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01AGO.- Dejamos Valladolid para llegar hasta Cobá a media mañana, pero no pudimos entrar al yacimiento arqueológico, porque, aunque el INAH indica en su página web que está abierto, la taquilla estaba cerrada a cal y canto, sin visos de haber estado abierto en varias semanas.
Hay que reseñar que el INAH es muy impreciso en las informaciones que indica en su web, habiendo tenido que llamar desde España a México varias veces antes de salir, para confirmar que tal o cual yacimiento o museo estaría abierto o cerrado por COVID. Tras ver el precioso lago que rodea las ruinas, reemprendimos camino hacia Cancún adonde llegamos a primera hora de la tarde.
Aquí teníamos reserva pagada desde marzo 2020 en el Ibis Cancún Centro, donde nos habían respetado una habitación con cama grande y vistas a la laguna. Este 3* (34€) de estándar europeo está bastante castigado, lo que nos costó hasta 3 intentos de asignar habitación (el aire acondicionado de la primera inundaba la habitación y el lavabo de la segunda estaba rajado).
Este gran hotel tiene parking y piscina y suficientes ascensores, estando a media ocupación. Nos ofrecía desayuno tipo buffé (pero servido por camareros que te entregaban una bandeja con lo elegido) y comedor con mesas a suficiente distancia unas de otras. He de significar que la atención del personal y de la gerente fue más que atenta, procurándonos hacer nuestra estancia cómoda y segura con un nivel de limpieza aceptable.
Cancún (900.000 habitantes), salvo que vayas buscando beber y beber todo el día y la noche y estar tirado 12 horas en la tumbona frente a la piscina o el mar, es una ciudad que no vale la pena en absoluto, pero había que aprovechar que teníamos pagado el hotel y, de paso, visitaríamos Isla Mujeres y la cercana e insulsa Playa del Carmen, que todavía es peor que Cancún, pues es una calle llena de tiendas y bares, repletos de americanos y algún europeo, todos sin mascarilla y más que perjudicados por el alcohol ingerido a todas horas.
La llamada "fruta del dragón" está por todas partes y es muy sabrosa y económica, siendo el precio del kilo en mercados de menos de 25 pesos (1€), cuando en España lo normal es que valgan diez o más veces.
02AGO.- Dejamos el coche en el enorme parking de Puerto Juárez (varios pisos cubiertos y menos de 100 pesos todo el día) donde embarcamos en el catamarán de Ultramar (de aquí salen cada 20’ o media hora; ver su web) que en media hora nos llevó a Isla Mujeres.
Allí lo simpático y habitual (pero nada barato: 800 MXN o más y en efectivo) es alquilar un carrito de golf para recorrer la isla hasta más o menos las 5 ó 6 de la tarde. Te pedirán que dejes como prenda el permiso de conducir, cosa que a mi no he hizo gracia; así que les dejé el feo y gris "Internacional", que por 10€ podéis obtener en vuestra Jefatura Provincial de Tráfico y que, dado que México no tiene convenio bilateral con España en este tema, es mejor llevarlo.
Hay que llevar cuidado con estos vehículos pues algunos no funcionan nada bien; el primero que nos dieron tenía una exagerada y peligrosísima querencia a irse a la izquierda y solo frenaba contra las farolas, lo que nos llevó a pasar más de un susto al ver agrandarse rápidamente las micros y los taxis delante de nosotros sin que el cacharro parase, y a perder un tiempo precioso en volver al “rentador” para cambiarlo. No tienen suspensión, así que los continuos botes incluyen masaje gratis desde los pies a la cabeza, descoyuntándote convenientemente la espalda. Pero resulta más o menos divertido y fresco y cuando lo devuelves, lo echas de menos.
Tras recorrer la isla parando en todas partes, incluido el cementerio, frente al mar, lleno de colorido y casi alegre (como los de Sapintza, en Rumanía), pagamos unos pesitos (creo que 30 cada uno) por dos “palapas” (tumbonas) en Playa Centro, sobre una arena blanca y bajo un exótico “paraguas” (sombrilla de paja), donde da gusto estar unas horas disfrutando delante de un agua transparente y verde como el jade, calentita de más, mientras los camareros de los muy bien montados chiringuitos de alrededor, te traen cervecitas frías o margaritas a precios muy razonables (incluso puedes pedir algo de comer).
Terminada la sesión de sol (te quemas fijo), y tras una paseo por las tiendecitas tras devolver el trasto de golf, subimos al ferry de vuelta para llegar a Cancún con las últimas luces del día, a tiempo de ver una preciosa puesta de sol en la laguna de Nichupté.
03AGO.- Hoy toca recorrer la zona hotelera con el coche, donde descubrimos los monstruosos hoteles (muchos españoles) donde parejas de novios o similares gustan de pasar una semana encerrados. Desde allí llegamos a Puerto Morelos y luego, por la autopista, a Playa del Carmen.
Tras padecer un sol de justicia y con un calor exagerado recorriendo aquella calle de tiendas y tras descubrir el incalificable monumento del Portal Maya frente a la Iglesia del Carmen, retornamos a Cancún para descansar un rato y luego volver a salir para descubrir la noche de los grandes hoteles, que solo por las luces y los “disfraces” que sus residentes ostentan, bien merecen un paseo por allí.
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