Al mediodía, con gran pena, recogimos la tienda de campaña y nos despedimos de Mike y del Crocodile Camp. Menuda mañana habíamos pasado . Fuimos a comer al pueblo de Talek antes de volver a nuestro road trip. Ya reposados y con una pena enorme por tener que despedirnos de Masai Mara, volvimos a entrar por la puerta Talek, nos dieron una especie de ticket/justificante para poder salir por la puerta de Sekenani sin pagar la entrada a la reserva. Por el camino, volvimos a ver al grupo de 5 guepardos que seguían en el mismo sitio, varios leones, incontables jirafas y antílopes, pero no podíamos parar ya que tienes un tiempo limitado con el justificante que te dan, al fin y al cabo, no deja de ser una carretera que atraviesa parte de la reserva .
Fuimos hasta Narok, donde pasaríamos la noche para al día siguiente seguir conduciendo hasta el lago Naivasha. Al atardecer, nuevamente volvió a caer el Diluvio Universal.
Nos alojamos en Mandeleko Parkview Lodge, muy barato, con parking privado, pero daba bastante "miedo", la habitación limpia, muy básica, pero había un ambiente muy raro, mucho ruido. En general, nos dio mala sensación. La habitación para dos con desayuno nos costó 1600 KES los dos.
Fuimos hasta Narok, donde pasaríamos la noche para al día siguiente seguir conduciendo hasta el lago Naivasha. Al atardecer, nuevamente volvió a caer el Diluvio Universal.
Nos alojamos en Mandeleko Parkview Lodge, muy barato, con parking privado, pero daba bastante "miedo", la habitación limpia, muy básica, pero había un ambiente muy raro, mucho ruido. En general, nos dio mala sensación. La habitación para dos con desayuno nos costó 1600 KES los dos.
Después de una ducha y descansar un poco bajamos al restaurante, la comida estaba buena y era muy barata. Eso sí, tuvimos que esperar más de hora y media .... En el mismo comedor había un mostrador donde el cocinero pesaba la carne para después cocinarla.
A dormir y descansar, había sido un gran día. Por la mañana pusimos rumbo al lago Naivasha, Mike nos había dado buenas referncias del Fisherman´s Camp, así que allí nos plantamos. Acampar nos costó 700 KES/persona. La verdad es que estábamos prácticamente solos. Las duchas estaban muy bien, el bar-restaurante también y estábamos junto a la orilla del lago (lo malo es que había bastantes mosquitos). Es un sitio muy bonito y recomendable.
Después de montar la tienda, alquilamos unas bicis en el camping y nos fuimos pedaleando a Hell´s Gate National Park. Se trata de parque keniano lleno de herbívoros que se puede visitar tanto en bici como a pie. La verdad es que venía bien un poco de ejercicio después de varios días de coche.
Entramos por Elsa Gate, a pocos metros nos encontramos con la Fischer´s Tower, una columna de 25 metros de altura y residencia de unos damanes roqueros hambrientos, que se nos acercaron hasta el punto de intentar meterse en la mochila, estos pequeños intrusos buscaban algo que llevarse a la boca sin importarles nuestra presencia (efectos negativos del turismo... ). Después de unas cuantas fotos, proseguimos hasta el puesto del guardabosque, plagado de unos nuevos ladrones, monos esta vez . Queríamos dar una vuelta por el cañón llamado Lower Gorge, pero el guardabosques nos dijo que estaba prohibido por un accidente ocurrido años atrás.
En este parque no hay apenas sombras, por lo que aconsejamos evitar las zonas centrales del día ya que el sol pega bastante fuerte. Fue una grata experiencia pedalear viendo cebras, búfalos, impalas y otros cérvidos a nuestro alrededor (siempre dejando una distancia prudencial). Hay diferentes rutas para hacer, todas bien señalizadas. Nosotros hicimos la "más popular", pero seguro que el resto también merecían la pena.
En este parque no hay apenas sombras, por lo que aconsejamos evitar las zonas centrales del día ya que el sol pega bastante fuerte. Fue una grata experiencia pedalear viendo cebras, búfalos, impalas y otros cérvidos a nuestro alrededor (siempre dejando una distancia prudencial). Hay diferentes rutas para hacer, todas bien señalizadas. Nosotros hicimos la "más popular", pero seguro que el resto también merecían la pena.
Ya de vuelta en el camping, nos dimos una ducha y cenamos una hamburguesa en el restaurante del propio camping, escuchando los cánticos de la ranas y alguna que otra ave, que paz se respiraba en el ambiente .