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Encamp es la capital de la parroquia del mismo nombre, en el valle del Valira d'Orient. Tiene varios núcleos, entre los que podemos hablar de La Mosquera, el Tremat, les Bons y el Poblet d'Encamp.
Viniendo por la carretera desde Andorra la Vella a la izquierda encontramos primero el Poblet, a 1.226 metros de altitud. Primero vemos el cartel del Museu de l'automòbil, donde podemos ver coches antiguos. La máquina de vapor Pinette construida en el año 1885 es la pieza más antigua del museo. La colección, considerada una de las más importantes del sur de Europa, está formada por 80 coches y un centenar de bicicletas. Este fondo se complementa con un conjunto de objetos relacionados con el mundo de la automoción: miniaturas, pósters, publicidad, accesorios, etc. Es muy interesante.
Justo al lado encontramos el Parque Prat Gran. Pegada a él, una piscina.
Si atravesamos el parque no tardamos en alcanzar la Iglesia de Santa Eulàlia. Una de las pocas cosas originales que conserva es el campanario románico lombardo de 23 metros. Es el más alto de los campanarios de Andorra. Se añadió al cuerpo de la iglesia hacia la segunda mitad del siglo XI.
Entramos. Está muy modificado, demasiado para mi gusto. Conserva algunos retablos barrocos y el altar mayor de 1702. El ábside románico original fue derribado en el año 1924. El pórtico está fechado en el siglo XIV. La pila bautismal es románico.
Llama la atención la vidriera, muy moderna. Es obra del artista de Encamp Agustín Ríos. Justo a su lado se encuentra ubicado el comunidor –una pequeña casita llena de simbolismo religioso, en la que se celebraba el Consell del Comú, así como ceremonias para pedir amparo y protección contra las tempestades y aguaceros–, uno de los pocos que aún se mantiene en pie en el país.
En ese barrio hay algunas casas antiguas (y muchas cuestas).
Nos dirigimos a la Mosquera, el núcleo antiguo de Encamp. En la Plaça de Sant Miquel encontramos la coquetona iglesia de Sant Miquel y Sant Joan. Se construyó probablemente a finales del siglo XVI y se amplió en 1769.
En su interior encontramos un retablo de finales del siglo XVI dedicado a los Santos titulares de la capilla y patrones del pueblo de la Mosquera, San Miguel Arcángel y San Juan Bautista. También hay unas pinturas murales en la bóveda y las paredes del presbiterio y en la bóveda de la nave. El tema central es la transfiguración de Cristo y la entrega de las Tablas de la Ley a Moisés. Son de finales del siglo XIX y fueron realizadas por el Maestro J. Oromí de la Seu d’Urgell. Hay un par de peculiaridades en esas pinturas. En las tablas de la ley, como yo vi cuando el guía nos preguntó, falta un mandamiento (el VI, el de no cometerás actos impuros). Otra cosa peculiar es que en el retablo está representado Judas Iscariote, algo bastante inusual.
Casi al lado de la iglesia está Cal Notari, la antigua casa de uno de los notarios del pueblo. Destacan la forja de los balcones y el picaporte de la casa.
Muy cerca también está la Casa Sigarró, del siglo XVIII, con arcos de medio punto en las ventanas inferiores. Más allá está la llamada Casa Nova Sigarró. Aunque es nueva, nos detenemos para ver un largo panel de madera trabajado. Se llama "musicada" y es una tradición andorrana. Ésta se hizo en 2001.
La casa Cosomet es una vivienda medieval reformada en el siglo XX. Tenemos que fijarnos en el trabajo de forja de los siglos XVIII y XIX.
Cerca está la Casa Cristo, un precioso museo etnográfico donde se puede ver la vida de los jornaleros andorranos a finales del siglo XIX y principios del XX. La casa está tal y como se dejó en 1947. Las hijas de la familia iban de veraneo pero al final la vendieron. Parece que la madre era de armas tomar, muy avanzada, porque hay fotografías suyas llevando pantalones.
La primera referencia escrita conservada en la casa, se remonta al año 1885, cuando Bonaventura Bigatà alias Cristo recibe el permiso del veguer para tener una escopeta de la marca Remington.
Seguramente la casa tuvo dos fases constructivas. La planta baja y la primera planta podrían datar del siglo XVIII y la segunda seguramente es del siglo XIX. Vivieron dos familias, Los "Estrella" (desde el siglo XVIII hasta mediados del XIX) y los "Cristo" (desde mediados del siglo XIX hasta el XX).
A esta última familia pertenecían la abuela, María Cadena, los padres, Pedro Pirot y Rosa Bigatà, y las dos hijas, Mercè y Florentina. La familia se dedicaba a la ganadería y la agricultura, y cuando era necesario también hacían de jornaleros para las casas acomodadas del pueblo. En los años 30 emigraron a Francia.
En la planta baja encontraremos el almacén de las herramientas del campo, el leñero y la bodega-despensa. Por la antigua escalera de madera accedemos al primer piso, donde está la cocina-comedor, la chimenea y la alacena. A continuación, vemos dos habitaciones: la de la abuela y la del cabeza de familia, con el único armario que existía. Se conservan los muebles, la ropa, el rosario... Como curiosidad, solo había una bombilla, que iban pasando de un lado a otro. En aquel tiempo se pagaba en función de las bombillas que tenías en la casa.
En la segunda planta está la sala grande, donde vemos objetos agrícolas y de la vida cotidiana de aquellos tiempos. Junto a esta sala encontraremos la última habitación de la casa, la de las niñas. Debajo del tejado se encuentra el desván, destinado a los trastos y que se usaba como secador de frutas y productos de la tierra.
No es la única casa de este tipo que se puede visitar en Andorra. Hay más, como ya comentaré.
Sí eran ricos los dueños de Cal Picart, una enorme casa de color amarillo. Las casas nobles o de posibles siempre estaban encaladas. La piedra vista era sinónimo de pobreza. Ésta era una de las casas más ricas de Encamp. Sus propietarios eran dueños de fraguas.
Nos detenemos a ver la pared del muro del jardín, hecha con la técnica de muro de abeja. Las piedras van encajando unas en otras como si de un panel se tratara.
En la fachada nos llaman la atención los balcones de hierro forjado del siglo XIX pero también unas rejas en forma de media luna que vemos en las ventanas inferiores. Nos cuentan que se llaman "estripagecs" y se colocaban para evitar que entraran animales pequeños o incluso ladrones.
También nos fijamos en las vigas del techo, decoradas con cabezas o caras humanas o fantásticas. Se hacía así para proteger la casa de los malos espíritus y las brujas. En Cal Picart hay cinco vigas del siglo XVIII.
Vemos el trillador de Picart, un espacio que se usaba para trillar los cereales. Encima hay un altillo que conecta con la casa solariega.
En nuestro paseo por Encamp nos detenemos a ver el gallinero y el lavadero de Cal Canart. El gallinero estaba sobre el establo para ahorrar espacio. La puerta es la original. Enfrente está la casa, con su lavadero intacto.
En la calle mayor hay algunas casas antiguas así como la vieja Carnicería reformada pero con su estructura original.
Otra interesante casa es Cal Xampaina. En esa familia hubo personajes importantes como consejeros y jueces. Tiene una fachada de piedra y tres plantas. Nos detenemos a ver la forja de los balcones, con la fecha 1889 y las iniciales de Josep Vilanova y su esposa, Anna Naudi. En uno de los balcones superiores se distingue algo parecido a un corazón. Al lado está la más humilde Casa Ché, una de las más antiguas del pueblo. Se cree que sus orígenes son medievales.
Entre Cal Xampaina y Cal Casas hay un callejón estrechísimo.
La Plaça del Consell General, antiguamente de la Mosquera, siempre ha sido el centro del pueblo. Así era donde tenían lugar los actos más importantes.
Desde mediados del siglo XIX y hasta 1980 el Comú estaba donde ahora está la Oficina de Turismo.
Las casas del otro lado de la plaza. En 1937 llovió tanto que unas tierras del margen del río se hundieron y acabaron desprendiéndose, llevándose todo lo que encontraban por delante. El agua inundó la mitad de la plaza, destruyéndolo todo. Solo quedó en pie de la casa del Comú la pared de la sala del Consell donde estaba la imagen del Santo Cristo. No hubo daños personales pero el archivo del Comú casi se perdió por completo.
Llama la atención el edificio del Comú d'Encamp. Y seguramente parece más moderno de lo que es realmente. Se construyó en 1987 y fue diseñado por Roberto Suso Vergara en colaboración con Joan García Borés y Jaume Vilaplana. Lo primero que nos llama la atención es su fachada, ya que se hizo usando la técnica que se llama de "muro cortina". Es un enorme estructura de vidrio de 7 pisos en la que se refleja el paisaje (lo que produce mucho contraste en los cambios de estación). En ella están representados los tres colores de la bandera nacional.
También llama la atención el saliente redondeado. Se trata del despacho del Cònsol major.
Da la impresión de ser un edificio enorme pero no lo es. Y es que la fachada es solo eso. Detrás encontramos un edificio triangular y con mucho menos espacio del que imaginamos.
Fue muy rompedor en su época (por no decir polémico). Ahora parece que todo el mundo se ha acostumbrado.
Enfrente vemos un edificio radicalmente distinto. Se trata del Hotel Rosaleda, obra del arquitecto "noucentista" catalán Adolf Florensa. Se construyó entre 1941 (como dice la fachada) y 1943. Es uno de los edificios más importantes de lo que se llamó arquitectura del granito. En su tiempo fue el hotel más lujoso de Andorra. Tenía 60 habitaciones, la mayoría con baño propio, piscina, sala de fiestas, salón de lectura amueblado con lujo y ascensor eléctrico. No cerraba nunca y estaba claro que se dedicaba a turistas muy ricos. Allí se habían alojado miembros de la realeza e incluso el Aga Khan III. Pero el hijo del dueño tuvo muchas deudas de juego y tuvieron que venderlo para saldarlas. Ahora es la sede del Ministerio de Cultura.
Otro de los míticos hoteles de Encamp era el Oros, muy cerca del anterior. Fue uno de los primeros hoteles de categoría que hubo, incluso antes que el Rosaleda. El edificio que vemos ahora no es el original, que se construyó en la primera década del siglo XX pero que se destruyó en las inundaciones de 1937. Ahora es un edificio de color crema y negro con poca personalidad.
Hay un paseo en el río para llegar al pueblo de les Bons. O también se puede llegar desde el Hotel Rosaleda, metiéndote por el pueblo de les Bons.
En ese pueblecito hay interesantes casas como la de Ca de Mas, una de las más importantes, de los siglos XVI y XVII. En la fachada principal aún quedan restos de la pintura original. Sus dueños eran prohombres que tenían destacados puestos en la administración.
En la Plazoleta de les Bons se conserva el antiguo lavadero del pueblo. Aquí es donde venían antiguamente a lavar las mujeres. Siempre los sábados.
Vas subiendo y al final hay una zona de roca. La subida será de unos 15 minutos.
Lo primero que encuentras es la Torre. Hay una escalera de caracol para subir arriba (gratis). La Torre dels moros es una antigua torre militar que seguramente formó parte de un recinto fortificado. No se sabe su fecha exacta pero podría ser del siglo XVI, del tiempo en el que los hugonotes hacían incursiones en Andorra. Antes, cuando algo era muy antiguo pero no se sabía de cuándo era, se solía decir popularmente que era "de cuando los moros". Así se quedó. Sin embargo es muy raro porque los Pariatges determinaban que no podían construirse castillos por lo que debería ser anterior.
La torre estuvo habitada. Hoy ha desaparecido la cubierta.
Por dentro es rojiza. Esto se debe a un incendio. Ha tenido que ser reforzada. Resulta un tanto raro ver una torre cortada, sin una de sus paredes.
A la derecha está la iglesia de les Bons. Hay visita guiada. Sant Romà de les Bons Es de estilo románico, con una nave de planta rectangular rematada por una bóveda de cañón y ábside semicircular al este, decorado con los característicos arquillos ciegos lombardos. El campanario tiene doble espadaña y el porche occidental, enfrente del ábside, protege la puerta de entrada, coronada por una tosca arquivolta y un friso en diente de sierra. El soportal es del siglo XVII.
En el altar de Sant Romà se encontró una lipsanoteca (recipiente con tapa utilizado para contener pequeñas reliquias durante el período románico)que contenía el acta de consagración y que permitió fechar la consagración del templo en el año 1164.
Las pinturas (escenas de los apóstoles y un fragmento de un Pantocrátor) se conservan en el MNAC. En la iglesia podemos ver reproducciones de estas pinturas in situ, que parecen realizadas por el Mestre de Santa Coloma (siglo XII). Se basan en la visión apocalíptica de san Juan.
También se pueden admirar restos de pinturas del siglo XVI, un retablo gótico tardío, de finales del XVI, dedicados al patrón de la iglesia, San Román así como una pila bautismal de granito del siglo XII.
Cerca hay dos palomares, de Rossell y de Cotxa, de los siglos XVI y XVII, destinados a la cría de palomas. No sé cómo se accede.
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