Esta caminata, también denominada “Ruta de los Castaños”, engloba un paseo por el más extenso castañar de la provincia de Madrid con la “Senda del Embalse de los Morales”, una de las “Sendas Verdes” incluidas en el catálogo de Sendas de Madrid, que se puede consultar en la página web de la Comunidad de Madrid sendasdemadrid.es . Al recorrer un gran bosque de castaños, se trata de una actividad perfecta para llevar a cabo durante el otoño y apreciar así su preciosa coloración. Nosotros estuvimos el 11 de noviembre de 2020 y los árboles ya estaban un tanto desprovistos de hojas, pero el paisaje era todavía muy atractivo.
SITUACIÓN EN EL MAPA PENINSULAR Y EN EL DE LA COMUNIDAD DE MADRID.
Desde Madrid capital, el trayecto es cómodo y se tarda una hora y cuarto, aproximadamente en hacer los poco más de 85 kilómetros que hay hasta la pequeña localidad de Rozas de Puerto Real, en la zona suroeste de la región, lindando con la comunidad de Castilla y León. De hecho, nos hubiera gustado dar un paseo por los castañares de Casillas, a solo 9 kilómetros, (pueblo donde vivió muchos años un tío mío, muy querido, ya fallecido), pero nos fue imposible por los confinamientos entre comunidades autónomas vigentes entonces. La ruta más directa es por la A-5 (autovía de Extremadura) y luego la M-501 (conocida como carretera de los Pantanos). Hay que pasar San Martín de Valdeiglesias y girar a la izquierda en el cruce con la M-507 (que conduce a Cadalso de los Vidrios y Navalcarnero); tomando esta carretera, a un par de kilómetros está Rozas de Puerto Real, comienzo de la ruta completa.
Itinerario desde Madrid al comienzo de la ruta según Google Maps.
DATOS DE LA RUTA DE LOS CASTAÑOS COMPLETA (CASTAÑAR Y EMBALSE DE LOS MORALES).
Longitud: 10 kilómetros.
Tipo de ruta: circular
Duración: entre dos horas y dos horas y media.
Grado de dificultad: Fácil.
Desnivel: 249 metros.
NUESTRA RUTA.
Dejamos el coche a la entrada de Rozas de Puerto Real, en un aparcamiento habilitado junto a la carretera. Enseguida vimos la Oficina de Turismo, donde nos atendieron muy amablemente y nos dieron información, mapas y folletos. La ruta comienza muy cerca, retrocediendo unos metros por la propia carretera hasta una pista que desciende hacia la derecha, junto a la cual hay un panel informativo de la propia ruta.
La pista asfaltada va paralela a una senda que sale hacia la derecha, y que atraviesa antiguos campos de vid y castaños. Si ésta se encuentra embarrada, se puede continuar por la pista, ya que durante una parte del trayecto van más o menos paralelas. Luego, hay que tomar el sendero, que continúa entre los árboles hasta llegar a un claro.
A lo lejos podemos contemplar unas bonitas vistas de las sierras de localidades del Valle del Tiétar abulense, Casillas, por ejemplo. Sobre el fondo verde, predomina el tono rojizo y dorado de las hojas caducas de robles y castaños. También nos llamó la atención un gran edificio, que resultó ser el Colegio Arzobispal de Santa María.
Pasamos junto a un par de fuentes y a un abrevadero. A lo largo del itinerario vimos varios carteles indicadores de la ruta, por lo cual no tiene pérdida.
Tras un rato de bajada, sin ninguna complicación, llegamos al borde de la carretera M-501, que hay que cruzar. Hay un punto habilitado para hacerlo. En cualquier caso se debe llevar mucho cuidado porque los coches circulan a bastante velocidad en esa zona. Por lo tanto, hay que extremar la precaución si se va con niños.
Una vez al otro lado, nos encontramos en la Cañada Real Leonesa, con una ancha senda de tierra, claramente marcada, pero que a primera vista no se sabe muy bien en qué dirección tomarla porque no hay indicadores. Dedujimos (con acierto) que, por nuestra posición, deberíamos ir hacia la izquierda (al oeste). Y, efectivamente, tras pasar junto a las verjas del Colegio Arzóbispal de Santa María, a unas decenas de metros, nos encontramos con el panel informativo de la Senda Verde del Embalse de los Morales, que tiene una longitud de 3,5 kilómetros y se recorre en una hora más o menos. Curiosamente, en la ficha de la senda, lo calculan en 55 minutos, y en la del panel informativo, señalan que hora y media. En fin, que todo es relativo.
La ruta es muy cómoda y en buena parte se recorre una senda de tierra, bastante ancha, sin apenas desnivel y con buenas vistas.
Nos dispusimos, pues, a hacer esta parte de la caminata, dando la vuelta al embalse en sentido contrario a las agujas del reloj. Se puede hacer también a la inversa, naturalmente.
Aunque la senda transcurre unos metros alejada del agua, hay pequeñas entradas que llevan hasta el agua, pudiendo contemplar el pantano casi en su totalidad. Está prohibido bañarse, pero se puede pescar con el permiso correspondiente.
Al fondo, la sierra nos mostraba sus bellos colores otoñales. Destaca el Alto del Mirlo, de 1.767 metros, donde existe un piornal de alto valor ecológico. El conjunto componía una bonita estampa.
Como a mita del recorrido, el sendero se estrechó y empezamos a pasar una zona con agua y bastante embarrada. Nada que nos causara excesivos problemas, pero en un punto concreto tuvimos que pasar atravesar una valla metálica y caminar una decena de metros por el interior para salvar un pequeño tramo del camino, que se había inundado. A ambos lados, nos vimos rodeados por la típica vegetación de ribera, con fresnos, sauces y alisos.
Salimos a un mirador, desde el que pudimos volver a contemplar el embalse casi completo. Si hubiéramos traído bocadillos, habría sido un buen lugar para sentarnos a tomarlos. Pero no era así, así que continuamos adelante.
Tras la presa, un camino nos condujo hasta la carretera que se dirige a Casillas y, tomándola en sentido contrario a dicho pueblo, llegamos nuevamente hasta la Cañada Real y a la M-501, que tuvimos que cruzar nuevamente.
En esta ocasión, ascendimos por un camino hasta coger la antigua carretera que llevaba a Rozas de Puerto Real, por la que ahora no circula prácticamente nadie, ya que todo el tráfico va por la nueva. Tiene una buena pendiente de subida, pero nos permitió contemplar la belleza de los castaños, algunos de los ejemplares realmente notables en porte y tamaño, y también de otras especies arbóreas nobles, como los robles, por ejemplo.
Llegamos al punto de inicio, completando la ruta circular. Buscamos un lugar para comer y, siguiendo unos metros la carretera hacia el pueblo, vimos a la izquierda un restaurante (Restaurante Casa Antonio) que ofrecía menú del día y una terraza exterior: justamente lo que necesitábamos, puesto que, además, hacía un día estupendo de sol y buena temperatura. Después, fuimos a dar una vuelta por el pueblo, si bien no pudimos ni acercarnos a la iglesia porque no era hora de visita y toda su manzana está rodeada por una valla. Así que no pudimos hacer ni una simple fotografía del exterior. Otra vez será.
En resumen, una ruta fácil y muy agradable para realizar, sobre todo, en otoño o primavera.