NOTA: Esta ruta la hicimos en el otoño de 2015. Está incluida entre las Sendas Verdes de la recopilación de Sendas de Madrid de la Comunidad Autónoma, que se puede consultar en su página web sendasdemadrid.es. Contiene mucha información sobre recorridos, con mapas, fichas y folletos descargables, tracks e información de todo tipo.
Foto de ficha de la ruta descargada de la página web citada anteriormente con información y recorrido.
SITUACIÓN EN EL MAPA PENINSULAR Y EN EL DE LA COMUNIDAD DE MADRID.
Desde Madrid, hay varias formas de llegar al aparcamiento del inicio de la ruta. En Google Maps aparecen varias opciones, que suponen normalmente entre 65 y 73 kilómetros y en torno a una hora y diez minutos de viaje en coche. Nosotros seguimos la opción en azul.
Itinerarios desde Madrid hasta el inicio de la ruta según Google Maps según Google Maps.
DATOS DE LA RUTA.
- Recorrido circular
- Distancia: 5 Km
- Duración: entre dos y tres horas
- Desnivel: 200/300 metros
- Dificultad: baja/media (hay un descenso con mucha pendiente en mitad de la ruta)
- Punto de partida (y llegada, ya que es circular): aparcamiento de la senda de la Chorrera del Hornillo, antes de cruzar el puente sobre el río Aceña. Desde Madrid, hay 62 Kilómetros, y la forma más fácil de hacerlos es por la A-6 (Autopista de La Coruña) hasta Las Rozas, donde se toma la M-505 (que pasa por San Lorenzo de El Escorial) hasta Robledondo, donde se toma una desviación hasta el aparcamiento de la Cascada, unos 4 kilómetros después del pueblo. Está perfectamente indicado. En cualquier caso, se puede encontrar la situación exacta del parking en GoogleMaps poniendo “Cascada del Hornillo”.
NUESTRA RUTA.
En un día precioso de otoño, decidimos combinar una caminata campestre con una buena comida en San Lorenzo de El Escorial. Al ser día laborable nos libramos de la gran afluencia de público que hay en la sierra madrileña en fines de semana y festivos. Se trata de una ruta muy sencilla pero realmente bonita, que, además, por su situación y poca duración, permite aprovechar perfectamente el día para visitar, por ejemplo, el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Eso sí, hay que disponer de vehículo propio.
Subiendo el puerto de la Cruz Verde hay un excelente mirador de todo el entorno, en el que destaca la mole inmensa del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. La foto la hice sobre la marcha, en el coche, pensando en parar a la vuelta, lo que fue una mala decisión, ya que bajando, hay línea continua y no se puede entrar con el coche al mirador.
Dejamos el coche en el parking que ya he mencionado y, dejando el río a nuestra izquierda, seguimos la dirección que indicaba el panel informativo de la ruta. La mañana de otoño se presentaba perfecta para una excursión pues hacía buena temperatura y lucía el sol. Además, había llovido bastante hacía apenas un par de días, con lo cual el ambiente estaba despejado y el cielo muy claro, lo que proporciona esa fantástica luz propia de la sierra madrileña, que alcanza hasta la capital. Y los colores del otoño no hacían sino poner la guinda en el pastel de un paisaje que lucía precioso.
Los primeros metros son de suave subida, ya en el bosque y acompañados por el rumor del agua del arroyo del Hornillo, que corre alegre formando cascaditas, pequeñitas pero muy bonitas.
A pocos minutos del comienzo, haciendo caso de una nueva indicación, tomamos el camino de la izquierda, que siguiendo el riachuelo, lleva directamente a la chorrera grande. Supongo que el mejor momento para disfrutar de un mayor caudal será en primavera, tras el deshielo, cuando seguramente tendrá una vista espectacular, pero tampoco le faltaba agua esta vez, ni mucho menos; lo cierto es que llevaba bastante más de lo que pueda parecer por las fotos. Descendimos con cuidado por las rocas y estuvimos un rato contemplando el agua deslizarse con su relajante sonido.
Continuamos la marcha por el sendero, llegando hasta la parte superior de la cascada, desde donde se aprecia la caída del agua. En el mismo lugar se pueden ver otras pequeñas chorreras muy bonitas.
Seguimos paralelos al arroyo, contemplando los bellos colores con que el otoño viste al bosque, alfombrado de hojas moribundas y de setas, cuanto más llamativas menos recomendable cogerlas (como bien se dice, las más hermosas son las más venenosas).
Y en algunos momentos parecía hacerse realidad la vieja leyenda del bosque encantado:
Pasados tres cuartos de hora, llegamos a una pequeña pradera y cruzamos el Hornillo por un rústico puente hecho con troncos, hacia la izquierda. Aquí nos despedimos del arroyo, que quedó a nuestra espalda, y afrontamos el único tramo real de subida de todo el recorrido. Es una cuesta de unos 200 metros, empinada, pero que no presenta ninguna dificultad. Como señal inequívoca de que íbamos por el buen camino según las indicaciones recibidas, a nuestra derecha quedó una cabaña de piedra de pastor. Desde allí divisamos este hermoso panorama de otoño:
Pradera.
Puente de troncos.
Camino de subida al mirador.
A la izquierda, la cabaña de piedra de pastor.
Puente de troncos.
Camino de subida al mirador.
A la izquierda, la cabaña de piedra de pastor.
Coronamos la ascensión, llegando al mirador de la senda del Hornillo, donde hay un papel informativo, del que pongo una fotografía. Al fondo, se ve Peguerinos y el embalse de la Aceña. Abajo, se vislumbra una granja, que era nuestro siguiente objetivo. Estábamos a 1.380 metros de altura.
El sendero que desciende está bien marcado con piedras, pero tiene mucha pendiente y es el único punto complicado de la ruta. Aquí hay que llevar bastante cuidado, especialmente si hay niños pequeños, porque es muy fácil resbalar y darse un buen golpe o, incluso, caer rodando; sin embargo, tampoco puede considerarse peligroso salvo en invierno, con nieve o hielo.
Concluido el descenso, llegamos a una pradera que rodea la granja que habíamos visto desde el mirador. Aquí suele haber vacas y caballos pastando, pero en ese momento no estaban. Enseguida nos encontramos con el río Aceña y ya solamente tuvimos que continuar por la pista que gira a la izquierda, al principio siguiendo su cauce con el río a la derecha.
Como en todo el recorrido, el paisaje era muy bonito y vimos otro precioso salto de agua en el momento de cruzar el río, que a partir de entonces quedó a nuestra izquierda
Casi al final de la ruta rebasamos el edificio de la Escuela de Pesca, ya junto al puente sobre el Aceña, que hay que cruzar para llegar al aparcamiento donde teníamos el coche. Habíamos empleado dos horas y veinte minutos en hacer la ruta completa, incluyendo paradas para fotos.
Acerca de esta ruta, he leído comentarios de que es mejor hacerla en sentido contrario, dejando para el final las chorreras del Hornillo por ser lo más bonito. Después de haber hecho la caminata, no comparto esa opinió. Si bien es cierto que las cascadas aparecen en los primeros minutos del paseo, también es verdad que te las encuentras de frente y las tienes en todo momento delante de tu vista, lo que realmente se agradece. Además, la empinadísima bajada que he comentado, si se hace el al revés, se convertiría en una subida de órdago que haría renegar a más de uno. En fin, a mi modo de ver, sería bastante más dura y no necesariamente más atractiva, pero ya se sabe que sobre gustos…
También es posible, simplemente, acercarse a las cascadas desde el aparcamiento, seguir el sendero hasta la pradera con el puente de troncos sobre el río Hornillo y allí dar la vuelta para regresar por el mismo camino. No creo que se tarde más de una hora en ello y merece la pena, aunque no se haga la ruta completa.
También es posible, simplemente, acercarse a las cascadas desde el aparcamiento, seguir el sendero hasta la pradera con el puente de troncos sobre el río Hornillo y allí dar la vuelta para regresar por el mismo camino. No creo que se tarde más de una hora en ello y merece la pena, aunque no se haga la ruta completa.
MONASTERIO DE SAN LORENZO DE EL ESCORIAL.
Cuando acabamos la ruta a pie eran las dos y media, hora perfecta para pensar en el almuerzo. Fuimos hasta San Lorenzo de El Escorial y, sin reserva (privilegios de día laborable), nos presentamos en uno de los restaurantes con más tradición, la Fonda Genara., fundado en 1875. Está en la Plaza de San Lorenzo nº 2, en el primer piso de una galería comercial. No tiene pérdida porque está muy bien indicado, con carteles en el exterior. Si se quiere ir en fin de semana o festivo, mejor reservar con antelación. El local es bonito, pintoresco casi, con mobiliario clásico y multitud de fotos en blanco y negro decorando las paredes. La comida es realmente buena y el precio, más. Tienen un menú de 15 euros, que incluye dos platos y postre, con 11 primeros y 9 segundos para elegir. Eso sí, la bebida va aparte. Nos pusieron un aperitivo de crujiente de morcilla estupendo y pedimos pimientos rellenos de merluza y gamba, ensalada de queso de cabra con pasas y aliño de aceite y miel, codornices estofadas, solomillo ibérico con patata pochada y cebolla caramelizada y postres. Con una cerveza, media botella de vino, una botella de agua y dos cafés, pagamos 48 euros. No sé si este menú se puede tomar también en fin de semana, quizás se sirva con un suplemento. El precio de la carta era bastante más alto, aunque no exagerado, pero los platos no variaban demasiado de los que incluye el menú.
Acabada la comida, dimos un paseo por el Real Sitio, también muy favorecido por los colores del otoño. El interior del Monasterio ya lo habíamos visitado tiempo atrás, así que nos limitamos a dar una vuelta por su contorno, incluyendo los jardines que son de acceso libre.
Y, claro está, aprovechamos para tomar una de las fotos más conocidas del Monasterio, que ilustra muchas guías, y que salió así de bonita:
El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial fue mandado edificar por Felipe II, según se cuenta, debido a una promesa que hizo al conocer que durante la Batalla de San Quintín había resultado destruido un convento de monjas y, además, en el día que la Iglesia Católica celebraba a un mártir español, San Lorenzo. Pero también se cree que el rey había decidido con anterioridad la construcción de una obra magna, de proporciones dignas de satisfacer la idea que tenía sobre su propia grandeza. Escogió un estilo clasicista austero y para realizarlo designó al arquitecto Juan Bautista de Toledo, vinculado a la figura de Miguel Ángel. La primera piedra del Monasterio se puso el 23 de abril de 1563. Juan Bautista de Toledo murió en 1567 y fue sustituido, entre otros, por Juan de Herrera, de cuyo apellido deriva su estilo definitivo, conocido como “herreriano”. El 13 de septiembre de 1584 quedaron concluidas las obras, cuyo conjunto incluye un palacio, una basílica, una cripta/panteón (donde están enterrados la mayor parte de los reyes y reinas de España de las casas de Austria y Borbón) y un monasterio, regentado originariamente por la Orden de San Jerónimo, pero que hoy en día está ocupado por la de San Agustín. Además, contiene innumerables obras de arte (pinturas, esculturas, pergaminos, tapices, relicarios, etc) que lo convierten en un importante museo.
El conjunto está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1984 y forma parte de los bienes de Patrimonio Nacional, que gestiona las visitas. Cierra todos los lunes del año y el horario de martes a domingo es desde octubre a marzo es de 10:00 a 18:00 y desde abril a septiembre de 10:00 a 20:00. La tarifa general de adulto actualmente es de 10 euros.
Desde el Jardín de los Frailes, al que se puede acceder de forma gratuita, se obtienen unas vistas extraordinarias de la fachada del propio Monasterio, de la Sierra de Guadarrama (ya Parque Nacional) e incluso de la capital, destacando el perfil de las Cuatro Torres, los rascacielos más altos de Madrid.
Ya de regreso, como hacía muchos años que no íbamos, saliendo de San Lorenzo de El Escorial nos desviamos por la carretera que en dos kilómetros y medio conduce a la llamada “Silla de Felipe II”, promontorio rocoso desde donde dice la leyenda que el rey contemplaba y dirigía las obras del Monasterio. En el lugar, existe una especie de asientos escavados en la piedra, y un mirador, desde donde se obtienen unas buenas vistas del entorno, aunque ni mucho menos son las mejores. Desde varios puntos de las carreteras adyacentes y, sobre todo, desde el Monte Abantos (que se ve enfrente mirando desde aquí) se tienen perspectivas más llamativas del Monasterio; pero llegar a este lugar apenas lleva unos minutos y constituye una foto obligada para muchos turistas.
En resumen, una bonita jornada que mezcla naturaleza, gastronomía y cultura a una hora en coche de Madrid.