Buscando una ruta senderista que estuviera poco concurrida para hacer el lunes de Semana Santa, encontré una mención sobre ésta, en las proximidades de la población de Lozoya, lo que me resultó algo extraño porque a dicha zona suele acudir bastante gente los fines de semana. Sin embargo, resultó ser cierto y durante la caminata apenas nos cruzamos con media docena de personas. Otra cosa eran las áreas recreativas y el pueblo, al cual no llegamos.
Lozoya es una localidad de la Sierra Norte, ubicada a 1.116 metros de altitud y que cuenta con algo menos de 600 habitantes. Rodeada por los Montes Carpetanos al norte y la Sierra de Canencia al sur, se encuentra al borde del Embalse de Pinilla, inaugurado en 1967, y que retiene las aguas del río Lozoya para abastecimiento de agua potable a Madrid.
No comento más sobre el pueblo porque no lo visitamos, con lo cual queda para otra ocasión. Nuestro objetivo era el sabinar, que se encuentra en el monte Chaparral y es el único de sus características en la Comunidad de Madrid, en un bosque mixto junto a enebros y encinas, conformando un paisaje diferente de todo el entorno que lo rodea, en el cual abundan sobre todo los robles y los pinos.
SITUACIÓN DE LOZOYA EN EL MAPA PENINSULAR DE GOOGLE MAPS Y EN LA COMUNIDAD DE MADRID.
La distancia desde el centro de la ciudad de Madrid hasta el pueblo de Lozoya es de 95 kilómetros y el itinerario más corto se consigue yendo por la A-1 hasta la salida 69, donde se toma la M-604 hasta Lozoya, trayecto que nos puede llevar en torno a una hora y veinte minutos, siempre dependiendo del estado del tráfico.
Itinerario desde el centro de Madrid capital en Google Maps.
LA RUTA DEL SABINAR.
La página web del ayuntamiento de Lozoya www.lozoya.es/rutas/ ofrece una información muy completa sobre las rutas que se pueden realizar en el municipio. En concreto, la ruta del sabinar parte de las inmediaciones de la población, figura como de ida y vuelta, con una longitud de 6,5 kilómetros, una duración de 2 horas y 15 minutos, un desnivel de 220 metros y un grado de dificultad media-alta. Como ilustración, pongo el plano descargado de dicha web.
LA RUTA DE NAVARREDONDA.
En la misma página web del ayuntamiento de Lozoya figura la ruta de Navarredonda, que es circular y con los datos siguientes: longitud, 10,5 kilómetros, duración, 5 horas 30 minutos, 300 metros de desnivel y grado de dificultad, medio-alto. Además de una guía de ruta, se puede descargar el siguiente mapa:
NUESTRA RUTA.
Nosotros lo que hicimos fue una combinación de ambas rutas, de manera que a la ida fuimos por la senda del Sabinar (va más o menos paralela pero a mucha más altura que la de Navarredonda) y la vuelta por el camino de Navarredonda con una pequeña variación que luego contaré.
A continuación pongo el esquema y el perfil de nuestra ruta y los datos que recogí en mi copia local de wikiloc, ya que todavía no me creo con capacidad necesaria para subir unas rutas que otras personas puedan seguir.
Longitud: 13,520 kilómetros
Duración: 4 horas 44 minutos (con bocatas y tiempo para fotos)
Tipo de ruta: circular
Desnivel: altitud mínima 1.091 metros y altitud máxima, 1.423 metros.
Grado de dificultad: media-baja (la primera parte es una subida con bastante desnivel y en algunos puntos casi campo a través; en la segunda parte se recorre una pista ancha, cómoda y sencilla). Se aprecia muy bien en el perfil.
Para hacer la ruta, dejamos el coche como un par de kilómetros antes de llegar al pueblo, en una zona recreativa que se llama Merendero y Abrevadero de Lozoya, si bien, como no se puede girar a la izquierda, para alcanzarlo habrá que hacer un cambio de sentido en la M-604 donde esté permitido. El punto exacto lo marco en la siguiente captura de Google Maps en color azul. No es que haya sitio para muchos coches, pero nosotros no tuvimos ningún problema. El inicio se encuentra siguiendo una senda pedregosa que se aprecia claramente a la izquierda (no ir hacia por la que conduce al embalse, que está a la derecha). Más a la izquierda, vimos un túnel o paso subterráneo junto al arroyo de la Mata del Tirón bajo la carretera, que nos sirvió para cruzar al otro lado. Lo he marcado en la imagen con una flecha de color rojo. Y ya estábamos en la ruta.
Tras pasar por una cancela, seguimos durante unos metros un sendero que deja a su izquierda una valla metálica. Aquí hay que tener cuidado, pues si seguimos este sendero, claramente marcado, estaríamos haciendo uno de los tramos del camino de Navarredonda, que no era nuestro objetivo en esos momentos. Por el contrario, tiramos hacia a la derecha y hacia arriba, buscando una especie de peñasco rodeado por varias rocas, como si fuera una especie de mirador natural. En esta parte tuvimos que ir prácticamente campo a través, enlazando senderos que íbamos cruzando en perpendicular, ya que el objetivo era alcanzar la parte más alta de esta ladera.
Poco a poco fuimos viendo mejores perspectivas del Valle del Lozoya, con el pueblo, el embalse de Pinilla y los picos de la Sierra de Guadarrama al fondo, presididos por la imponente estampa del Peñalara nevado. Una lástima que el día estuviese un tanto extraño, con un sol velado por nubes muy altas y calima, que convertían el azul del cielo en un tono lechoso poco agradecido, sobre todo a la hora de sacar fotos. En cualquier caso, el panorama era fantástico. Quiero volver aquí en pleno invierno, con las cumbres nevadas a tope y ese inigualable cielo azul intenso del que tanto presumimos en Madrid, pero que últimamente no aparece con tan frecuencia como nos gustaría.
También podíamos distinguir la cadena montañosa que separa nuestra provincia de la de Segovia, con el Pico Nevero en primer plano, uno de nuestros objetivos para cuando nos dejen traspasar la frontera comunitaria. Unos paisajes preciosos, que cada vez íbamos contemplando a mayor altura.
Esta parte del recorrido es la más complicada porque como he comentado se camina campo a través y la pendiente resulta bastante acusada, aunque no le vi mayores problemas si hace buen tiempo, con lluvia o nieve ya sería otro cantar.
En un momento dado, pudimos contemplar un panorama espectacular, con Cuerda Larga, Siete Picos, Guarramillas, Cotos, Peñalara, el puerto del Reventón, las Calderuelas… Y, en primer plano, el embalse de Pinilla y la población de Lozoya a la derecha. En fin, gran parte de la sierra madrileña al alcance de nuestra vista.
Tras alcanzar una especie de cerro, rodeado con rocas, donde aparentemente habíamos llegado a la mayor altitud por esa ladera, empezamos a seguir un sendero marcado con hitos de piedra, que ya nos empezó a dirigir en línea recta a través del sabinar.
Seguimos ascendiendo, aunque mucho más suavemente que antes. A nuestra derecha, podíamos divisar el Pico del Nevero y la pista del camino de Navarredonda, que tendríamos que tomar para hacer la ruta circular.
Ya más o menos llaneando, alcanzamos una zona de praderas, en donde las vistas eran espléndidas, con los picos nevados a nuestra espalda. Aunque se repetía, si bien a mayor altura, el paisaje no nos dejaba indiferentes, pese a que nos hubiera gustado contar con un cielo menos clarucho para que no se difuminara tanto la capa de nieve que cubría las cumbres más altas de la Sierra de Guadarrama.
Dejamos atrás el sabinar y empezamos a descender por un sendero claramente marcado con hitos, algunos de lo más rococó. Realmente me admira como algunas personas son capaces no ya de marcar las sendas con piedras en beneficio de todos, lo que de por sí resulta encomiable, sino de hacerlo con tanto arte, sin que se desmorone el conjunto. Bien por ellos y ellas, y muchas gracias .
Divisando las laderas de los montes con las manchas grises de los robles desnudos, nos dimos cuenta de que ésta debe ser una ruta estupenda para hacer en otoño. Y si además hubiera abundante nieve en los picos, sería fantástico. A ver si podemos elegir una jornada propicia a finales de octubre o primeros de noviembre para comprobarlo.
Ya iniciando el descenso, paramos a tomarnos los bocatas en una pradera. Hacía un día estupendo con muy buena temperatura, pese al sol turbio y al cielo blanquecino. Y tampoco faltaban los artísticos hitos de piedras.
Continuamos por el mismo sendero, bien marcado y sin ninguna complicación, por el que fuimos perdiendo altura sin prisas pero sin pausa. Después de pasar por un abrevadero y por una fuente (seca), un giro a la izquierda nos condujo hasta la pista del camino de Navarredonda, que tendríamos que tomar más hacia la izquierda, como en un cambio de sentido, para volver a Lozoya.
Sin embargo, a la derecha, tras una puerta metálica, distinguimos un panel informativo y nos acercamos para leerlo. Se refería a la Ruta del Robledal, que conecta Navarredonda con San Mamés, localidad desde la cual se inicia habitualmente senda que lleva hasta la cascada de su nombre, de la que he publicado una etapa en este diario. No era nuestra intención hacer esa ruta entonces, claro está, pero el cartel anunciaba un mirador privilegiado de la Sierra Norte, a solo 400 metros del punto donde nos encontrábamos, llamado Los Cudrios. Así que no nos pudimos resistir y enfilamos de frente por una pista amplia y cómoda, pero que empezó a picar hacia abajo que daba gusto. El problema estaba en que tendríamos que volver después por allí y entonces sería todo cuesta arriba.
Tal como anunciaba el cartel, en un punto encontramos otro sendero que salía a nuestra izquierda y en poco más de cinco minutos estábamos contemplando las vistas desde el mirador, que resultaba un tanto peculiar, puesto que pese a no estar en un alto sí que proporcionaba una panorámica estupenda, con el aliciente de un panel explicativo en el que quedaba perfectamente claro todo el panorama que contemplábamos muy a lo lejos, eso sí. De izquierda a derecha: la Chorrera de San Mamés (no se distinguía, claro está), Peña Cebollera, la Sierra de Ayllón, el Pico del Cerrón, Navarredonda, la Peña de la Cabra, Buitrago del Lozoya, Robledillo de la Jara, el embalse de Riosequillo… Evidentemente, mucho mejor al natural que lo que puede mostrar la fotografía.
Tras subir el empinado sendero que antes habíamos bajado, llegamos a la puerta metálica y seguimos de frente por la pista que ya no abandonaríamos hasta llegar al cruce con la carretera M-604, todo el camino en descenso. Los primeros metros nos proporcionaron nuevas perspectivas estupendas del Embalse de Pinilla y las cumbres de Guadarrama, aunque no quedaron demasiado bien en las fotos.
A partir de ahí nos faltaban unos siete kilómetros sin ninguna complicación, ya que solamente requerían caminar y caminar, al principio entre pinos y robles, luego al descubierto. Por fortuna, no brillaba el sol en toda su intensidad porque hubiésemos pasado calor. El trecho por la pista se nos hizo largo y pesado, con un paisaje bonito pero repetitivo. Superamos zonas de pasto con vacas disfrutando a sus anchas a nuestra derecha, mientras a nuestra izquierda podíamos ver las alturas y el sabinar por donde habíamos trasteado unos minutos atrás.
El campo estaba muy verde y ya cerca de Lozoya vi unas laderas coronadas por el Pico Nevero y con vacas pastando que me recordaron a algunas zonas del norte de España.
Al fin, llegamos al cruce de la pista con la carretera M-604, a la altura de una gasolinera. En ese punto, que teníamos señalado en la ruta, la cruzamos para tomar un sendero natural que, bordeando el embalse hacia la izquierda, nos llevaría al área recreativa donde habíamos dejado el coche. Sin embargo, está vallado y aunque teníamos el sendero justo delante no había manera de tomarlo. Retrocedimos unos metros hacia Lozoya, en dirección contraria a la que debíamos tomar, pero seguíamos sin localizar la entrada y circular por la carretera no nos parecía seguro. Así que nos metimos por el primer hueco que encontramos, al borde de un arroyo
. Ya en el sendero, caminamos un kilómetro, más o menos, si bien solamente obtuvimos vistas directas del embalse y del pueblo de Lozoya al final, cerca del merendero. Desde allí, llegamos al coche en cinco minutos.
PUENTE DEL CONGOSTO Y MIRADOR DEL EMBALSE DE PINILLA.
Como todavía era temprano, decidimos acercarnos hasta el Puente del Congosto, del que había visto unas fotos bastante llamativas, ya que el río Lozoya se encajona mucho allí. Con el coche, nos dirigimos hasta un parking (flecha de color verde) que hay cerca del Área Recreativa de Hoya Encavera, a la que se llega siguiendo la señalización hacia la presa del Embalse de Pinilla, a la que, sin embargo, no se puede pasar, pues está cortado el acceso a vehículos no autorizados.
Ya a pie, seguimos la señal de “puente romano”, por un sendero paralelo al curso del río Lozoya, cuyo cauce amplio y relativamente tranquilo tras superar el embalse, se encajona súbitamente en una zona de rocas, adquiriendo una velocidad y un rugido espectaculares. En esta zona sí que vimos bastantes excursionistas, sobre todo familias con niños dando una vuelta y contemplando el panorama.
Unas decenas de metros después llegamos al Puente del Congosto (flecha de color azul), cuya primera referencia se remonta a mediados del siglo XIV, mencionado en el Libro de Montería del Rey Alfonso XI de Castilla, si bien hay historiadores que apuntan a un origen más remoto, romano, incluso. No obstante, los estudios realizados señalan que su antigüedad puede estar en torno a unos 825 años, cincuenta años arriba o abajo. La Comunidad de Madrid ha procedido a su consolidación y restauración para revertir el alto grado de deterioro que sufría.
Después de asomarnos y bajar hasta su base, contemplando en todo momento la furiosa acometida de un río Lozoya que nunca deja de sorprendernos, regresamos por el sendero hasta el área recreativa de Hoya Encavera, y de allí seguimos por la pista asfaltada que lleva a la presa. Aunque está prohibido el paso para coches no autorizados, pudimos seguir a pie hasta una valla que cierra completamente el acceso a las instalaciones. No obstante, continuamos por la derecha, siguiendo la vía pecuaria y un camino público que conduce a Lozoya. A unos trescientos metros, alcanzamos el Mirador del Embalse de Pinilla (flecha de color marrón), que merece mucho la pena visitar. También se puede acceder desde el aparcamiento donde habíamos estacionado anteriormente para hacer la ruta senderista.
Mirador del Embalse de Pinilla
Debe ser de reciente construcción, dado su estupendo aspecto. Tiene una caseta cubierta desde la que se pueden observar las aves sedentarias y migratorias del embalse. Y desde un coqueto balcón se contemplan unas vistas estupendas de la Sierra de Guadarrama con sus picos, muy fáciles de identificar por la rueda informativa que los señala claramente. Ya era un poco tarde y las panorámicas acusaban la falta de luz, pero me gustó mucho este mirador. Lo recomiendo.
En resumen, una ruta con panorámicas estupendas, lo que requiere buena visibilidad. La subida al sabinar no resulta difícil, pero hay que ir casi a campo a través y tiene bastante desnivel. El sendero de bajada y la pista del camino de Navarredonda no presentan mayor dificultad para personas acostumbradas a caminar por el campo y con buen tiempo. No obstante, la pista se nos hizo muy larga y algo pesada. Quizás no sería mala idea hacer la ruta lineal. El Puente del Congosto merece mucho la pena y, desde el aparcamiento, es un paseo, aunque hay rocas y se debe llevar un calzado apropiado para evitar resbalones.