Esta noche reservamos en un Hostel diferente, más de mochileros y que resultó estar de pm. Aunque sólo estuvimos unas horas, ya que llegamos tarde y nos fuimos a las 8.Tambien ubicado en la Candelaria, para que nos pillaran cerca los museos.
Esa vez no hicimos bien el planning, y en vez de subir primero a Montserrate y después ir a ver los museos, lo hicimos al revés por esperar al desayuno, craso error.
Primero vimos el Callejón del Embudo, que estaba al lado. Joder, cualquiera pasa por ahí de noche y llega a la plazuela que hay al final. Eran casi las 9 de la mañana, y por allí iban fumando marihuana en sus pipas como si nada. Otra señora volvió a avisarle a Rosana, que el bolso, bien pegado al cuerpo por esa zona. Vimos los graffitis que hay tan chulos allí y para el museo del Oro, nuestro primer museo.
Llegamos casi los primeros, y lo vimos casi solos, cuando salíamos, hora y media después, ya si que llegaban muchos grupos guiados. A mí no me gustó tanto como esperaba, pero no podía pasar la oportunidad de comprobarlo por mi mismo. Y la balsa de oro.... pues te quedas como cuando vas a ver el Torico de Teruel.
El museo Botero ya fue otra cosa, se ve que yo soy más de arte y no lo sabía. Ese nos encantó. El Fernando Botero es un figura y un tío sin complejos, bravo por él!!! Nuestro cuadro favorito fue la Gioconda o Mona Lisa, eso sí, con su particular punto de vista. Estuvimos buscando el de Pablo Escobar tiroteado en el tejado, pero resulta que ese estaba en Medellín.
Allí, aparte de obras de él, también hay muchas de los principales pintores mundiales, o al menos de algunos, no vaya a ser demasiado entendido en arte y peque de espabilao. Nos tiramos más de dos horas allí, y eso nos descolocó los planes.
No teníamos demasiado tiempo para ir a Montserrate, por supuesto menos subir andando como era el plan, y al final con nuestro dolor, optamos por irnos a la plaza Bolivar y callejear, menos mal, pues en menos de una hora, se puso a llover fuerte.
Así que comimos y nos fuimos a recoger la mochila y la maleta de mano de Rosana, al Hostel. Pedimos un coche de aplicación y para el aeropuerto, nuestra aventura colombiana estaba llegando a su fin. Revisamos un poco el equipaje antes de pasar los controles, no fuese que nos metieran algo, con la de veces que salen noticias de ese tipo y sin ningún problema, después de 10 horas de vuelo, estábamos de nuevo en el lindo Madrissss.
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