El despertador sonó temprano a las 7:00, y mi cuerpo se envolvió de esa sensación de no querer que esto se acabara nunca... el levantarme casi de madrugada por gusto, bajar a tomarme un café, coger mi cámara y salir a patearme la ciudad hasta la noche. Había llegado el último día ya... tras revisar mis maletas y toda la habitación, salí de ella y bajé a recepción a dejar la llave. Como mi vuelo no salía hasta las 20:50, no iba a cargar con las maletas todo el día, así que pregunté en recepción si podía dejarlas allí, y me dijeron que si que disponían del servicio para ello y que era gratuito para clientes.
Tras dejar mis maletas allí, me dirigí a la cafetería de la recepción del hotel a por un café y a despedirme del camarero que tan bien me había tratado durante mi estancia. El itinerario para hoy era escaso, no quería irme muy lejos, pues después de la hora de comer tendría que estar de vuelta en el hotel para recoger mis cosas. A eso de las 8:15 ya estaba saliendo por la puerta del hotel, y puse rumbo a mi único destino de hoy, el barrio de Chelsea y su famoso High Line.
Para quien no sepa que es esto del High Line, se trata de un parque en las alturas que atraviesa más de 20 calles y que está construido sobre una vieja línea de tren que transportaba mercancías y que fue abandonada en los años 80. A lo largo del recorrido puedes encontrarte con las propias vías del tren, así como con exposiciones de arte y una gran variedad de flores y árboles.
Tiene su inicio en el sur, más concretamente, en Gansevoort Street y su fin en el norte, en W 34th Street, aunque el recorrido es libre y hay varias entradas más a lo largo de todo el recorrido. Como el hotel donde me alojaba estaba también en la 34th Street a 10 minutos andando de la entrada, comencé el recorrido por ahí. En este caso, comienzas bordeando el rio Hudson y el nuevo distrito de Hudson Yards, pasando por el famoso Mercado Little Spain. Poco a poco te vas alejando de estos nuevos rascacielos para empezar a encontrarte con esculturas de arte y edificios bastantes curiosos, hasta llegar a una especie de anfiteatro con un cristal que te permite ver la 10th Ave. mientras descansas en unos asientos. Si continuas, pasarás por un túnel que pertenece al Chelsea Market, y en el cual hay puestos de comida y souvenirs.
A decir verdad me gustó bastante esta visita, pensé que sería más rústico o viejo (por llamarlo de alguna forma) pero todo lo contrario, el suelo es de madera con vegetación a ambos lados, hay un montón de bancos y tumbonas a lo largo del recorrido, así como varios miradores y fuentes muy curiosas (cuidado con donde pisáis ). Si estáis dudando en visitarlo o no, os diría que lo incluyerais en vuestro itinerario, aunque no sea el recorrido completo.
Tras llegar al final, bajé al nivel de calle de nuevo, y puse rumbo al Chelsea Market, localizado entre las calles 15 y 16 y las avenidas 9 y 10. Se trata de una antigua fábrica, famosa por ser dónde se crearon las galletas Oreo, ahora transformada en un lugar de tiendas, restaurantes y oficinas.
Nada más entrar, notas la sensación de estar en una fábrica antigua, pues aunque toda la estructura y decoración interna se reformó, decidieron conservar ciertos elementos icónicos decorativos (incluso los baños están decorados como en la época), y como os he comentado anteriormente, no tardaréis en ver referencias a las galletas Oreo por las paredes. Además, es el lugar donde se encuentran las oficinas de YouTube, aunque no es posible visitarlas, y por si os interesa, justo el edifico de enfrente al Chelsea Market, son las oficinas de Google.
La variedad de restaurantes dentro es asombrosa, para todos los gustos, aunque no para todos los bolsillos , lo que sí recomiendo, es visitar alguna de las tiendas que hay y darse una vuelta por el edificio.
Tras salir de aquel lugar, a escasos metros había un Starbucks en el que tuve que entrar porque me llamó su atención lo enorme que era. Nada más entrar había un recibidor en el que te daban la bienvenida y justo detrás se encontraba la tienda de artículos de la marca. En la parte izquierda del local se encontraba nada más y nada menos que un anfiteatro con un pantalla donde estaban reproduciendo videos. En la parte derecha se encontraba el mostrador para pedir y las mesas y sofás donde tomarse el café. Pero es que en la parte centrar al fondo, había un mostrador con una persona, a la cual pedías qué granos de café querías de entre todos los que disponían, y los hacia pasar por varias máquinas que los procesaba para después mandarlo por unos tubos transparentes que había en el techo y que iban hasta la zona de pedidos, en donde te elaboraban el café con esos mismos granos que habías elegido hace un rato, simplemente increíble!
Después de salir de allí, me di cuenta de que ya eran las 12:00, a lo tonto se me había pasado volando el tiempo, así que puse rumbo al hotel para buscar un sitio en donde comer. Unas calles más adelante del hotel, encontré una hamburguesería que tenía buenas reseñas en Google Maps, así que allí que entré, y que delicia... una pena que no recuerde su nombre (he intentado buscarla de nuevo pero no he sido capaz de encontrarla)
Ya con el estómago lleno, aproveché a entrar en alguna tienda más de la zona, en concreto entre en uno de los famosos 7-eleven y aproveché a comprar algunas revistas y un periódico del día, para no aburrirme en el viaje y de recuerdo. Ya eran pasadas las 14:30 y aunque quedaban poco más de seis horas para que saliera el vuelo, no me gusta andar pillado de tiempo, fui al hotel a recoger las maletas, me despedí de aquella maravillosa ciudad, y cargado hasta arriba bajé al metro a coger la línea E con dirección uptown (medio de transporte elegido para ir desde la parada 34 St Penn Station hasta el aeropuerto JFK).
Tras bajar las escaleras del metro con dos maletas y un mochila, me di cuenta de que con ese equipaje no iba a ser capaz de pasar por los tornos, así que tuve que pulsar un botón que había para contactar con el servicio de ayuda, y tras explicarles la situación me abrieron una puerta que se encontraba en un lateral, pensada para todos aquellos que no pueden pasan por los tornos. Tras poco más de media hora en el metro, este volvía a salir a la superficie para llegar a la estación de Jamaica, en donde se encuentra el Airtrain para ir hasta la terminal de tu vuelo. En el cambio entre el metro y el Airtrain, hay un control de seguridad rápido justo después de los tornos para entrar a este.
Casi a las 17:00 ya estaba en la Terminal 7, desde donde salía mi vuelo con Iberia, y tras haber dejado las maletas en su mostrador, me dirigí a la zona de embarque (todo está muy bien indicado), pero la cola que había en esos momentos para pasar el control de seguridad localizado allí era interminable. Pude estar perfectamente casi una hora hasta que pasé, eso sí, a diferencia de otros aeropuertos en los que he estado, son muy permisivos con lo que puedes pasar adentro, tenía todavía alguna pieza de fruta que me había sobrado de estos días en la mochila, así como una botella de agua y una lata de refresco, y no me pusieron pega alguna.
Ya una vez dentro de la zona de embarque, no hay mucho que hacer, las tiendas son escasas, hay alguna cafetería, un par de tiendas de souvenirs y la típica tienda con revistas y comida. Como aún tenía 2 horas y pico por delante y aún tenía dólares sin gastar, aproveché a comprarme varias cajas de caramelos (no te los dan hasta que subes al avión por lo del Tax-Free) y alguna botella de agua más para el avión. Por suerte en la sala de espera, los asientos son muy cómodos y disponen de enchufes individuales, así como también de varios televisores dónde tienen puestas las noticias.
Ya por fin llegó la hora de subirse al avión, tras enseñar mi billete y mi pasaporte, me entregaron en la pasarela de entrada mis caramelos. Me esperaban 7 horas y 20 de viaje para volver a pisar suelo español. Nos sirvieron la cena nada más estabilizar el vuelo y después de haber acabado todos, nos repartieron unas mantas y unas almohadas para poder dormir. Para mi suerte, soy capaz de dormir bastante bien en cualquier tipo de trayecto de este estilo, y prácticamente dormí del tirón salvo la última hora y algo, la cual dediqué a trastear con la pantalla del asiento.
Sin complicaciones en el aterrizaje ya estaba en Madrid de nuevo, sólo pensaba en volver de nuevo... El vuelo me dejó en la Terminal 4S, y las maletas se recogían en la Terminal 4, para llegar de una a otra hay que coger un metro gratuito que las conecta. Una vez llegas a la otra terminal, pasas el último control de seguridad y ya puedes recoger tus maletas en la planta inferior y salir al exterior.
Ha sido un viaje increíble, iba con las expectativas muy muy altas por ser la ciudad que es y por haberme informado tanto y haber visto tantos videos y fotografías antes del viaje, pero nada más lejos de la realidad. Es una ciudad que deja sin palabras a cualquiera que la visite, y estoy seguro de que algún día más adelante volveré a estar allí de nuevo. Mientras tanto estaré aquí para cualquier duda que os surja y para leer vuestro diarios. ¡Muchas gracias a todos los que me habéis leído!
Tras dejar mis maletas allí, me dirigí a la cafetería de la recepción del hotel a por un café y a despedirme del camarero que tan bien me había tratado durante mi estancia. El itinerario para hoy era escaso, no quería irme muy lejos, pues después de la hora de comer tendría que estar de vuelta en el hotel para recoger mis cosas. A eso de las 8:15 ya estaba saliendo por la puerta del hotel, y puse rumbo a mi único destino de hoy, el barrio de Chelsea y su famoso High Line.
Para quien no sepa que es esto del High Line, se trata de un parque en las alturas que atraviesa más de 20 calles y que está construido sobre una vieja línea de tren que transportaba mercancías y que fue abandonada en los años 80. A lo largo del recorrido puedes encontrarte con las propias vías del tren, así como con exposiciones de arte y una gran variedad de flores y árboles.
Tiene su inicio en el sur, más concretamente, en Gansevoort Street y su fin en el norte, en W 34th Street, aunque el recorrido es libre y hay varias entradas más a lo largo de todo el recorrido. Como el hotel donde me alojaba estaba también en la 34th Street a 10 minutos andando de la entrada, comencé el recorrido por ahí. En este caso, comienzas bordeando el rio Hudson y el nuevo distrito de Hudson Yards, pasando por el famoso Mercado Little Spain. Poco a poco te vas alejando de estos nuevos rascacielos para empezar a encontrarte con esculturas de arte y edificios bastantes curiosos, hasta llegar a una especie de anfiteatro con un cristal que te permite ver la 10th Ave. mientras descansas en unos asientos. Si continuas, pasarás por un túnel que pertenece al Chelsea Market, y en el cual hay puestos de comida y souvenirs.
A decir verdad me gustó bastante esta visita, pensé que sería más rústico o viejo (por llamarlo de alguna forma) pero todo lo contrario, el suelo es de madera con vegetación a ambos lados, hay un montón de bancos y tumbonas a lo largo del recorrido, así como varios miradores y fuentes muy curiosas (cuidado con donde pisáis ). Si estáis dudando en visitarlo o no, os diría que lo incluyerais en vuestro itinerario, aunque no sea el recorrido completo.
Tras llegar al final, bajé al nivel de calle de nuevo, y puse rumbo al Chelsea Market, localizado entre las calles 15 y 16 y las avenidas 9 y 10. Se trata de una antigua fábrica, famosa por ser dónde se crearon las galletas Oreo, ahora transformada en un lugar de tiendas, restaurantes y oficinas.
Nada más entrar, notas la sensación de estar en una fábrica antigua, pues aunque toda la estructura y decoración interna se reformó, decidieron conservar ciertos elementos icónicos decorativos (incluso los baños están decorados como en la época), y como os he comentado anteriormente, no tardaréis en ver referencias a las galletas Oreo por las paredes. Además, es el lugar donde se encuentran las oficinas de YouTube, aunque no es posible visitarlas, y por si os interesa, justo el edifico de enfrente al Chelsea Market, son las oficinas de Google.
La variedad de restaurantes dentro es asombrosa, para todos los gustos, aunque no para todos los bolsillos , lo que sí recomiendo, es visitar alguna de las tiendas que hay y darse una vuelta por el edificio.
Tras salir de aquel lugar, a escasos metros había un Starbucks en el que tuve que entrar porque me llamó su atención lo enorme que era. Nada más entrar había un recibidor en el que te daban la bienvenida y justo detrás se encontraba la tienda de artículos de la marca. En la parte izquierda del local se encontraba nada más y nada menos que un anfiteatro con un pantalla donde estaban reproduciendo videos. En la parte derecha se encontraba el mostrador para pedir y las mesas y sofás donde tomarse el café. Pero es que en la parte centrar al fondo, había un mostrador con una persona, a la cual pedías qué granos de café querías de entre todos los que disponían, y los hacia pasar por varias máquinas que los procesaba para después mandarlo por unos tubos transparentes que había en el techo y que iban hasta la zona de pedidos, en donde te elaboraban el café con esos mismos granos que habías elegido hace un rato, simplemente increíble!
Después de salir de allí, me di cuenta de que ya eran las 12:00, a lo tonto se me había pasado volando el tiempo, así que puse rumbo al hotel para buscar un sitio en donde comer. Unas calles más adelante del hotel, encontré una hamburguesería que tenía buenas reseñas en Google Maps, así que allí que entré, y que delicia... una pena que no recuerde su nombre (he intentado buscarla de nuevo pero no he sido capaz de encontrarla)
Ya con el estómago lleno, aproveché a entrar en alguna tienda más de la zona, en concreto entre en uno de los famosos 7-eleven y aproveché a comprar algunas revistas y un periódico del día, para no aburrirme en el viaje y de recuerdo. Ya eran pasadas las 14:30 y aunque quedaban poco más de seis horas para que saliera el vuelo, no me gusta andar pillado de tiempo, fui al hotel a recoger las maletas, me despedí de aquella maravillosa ciudad, y cargado hasta arriba bajé al metro a coger la línea E con dirección uptown (medio de transporte elegido para ir desde la parada 34 St Penn Station hasta el aeropuerto JFK).
Tras bajar las escaleras del metro con dos maletas y un mochila, me di cuenta de que con ese equipaje no iba a ser capaz de pasar por los tornos, así que tuve que pulsar un botón que había para contactar con el servicio de ayuda, y tras explicarles la situación me abrieron una puerta que se encontraba en un lateral, pensada para todos aquellos que no pueden pasan por los tornos. Tras poco más de media hora en el metro, este volvía a salir a la superficie para llegar a la estación de Jamaica, en donde se encuentra el Airtrain para ir hasta la terminal de tu vuelo. En el cambio entre el metro y el Airtrain, hay un control de seguridad rápido justo después de los tornos para entrar a este.
Casi a las 17:00 ya estaba en la Terminal 7, desde donde salía mi vuelo con Iberia, y tras haber dejado las maletas en su mostrador, me dirigí a la zona de embarque (todo está muy bien indicado), pero la cola que había en esos momentos para pasar el control de seguridad localizado allí era interminable. Pude estar perfectamente casi una hora hasta que pasé, eso sí, a diferencia de otros aeropuertos en los que he estado, son muy permisivos con lo que puedes pasar adentro, tenía todavía alguna pieza de fruta que me había sobrado de estos días en la mochila, así como una botella de agua y una lata de refresco, y no me pusieron pega alguna.
Ya una vez dentro de la zona de embarque, no hay mucho que hacer, las tiendas son escasas, hay alguna cafetería, un par de tiendas de souvenirs y la típica tienda con revistas y comida. Como aún tenía 2 horas y pico por delante y aún tenía dólares sin gastar, aproveché a comprarme varias cajas de caramelos (no te los dan hasta que subes al avión por lo del Tax-Free) y alguna botella de agua más para el avión. Por suerte en la sala de espera, los asientos son muy cómodos y disponen de enchufes individuales, así como también de varios televisores dónde tienen puestas las noticias.
Ya por fin llegó la hora de subirse al avión, tras enseñar mi billete y mi pasaporte, me entregaron en la pasarela de entrada mis caramelos. Me esperaban 7 horas y 20 de viaje para volver a pisar suelo español. Nos sirvieron la cena nada más estabilizar el vuelo y después de haber acabado todos, nos repartieron unas mantas y unas almohadas para poder dormir. Para mi suerte, soy capaz de dormir bastante bien en cualquier tipo de trayecto de este estilo, y prácticamente dormí del tirón salvo la última hora y algo, la cual dediqué a trastear con la pantalla del asiento.
Sin complicaciones en el aterrizaje ya estaba en Madrid de nuevo, sólo pensaba en volver de nuevo... El vuelo me dejó en la Terminal 4S, y las maletas se recogían en la Terminal 4, para llegar de una a otra hay que coger un metro gratuito que las conecta. Una vez llegas a la otra terminal, pasas el último control de seguridad y ya puedes recoger tus maletas en la planta inferior y salir al exterior.
Ha sido un viaje increíble, iba con las expectativas muy muy altas por ser la ciudad que es y por haberme informado tanto y haber visto tantos videos y fotografías antes del viaje, pero nada más lejos de la realidad. Es una ciudad que deja sin palabras a cualquiera que la visite, y estoy seguro de que algún día más adelante volveré a estar allí de nuevo. Mientras tanto estaré aquí para cualquier duda que os surja y para leer vuestro diarios. ¡Muchas gracias a todos los que me habéis leído!