Esta ruta la hicimos a finales de febrero y tuvimos la gran suerte de que la cascada estuviese a tope de agua, lo que la llevaba a lucir una estampa preciosa. Y es que entre nieves y lluvias estamos teniendo un invierno de lo más “mojadito” por la Comunidad de Madrid. Así que seguimos aprovechando para conocer sitios bonitos cerca de casa, a los que podemos ir. Y esta excursión, que tiene su inicio de la localidad de Navalafuente, nos gustó mucho.
Los colores del invierno
SITUACIÓN DE LA RUTA EN EL MAPA PENINSULAR Y EN EL DE LA COMUNIDAD DE MADRID.
El punto de partida de esta caminata se encuentra a la salida de Navalafuente, localidad situada a 68 kilómetros de Madrid (una hora de viaje en coche, más o menos). Los itinerarios sugeridos para llegar hasta allí por Google Maps son los siguientes:
Como era día laborable, no tuvimos problema alguno para dejar nuestro vehículo al comienzo de la ruta que conduce a las cascadas, en la calle del Cancho, saliendo del pueblo por la carretera M-625 (que viene de Colmenar Viejo) a la derecha, frente a un área recreativa que hay al lado del arroyo de Gargüera. Lo que no sé es cómo estará el asunto del aparcamiento en fin de semana o festivo.
Siguiendo la misma calle hacia arriba, entre chalets, se llega a una bifurcación con indicadores: a la derecha, se va hacia la cascada, a la izquierda hacia el Cerro Mesa y una zona donde existen enebros centenarios. En realidad, si solo se quiere ir a la cascada la excursión termina pronto, pues se tarda como un cuarto de hora en llegar y luego lo que cada cual quiera moverse entre las piedras para obtener las mejores perspectivas de la caída del agua. No obstante, ya que queríamos caminar más, buscamos otras rutas en internet y nos decantamos por una circular que pasa por las cascadas, llega hasta Valdemanco utilizando en parte el antiguo camino de Bustarviejo y una via pecuaria, y luego vuelve a Navalafuente por las orillas del arroyo de Albalá, por la senda que tradicionalmente unía ambos pueblos. Al final resultó muy chula y nos gustó bastante. Además, había agua por todas partes.
DATOS DE LA RUTA.
Como no es una ruta oficial, voy a poner los datos que nos salieron en wikiloc de la ruta que hicimos:
LONGITUD: 13,56 kilómetros
DURACIÓN: tardamos 4 horas y 58 minutos, incluyendo tiempo para bocadillo, fotos y deambular un rato por la cascada.
SENTIDO DE LA RUTA: Circular
GRADO DE DIFICULTAD: Medio/bajo, más que nada por la zona de la cascada, donde hay que trepar por las piedras si se quiere alcanzar los tres tramos más bonitos de las caídas de agua. También hay que llevar cuidado en el camino que viene desde Valdemanco, ya que el sendero está muy erosionado; además, puede haber agua o barro.
NUESTRA RUTA.
En esta ocasión, los datos de la ruta son los datos de nuestra ruta, si bien nos guiamos por otros recorridos similares que encontramos en wikiloc. Como la ruta es circular, se puede hacer en ambos sentidos. Hay quien deja la parte de las cascadas (supuestamente la más bonita) para el final, pero nosotros preferimos asegurar y verlas lo primero por si acaso. Además, al principio de la ruta hay más ganas de deambular por las rocas, ya que todavía no ha aparecido el cansancio. En cualquier caso, va en gustos.
Como he mencionado, iniciamos la ruta en el área recreativa que hay a la salida de Navalafuente, junto al arroyo Gargüera, que bajaba a tope de agua, y donde ya hice algunas fotos chulas. Por aquí llama la atención el trasmoche, un tipo de poda a que se somete a los fresnos y que les da una imagen particular.
Seguimos por la calle, con casas y chalets a nuestra derecha, todo cuesta arriba, hasta alcanzar una bifurcación donde hay unos indicadores. Como habíamos decidido empezar por las cascadas, continuamos por la izquierda, hacia la Cascada del Cancho, que distaba creo que ponía 65 metros. Muy poco, de todas formas.
El sendero bajó hasta el río y pronto pudimos divisar la base de la cascada, que acaba en una bonita poza y presentaba un aspecto estupendo. Esta aproximación, aunque no existe mirador habilitado en sí, no resulta demasiado complicada, con lo cual creo que puede ser accesible para la mayor parte de la gente.
r
Alrededor, abundaba la vegetación de ribera, con chopos, sauces y alisos, desprovistos de hojas como corresponde al invierno, pero cada uno mostrando un color propio.
A partir de aquí, se imponía ascender por las rocas, tanto para continuar el sendero como para contemplar las cascadas escondidas, ya que hay por lo menos localizamos tres muy bonitas más arriba. Esto ya es más complicado y requiere trepar un poco entre las piedras, extremando las precauciones para no resbalar. En cualquier caso, no me pareció uno de esos lugares realmente peligrosos si se va con cuidado, aunque eso tiene que considerarlo cada uno. Desde luego, ante la duda, siempre es mejor no arriesgar.
Tras explorar casi todos los rincones, algunos más o menos ocultos y realmente bellos, retomamos el sendero, siempre en ascenso, hasta llegar a lo más alto de la cascada, en donde la senda se separó varios metros del curso del arroyo. Hacía un buen día para caminar por el campo, con nubes y claros en el cielo y una temperatura agradable, pues superábamos los quince grados.
Llegamos a una zona entre matorrales y comenzamos a descender, aproximándonos nuevamente al arroyo, mientras en la distancia empezábamos a divisar el cordel de montañas, las laderas de la Sierra de Guadarrama.
Pasamos por lugares muy bonitos junto al arroyo hasta que llegamos a la altura de la Depuradora de Bustarviejo, referencia para torcer hacia la derecha, tomando una pista que en unos diez minutos nos llevó hasta la carretera M-631, que tuvimos que cruzar a la altura de una gasolinera de Repsol, para seguir de frente por una nueva pista (el Camino de Guadalix), que nos condujo hacia una zona donde se encuentran varias canteras.
Aunque por allí no observamos movimiento, ignoro si están o no abandonadas, aunque más tarde sí que veríamos actividad de máquinas y camiones en otra de las canteras. En realidad, no sé si se trata de una sola explotación con varias ubicaciones o son diferentes.
Continuamos por una Vía Pecuaria, alternado pista y senda, rodeados por jaras, escobas, tomillos y enebros, y entre rocas enormes que me recordaron a los canchales que son tan típicos en la no muy lejana Pedriza y que semejaban formas de lo más llamativo. Al fondo, enmarcando el panorama, podíamos contemplar cada vez más cerca según caminábamos hacia Valdemanco los cerros grises moteados de verde de la Sierra Norte.
En inmensa soledad, nos paramos a tomar nuestros bocadillos, utilizando como mesa y sillas unas rocas. El paisaje lucía impresionante.
Un rato después, seguimos hacia una urbanización llamada la Inmaculada, de la que solamente llegamos a divisar unos cuantos chalets, ya que el sendero se aleja de las casas hasta llegar a un mirador desde el que contemplamos Valdemanco en la ladera de una montaña.
Ya muy cerca de Valdemanco, el sendero corre paralelo primero a una vía de tren y luego a la carretera, hasta que un poco pasado el pueblo, tuvimos que girar a la derecha para tomar el antiguo camino que comunica esta localidad con la de Navalafuente y que supone una ruta en sí misma. Estábamos más o menos a mitad del recorrido, nos faltaban unos siete kilómetros de caminata hasta llegar al coche.
Durante los primeros metros, el descenso se presentó bastante acusado, por una senda erosionada y profunda. Había que ir con cuidado. Nos gustaba el paisaje, que se hizo más bonito aún según nos acercábamos al arroyo de Albalá, que llevaba mucha agua, hasta el punto de que se había desbordado en algún punto, inundando y embarrando la senda.
A lo largo del camino nos encontramos con pozas, pilones y antiguos molinos, así como con varios puentes de piedra que nos ayudaron a cruzar el crecido arroyo.
En paralelo al agua, continuamos hasta alcanzar la Cantera de Navazales, en la que sí que advertimos actividad, con camiones y máquinas trabajando. Un panel informativo contaba la historia de la extracción de granito de gran calidad en esta zona. Durante un tramo dejamos el sendero que va junto al arroyo y subimos hasta la pista que lleva a la cantera y la comunica con la carretera para echar un vistazo.
Después volvimos al sendero junto al arroyo y lo seguimos mientras pudimos, ya que nos vimos en la necesidad de sortear un tramo inundado y embarrado, aunque no supuso un problema especial.
El sendero nos condujo hasta la carretera M-631 (que va hacia Bustarviejo), donde nos encontramos el panel informativo de la ruta que he puesto anteriormente. Desde allí, en vez de seguir la pista que conduce, entre los chalets, hasta la bifurcación del principio de la ruta, seguimos por un sendero que vimos de frente, en el campo (el camino de Valdemanco) y que nos llevó a recuperar la carretera M-625, para luego, girando a la derecha, llegar hasta donde teníamos aparcado el coche.
En resumen, una ruta bonita y no demasiado complicada, si bien tampoco es un paseo. Además, tuvimos la suerte de encontrar la cascada en su plenitud y los arroyos con mucha agua.