UBICACIÓN DE LA RUTA.
Esta es una de las rutas de senderismo incluidas en la colección que presenta la Comunidad de Madrid para dar a conocer la riqueza natural de nuestra región. Se puede obtener información y descargar mapas y tracks en la siguiente página web: sendasdemadrid.es/ Hemos hecho varias, algunas de las cuales figuran en otras etapas de este mismo diario. Me parece muy recomendable esta página web para tomar ideas de rutas de senderismo en Madrid.
Situación de la ruta en los mapas peninsular y de Madrid.
La Pedriza fue uno de nuestros lugares favoritos para hacer caminatas en los primeros meses del año, durante los confinamientos por la pandemia. A primeros de mayo nos decidimos por esta, que realiza un recorrido circular de ida y vuelta por ambas orillas del arroyo de la Ventana, vislumbrando enormes pedruscos, algunos de los cuales se les ha puesto nombre debido sus formas curiosas.
De la página web mencionada, descargamos el resumen con los datos esenciales de la ruta, un plano en el que se señala el lugar donde se encuentra cada “figura”, una ficha técnica con la descripción del recorrido y una hoja muy útil con explicaciones geológicas de lo que se va contemplando, que he utilizado, a menudo con entrecomillados para respetar el texto completo, en el curso de mi relato. Por cierto, en la primera ficha aparece una foto del elefantito, que no se ve en esta caminata, sino en una diferente.
Parte del material descargado de la página web de Sendas de la Comunidad de Madrid.
Como ya tengo subidas varias rutas de La Pedriza, me voy a saltar todos los preliminares para ir directamente al grano. En esta ocasión, el punto de inicio se encuentra en el aparcamiento de Canto Cochinos, adonde no tuvimos ningún problema para llegar con el coche al tratarse de un día laborable. En fines de semana y durante el verano, el acceso está regulado y, dependiendo del momento, habrá que utilizar los aparcamientos disuasorios habilitados. El horario de apertura y cierre de las barreras se puede consultar aquí: www.parquenacionalsierraguadarrama.es/ ...ra-barrera
Itinerario desde Madrid en Google Maps y situación del parking de Canto Cochinos.
DATOS DE LA RUTA
Ficha y plano descargados de la web de la Comunidad de Madrid.
- Longitud: 8,3 kilómetros
- Duración: 4 horas
- Desnivel: cota mínima, 1.006 metros; cota máxima: 1.244 metros
- Grado de dificultad: media, si bien en el mapa marca un tramo de dificultad alta
- Tipo de ruta: circular, señalizada con círculos de color azul.
- Existe una ruta corta recomendada para realizar con niños, de 1,5 kilómetros de longitud y 30 minutos de duración.
Según la ficha técnica, además de vislumbrar relieves como el Cancho de los Muertos, El Yelmo y los crestones de Las Torres, el recorrido de esta senda permite reconocer formas mayores del relieve como berrocales, domos y crestas, pasando junto a elementos geológicos menores originados por la erosión, que ha esculpido las rocas con caprichosas formas, entre las que pueden identificar animales (foca, tortuga, cerdito, pájaro…) e hitos (tolmo, rocas caballeras…).
NUESTRA RUTA.
En mi copia de wikiloc aparecían los siguientes datos al finalizar la caminata. Igualmente pongo una captura del perfil de la ruta.
- Longitud: 8,18 kilómetros
- Duración: 4 horas y 44 minutos (incluyendo paradas para fotos y bocadillo)
- Desnivel: 379 metros; cota mínima, 1.001 metros y cota máxima, 1.249 metros.
- Tipo de ruta: circular
- Grado de dificultad: media (en mi opinión).
El día amaneció un poco nublado, pero las previsiones meteorológicas eran buenas a partir del mediodía, con sol y una temperatura en torno a los 18 grados, así que decidimos seguir adelante con el plan. No nos gusta caminar por La Pedriza si llueve y menos aún con niebla, pues aparte de ser peligroso, no veríamos nada y al campo y la montaña nos apetece salir para disfrutar, relajarnos y ver cosas bonitas. Como siempre, llevé descargado el track de la ruta en el móvil y los mapas para utilizarlos offline, indispensables por si no hay cobertura de internet. En la Pedriza es necesario saber o poder orientarse bien porque la señalización deja mucho que desear, al menos en mi opinión. En este caso concreto, las anunciadas marcas azules no abundan precisamente.
Aunque por lo que he leído no suele ser lo habitual, hicimos la ruta en el sentido de giro de las agujas del reloj, ya que por el margen contrario del arroyo parecía estar la parte más complicada, de dificultad alta según el folleto, y preferí llegar por el lado supuestamente más sencillo por si había que hacer alguna trepada difícil que nos obligara (por mi culpa, claro está) a regresar por el mismo sitio. Así, comenzamos a caminar hacia la izquierda y no tardamos en cruzar el río Manzanares por un puente de madera, que se encuentra junto a un punto de información, donde hay un panel explicativo y unos cuantos indicadores en los que no aparece esta ruta.
Seguimos el track por un sendero pedregoso siempre en ascenso, desde el que pronto pudimos contemplar las aguas del arroyo de la Ventana. Entre los árboles, lográbamos distinguir algunas panorámicas del lado opuesto, entre ellas Peña Sirio.
Continuamos por lo que se denomina la autopista, una zona en medio del bosque con piedras enormes. De momento, no encontrábamos ninguna dificultad particularmente reseñable, si bien debíamos ir con cuidado para no despistarnos y perder la orientación, como me pasó en un punto concreto, cuando perdí de vista a mi marido, que sí fue por el camino correcto, y me metí en un pequeño lío, del que tuve que salir reptando bajo una pared, entre rocas. No me explico cómo “logré” ir a parar allí . Por lo demás, algunos pedruscos anónimos nos animaban el camino. El de la foto de en medio parece un oso, ¿no? ¿O un perro? A la de abajo la he llamado "los amantes" .
Poco después, nos cruzamos con el bloque denominado “aleta de tiburón”. Echando mano del folleto, vimos que destacan sus nerviaciones, producidas por pequeños filones de una roca con grano más fino que el granito. Además, hay que fijarse en la oxidación de los minerales oscuros, mica negra o biotita. Y también, con vergüenza ajena, en los grafitis hechos por personajes insensibles que no respetan la naturaleza
A continuación, tendríamos que haber visto la Cueva de la Mora, pero se nos debió pasar por alto o si la vimos, no nos percatamos. Cruzamos el arroyo y nos encontramos en el Prado Peluca, donde se produce el fenómeno conocido como arenización del granito. Sin embargo, fueron las panorámicas las que atrajeron nuestra atención allí.
A continuación, tomamos un sendero muy pedregoso que nos llevaría hasta El Tolmo en un tramo de ida y vuelta. Según ascendíamos, podíamos distinguir cada vez con más nitidez el “abovedamiento campaniforme” de la figura llamada “El Pájaro”. Y en este caso sí que encontramos el parecido, ya lo creo. De los más acertados, creo yo.
Por lo demás, el panorama en todas direcciones, todavía oscuro por la ausencia del sol, resultaba cada vez más imponente, sobre todo en un punto muy especial en el que se juntan El Pájaro y El Tolmo.
En unos minutos alcanzamos el impresionante bloque de El Tolmo y “la visual de la laja (roca lisa y plana) del bloque separado de El Hueso”. Lo cierto es que tanto el enorme pedrusco como el lugar resultan impresionantes. Estuvimos un buen rato por allí, contemplando el entorno y haciendo fotos.
Ya de regreso a Prado Peluca, pasamos junto a la fuente de Pedro Acuña y subimos hasta el Refugio Giner de los Ríos. Aunque no es necesario, fuimos hasta allí para contemplar mejor las vistas de todo el entorno, incluidos los crestones de Las Torres. Los crestones son granitos con diaclasado vertical que originan torreones de rocas.
Después del pequeño tramo de ida y vuelta de El Tolmo, habíamos recuperado la ruta circular, que deberíamos seguir por el margen contrario del arroyo al que habíamos traído anteriormente y los panoramas seguían sorprendiéndonos.
A partir de aquí (y hasta pasado El Cerdito) es donde el plano señala el tramo de dificultad alta de la ruta. En fin, a toro pasado, la verdad es que no me pareció para tanto, si bien más que trepadas y avatares por el estilo, quizás la mayor complicación consiste en que el sendero correcto a menudo se pierde entre la vegetación y hay que apañárselas para encontrarlo entre varias opciones, algo muy habitual en la Pedriza. No creo que un senderista habitual tenga problemas aquí con buen tiempo, pero no lo recomiendo a personas con poca experiencia en montaña.
En cualquier caso, entrábamos en la parte más interesante de la ruta, pues aparte de las rocas y sus formas, nos topamos con el arroyo de la Ventana, que llevaba mucha agua, y sus cascaditas, algunas realmente preciosas. ¡Qué rincones tan bonitos fuimos vislumbrando solo con acercarnos al agua o atisbándola desde lo alto del sendero, entre rocas!
El tiempo mejoraba por momentos y empezó a lucir el sol, embelleciendo el espectacular panorama. Me encanta La Pedriza, lo confieso. Cada vez que voy descubro algo nuevo y diferente a lo anterior. Quizás influye que es un lugar donde dejo correr la imaginación, algo, por lo demás, también me ocurre en algunos bosques.
Según el folleto, estábamos en una zona de “paraestratificaciones en un afloramiento rocoso”, donde “las diaclasas paralelas degradadas dan al granito un aspecto semejante a la estratificación de rocas sedimentarias”. ¡Ufff…!
En el llamado “Rocódromo” pudimos contemplar “agrietamientos pseudopoligonales”, lo que significa “apariencias rugosas en paredes verticales”. Caminando sobre las rocas, distinguimos a nuestros pies el agua del arroyo, que se precipitaba en pequeñas pero encantadoras cascadas, alguna de las cuales no pudimos resistirnos a contemplar de cerca, así que abandonamos el sendero y bajamos a la orilla.
Estas formas tan peculiares se deben a que el granito es una roca ígnea plutónica, que procede de un magma enfriado muy lentamente en el interior de la corteza terrestre, unos 300 millones de años en el caso de La Pedriza, a lo largo de los cuales se ha producido una intensa erosión conforme ascendían a la superficie terrestre, especialmente por la penetración del agua y a la alteración de los agentes atmosféricos o meteorización.
El caso es que el panorama cada vez se hacía más impactante gracias a la luz del sol. Poco después divisamos “El Cerdito”, donde se nos pide que observemos los bloques desprendidos del aquel paisaje de berrocal. Dependiendo desde donde se contemple, se parece o menos, pero me gustó un montón, tanto la figura en sí como el panorama que quedaba detrás. In situ es muchísimo más bonito, claro está.
Avanzamos bajo Peña Sirio y sus acanaladuras, que son formas de meteorización y erosión por escorrentía en paredes graníticas. El folleto también invita a fijarse en el pilancón y los desprendimientos bajo la peña, señalando que un “pilancón es una oquedad sobre una superficie rocosa horizontal” y “se origina a partir de una irregularidad en la roca donde queda retenida el agua, favoreciendo una meteorización más eficaz”. Esta parte resultó muy entretenida y, además, cómoda porque el sendero está bien marcado sobre la hierba.
En lo alto, empezamos a ver los lanchares de “La Tortuga”. Según el folleto, “los lanchares son superficies curvas que corresponden a las lajas originadas por el diaclasado (fractura sin desplazamiento) de descompresión”. ¡Madre mía! Qué complicada suena la geología… En fin, yo seguía a lo mío, haciendo fotos a todo lo que me llamaba la atención, que era mucho y variado, incluyendo las fantásticas vistas al otro lado del río.
Nos aproximábamos al final de un recorrido del que estábamos disfrutando mucho. Y, de nuevo, nos hallábamos al borde del agua, allí ya con más caudal, pues en un punto anterior el arroyo de la Ventana se había unido al cauce del Manzanares.
Poco antes de cruzar el río por un puente de madera, localizamos el bloque granítico de “La Foca”, al fondo, a la derecha de la foto, aunque a mí me pareció identificar también algo parecido a una morsa en la parte izquierda. Bueno, no sé... .
Cambiamos de dirección, caminando ahora hacia el norte, con lo cual el agua quedaba a nuestra derecha, si bien siguiendo las instrucciones del folleto logramos reconocer al otro lado del río una piedra caballera, que es “un bolo granítico aislado apoyado sobre otras rocas a modo de pedestal”.
El sol ya brillaba en lo alto y, excepto por alguna nube aislada, el cielo ofrecía una corona intensamente azul al paisaje gris de granito, matizado por los diferentes verdes de la vegetación y la hierba. En estas condiciones, daba gusto distinguir a lo lejos pero claramente el domo del Yelmo. Desde allí, la panorámica de la Sierra de Guadarrama con Cuerda Larga y la Pedriza anterior y posterior lucía realmente espléndida.
Al fin, ya sin ninguna complicación, a través de la senda corta, alcanzamos el aparcamiento de Canto Cochino, donde terminó una nueva caminata por La Pedriza que, como de costumbre, nos encantó.
Por cierto que, al contrario de lo que suelo hacer, he puesto más fotos tomadas con el teléfono que con la cámara, quizás porque, pese a la pérdida de calidad, el gran angular del móvil ese día le sentó muy bien al imponente paisaje primaveral. O, al menos, eso me parece .