Nos levantamos como siempre, sobre las 8.
Esa será la hora que fijaremos para todos nuestros días en la isla, con la intención de vestirnos y prepararnos en media horita, desayunar y estar con todo listo sobre nuestras motos a las 9:30 para comenzar la jornada.
La de hoy se presenta nublada, chispeando... las nubes bajas invaden el cielo que nos rodea y sin mucha confianza consultamos el tiempo en las zonas de paso.
APPs Meteorológicas
El tema de las aplicaciones meteorológicas es algo muy personal. Todos confiamos en la que mejor suerte nos ha dado, creemos que es infalible, y nos olvidamos de asomarnos a la ventana y mirar simplemente cómo está el tiempo.
Acaso no os ha pasado que vuestra aplicación dice que va a llover toda la mañana, sales y ves que el día está raso pero piensas, en cualquier momento se pone a llover, que lo he visto en mi aplicación...
Lo cierto es que, sin exageraros, yo llevo instaladas 8 aplicaciones del tiempo (lo acabo de comprobar) y ninguna es infalible:
Meteoblue para la montaña, que no suele fallar, menos cuando falla...ElTiempo para la ciudad, que suele acertar, menos cuando no lo hace... TheWeatherChannel que suele ir bien en el extranjero, salvo cuando se equivoca... Pero ahí están! Para cuando aciertan!
Para estos viajes en moto, en los que recorres distancias variadas cambiando entre costa y montaña, suelo utilizar una aplicación que muestra la predicción meteorológica sobre el propio mapa, y puedes ver como varía en función de las horas y hacia donde se desplaza.
Puede que luego no caiga tanto... o caiga más de lo predicho, pero al menos podemos ver la tendencia horaria de cómo irá avanzando y cómo debemos prepararnos.
En mi caso utilizo Windy, que además de ver precipitación, temperatura o viento sobre mapa a lo largo del día, te permite visualizar las webcams que hay en la zona (importante cuando hablamos de carreteras con nieve).
Se de gente que utiliza el Ventusky, que es muy similar, pero mi app de confianza es Windy
En fin... volvamos al viaje.
Según las aplicaciones, parecía que el tiempo comenzaría complicado pero mejoraría al llegar a la costa, así que solo confiábamos en que no fuese tan malo como las predicciones marcaban.
Pero antes, desayuno. Y es que el día comenzaría preparándonos nuestro propio Irish Breakfast!
Con esto del COVID muchos negocios han encontrado una excusa para seguir cobrándote igual pero por menos servicios...y sospecho que esta tendencia ha venido para quedarse.
En esta ocasión, teníamos un comedor con todo lo necesario para prepararnos nosotros mismos un desayuno! Microondas, sandwichera, tostadora, hervidor de huevos y hasta una freidora de esas sin aceite! Y en la nevera teníamos también de todo, pero no me enrollo más con esto que seguro lo visteis en el anterior video!
El resultado... podría haber sido mejor pero, suficiente para llenar nuestras tripas y continuar hacia el siguiente destino.
Lo que al principio era algo de agüilla va tomando forma hasta convertirse en una lluvia incesante que apenas te deja ver.
Pese a todo, y como somos motoristas que no se achantan con la lluvia, proseguimos nuestro camino que nos llevará subiendo por una carretera con algo de graba hasta The Vee. Allí, un giro en forma de V desemboca en un mirador en medio de un puerto que sube hasta las montañas de Knockmealdown. La lluvia no nos deja ver mucho, pero pese a ello se nota que subimos alto, hasta los 610m sobre el nivel del mar que, para Irlanda, no está nada mal.
Aquí las ovejas campan a sus anchas, ajenas a la lluvia y al escaso tráfico que atraviesa la carretera.
Tras alcanzar la cima comienza una bajada que discurre más lenta entre bosques.
El agua comienza a complicar el viaje, y es que la baja velocidad no ayuda a que las viseras se desempañen (pese a llevar el mágico pinlock), y la incesante precipitación comienza a calar en nuestro estado de ánimo.
Por fin llegamos al imponente castillo de Lismore, antigua casa del Principe John de Inglaterra, pasó por varias manos ilustres (como la familia Astaire o Kennedy) antes de ponerse en alquiler para alojar a cualquiera que pueda permitírselo.
Vamos mal de tiempo, pero la lluvia nos obliga a parar, respirar profundamente y retomar el viaje que irá mejorando gradualmente a medida que nos acercamos a la costa.
Y por fin llegamos a Cobh, ciudad que nos da paso al mar céltico y al buen tiempo.
Hasta hace unos meses Cobh era el puerto de unión entre España e Irlanda por ferry (Santander - Cobh), antes de que lo relegasen al transporte de mercancías y desplazasen la ruta turística a Bilbao-Rosslare.
Este puerto animado nos recibe lleno de colores y bullicio, que nos hace entrar en calor.
Aquí en el muelle, un edificio en memoria del Titanic recuerda que este fue el último puerto que le vio zarpar, antes de sucumbir en las frías aguas del atlántico.
Puerto de unión con Norteamérica, sirvió de punto de partida para millones de irlandeses que se vieron obligados a abandonar sus tierras en un momento de escasez y hambruna.
Este día no ha hecho más que empezar y otra gran ciudad portuaria nos aguarda!
Kinsale se consagra como uno de los pueblos más pintorescos de la isla esmeralda, donde las casas de colores se combinan con los colores del mar y las miles de tonalidades de verdes que existen en el país.
Un enclave estratégico en otros tiempos, que en la actualidad alberga un puerto deportivo de renombre y atrae a miles de turistas en temporada alta.
Pero para nosotros, el mayor atractivo reside en su historia. Y es que aquí, en 1171, el rey de Inglaterra desembarcó con una gran flota invasora y dio comienzo a más de 8 siglos de dominación inglesa sobre el país.
Ante los desmanes de los ingleses, durante el siglo XVI se sucedieron diversas rebeliones de independentistas irlandeses. Quizá la más importante de ellas fue la conocida como Guerra de los Nueve Años (1594-1603). Hugh O’Neill, un terrateniente gaélico consiguió unir a varios clanes para oponerse al poder inglés y a la difusión de la religión protestante en una isla profundamente católica.
Tras varios años de guerra, el dominio inglés no había podido imponerse a los rebeldes, de manera que en 1599 desembarcaron 17.000 soldados en la isla.
En aquel tiempo Inglaterra y España, dos de las mayores potencias de la época, estaban inmersas en varios conflictos. No sólo en la Guerra anglo-española, cuyo lance más conocido fue la derrota de la Armada invencible española (1588), sino también en la Guerra de Flandes.
El rey Felipe III de España, histórico enemigo de Inglaterra, envió desde La Coruña una flota de 33 navíos, aunque algunos regresaron debido a terribles tempestades durante la travesía. Más de 3000 soldados españoles ocuparon el puerto de Kinsale y sus fortalezas. Su objetivo era tomar la importante ciudad de Cork, sin embargo, las tropas inglesas que les doblaban en número les sitiaron en Kinsale.
Mientras las tropas españolas, capitaneadas por Juan del Águila, resistían durante semanas de escaramuzas la superioridad inglesa, los rebeldes irlandeses recorrieron más de 400km en pleno invierno para auxiliarles. Sin embargo, de poco sirvió y la derrota en Kinsale supuso el último gran enfrentamiento de la guerra anglo-irlandesa.
Por todo ello, aquí la bandera española ondea en uno de los mástiles, en homenaje al país que fue su aliado en uno de sus peores momentos.
Tras visitar uno de sus fuertes mejor conservados, el Fuerte Charles, y atravesar el concurrido pueblo de Kinsale, comenzamos por fin la Wild Atlantic Way. La ruta costera que, a lo largo de sus 2600km, nos llevará a descubrir las zonas más recónditas y salvajes del oeste de Irlanda.
Nuestra primera parada, el Old Head, un gran promontorio que se adentra en el Océano Atlántico y se eleva sobre el agua, albergando actualmente uno de los campos de golf más prestigiosos del planeta y un faro.
Por un trágico accidente de la historia, este faro es el punto de tierra más cercano a uno de los naufragios históricos más famosos. El RMS Lusitania se encuentra a poco más de 17km al sur de Old Head, después de ser alcanzado por un solo torpedo disparado por un submarino alemán el 7 de mayo de 1915. El barco resultó tan mal parado que los botes salvavidas chocaron contra los pasajeros, abarrotados en la cubierta, y los arrojaron al agua. La mayoría no tuvieron ninguna oportunidad, ya que el barco se hundió en apenas 18 minutos, muriendo 1.119 de los 1.924 a bordo.
Este acontecimiento cambió el curso de la Primera Guerra Mundial, consiguiendo que EEUU entrara en juego.
Continuaremos bordeando la costa y en nuestro camino nos cruzaremos con multitud de torres que, aunque parecen pequeños castillos en ruinas, son Torres de Señales napoleónicas que se distribuyeron por toda la costa para protegerse de las posibles invasiones francesas.
En total se construyeron 81 de estas torres, situadas en lugares expuestos estratégicamente, altos y, a menudo, remotos cerca de la costa. Todas tenían visibilidad con sus torres vecinas, y la señalización se realizaba mediante banderas y bolas en lo alto de un mástil que había frente a la torre. Después de la derrota de Napoleón, en Waterloo en 1815, la amenaza de una invasión francesa disminuyó. Esto, junto con los altos costes de mantenimiento, provocó el abandono de la mayoría de las torres, hoy en día muy deterioradas.
Y por fin llegaremos a nuestro destino de hoy, Skibbereen, una ciudad plagada de banderas y pancartas que lucen con orgullo a sus medallistas olímpicos, que se alzaron con el oro en remo en las últimas olimpiadas de Tokio 2021.
Resulta increíble ver cómo los irlandeses presumen de ser irlandeses y lucen con orgullo sus insignias y colores allá donde vayan. De hecho, a lo largo de todo el viaje, veremos multitud de casas y coches adornados con banderas de colores que representan su condado o región.
Sin embargo, el área que hoy se ve alegre y bulliciosa, sufrió uno de los episodios de hambruna más severos de cuales se conocen en Irlanda, diezmando en más de un tercio su población.
En 1845 se perdió un tercio de toda la cosecha de patata, sumiendo a la zona en un auténtico caos del que no lograban salir…
La " Gran Hambruna ", ocurrida entre 1845 y 1852, no fue ni la primera ni la última de las muchas hambrunas que padecieron en Irlanda durante la primera mitad del siglo XIX, pero el impacto de este desastre eclipsó a todas las que lo precedieron. Como dijo el revolucionario John Mitchel en el sigo XIX "Dios envió la plaga, pero los ingleses crearon el hambre", y hasta cierto punto esto fue cierto, porque los gobiernos ingleses de la época hicieron más bien poco para ayudar a una población irlandesa que se moría, mientras sus barcos seguían zarpando cargados de grano hacia las costas inglesas.
En el punto álgido del desastre, más de 60 personas morían al día de tifus y fiebre amarilla. Entre 8.000 y 10.000 personas sin identificar se encuentran enterradas en los fosos de la Hambruna, en Abbeystrory, uno de los tres cementerios masivos utilizados durante la Gran Hambruna de Skibbereen. Los monumentos de piedra erigidos aquí son un recordatorio desgarrador de esta gran tragedia que dio forma a Irlanda y América.
La ruta la podéis descargar de aquí:
es.wikiloc.com/ ...9-84095390
Y, como una imagen vale más que mil palabras, este es el video:
youtu.be/qIZkCwzhmyk