Nos encontramos con una mañana radiante y con muy buena temperatura.
Una vez excelentemente desayunados en el cuartel general de la costa eslovena, nos dirigimos a Piran, encantadora ciudad costera situada en el suroeste de Eslovenia en la península de Istria.
Piran nos pareció precioso, la República de Venecia dejó su huella en la ciudad durante los casi 600 años de dominio, fue parte de su imperio hasta el siglo XVIII , cosa que se nota nada más pisar la maravillosa plaza Tartini.
Tan fácil es escuchar italiano como esloveno, pues la influencia del país vecino es muy fuerte en toda Eslovenia y sobre todo en la parte occidental, la más próxima a Italia. Y no sólo en la lengua se nota esta influencia: en Piran es igual de fácil encontrar pizza y pasta en los menús que hacerlo en la vecina Venecia.
Una vez excelentemente desayunados en el cuartel general de la costa eslovena, nos dirigimos a Piran, encantadora ciudad costera situada en el suroeste de Eslovenia en la península de Istria.
Piran nos pareció precioso, la República de Venecia dejó su huella en la ciudad durante los casi 600 años de dominio, fue parte de su imperio hasta el siglo XVIII , cosa que se nota nada más pisar la maravillosa plaza Tartini.
Tan fácil es escuchar italiano como esloveno, pues la influencia del país vecino es muy fuerte en toda Eslovenia y sobre todo en la parte occidental, la más próxima a Italia. Y no sólo en la lengua se nota esta influencia: en Piran es igual de fácil encontrar pizza y pasta en los menús que hacerlo en la vecina Venecia.
PLAZA TARTINI
GIUSEPPE TARTINI
PANORÁMICA PLAZA TARTINI
Giuseppe Tartini nació en Pirán (1692) catorce años después de Antonio Vivaldi y murió el mismo año en que nació Beethoven (1770), en Padua.
Fabuloso violinista, autor del “Trino del Diablo”, sacerdote, campeón de esgrima y mujeriego, que escapó de su natal Pirano d’Istria (Piran) debido a su carácter agresivo.
Se enamora de Elisabetta Premazore, una mujer de clase humilde con la que mantuvo un amor prohibido y a la que, por las habladurías sus convecinos, regala una preciosa casa Veneciana en la misma plaza del pueblo para darles en las narices.
Una de las curiosidades que nos contó el guía, es que hasta bien entrado el siglo XIX, el mar bañaba lo que ahora es la plaza, siendo esta el antiguo puerto de la ciudad.
En la plaza destacan sobre el resto de otros bonitos edificios, el Ayuntamiento, una preciosa casa gótica veneciana, (el célebre regalo de Tartini a su enamorada), la casa natal del músico y la Catedral de San Jorge con su imponente torre.
Fabuloso violinista, autor del “Trino del Diablo”, sacerdote, campeón de esgrima y mujeriego, que escapó de su natal Pirano d’Istria (Piran) debido a su carácter agresivo.
Se enamora de Elisabetta Premazore, una mujer de clase humilde con la que mantuvo un amor prohibido y a la que, por las habladurías sus convecinos, regala una preciosa casa Veneciana en la misma plaza del pueblo para darles en las narices.
Una de las curiosidades que nos contó el guía, es que hasta bien entrado el siglo XIX, el mar bañaba lo que ahora es la plaza, siendo esta el antiguo puerto de la ciudad.
En la plaza destacan sobre el resto de otros bonitos edificios, el Ayuntamiento, una preciosa casa gótica veneciana, (el célebre regalo de Tartini a su enamorada), la casa natal del músico y la Catedral de San Jorge con su imponente torre.
PARTE DE LA FACHADA DE LA CASA VENECIANA CON LA TORRE DE LA CATEDRAL DE SAN JORGE AL FONDO
AYUNTAMIENTO
CATEDRAL DE SAN JORGE
Viendo que el campanario era visitable y que tenía toda la pinta de que las vistas iban a ser impresionantes, pusimos rumbo a las alturas subiendo los 164 escalones, peaje obligatorio para llegar a la cima.
Los escalones no parecían demasiados, pero la altura de los mismos tenía su guasa, así que llegamos arriba como Rambo (sin sentir las piernas).
No pensé que nuestros movimientos allí arriba fueran tan limitados, pues la torre es más estrecha de lo que realmente parece. Esto, acompañado de mi vértigo, hizo que los escasos diez minutos que pasé allí arriba se me hicieran como meses.
Aun así, bien mereció la pena la subida pues las vistas 360º eran una pasada. Eso sí, las fotos las hizo mi santa, ya que no era plan de que yo perdiera el móvil o a saber que…
Los escalones no parecían demasiados, pero la altura de los mismos tenía su guasa, así que llegamos arriba como Rambo (sin sentir las piernas).
No pensé que nuestros movimientos allí arriba fueran tan limitados, pues la torre es más estrecha de lo que realmente parece. Esto, acompañado de mi vértigo, hizo que los escasos diez minutos que pasé allí arriba se me hicieran como meses.
Aun así, bien mereció la pena la subida pues las vistas 360º eran una pasada. Eso sí, las fotos las hizo mi santa, ya que no era plan de que yo perdiera el móvil o a saber que…
Nos dirigimos hacia el faro de San Clemente al cual no pudimos llegar ya que estaban rodando una película, de cuyo nombre no puedo acodarme
Desde el puerto hasta el Faro de San Clemente se extiende el paseo marítimo con sus terrazas llenas de gente, en el que además hay escaleras que permiten a los bañistas el acceso directo al mar.
Por último visitamos la iglesia y claustro del Convento de San Francisco, situados junta a una pequeña plaza semiescondida y alejada del ajetreo de la Plaza Tartini. A día de hoy el monasterio está habitado por una pequeña comunidad de monjes franciscanos.
Este claustro está magníficamente conservado y fue fundado en 1301 y alberga los restos de varios miembros de la familia Tartini.
El monasterio todavía funciona hoy en día y no es raro encontrarse con algunos monjes franciscanos durante el día. Comprobamos a petición del guía local la excelente acústica del claustro.
Este claustro está magníficamente conservado y fue fundado en 1301 y alberga los restos de varios miembros de la familia Tartini.
El monasterio todavía funciona hoy en día y no es raro encontrarse con algunos monjes franciscanos durante el día. Comprobamos a petición del guía local la excelente acústica del claustro.
En la iglesia llama la atención la pila, una concha que pesa 23,5 kg
Lo siento pero me viene al pelo para hacerme un "Matías"..." Parece ser que el abad al ser consultado por el motivo de tener ese bivalvo, respondió lacónicamente que era... por una razón de peso"
Almorzamos en la preciosa ciudad, y ponemos rumbo a Koper.
Koper es la ciudad más grande de la costa adriática de Eslovenia.
Es una bulliciosa zona portuaria con muchos centros comerciales e industrias, pero una vez que accedes a su casco antiguo te encuentras con numerosas plazas medievales y estrechas calles empedradas que te trasladan a esta histórica y antigua ciudad amurallada que data del año 1500 a.c.
Sus raíces son romanas, pero tiene influencias de todas las culturas que con el paso del tiempo conformaron la actual Koper.
Es muy importante la creación en el año 804, de las Salinas de Secovije que trajeron gran riqueza tanto a Koper como a Piran.
El guía nos comentó que las salinas son hoy en día Parque natural y que bien merece una visita su centro de interpretación de donde parece ser que sale una visita guiada en la que te explican flora, fauna y el sistema de extracción de sal.
Entramos a Koper por la puerta amurallada que da acceso a la plaza Preseren (el ya anteriormente mencionado poeta nacional esloveno que también tiene plaza en Ljubliana) y en ella nos encontramos una curiosa fuente que hace un pequeño guiño (que los venecianos me perdonen) al puente Rialto.
Es una bulliciosa zona portuaria con muchos centros comerciales e industrias, pero una vez que accedes a su casco antiguo te encuentras con numerosas plazas medievales y estrechas calles empedradas que te trasladan a esta histórica y antigua ciudad amurallada que data del año 1500 a.c.
Sus raíces son romanas, pero tiene influencias de todas las culturas que con el paso del tiempo conformaron la actual Koper.
Es muy importante la creación en el año 804, de las Salinas de Secovije que trajeron gran riqueza tanto a Koper como a Piran.
El guía nos comentó que las salinas son hoy en día Parque natural y que bien merece una visita su centro de interpretación de donde parece ser que sale una visita guiada en la que te explican flora, fauna y el sistema de extracción de sal.
Entramos a Koper por la puerta amurallada que da acceso a la plaza Preseren (el ya anteriormente mencionado poeta nacional esloveno que también tiene plaza en Ljubliana) y en ella nos encontramos una curiosa fuente que hace un pequeño guiño (que los venecianos me perdonen) al puente Rialto.
Subiendo por la comercial calle de los zapateros (Čevljarska ulica), llegamos a la plaza Titov, donde se encuentra la Catedral de la Asunción de la Virgen María y el Palacio Pretoriano, que fue construido en el siglo XIII y llegó a su aspecto actual a mediados del siglo XV dominando el estilo gótico tardío-renacentista y el gótico veneciano.
Hoy, aparte de ser el Ayuntamiento, en la planta baja del palacio se encuentra la Información Turística y la antigua farmacia, mientras que la primera planta se encuentra, el salón de bodas, la sala de protocolo del alcalde y la sala de reuniones donde se reúne el consejo municipal.
Hoy, aparte de ser el Ayuntamiento, en la planta baja del palacio se encuentra la Información Turística y la antigua farmacia, mientras que la primera planta se encuentra, el salón de bodas, la sala de protocolo del alcalde y la sala de reuniones donde se reúne el consejo municipal.
CALLE DE LOS ZAPATEROS
CATEDRAL DE LA ASUNCION DE LA VIRGEN MARÍA
PALACIO PRETORIANO
Frente al Palacio Pretoriano está la Loggia, un edificio medieval de estilo gótico veneciano del siglo XV de uso público y lugar imprescindible para la vida de los ciudadanos de Koper, donde discutían sobre sus problemas, que posteriormente se trasladaban a las autoridades del Palacio Pretoriano.
La Loggia es ahora en el primer piso una galería de exposiciones y una sugerente cafetería en la planta baja.
La Loggia es ahora en el primer piso una galería de exposiciones y una sugerente cafetería en la planta baja.
Nos dirigimos ahora hacia el puerto deportivo, pasando por la plaza de Carpacciov, que toma el nombre de Vittore Carpaccio, un pintor veneciano con su estatua en la plaza.
A un lado se encuentran unos edificios de colores y la Casa Carpaccio. En el lado opuesto está la que llaman Taberna, un edificio porticado por ambos lados donde antiguamente almacenaban la sal para los venecianos. Actualmente es un espacio para eventos.
Como anécdota comentar que el Carpaccio que actualmente pedimos en los restaurantes, debe su nombre a este pintor, ya que cuando iba a comer exigía que lo que comiera se lo prepararan en lonchas muy finas, casi transparentes y la gente acabaría llamando al plato como al personaje que lo comía.
Otra versión apunta a que este platillo solo llegó al cenit de su fama cuando el afamado cocinero italiano Arrigo Cipriani empezó a prepararlo en el emblemático Harry's Bar, de Venecia.
Pareces ser que el tal Cipriani creó el plato en una noche con mucha clientela en que se le agotaron las existencias de carne fresca y tuvo que recurrir a la almacenada en salazón. Pensó que cortándola muy fina, lograría disimular el fuerte sabor.
Parece ser que a los comensales les gustó tanto el plato, que preguntaron al chef cómo se llamaba su creación.
Fue cuando Cipriani, gran admirador de los pintores venecianos, improvisó y dio el nombre de uno de sus favoritos: Carpaccio.
Yo particularmente apuesto por la primera versión, apuntando a que la petición del tal Carpaccio obedecía a los problemas bucales del susodicho.
Sé que no es muy romántico, pero nadie me podrá decir que no suena creíble…
Hacemos un pequeño paseo por el moderno puerto deportivo con vistas al gran puerto comercial, donde nos hicimos unas muy merecidas cervezas nacionales eslovenas, en este caso Lasko.
Subida al bus, y vuelta al cuartel general aunque un grupo de viajeros en el que me encontraba, sugerimos al guía que nos dejara en el coqueto, cercano al hotel y ya mencionado pueblo de Izola para darle un paseín y ver la inminente puesta de sol que nos ofrecía.
Otra versión apunta a que este platillo solo llegó al cenit de su fama cuando el afamado cocinero italiano Arrigo Cipriani empezó a prepararlo en el emblemático Harry's Bar, de Venecia.
Pareces ser que el tal Cipriani creó el plato en una noche con mucha clientela en que se le agotaron las existencias de carne fresca y tuvo que recurrir a la almacenada en salazón. Pensó que cortándola muy fina, lograría disimular el fuerte sabor.
Parece ser que a los comensales les gustó tanto el plato, que preguntaron al chef cómo se llamaba su creación.
Fue cuando Cipriani, gran admirador de los pintores venecianos, improvisó y dio el nombre de uno de sus favoritos: Carpaccio.
Yo particularmente apuesto por la primera versión, apuntando a que la petición del tal Carpaccio obedecía a los problemas bucales del susodicho.
Sé que no es muy romántico, pero nadie me podrá decir que no suena creíble…
Hacemos un pequeño paseo por el moderno puerto deportivo con vistas al gran puerto comercial, donde nos hicimos unas muy merecidas cervezas nacionales eslovenas, en este caso Lasko.
Subida al bus, y vuelta al cuartel general aunque un grupo de viajeros en el que me encontraba, sugerimos al guía que nos dejara en el coqueto, cercano al hotel y ya mencionado pueblo de Izola para darle un paseín y ver la inminente puesta de sol que nos ofrecía.
Llegada al hotel, cena y gran “sobrecena” en la terraza con compañeros de viaje, degustando unas espectaculares y caras grappas añejas, sobre las que comenté que elixires semejantes deberían ser dispensados en farmacias y a ser posible cubierto por la SS .