Nada más entrar en la población nos dimos cuenta de la cantidad de gente que había allí: era cierto lo de que muchas personas habían buscado para sus vacaciones destinos de montaña, en plena naturaleza, si bien, de momento, lo que parecía imperar era el tráfico y las aglomeraciones, sobre todo en torno al centro, justamente donde estaba nuestro alojamiento.
Habíamos reservado cuatro noches en el Hotel Fonfreda, de tres estrellas, sito en la Passeg de la Libertad, 18, una plaza convertida en semipeatonal no hace mucho. Fue una buena elección, tanto por la habitación en sí como por la situación: a un paso de todo. Además, lo que en principio parecía un inconveniente, el aparcamiento, no lo fue tanto porque esa cuestión está bastante bien resuelta (cuestión de necesidad, supongo, ya que en invierno también debe ser tremenda la afluencia de foráneos), con estacionamientos muy grandes cerca del río. Nosotros, al menos, no tuvimos problema y aparcamos siempre en el número 2, que estaba a tres minutos caminando desde el hotel.
Habitación y vistas desde su balcón.
Plaza donde se ubica este hotel y otros varios.
Plaza donde se ubica este hotel y otros varios.
Tras instalarnos y dejar el equipaje, salí a dar una vuelta y lo primero que hice fue acercarme hasta la Oficina de Turismo, que se encuentra al lado del Ayuntamiento, enfrente de la inconfundible estampa de la Iglesia de San Miguel. Tras esperar unos minutos en el exterior, pues dentro había aforo limitado por la pandemia, me atendieron muy amablemente y me entregaron varios mapas turísticos y folletos informativos, incluyendo uno de senderismo. Todos nos resultaron muy útiles en nuestras visitas y los he empleado también para obtener parte de los datos que voy a incluir en estas etapas. Por lo tanto, viene muy bien pasarse por allí; además, tiene un horario muy amplio (en agosto, de 09:00 a 20:00). En cualquier caso, la página web de referencia para conseguir información por internet sobre turismo en el Valle de Arán es www.visitvaldaran.com
En cuanto dejé la Oficina de Turismo me senté en un banco para consultar los horarios de visitas de las iglesias románicas. Y no me lo habían puesto nada fácil, la verdad: unas por la tarde, otras por la mañana en horas centrales, y algunas con visita guiada que requería reserva previa Teniendo en perspectiva varias rutas senderistas, iba a resultar complicado cuadrarlo todo durante el tiempo de que disponíamos. En fin, se haría lo que se pudiera y el resto quedaría para otra ocasión. Después de todo, volver a La Val d’Aran siempre es un placer.
Vielha es la capital del municipio de Vielha e Mijaran (nombre oficial, en occitano), formado en 1970 por la unión de varios pueblos. Pertenece a la provincia de Lleida y allí se asienta la sede del Consejo General de Arán. Está situada a 974 metros de altitud sobre el nivel del mar, cuenta con una población censada de más de 5.600 habitantes y se ha convertido en un destacado centro turístico y de servicios, con tiendas, supermercados, hoteles, apartamentos, restaurantes…
Lo más destacado que se puede ver en Vielha, aparte de las altas montañas que rodean el valle, convirtiéndolo en un lugar casi mágico salvo por las multitud de turistas que acuden tanto en invierno (esquí y deportes de montaña) como en verano (naturaleza, arquitectura románica y gastronomía), es su núcleo histórico, pequeño pero que conserva varias casas medievales y algunas solariegas del siglo XVII (familias Bugarol, Rodés y Fedura), el Museo Etnológico dera Val d’Aran y la Iglesia de San Miguel. Además, hay pasear por los puentes sobre el río Nere, que la divide en dos mitades, descargando unas aguas tumultuosas que se vierten unos metros más abajo en el Garona, junto al que se asienta la localidad. Existe un bonito y tranquilo paseo a las afueras, desde donde se puede contemplar la fusión de ambos ríos.
Y ya que la Iglesia de San Miguel (Gléisa de Sant Miquéu) estaba abierta (es una de las que tiene un horario más amplio, de mañana y tarde), decidí aprovechar para entrar. De estilo románico tardío, anunciando ya el gótico, fue construida entre finales del siglo XII y principios del XIII. Al hallarse ubicada en origen dentro de un recinto fortificado, el campanario (mandado edificar en 1506 por Fernando el Católico) presenta un aspecto peculiar, pues fue diseñado para labores defensivas y como Torre del Homenaje de un castillo del que actualmente no queda nada.
Con una sola nave, el presbiterio es del siglo XV, mientras que el crucero y la cabecera datan de 1730. La portada, de los siglos XIII y XIV, cuenta con varias imágenes esculpidas referentes a la resurrección y la vida eterna. La espadaña también data del siglo XIII. En el interior, hay una pila bautismal del siglo XII, un retablo gótico y los restos de varias pinturas murales.
No obstante, la pieza más destacada es el Cristo de Mijarán, imagen románica policromada del taller de Erill, que formaba parte de una representación monumental del Descendimiento de la Cruz. Solo se conserva parte del busto y la cabeza.
Como estuvimos varias tardes en Vielha, paseando por el centro y cenando en varios sitios, en vez de ir contándolo en cada etapa, pongo un pequeño resumen a continuación para no dispersar la información. Respecto a las cenas, había mucha gente, así que no era sencillo sentarse en una terraza, pues estaban copadas desde horas muy tempranas y, además, existía toque de queda nocturno en Cataluña por entonces. Con esto quiero decir que nos aposentamos donde buenamente encontramos disponible intentando no correr riesgos, pues la pandemia seguía. No cenamos mal, ni mucho menos, pero tampoco las condiciones fueron lo suficientemente normales (demasiada gente junta) ni para poner pegas, ni para dar recomendaciones. Por la noche, hice algunas fotos.
Aparte de la Plaza de la Iglesia, merece la pena pasear por los puentes sobre el río Nere, desde donde se toman bonitas fotos tanto por la mañana como por la noche, y también recorrer la calle Mayor, donde se encuentra el Museo del Vallé de Arán y varias casas medievales. Al otro lado de la carretera, está la Plaça Sant Orenç y, más abajo aún, un paseo muy recomendable a orillas del río Garona.
BETRÉN.
La tarde de mi llegada, intentando librarme un poco de las aglomeraciones, me fui alejando del centro por la calle principal, que es, en realidad, la carretera C-28 que continúa hasta Artiés y Baqueira. Tras una corta caminata de unos diez o doce minutos, sin apenas separación real entre las casas (en su mayor parte modernos edificios de apartamentos) de ambas localidades, llegué a la población de Betren, donde se encuentra la sede de la Academia de la Lengua Occitana. Allí vi dos iglesias, una parecía estar en obras igual que su entorno y no se podía visitar, pero su silueta formaba una bonita estampa recortada contra el paisaje.
La otra, ubicada en la zona vieja, es mucho más interesante. Se trata de la Iglesia de Sant Estéue (Sant Esteve o San Esteban), construida en el siglo XIV y que representa un claro ejemplo de transición entre el románico y el gótico. En el exterior se ven tres ábsides románicos sobre los que aparece un ventanal gótico. Carece de torre campanario, si bien cuenta con una espadaña, bajo la cual se abre otro ventanal gótico.
La portada norte supone una innovación en el gótico catalán. En sus numerosas figuras están representados todos los estamentos de la sociedad medieval, con especial relevancia de los músicos, que aparecen con sus instrumentos. Muy bonita esta portada. Me gustó mucho, aunque no pude ver el interior porque no era hora de visita. Fue imposible cuadrarlo después.
Cerca de la iglesia, descubrí un sendero que desciende hasta el río, por donde pasa una ruta fluvial de senderismo de 8 kilómetros que recorre los pueblos de Castièro: Vielha, Escunhau y Casarlin. Ya estaba anocheciendo, así que no tuve ocasión de indagar prácticamente nada.
Luego regresé caminando tranquilamente hasta el centro de Vielha mientras contemplaba una maraña de nubes que se pegaban a la montaña.