El desayuno incluido del alojamiento, no podía ser más bueno, aunque yo no pudiera comer lo que más me apetecía: un biscocho casero de zanahoria con una pinta de “cómeme” y unos “pateis de Belen”, que se veían recién hechos. El pan también era de los buenos. Yo me conformé con mi pan sin gluten que siempre intento llevar, aceite y mermelada, huevo duro y jamón york. Disfruté viendo como mi marido sí que comía la dulcería y confirmaba que estaba exquisita, al igual que el pan.
Salimos hacia Monchique, donde nos paramos en el mirador del parque de San Sebastián, desde donde se divisa una buena vista del pueblo, parte de la sierra, y del abandonado Convento de Nuestra Sehnora del Desterro, lamentablemente en estado ruinoso, aunque sabemos que hay personas viviendo en él.
[align=center]Monchique
Salimos hacia Monchique, donde nos paramos en el mirador del parque de San Sebastián, desde donde se divisa una buena vista del pueblo, parte de la sierra, y del abandonado Convento de Nuestra Sehnora del Desterro, lamentablemente en estado ruinoso, aunque sabemos que hay personas viviendo en él.
[align=center]Monchique
La plaza estaba muy animada, y allí nos paramos a tomar una bica. Su caserío aún guarda casas tradicionales blancas con las típicas chimeneas, pero se ve algo abandonado en relación a otras veces que habíamos venido. La iglesia principal dedicada a la Inmaculada Concepción, estaba cerrada. Su bella portada de estilo manuelino nos permitió disfrutar de ella, no así su interior. Esta iglesia se construyó en el siglo XVI, los rasgos manuelinos se encuentran tanto en la portada principal, decorada con motivos vegetales y en el óculo sobre ella, como en una portada lateral. Le afecto el terremoto de 1755, por lo que tuvo que remodelarse. Nuestro interés por ver sus retablos barrocos y la bóveda de la capilla de Santísimo Sacramento, que no fue afectada por el terremoto, revestida de azulejos dieciochescos, tendrá que esperar a otra ocasión, la abren de lunes a viernes por la mañana. La rodeamos resultándonos muy curiosos los volúmenes que generan los contrafuertes redondeados de la parte posterior.
Paseamos hasta el mercado, que está remodelado pero parece que sin función, nos dijeron que no se utilizaba ya, como ocurre con otros muchos mercados, las compras se realizan en las tiendas que nos fuimos encontrando, y así se va perdiendo un patrimonio no sólo industrial, sino también de vida.
De vuelta a la plaza, donde ya estaban abiertas las tiendas, compramos, como no, aguardiente de madroño y alguna que otra cosa.
Nos dirigimos al pico Foia, la cumbre más alta del Algarve, con 902 msnm, y desde donde en los días claros se puede ver la costa hasta el cabo de San Vicente. Este pico era el primero que veían los marineros que venían de las conquistas de ultramar, avisándolos que llegaban a casa. Nos paramos en un mirador antes de llegar, y a pesar de que había algo de bruma se veía la desembocadura del río Arade, los contornos de la costa y la silueta de los edificios de Portimao, todo lo demás quedaba en brumas. Hay un aparcamiento y muchas antenas que chocan en el paisaje, un bar, una tienda de artesanía y recuerdos donde compramos otro aguardiente esta vez con miel y unas velas muy curiosas. Había subido la bruma y se veía algo menos, pero se distinguía la costa y envuelta en niebla la zona del cabo.
Hicimos parte del sendero de los trillos, y volvimos al coche para acercarnos al cruce que en la carretera lleva al sendero de la Cascada de Barbelote. Con pesar observamos en algunos lugares los restos de incendios que ha sufrido esta sierra. Dejamos el coche y tomamos el sendero que indicaba que la cascada estaba a unos 3 km. Muy atentos a las señales para no desviarnos por la vía algarviana que también atraviesa esta zona, cuando ya llevábamos más o menos unos 3-4 km, encontramos una flecha que dirigía a una bajada indicando “cascada Barbelote, 200 metros”. Bajamos la cuesta donde al final había un banco y otra bajada más estrecha hacia otro banco, pero no se veía nada. Le preguntamos a una pareja que estaba sentada en el primer banco y nos dijeron que ellos habían bajado y buscado y que allí no estaba la cascada. Como donde estaba la flecha también había una indicación de sendero hacia la izquierda volvimos a subir y nos desviamos siguiendo las marcas, pensando que se había podido mover la dirección de la indicación. Cuando llevábamos unos 2 km de subidas y bajadas con piedrecitas insidiosas que ya me habían ocasionado un culetazo, empezamos a desconfiar si íbamos por buen camino, el calor apretaba y ya teníamos ganas de comer y descansar, pero no había ningún sitio para hacerlo. Dónde estábamos había cobertura así que buscamos en geogle maps y nos mandaba hacia el lugar de donde veníamos. De nuevo en el cruce volvimos a bajar y donde estaba el banco, google maps nos indicaba que habíamos llegado a nuestro destino. Miramos y no había nada de agua, ni rastro de cascada alguna, pero decidimos sentarnos en esa sombra y comer los bocadillos que traíamos. En esa estábamos cuando llegó otro grupo que ya debía conocer el sitio y comentaron entre ellos que era una pena que la cascada era inexistente porque no había agua con la sequía que habían tenido. Miramos la zona de rocas secas que estaban enfrente, que era por donde debía haber estado la cascada, nos sentamos en el banco a tomarnos el bocadillo y nos dio la risa tonta por el misterio de la cascada desaparecida, y la tontuna de no haber caído en la posibilidad de que no hubiera agua. La visión de los robles, alcornoques, eucaliptos y pinos nos compensó la ruta, así como unas moras jugosas que se nos ofrecieron en el camino.
Llamamos a la Tasca do Petrol, un lugar del que hablan muy bien, para reservar la cena pero ya estaba completo, así que nos fuimos a nuestra Albergaría donde nos dimos un baño en la agradable piscina para destensar músculos. Nos quedamos como nuevos, el agua debe ser termal porque quedó la piel y el pelo muy suave, y en el paseo por el bonito jardín en terraza nos gustó especialmente una salida de agua en una gruta.
Una siesta y a las 8 ya estábamos arreglados y listos para buscar un sitio para comer, aunque no teníamos ganas de coger el coche. Volvimos al Parque de la Fuente del Amor para verlo con más luz y subiendo, subiendo, escuchamos en un lateral, hablar y unas luces en la zona que sale a la carretera de Monchique, subimos ese tramo de escaleras y nos encontramos con la terraza de un restaurante que estaba lleno, pero en el que aún quedaba una mesa que estaba libre. “Piri Monchique” donde sólo ponían frango al piri piri, que nos pareció una opción estupenda. Un pollito para los dos que estaba buenísimo, bien grelhado, más una gran fuente de patatas caseras y jugosas y una abundante ensalada a la algarvia, bien rico todo. Cerveza, vino, un postre de tarta de almendra, con un orujo cortesía de la casa, por 30€.
Muy contentos y satisfechos, optamos por volver a Caldas por el parque, donde dimos una última vuelta a la plaza, entrando en el atelier de joyas de diseño que ayer estaba cerrada pero que ahora se encontraba abierta con el artesano trabajando. Sus piezas son preciosas y también tiene collares y pendientes de “Ciento2”, un taller de diseño de joyas en vidrio que está en Sevilla, donde ha estado este artesano viviendo un tiempo y trabajando con ellos. Recomendamos sus exquisitas obras: Nuno López, www.facebook.com/NunoLopesJoyas/
Ya sí que quedaba irse a dormir que mañana era la vuelta.
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