Durante nuestras vacaciones pirenaicas en julio de 2020, nos alojamos dos noches en el pueblecito de Sarvisé, a cinco kilómetros de Broto y también muy bien situado para visitar el Valle de Ordesa, que está a 12 kilómetros.
Situación de la ruta en el mapa peninsular.
Itinerario desde Huesca capital hasta Sarvisé y Broto en Google Maps.
El Hotel Casa Frauca fue todo un descubrimiento, pues pese a contar con una sola estrella, la habitación que nos dieron era muy confortable y la cuidada decoración rústica de todo el establecimiento resulta muy adecuada para un entorno de naturaleza y montaña. El precio fue muy competitivo por la ubicación y estar temporada alta, aunque ayudaron las reticencias que hubo entre los turistas al principio del verano, poco después de levantarse el confinamiento, más aún en el caso de Aragón, que sufría por entonces un fuerte rebrote.
Nuestra habitación en el hotel.
Sin embargo, lo que más nos gustó fue el restaurante, donde cenamos ambas noches. Sirven menús muy elaborados a 25 euros, pero hacen descuento a los clientes alojados, con lo cual pagamos 19 euros por cabeza. Realmente mereció la pena por la calidad de la comida y el excelente servicio. Además, las normas anticovid se cumplieron perfectamente. Al tratarse de un local bastante conocido, resulta muy conveniente hacer reserva anticipada en fines de semana y festivos señalados.
En el restaurante.
SARVISÉ.
Es una pequeña localidad, situada a 863 metros sobre el nivel mar, rodeada por montañas y a orillas del río Ara. No tiene ayuntamiento propio, ya que desde 1940 pasó a depender de Broto. Cuenta con 97 habitantes y su pequeño casco urbano se recorre enseguida al contar apenas con tres docenas de casas, varias de ellas dedicadas actualmente al turismo rural, que se ha desarrollado bastante en los últimos años y entre cuyas actividades destacan los paseos a caballo. De su iglesia románica del siglo XII, dedicada a la Virgen de Septiembre, solo se conserva el campanario, debido a que fue destruida durante la Guerra Civil y reconstruida después.
Iglesia de Sarvisé y paseo nocturno.
Caminata desde Sarvisé a Broto, incluyendo la cascada de Sorrosal.
A Servisé llegamos por la tarde, a eso de las siete, y aprovechamos las horas de luz que quedaban para hacer una excursión a pie hasta Broto por un sendero señalizado junto al río. Naturalmente, se puede ir en coche, pero esta opción nos gustó más, ya que no teníamos nada mejor que hacer hasta la hora de cenar. Había otra opción, que era llegar a pie hasta Buesa, el llamado Balcón de Ordesa, pero al final nos decidimos por acercarnos a Broto, ya que estábamos algo cansados para subir cuestas. Y no nos arrepentimos porque fue un paseo muy agradable.
Recorrido por carretera desde Sarvisé a Broto y la cascada de Sorrosal. El sendero va pegado al río.
Datos de la ruta.
Longitud total: 8 kilómetros (hasta la cascada de Sorrosal, ida y vuelta). Duración: entre dos horas y dos horas y media, sin paradas. Sentido: lineal, de ida y vuelta. Dificultad: fácil, pues se trata de un paseo por un sendero a la orilla del río sin apenas desnivel. Por lo tanto, resulta adecuada para todo el mundo con ganas de caminar, incluyendo personas mayores y niños pequeños.
Nuestro recorrido.
Desde el Hotel Casa Frauca, sale una calle a la derecha, frente a una finca donde se preparan excursiones a caballo. Seguimos adelante y tras pasar un viejo molino, a unos doscientos metros, encontramos unos indicadores con las señales del sendero que buscábamos, a nuestra izquierda. La ruta está bien señalizada, aunque tampoco tiene mucho misterio porque se trata de seguir una pista estrecha pero perfectamente marcada que se convierte en sendero al llegar junto al río Ara.
Al principio, cerca del río, nos encontramos con bastantes piedras, que se convirtieron en tierra al adentrarnos en un bosquecillo, entre cuyos árboles pudimos divisar a lo lejos la población de Oto, con la torre de su iglesia de San Saturnino. El paisaje que nos rodeaba era verde y muy bonito, rodeado de montañas; con el río brillante y plateado por el reflejo del sol.
Después de recorrer unos tres kilómetros, pasamos por la Ermita de San Blas y llegamos a las afueras de Broto, divisando ya las inconfundibles cimas del Valle de Ordesa, cuyo abanico de colores adquieren una belleza especial cuando las ilumina el sol.
Ya en el casco urbano de Broto, giramos a la izquierda, buscando el puente sobre el río Ara, que nos deparó unas hermosas vistas del casco antiguo y del macizo rocoso de Ordesa. Una preciosidad, aunque el destello del sol molestaba un poco, lo mismo que estropeaban la foto unos horribles cables telefónicos.
En Broto vimos mucho turismo, no tanto como cabe esperar en pleno mes de julio, pero sí bastante más que en otros puntos pirenaicos que habíamos visitado hasta entonces. En definitiva, se vivía un buen ambiente veraniego. Entre las casas, se veía la parte alta de la cascada.
Un indicador nos mostró el camino hacia la cascada de Sorrosal, que se encuentra a unos ochocientos metros del puente y al que se llega por un sencillo sendero, que está siempre muy concurrido, en ocasiones por una auténtica multitud.
Por fortuna, a esa hora de la tarde, había bajado la afluencia de gente, pues la mayor parte de los turistas se estaban dirigiendo a bares y restaurantes para tomar algo o cenar. Ése fue el punto a favor; el punto en contra era que se estaba empezando a notar el atardecer.
Sin embargo, la progresiva falta de luz no nos impidió disfrutar de la belleza da la cascada, que habíamos visto años antes, pero que no recordaba así. No tenía mal aspecto en cuanto a caudal; en primavera debe estar impresionante.
. La cascada se encuentra en el barranco del mismo nombre y es un afluente del río Ara. Se originó por la acción combinada del hielo de un glaciar y el agua de un torrente que a lo largo de milenios fueron tallando las rocas provenientes de fondos marinos, y plegadas posteriormente durante el proceso de formación de los Pirineos. Todo el proceso de su origen lo explica muy bien un interesante panel informativo que se encuentra cerca de la cascada.
Se puede llegar frente a la misma base por un sendero sencillo y acondicionado, que conduce a un mirador desde el que se vislumbra la caída vertical del agua en casi su totalidad.
Para contemplar también la poza en la que se derrama el agua, hay que cruzar el río por unas piedras y ascender un tramo por las rocas que están frente a la cascada, lo cual no tiene mayor dificultad salvo que exista nieve, hielo o haya llovido persistentemente. De hecho son bastantes los turistas que alcanzan el lugar y esperan pacientemente su turno para obtener el codiciado selfie.
Para los más atrevidos, existe una vía ferrata que asciende la pared vertical por la que se precipita el agua. Hay agencias que realizan esta actividad y también se puede hacer barranquismo. Como ninguna de esas aventuras entraba dentro de nuestros planes, llegamos, vimos y nos dimos la vuelta por donde habíamos venido .
Broto.
Dos días después, antes de marcharnos de Ordesa, fuimos a Broto en coche y aprovechamos para echar un vistazo algo más relajado que la tarde de la caminata desde Sarvisé. Broto es la localidad donde se concentran los servicios (bares, cafeterías, restaurantes, tiendas) y los alojamientos para el grueso del turismo que acude a Ordesa. Se encuentra a 905 metros de altitud sobre el nivel del mar y tiene una población algo superior a los 500 habitantes.
Broto desde la carretera que lleva a Torla y a Ordesa.
Broto cuenta con dos barrios, separados por las aguas del río Ara: Santa Cruz al norte y los Porches al sur. El puente proporciona unas vistas preciosas de las coloridas montañas de Ordesa. Además, se pueden hacer diversas rutas de senderismo en la zona.
Sus edificios más importantes son la Iglesia de San Pedro, del siglo XVI, que cuenta con un campanario acabado en almenas y con numerosas aspilleras, siguiendo el modelo propio de los templos fortificados altaragoneses de la época.
Y una torre de piedra del siglo XVI, concebida para cobrar los derechos de paso por el río, aunque también se utilizó como cárcel hasta el siglo XX, en cuyo interior todavía se conservan los grabados que hicieron en su día los presos allí encerrados. El edificio se restauró en 2005 y hoy en día es un museo que se puede visitar; sin embargo, no nos coincidió el horario que requería reserva previa y con un aforo bastante restringido por la covid.
Desde la otra orilla del río se ve esta panorámica de Broto, con la iglesia (a la izquierda) y la torre de la antigua cárcel (a la derecha).
Aunque el caso antiguo de Broto es muy pequeño, tiene rincones a los que no les falta encanto, muestra de lo cual son algunas fotos que tomé.