Aprovechando la escapada que habíamos previsto para hacer la ruta de subida a la cumbre del Moncayo, decidí incluir en el lote y previamente la de las Lagunas de Neila, ya que los dos puntos están separados por unos 150 kilómetros, perfectamente factibles de recorrer en coche una vez completada una ruta a la que teníamos muchas ganas y que, a la vez, podía servirnos de entrenamiento para el reto algo más duro que supone llegar a la cima aragonesa. Además, estamos acostumbrados a realizar caminatas en días seguidos siempre que no sean demasiado largas, lo que se cumplía en este caso. Para nosotros, esta fórmula de caminatas diarias el mayor sacrificio que comporta es que nos vemos obligados a madrugar un poco más de lo que nos gustaría .
SITUACIÓN DE LAS LAGUNAS DE NEILA EN EL MAPA PENINSULAR.
Las Lagunas de Neila son un conjunto de lagos de origen glaciar, rodeados de picos que superan los 2.000 metros de altitud. Pertenecen a la provincia de Burgos y se ubican en la Sierra de la Demanda, que también se extiende por Soria y la La Rioja. Las localidades de referencia para llegar a ellas son Quintanar de la Sierra y, sobre todo, el bonito pueblo de Neila, situado en un entorno natural precioso y del que toman su nombre. Además de estas dos poblaciones y de las lagunas, en los alrededores hay otros puntos muy interesantes para visitar, como la Necrópolis de Cuyacabras, el Eremitorio de Cueva Andrés, el nacimiento del Río Arlanza o la cascada del Chorlón, por citar únicamente los que vimos.
Entorno de las Lagunas de Neila en una captura de Google Maps.
Partíamos desde Madrid, así que tuvimos que recorrer 263 kilómetros hasta Quintanar de la Sierra (3 horas en coche), tomando primero la A-1 hasta las proximidades de Gumiel de Izán y luego diversas carreteras locales y autonómicas que sería muy prolijo y un tanto inútil detallar ahora. Pasamos por Quintanar y continuamos hasta Neila (12 kilómetros), donde nos alojamos esa noche, si bien hicimos varias paradas previas a las que me referiré en otra etapa.
Desde Quintanar al aparcamiento de la ruta de las lagunas hay 11 kilómetros (16 minutos) por la BU-822 y desde Neila, la distancia es de 7 kilómetros (11 minutos) por la misma carretera hasta alcanzar una pista asfaltada que se interna en el Parque Natural y en unos cinco kilómetros lleva hasta el aparcamiento. En realidad, las Lagunas se encuentran situadas entre ambas localidades. Se aprecia bastante bien en la siguiente captura de Google Maps.
DATOS DEL SENDERO DE LAS LAGUNAS DE NEILA.
Desde el aparcamiento de las Lagunas hay varias posibilidades para visitar la zona, dependiendo de las ganas y la preparación de los senderistas, desde paseos cortos para ver dos o tres lagunas hasta la ruta más completa, en la que se pueden contemplar seis lagunas, y que responde a la denominación Sendero PRC-BU 203. A éste último es al que me voy a referir, puesto que fue el que hicimos, aunque con alguna variante al final.
Panel informativo y detalle.
Según el panel informativo anterior, que se encuentra en el aparcamiento, los datos de la ruta completa son los siguientes:
- Longitud: 8 kilómetros. Existe una variante que acorta 1 kilómetro y evita subir por el cortafuegos, si bien incrementa la dificultad al ascender por un cordal pedregoso.
- Duración: entre 3 horas y media y cuatro horas.
- Tipo de ruta: circular.
- Desnivel acumulado de ascenso: 404 metros.
- Grado de dificultad: media-alta.
Parque Natural de las Lagunas de Neila.
NUESTRA RUTA.
Después de desayunar muy bien en el Hotel Villaneila, en Neila, donde nos habíamos alojado la noche anterior, salimos hacia el aparcamiento de las Lagunas, junto a Peña Aguda (1.909 metros), donde dejamos el coche sin ningún problema. En algún sitio he leído que en verano se corta el acceso más abajo y hay que subir a pie o tomar un autobús-lanzadera. Ignoro si aquel día no funcionaba así debido a que se trataba de una jornada laborable o que, al haber poca afluencia de gente, no se superaba algún tipo de aforo. Así que, mejor informarse antes de ir los sábados y festivos. A unos pocos metros se pueden contemplar unas estupendas vistas desde el Mirador de San Francisco.
Antes de iniciar el relato, voy a copiar el detalle de la ruta que nos salió al final, teniendo en cuenta los datos y el perfil de mi copia local de wikiloc.
- Longitud: 11,6 kilómetros.
- Duración: 6 horas, incluyendo paradas para fotos y para comer.
- Tipo de ruta: circular.
- Desnivel: cota mínima, 1.677 metros; cota máxima, 2.057 metros.
- Grado de dificultad: medio. En verano, no presenta dificultades técnicas especiales, pero la subida hasta el Pico de la Laguna tiene un desnivel acusado y se hace durillo, sobre todo si pega el sol.
Tras estudiar el panel informativo, cuya foto he puesto más arriba, vimos que teníamos que tomar la senda que salía en descenso, hacia la derecha, olvidándonos de la pista que salía de frente y que, unos metros más allá, se bifurcaba en dos, a izquierda y derecha, para dirigirse a las diferentes lagunas mediante paseos más cortos y fáciles. Quien esté interesado en estas rutas, mejor que se lo estudie con antelación porque vimos gente un tanto despistada, sin saber muy bien por dónde seguir, incluso en la parte alta. Por eso, siempre conviene llevar un track en el móvil.
Enseguida nos internamos en el bosque, por un sendero en continuo descenso que, tras 900 metros, nos llevó hasta la pista forestal de Rozamientos, siguiendo la cual llegamos de inmediato a la Laguna de la Cascada, muy cerca de la cual vimos un Refugio de Montaña cerrado.
Frente a la laguna vimos un panel informativo que detallaba la formación de estas lagunas mediante la acción erosiva y abrasiva del hielo de los glaciares a lo largo de 70.000 años. El fondo ligeramente cóncavo del suelo y el “cierre de los derrubios de avance y fusión del frente glaciar” han facilitado el estancamiento del agua procedente de la lluvia y los deshielos, lo que ha dado lugar a la existencia de las lagunas y que, en definitiva, supone la última fase de la glaciación en el Sistema Ibérico que tuvo lugar hace unos 10.000 años.
El fondo de esta laguna, la que se encuentra en un nivel más bajo, a 1.690 metros de altitud, nos ofreció unas bonitas panorámicas de las zonas altas, que deberíamos alcanzar a su debido tiempo. De momento, tocaba fotografiar.
Por la derecha, en principio siguiendo la orilla de la laguna, tras cruzar el río y una vez superado el refugio, nos encontramos con la llamada Senda o Ladera de los Tejos, que deberíamos tomar a continuación.
Enseguida llegamos a una bifurcación, de la cual parte, a la izquierda, una variante para ascender por un cordal pedregoso hasta el Pico de la Laguna sin utilizar el cortafuegos. Esta variente tiene un kilómetro de longitud, si se va por el cortafuegos hay que recorrer dos. Por precaución, ya que había sufrido una torcedura de tobillo la semana anterior, preferí subir por el cortafuegos pensando que la ruta sería mejor o, al menos, con una pendiente menor. Luego, la verdad, no me atrevo a opinar sin haber hecho las dos. Quizás si volviese otra vez, probaría por la variante. En cualquier caso, se trata sin duda el tramo más duro de la ruta.
Muy cerca del lugar donde hay que decidirse por una opción u otra, se encuentra la Cueva de los Potros, donde según cuenta la leyenda se escondía el Jerónimo Merino Cob, el Cura Merino, famoso guerrillero que combatió contra los franceses en la Guerra de la Independencia. Nos acercamos y me metí en el interior, donde dicen que se llegó a reunir una milicia de hasta cuarenta hombres. El caso es que dentro me llegó un zumbido sonoro y extraño que me hizo salir de allí echando chispas.
Siguiendo la Senda de los Tejos cruzamos el bosque sin mayores problemas hasta alcanzar el cortafuegos, donde las cosas empezaron a complicarse. La pendiente es tremenda, pues en esa ladera se acumulan la mayor parte de los 400 metros que debíamos ascender, y en poco más de un kilómetro. Además, aunque no hacía mucho calor (estábamos a unos veinte grados), el sol nos acechó inclemente durante buena parte del recorrido, ya que los árboles quedaban a los lados, casi siempre fuera del camino. Sin embargo, con todo lo dura que puede resultar la subida para personas no acostumbradas a hacer senderismo, creo que la bajada todavía sería peor. Por lo cual, si se va a ir por el cortafuegos, me parece que es preferible hacer este recorrido en el sentido recomendado.
Nos detuvimos varias veces para recuperar fuerzas, buscando alguna sombra asequible. Al mirar hacia atrás, el paisaje que surgía muy abajo, entre los árboles, era cada vez más aéreo.
El cortafuegos finalizó en una pista, donde un indicador señalaba que debíamos ir a la derecha, lo que nos descolocó un poco, aunque la dirección cuadraba perfectamente con el track que estábamos siguiendo y con nuestro siguiente destino: el Pico de la Laguna, a 0,6 Km.
Tras unos pocos metros llanos entramos en unas zetas con una pendiente todavía más acusada que la del cortafuegos. Por fortuna, el tramo fue corto y nos permitió divisar, a la izquierda, entre los árboles, una vista sesgada de la Laguna de la Cascada, ahora muy, muy abajo, en lo que parecía una hoya muy profunda, así como el sendero por el que habíamos caminado un rato antes.
La subida se suavizó y salimos a un alto espectacular, con rocas enormes, de todas formas y tamaños. Las vistas eran alucinantes. Lástima no disponer de algún panel informativo que nos indicara todo lo que teníamos ante nuestra vista, sobre todo los picos que emergían a lo lejos y a los que no me atrevo a poner nombre. Esta parte es espectacular y no se ve si se toma la variante corta, ya que la senda corona más adelante.
A partir de aquí, un sendero casi llano nos llevó a las inmediaciones del Pico de la Laguna, donde un mirador natural nos permitió vislumbrar la Laguna Negra en todo su esplendor. ¿Negra? Pues como que no, por lo menos con el sol brillando en aquel cielo azul. Aunque he visto fotos en las que esta laguna aparece en tono turquesa, ese día tenía un color verde esmeralda de lo más sugerente. Muy bonita esta laguna desde las alturas. Lugar de foto inexcusable, aunque seguiríamos teniéndola a la vista durante bastantes minutos.
Nos encontrábamos en el glaciar de la cara norte del Alto de la Campiña, la cumbre más elevada de la Sierra con sus 2.049 metros de altitud, donde se ubican los mayores circos, que se forman escalonados, en forma de graderío, lo que pudimos apreciar más adelante, conforme fuimos avanzando por un sendero que no dejaba de proporcionarnos preciosas vistas.
El sendero continuó plano por el borde de la cresta, ofreciéndonos diferentes perspectivas de la laguna hasta que, en un momento dado, empezamos a vislumbrar el borde la Laguna Larga, que no tardó en materializarse completa ante nuestros ojos.
Según continuábamos la caminata, fuimos viendo las dos lagunas juntas, componiendo diferentes poses, a cual más bonita. La máquina de fotos echaba humo, pues no eran solamente las lagunas, sino los circos y el fantástico paisaje que deparaba el horizonte. El poste geodésico puso la guinda a tan atractivo pastel.
Llevábamos vistas tres lagunas, si bien las otras se estaban haciendo de rogar hasta el punto de que jugábamos a averiguar a la vuelta de qué curva las divisaríamos. Al fin, apareció una mancha marrón, la Laguna de los Patos. Y, poco después, surgió otra mancha, en esta ocasión, de color verde oscuro, la Laguna Brava.
Aquí, en vez de descender directamente hacia la izquierda, por la pista que lleva al aparcamiento, nos aprestamos a continuar por el sendero hacia la derecha, siguiendo una continua hilera de los hitos de piedra, hasta llegar a una caseta, que nos llevaría hasta el borde de las dos lagunas.
En teoría, así habría tenido que ser, pero nos debimos despistar en lo que habría tenido que ser un giro a la izquierda más acusado del que hicimos y buscando solucionarlo terminamos en lo más profundo del bosque, perdiendo el camino definitivamente. Utilizando el GPS, atajamos por un enorme canchal, lo que no le recomiendo a nadie, y menos aún si no está familiarizado con las rutas de senderismo.
Tras una serie de peripecias que no merece la pena contar, terminamos al lado de otra laguna de color verde fosforito, pues apenas se veía el agua a causa de las cañas y la vegetación. Vi un cartel, pero no recuerdo cómo se llamaba esta laguna. Quizás fuese la de las Pardillas, pero no estoy segura porque tampoco pude confirmarlo después.
En cualquier caso, he conseguido localizarla en las fotos que tomé desde arriba. Se trata de la mancha pequeña, redonda y verde, que aparece sobre la de mucho más grande de color marrón (la Laguna de los Patos).
Al final, salimos al aparcamiento y retrocedimos para ver la Laguna de los Patos y la Laguna Brava desde sus orillas.
En definitiva, nos gustó mucho esta caminata, salvo la metedura de pata que nos llevó al canchal. Por lo demás, ver las Lagunas está al alcance de todo el mundo, ya que este Parque Natural cuenta con senderos de varias longitudes y niveles, incluso sencillos paseos. Merece la pena acercarse porque el paisaje con sus lagunas resulta espectacular.