Nuestro último día por el norte. Nos acostamos sin tener muy claro qué hacer y además la previsión metereológica no era muy halagüeña. Me levanté temprano con la idea de hacer una pequeña caminata por mi cuenta. Desayunando en el hotel empezó a llover con fuerza, aún así insistí en mi propósito y cogí el coche para dirigirme a Rabanal de Arriba, a unos 10 minutos en coche de donde partía una excursión que miré por encima mientras desayunaba, la de la Cascada del Pimpanón y los molinos de Rabanal. Aquí podéis ver bien explicada y con muy buenas fotos la ruta que encontré y me animó a realizarla.
Aparqué en la plaza del pueblo, donde había unos carteles informativos de las diferentes rutas senderistas que había y me dirigí a la cascada del Pimpanón, bajo una ligera lluvia. La caminata fue de un par de horas y tuve dos problemas: no me traje la cámara réflex y las fotos que hice con el móvil eran miseria y luego cuando me desvié para bajar a ver la cascada no la encontraba y perdí mucho tiempo campo a traviesa y con maleza hasta los topes. La ruta me gustó muchísimo y me dió pena el tener que volver, pero había quedado con mi mujer para ver qué haríamos el resto del día. Al final 6 kms, vi la cascada desde arriba porque a la vuelta volví a intentar el verla y fue cuando me di cuenta de que me había pasado una indicación de la cascada. De todas formas imposible bajar a la poza. Con la lluvia, la inclinación del terreno y lo estrechísimo del camino era muy peligroso.
Ya en Villablino, decidimos ir de nuevo hacia Hermo para realizar la ruta de ayer pero en el sentido adecuado. Además parecía que por el oeste estaría el tiempo mejor. Tras la horita en coche empezamos con un cielo con sol y nubes, pero sin lluvia y sí, la subida muy llevadera hasta que tenemos que cruzar un arroyo, pero el puente por el que había que pasar estaba en un estado lamentable donde la seguridad brilla por su ausencia. Además hay que pasar unas vallas de espino y se nos quitó las ganas de seguir. Así que vuelta para el coche. Menudo desastre. Bueno, sirvió para estirar las patas.
Sin las cosas claras decidimos ir hasta Cangas del Narcea para comer. Acabamos en el restaurante Casa del Río, comiendo en la calle peatonal la mar de agusto. Qué ganas de un buen pote de berzas tenía.
Tras llenar el estómago decidimos hacer turismo de carretera llendo a Villablino por el puerto de Leitariegos. Durante el trayecto decidimos coger el telescopio en el hotel e irnos a pasar la tarde en La Peral para ver si por fin pillamos el oso.
En La Peral estamos sobre las 18:30 y hay un buen grupo de observadores. Y allí echamos la tarde hasta las 21 horas pasadas. Vimos un zorrete, rebecos y.... ¡¡un oso!! Al fin vi uno aquí en España. Por supuesto no lo divisamos nosotros, sino otros muchachos que estaban vigilando la montaña a nuestra espalda. Estaba lejísimos y sin telescopio imposible, pero fue una gozada el poder verlo por los canchales hasta que se perdió en el bosque. Fue un buen fin de vacaciones, ya que el día siguiente, el día 21 fue un atracón de kilómetros hasta Jaén. Por supuesto el día en Villablino amaneció esplendoroso, con un sol radiante
Aparqué en la plaza del pueblo, donde había unos carteles informativos de las diferentes rutas senderistas que había y me dirigí a la cascada del Pimpanón, bajo una ligera lluvia. La caminata fue de un par de horas y tuve dos problemas: no me traje la cámara réflex y las fotos que hice con el móvil eran miseria y luego cuando me desvié para bajar a ver la cascada no la encontraba y perdí mucho tiempo campo a traviesa y con maleza hasta los topes. La ruta me gustó muchísimo y me dió pena el tener que volver, pero había quedado con mi mujer para ver qué haríamos el resto del día. Al final 6 kms, vi la cascada desde arriba porque a la vuelta volví a intentar el verla y fue cuando me di cuenta de que me había pasado una indicación de la cascada. De todas formas imposible bajar a la poza. Con la lluvia, la inclinación del terreno y lo estrechísimo del camino era muy peligroso.
Ya en Villablino, decidimos ir de nuevo hacia Hermo para realizar la ruta de ayer pero en el sentido adecuado. Además parecía que por el oeste estaría el tiempo mejor. Tras la horita en coche empezamos con un cielo con sol y nubes, pero sin lluvia y sí, la subida muy llevadera hasta que tenemos que cruzar un arroyo, pero el puente por el que había que pasar estaba en un estado lamentable donde la seguridad brilla por su ausencia. Además hay que pasar unas vallas de espino y se nos quitó las ganas de seguir. Así que vuelta para el coche. Menudo desastre. Bueno, sirvió para estirar las patas.
Sin las cosas claras decidimos ir hasta Cangas del Narcea para comer. Acabamos en el restaurante Casa del Río, comiendo en la calle peatonal la mar de agusto. Qué ganas de un buen pote de berzas tenía.
Tras llenar el estómago decidimos hacer turismo de carretera llendo a Villablino por el puerto de Leitariegos. Durante el trayecto decidimos coger el telescopio en el hotel e irnos a pasar la tarde en La Peral para ver si por fin pillamos el oso.
En La Peral estamos sobre las 18:30 y hay un buen grupo de observadores. Y allí echamos la tarde hasta las 21 horas pasadas. Vimos un zorrete, rebecos y.... ¡¡un oso!! Al fin vi uno aquí en España. Por supuesto no lo divisamos nosotros, sino otros muchachos que estaban vigilando la montaña a nuestra espalda. Estaba lejísimos y sin telescopio imposible, pero fue una gozada el poder verlo por los canchales hasta que se perdió en el bosque. Fue un buen fin de vacaciones, ya que el día siguiente, el día 21 fue un atracón de kilómetros hasta Jaén. Por supuesto el día en Villablino amaneció esplendoroso, con un sol radiante
FIN