Una de las excursiones que siempre aparece en las páginas de mejores rutas de senderismo en la Comunidad de Madrid es la de la Cascada del Hervidero, en San Agustín del Guadalix. La senda está cerca de la población y se alcanza caminando por un sendero sin mayores complicaciones. Por eso suele estar muy concurrida y, si es posible, conviene acudir en un día laborable y en primavera o tras un periodo de lluvias, que es cuando luce más bonita debido a la cantidad de agua. Además, no se trata solamente de la cascada, sino de un añadido que se le puede hacer a la ruta y que resulta de lo más recomendable para alargarla y disfrutar más, como luego comentaré.
Aunque estábamos en invierno, en cuanto terminó el confinamiento perimetral de San Agustín de Guadalix, decidimos hacer una caminata a la que teníamos muchas ganas, ya que después de la enorme nevada con que nos obsequió Filomena y tras unos días de lluvia que deshizo la nieve y el hielo imaginábamos que debía estar casi en su plenitud. Y acertamos. Pero iré por partes.
SITUACIÓN EN EL MAPA PENINSULAR Y EN EL DE LA COMUNIDAD DE MADRID.
La distancia desde Madrid capital hasta San Agustín de Guadalix es solamente de 44 kilómetros y se tarda unos 40 minutos en llegar. Hay muchas formas de ir, dependiendo del lugar de salida de cada cual y del estado del tráfico, pero la mejor opción suele ser la A-1, salida 34.
Itinerario aconsejado por Google Maps desde Madrid a San Agustín de Guadalix.
El inicio de la ruta se encuentra saliendo de la población por la Avenida de Madrid, junto al río Guadalix, muy cerca de la Laguna de los Patos, en un área recreativa. Nosotros aparcamos en el polígono industrial, en la calle del Mesto que se encuentra frente al río. Si hay hueco, es una buena alternativa para dejar el coche, ya que de solo hay que cruzar la calle para alcanzar el sendero.
Esta ruta tiene diversas variantes, pudiendo ser lineal, medio circular o circular completa, dependiendo del gusto de cada cual. También se puede ir solamente hasta la cascada y volver o seguir por la senda del Azud de Mesto hasta la antigua presa. Es fácil encontrar en internet varios tracks con todas las alternativas. En esta ocasión me centraré en la ruta que hicimos y que fue lineal porque empezamos tarde y en invierno los días son cortos, con lo cual no quisimos arriesgar más de la cuenta con los horarios. Además, tampoco nos pareció que lo que había por el otro lado fuese demasiado interesante. No sé si estamos equivocados, pero creo que lo más bonito es lo que recorrimos.
NUESTRA RUTA: CASCADA DEL HERVIDERO Y AZUD DEL MESTO.
Estos son los datos que me proporcionó mi copia local de wikiloc. Considero que todavía no domino la aplicación lo suficiente como para dar referencias a los demás, así que no suelo subir las rutas que hago.
Longitud: 14,530 kilómetros en total.
Duración: 4 horas 53 minutos, incluyendo paradas para comer y fotos.
Sentido: lineal (ida y vuelta por el mismo sitio)
Grado de dificultad: fácil.
Desnivel: 247 metros; altitud máxima: 718 metros y altitud mínima: 617 metros.
Como ya he comentado, dejamos el coche en el aparcamiento del polígono industrial, en la calle que da al río Guadalix. Así pudimos incorporarnos enseguida al sendero, que va paralelo al río, muy bien flanqueado por un vistoso bosque de ribera. También vi unos cortados que llamaron mi atención desde entrando al polígono desde la parte más alta, una vez junto al río ya no resultaban tan llamativos, así que dejé las fotos para la vuelta, pero luego se me olvidó. Había un poco de barro por las lluvias caídas, pero nada por lo que preocuparse. El sendero iba pegado al río, que corría bastante bravo. La excursión prometía.
El río Guadalix, que se llama Miraflores (por la localidad de Miraflores de la Sierra, donde nace) en su tramo superior, es un afluente del Jarama, que a su vez lo es del Tajo. Nace en la Sierra de la Morcuera, en el término de Rascafría, y fluye completamente por la Comunidad de Madrid.
Geológicamente, pertenece a la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama. En sus 33 kilómetros de longitud recibe la aportación del agua de varios arroyos, algunos de los cuales se secan en verano. Por eso, aunque el Guadalax no llega a secarse, es importante realizar esta ruta en época de deshielo o después de un periodo de lluvias, como había sido el caso tras las nevadas de Filomena.
La Cascada del Hervidero.
Llegamos a un puente de madera que cruzamos y a continuación seguimos unos minutos por una senda ancha paralela al río, pasamos unas praderas y empezamos a subir ligeramente, tomando una pista de tierra. Hay varias pistas que se entrecruzan, por lo cual conviene llevar un track o acordarse de seguir siempre hacia la derecha, buscando el río.
Continuamos por la pista hasta encontrar una senda a la derecha, la cual interesa tomar, ya que nos va a conducir a un par de molonas cascadas, rodeadas por un bonito panorama. Lo que no resultaba tan bonito eran los destrozos causados por Filomena en el arbolado, con multitud de ramas partidas y caídas por todas partes.
La primera cascada apareció detrás de una curiosa roca y está originada por una antigua presa. El caso es que tenía un aspecto extraño, con una parte del agua de un tono amarillento cuya explicación ignoro. Caía con mucha fuerza, pero me fue imposible sacar una foto despejada por el ramaje caído, por la fuerza del agua y por el barro. Menos mal que las ramas desnudas dejaban entrever el agua.
Continuamos por un sendero que iba paralelo al río, que quedaba a nuestra derecha, hasta alcanzar la que se conoce como Cascada Becerra. Menos mal que la había visto anunciada en un plano porque está un tanto escondida y de no saberlo la hubiéramos pasado por alto tranquilamente. Subimos por un pequeño terraplén y la contemplamos de una piedra, si bien de nuevo nos encontramos con la fuerza del agua y con los árboles entre medias. Lo cierto es que no era cuestión de arriesgar.
Avanzamos hasta que el sendero se hizo casi impracticable entre matorrales y barro. Así que recuperamos la pista, que iba unos metros más arriba, y llegamos hasta un puente, por el cruzamos el río, que pasó a quedar a nuestra izquierda.
Tomamos una pista de tierra muy amplia, unos metros por encima del cauce del río, hasta llegar a un puente, junto al cual hay una caseta con unas escaleras que conducen a otra pista que va más cerca del agua.
Continuamos de frente y en pocos minutos llegamos al Puente de la Cascada, desde el que ya pudimos apreciar la belleza del salto de la Cascada del Hervidero y el agua que tenía. ¡Qué bonita! Si se quieren ver desde arriba, se puede cruzar el puente y seguir un pequeño sendero.
Supongo que en verano, cuando los árboles tengan hojas, las copas verdes no dejaran contemplar los chorros desde el puente, pero en invierno las ramas desnudas transparentaban los colores de las rocas por las que se deslizaba el agua con un fuerte rugido. Y es que estaba a tope, con varios chorros, algunos que no siempre están.
El sitio me pareció lleno de encanto, muy bucólico, especialmente ese día, que no había multitudes. Una docena de personas, a lo sumo. Para ver la chorrera de cerca, hay que bajar unas estrechas escaleras de piedra que conducen hasta el agua, si bien había bastante barro, lo que obligaba a moverse con precaución.
La mayor parte de los visitantes terminan aquí la ruta y se dan la vuelta, bien por donde han venido o por otro camino que hay cruzando el puente. No opino porque no lo tomamos, así que no sé qué tal es. Si se finaliza aquí, la caminata puede suponer unos siete kilómetros en total, ida y vuelta, sin alcanzar las dos horas de paseo tranquilo. Vimos gente comiendo cerca de la cascada. Nosotros preferimos continuar un rato más antes de tomar los bocatas.
El Azud del Mesto.
Nada más subir las escaleras de piedra que habíamos bajado para ver la cascada, teniéndola a la espalda, a la izquierda, sale un pequeño sendero que asciende entre la vegetación y que lleva hasta la pista que conduce al Azud del Mesto. Es una especie de atajo, un tanto escondido, que, según he leído, puede resultar algo complicado de seguir. En cualquier caso, no tuvimos oportunidad de comprobarlo porque había una cinta colocada por el Ayuntamiento de San Agustín del Guadix, con un letrero que prohibía el paso por allí, ya que se habia programado una cacería. Ignoramos si era cierto o no, o si se refería a otro día y no se había retirado aún el cártel, puesto que no oímos nada ni observamos movimientos en las inmediaciones. Sin embargo, no quisimos arriesgarnos, como es lógico. Así que retrocedimos unos doscientos metros hasta una valla metálica que comunica con la pista de más arriba, por donde habíamos caminado anteriormente. Una vez allí, retomamos la dirección que traíamos y seguimos hacia adelante, superando un buen repecho de manera bastante cómoda mediante varias zetas y sin problema alguno. Una opción que evita la posible complejidad del sendero anterior.
Al final de las zetas, llegamos a los paneles carteles informativos de la ruta hacia el Azud del Mesto.También se puede divisar desde allí un amplio panorama, incluyendo una parte de la zona industrial de San Agustín del Guadix. Pese a ser algo parecido a un mirador, lo que se veía no me resultó interesante para fotografiar.
Hay dos alternativas para hacer la ruta del Azud del Mesto desde el Canal Bajo, su punto de partida: una lineal, que llega hasta la pequeña presa del Azud, con 7,1 kilómetros en total, ida y vuelta hasta el punto donde nos encontrábamos; y otra circular, que supone 11,5 kilómetros en total. Nosotros nos decantamos por la primera opción, puesto que con la luz diurna que quedaba no nos hubiera dado tiempo a completar la segunda.
La senda resulta muy tranquila y cómoda, no diré que es un paseo pero casi, ya que va por un camino llano, que admite la circulación en bicicleta y cuya única dificultad puede venir dada por los charcos y el barro en algún tramo.
El Azud del Mesto es un embalse en desuso, inaugurado en 1905 con la intención de derivar agua del río Guadix al Canal de abastecimiento de Madrid a través de otro canal más pequeño que se construyó al mismo tiempo. Anteriormente, a mediados del siglo XIX, se había construido un azud y un canal en el mismo lugar para apoyar el abastecimiento de agua a Madrid tras las filtraciones que llevaron al fracaso a la presa del Pontón de la Oliva, la más antigua de todas las canalizaciones del Canal de Isabel II, erigida en 1857. El azud dejó de utilizarse en 1967, tras la construcción del Embalse del Vellón, luego llamado de Pedrezuela, aunque sigue estando operativo.
Esta ruta, que comienza en el Canal Bajo, permite contemplar diversas instalaciones hidrológicas como el sifón del Atazar, el Ventilador, el Acueducto de El Zegrí (que pudimos ver a la lejos), la estación de cloración y el Azud del Mesto. El recorrido está muy bien indicado gracias a los paneles informativos del comienzo y, en cualquier caso, no tiene pérdida.
Al mismo tiempo, recorre una parte del cañón del río Guadalix, cuyo entorno se caracteriza por una mezcla de bosque de ribera que abraza el cauce del río, con fresnos y sauces, principalmente, junto a un espectacular encinar, complementado por jaras, enebros, plantas aromáticas y también algunos robles.
Lo cierto es que tras caminar una media hora nos vimos envueltos por una vegetación que nos llevó a preguntarnos si era cierto que nos encontrábamos a unos escasos seis o siete kilómetros de la autovía que va a Burgos y a poco más de cuarenta minutos de Madrid.
Durante las primeras tres cuartas partes del itinerario, apenas pudimos ver el río, que corría al fondo entre una vegetación sin hojas, pero cuyas ramas desnudas marcaban claramente su curso.
También pasamos por un punto bastante espectacular, el roquedal conocido como Peña del Águila, donde se encuentra excavado el antiguo canal y en el que es fácil ver buitres leonados y otras rapaces.
Pronto empezamos a distinguir, entre la vegetación, a lo lejos pero con toda claridad el acueducto del Zegrí, uno de los más altos y largos de todo el Canal de Isabel II, con 126 metros de longitud y ocho arcos, construido con mampostería de granito. Se puede ver de cerca dando un paseo desde una urbanización de Pedrezuela, según he leído. Iremos algún día.
Seguimos caminando y poco a poco nos íbamos acercando más al río, que siempre se mantendría a nuestra izquierda. Al fin, pudimos ver mejor sus aguas.
Llegamos hasta la antigua estación de cloración, en donde hay que tomar un desvío que por un sendero, también al borde del río, nos llevó hasta el Azud, que presentaba un aspecto realmente espectacular debido a la gran cantidad de agua que llevaba el Guadalix.
Me tuve que apañar como pude para hacer las fotos porque está prohibido el acceso a la instalación, incluso a la escalera que lleva a la pequeña presa.
Como he mencionado antes, desde este punto cabe la posibilidad de continuar la ruta en sentido circular por el Camino del Molar o darse la vuelta y retornar por el mismo sitio de la ida. Y esto último fue lo que hicimos porque no nos iba a dar tiempo a completar la primera opción antes de que anocheciera.
En resumen, una caminata entretenida y bonita. Ya merece la pena llegar simplemente hasta la cascada del Hervidero, pero me parece muy recomendable continuarla hasta el Azud del Mesto porque el paisaje lo merece y apenas hay desnivel, con lo cual resulta sencilla y cómoda. Nosotros estuvimos en invierno y nos gustó mucho por la cantidad de agua que llevaba el río, pero en primavera debe lucir todavía más espectacular. Eso sí, en todas las épocas hay que tener cuidado con las bicicletas porque incluso en día laborable nos cruzamos con varias por el mismo camino que llevábamos los senderistas y algunos ciclistas (una minoría, ciertamente) iban demasiado deprisa.