA DE 3 AÑOS POR LOS ALPES DOLOMITAS
VALLE DE LIÉBANA (CANTABRIA) Y COSTA ASTURIANA: SENDERISTA DE 4 AÑOS POR CANTABRIA (VALLE DE LIÉBANA) Y LA COSTA DE ASTURIAS
ISLANDIA: SENDERISTA DE 5 AÑOS POR ISLANDIA EN AUTOCARAVANA
SALZBURGERLAND, PARQUE NACIONAL DE HÖHE TAUERN Y DACHSTEIN SALZKAMMERGUT (AUSTRIA):
SENDERISTA DE 2,5 AÑOS POR LOS ALPES DE SALZBURGERLAND Y DACHSTEIN SALZKAMMERGUT
ESLOVENIA: ESLOVENIA CON NIÑO: SENDERISTA DE 6 AÑOS POR LOS ALPES ESLOVENOS
ALPES Y LAGOS DE CARINTIA (AUSTRIA): AUSTRIA CON NIÑO: SENDERISTA DE 6 AÑOS POR LOS ALPES Y LAGOS DE CARINTIA
La estampa de Zürich la perfilan las torres de sus muchas iglesias a los dos lados del río Limmat. Empezamos por la orilla oeste del río, donde se emplaza el Altstadt. Una vez aparcado el coche en Widdergasse, cerca de la estación de trenes, subimos por Bahnhofstrasse, la avenida comercial más exclusiva de la ciudad, hasta Bahnhofplatz.
Llama mucho la atención la estatua con fuente dedicada a A. Escher, impulsor de la economía de Zürich en el siglo XIX, y el propio edificio neorrenacentista de la estación, del siglo XIX. Dentro y en contraste con la sobriedad del lugar, está el colorido Ángel de la Guarda, de Niké de St. Phalle, flotando en el techo a 15 metros del suelo, con sus 11 metros de largo y 1,2 toneladas de peso, para proteger a los viajeros. Se realizó para celebrar los 150 años de los trenes suizos. Está en sintonía con sus esculturas, llamadas nanas, que representan a mujeres libres, alegres y seguras de sí mismas; su obra más conocida es la fuente Stravinsky de París, con sus esculturas en movimiento, que hizo junto a su marido, Jean Tinguely.
Por la misma amplia avenida de Bahnhofstrasse bajamos hasta Münzplatz y Augustinergasse, una calle empedrada con casas coloridas, que nos conduce hasta Lindenhof, una colina arbolada con restos romanos y vistas a los edificios de las dos orillas del Limmat. Enfrente tenemos la casi onmipresente Grossmünster, la Catedral y la Prediger kirche, con la avenida Limmat-Quai.
Pasamos por la iglesia de St. Peter, muy sobria y la más antigua de la ciudad, con su reloj de 8.7 metros en la torre, el mayor de Europa.
Desde Münsterhof nos acercamos a la kirche Fraumünster, la iglesia de Nuestra Señora, que fue una antigua abadía para damas nobles. En su interior destacan las coloridas vidrieras de Chagall, de los años 70 del siglo pasado, que representan escenas bíblicas; en cada una de ellas predomina un color. También encontramos una vidriera sobre el paraíso, de Giacometti.
Aunque todavía no vamos a cruzar a la otra orilla, no nos resistimos a caminar por el Munsterbrücke, que deja una escena inolvidable con la Fraumünster a un lado, la estatua ecuestre del alcalde y militar suizo Hans Waldmann, del siglo XV, y la Catedral al otro lado, en la orilla este, junto a la Wasserkirche.
De vuelta a la Fraumünster, paseamos por Stadhausquai hasta Bürkliplatz, junto al Quai Bücke, que nos lleva ya por las aguas del Zürichsee. La estampa de la Catedral con su iglesia del Agua al lado nos hace volver los ojos más de una vez.
General-Guisan-Quai nos va dejando escenas cotidianas del verano, barquitos, yates, plataformas para tomar el sol y darse un baño… Pasamos la estatua de Ganímedes y caminamos hasta el Arboretum y la fuente dentro del lago.
Nos tientan unas salchichas generosas, servidas con pan, en un puesto, así que nos dejamos llevar y nos las comemos a la orilla del lago. El capricho nos sale por 21 CHF, pero lo disfrutamos como si no hubiera un mañana
Regresamos y desde el Quaibrücke tenemos buenas vistas de la orilla este del Limmat y la más esperada, las dos orillas separadas por las aguas del río, con sus edificios más característicos, a la izquierda St. Peter y Fraumunster y a la derecha la Grossmünster y la Wasserkirche, unidas ambas por el Munsterbrücke. Terracitas, zonas de baño, barquitos… disfrutando del verano suizo.
El paseo por la avenida Limmat-Quai nos lleva hasta la estatua de Ulrich Zwingli, reformista protestante suizo, junto a la Wasserkirche, que hemos visto desde enfrente varias veces. En este lugar fueron martirizados los santos Félix y Régula por los romanos. La iglesia del Agua debe su nombre a que estuvo situada en un islote y bañada por las aguas del río.
Pasamos junto al Rathaus para ver sus frisos decorados con máscaras; las casas gremiales de esta zona son hoy restaurantes y tiendas; por último, callejeamos un poco hasta Rossengasse, desde la que nos dirigimos a la Hirschenplatz, donde hay alguna celebración, con ropa tendida de un lado a otro.
Volvemos a cambiar de orilla para ya despedirnos de la ciudad, desde la estación, donde aprovechamos para comer en Nordsee, una franquicia que ya conocemos de Viena, Salzburgo y Constanza. Como algunos platos son al peso se nos va la mano como siempre no aprendemos a pedir.
Más info sobre la ciudad en su web oficial de turismo: Turismo de Zürich
Casi 250 kilómetros después estamos en el aeropuerto donde empezó esta aventura, el Karlsruhe Baden. Devolvemos el coche y pasamos la noche en el B&B Hotel Baden Airpark, que está en el mismo recinto aeroportuario. Nos gusta esta cadena de hoteles, sencillos y funcionales, que también conocemos de Münich, con desayuno incluido y wifi.
Al día siguiente acaba nuestro sueño suizo. Atrás quedan ciudades, pueblos y naturaleza de los que solo pudimos saborear un pequeño bocado.
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