Coincidiendo con el hecho de que estrenábamos nuestro flamante Mustang V8, convencí a mi familia de ir desde Barcelona a Huelva en coche para pasar la Semana Santa, algo difícil en circunstancias normales, porque cuando les digo de hacer 1000 kilómetros de golpe, casi siempre me dicen que mejor ir en avión y alquilar uno en destino, pero en esta ocasión aceptaron. Este viaje lo realizamos justo el año anterior a la triste pandemia del Covid-19.
Como el tema del transporte lo teníamos solucionado, tan solo quedaba reservar un hotel por la zona, en esta ocasión elegimos el Complejo Turístico Rural Nazaret de Moguer, situado a 2 kilómetros de la población de Moguer junto al paraje de Fuentepiña, un encantador hotel rodeado de pinos a pocos metros de la Finca Fuentepiña, donde el Premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez pasó largas temporadas escribiendo varias de sus obras, además bajo un gran pino centenario está enterrado el burrillo Platero, que le inspiró para su celebre obra Platero y yo. Más información y reservas : nazaretdemoguer.com/ .
Primer día – Barcelona / Moguer
Dado que el trayecto era bastante largo, unas doce horas, salimos temprano para poder llegar a Moguer antes del anochecer, decidimos hacer una parada en el Restaurante Bar Los jardines de Despeñaperros para almorzar en su terraza mirador que dispone de unas fantásticas vistas al valle.
Coincidimos en el restaurante con unos amigos que también se dirigían hacia tierras andaluzas, un punto de encuentro ideal para relajar las piernas y charlar un rato con buenos amigos.
Seguimos un par de kilómetros por la antigua carretera nacional N-IVa hasta llegar al Mirador de Despeñaperros, otra parada recomendable para admirar las vistas al desfiladero de Despeñaperros.
Volvimos a coger la A-4 en dirección Córdoba, en poco más de cuatro horas llegamos a nuestro destino final, el Complejo Rural Nazaret de Moguer. Hicimos el check-in en el que seria nuestro alojamiento durante los próximos días.
Dado que todavía disponíamos de una hora antes de que despareciera el sol por el horizonte, salimos a pasear por el pinar de Fuentepiña en busca del inmenso pino bajo el cual reposa Platero, sinceramente me decepcionó un poco lo descuidado que está el lugar, pero el recorrido tiene su encanto.
Durante el paseo por los alrededores pudimos comprobar el porque casi todas las fresas que encontramos en las tiendas de Barcelona provienen de la provincia de Huelva, hay inmensos mares de plástico dedicados al cultivo casi exclusivo de los fresones, impresionante, aunque después nos contaron que debido a la gran cantidad de agua que consumen estas inmensas plantaciones están desecando los humedales del Parque Nacional de Doñana.
Al anochecer nos desplazamos con el coche hasta el centro de Moguer para recorrer su parte histórica, aparcamos en las afueras de la población en el llamado Parking Liceo Moguer, más que nada porque no tenia ganas de dar vueltas buscando para aparcar en las estrechas calles más céntricas, además al coincidir con Semana Santa suelen haber calles cortadas por las procesiones.
El nombre de Moguer nos contaron proviene del vocablo árabe “mugar”, que significa cavernas debido a las numerosas cavernas que hay por la zona, por esta población pasaron inicialmente los fenicios y los romanos, tras la conquista cristiana pasó a formar parte del Condado de Niebla, más adelante durante los siglos XVI y XVIII pasó del marquesado de Villanueva del Fresno a la casa de Alba hasta la desamortización del siglo XIX, Moguer tuvo una importante participación en el Descubrimiento de América pues la carabela “La Niña” era de esta villa, bajando en aquellos años enormemente la población debido a que la mayoría de habitantes emigraron al Nuevo Mundo para hacer la Américas.
En nuestro paseo nocturno pasamos frente a la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Granada totalmente iluminada, recorrimos alguna de las callejuelas cercanas donde pudimos ver una de las procesiones con sus espectaculares pasos, los cuales se las ven y se las desean para girar en algunas de las estrechas esquinas de las calles del centro histórico.
Una vez frente al Ayuntamiento de Moguer, nos hicimos una fotografías junto a una de las esculturas en bronce del museo al aire libre, que representaba al burrito platero, hay varias distribuidas por toda la población.
Para cenar nos recomendaron el restaurante El Lobito, situado en la calle Rábida, 31 : www.mesonellobito.com/web/, donde nos pusimos las botas comiendo una amplia variedad de marisco fresco, a un precio realmente interesante, sobre todo si lo comparamos con los precios estratosféricos que tenemos en Barcelona.
Finalizamos la noche viendo otra procesión, en esta ocasión frente a la plaza del ayuntamiento, para luego regresar a nuestro hotel a descansar.