Hoy es nuestro última excursión de nuestro itinerario por Egipto. Nuestro guía sería Mahmoud, habíamos quedado con él a las 9:00 después de desayunar. El caso es que, por motivos del tráfico llegó un poco más tarde.
Mahmoud habla muy bien español, con él iremos a Dashur para visitar las Pirámides Roja y Romboidal. En el camino, Mahmoud, nos comenta curiosidades de las pirámides tanto de las que vamos a visitar como de Giza, del porqué de sus medidas y forma, orientación, etc. Por lo que nos cuenta, nada fue al azar, todo estaba premeditado.
La necrópolis de Dashur, es una de las menos conocidas de entre Giza y Sakkara, y alberga algunas de las pirámides más antiguas y de grandes dimensiones de Egipto.
La primera parada será para visitar la Pirámide Roja, la cual se dice que es la pirámide con caras triangulares del mundo, y la tercera más grande de Egipto con 99 m de altura.
Se puede acceder aunque es un poco duro. Lo primero son unas escaleras muy empinadas que te llevan hasta la puerta de acceso. Dentro, es una bajada (que luego hay que subir de vuelta) de unos 60 m con una inclinación importante, por la cual debes pasar casi agachado. No es apto para los claustrofóbicos.
Una vez en el interior, estás en las tripas de la pirámide, es un alucine. Sin apenas luz te puedes llegar a sentir un Indiana Jones de pacotilla
Nuestra siguiente parada, será la Pirámide Romboidal o Acodada, por su forma particular. Muy cercana a la Pirámide Roja, aunque vamos en coche ya que el calor es importante. Su forma en la última parte de la pirámide, donde se aprecia con más inclinación, se dice que fue una corrección del arquitecto al intentar realizar una pirámide de caras lisas. La construcción conserva, casi en su totalidad, el recubrimiento convirtiéndola en la pirámide mejor conservada de Egipto.
En esta ocasión decidimos no entrar ya que Mahmoud nos indica que el acceso es aún peor que la pirámide anterior, así que preferimos verla por fuera.
Volvemos a la ciudad para ir a comer. Cual es nuestra sorpresa cuando Mahmoud nos lleva al primer restaurante en el que estuvimos en El Cairo, y allí sin quererlo, nos encontramos con Wala que estaba con otro grupo de turistas. Nos hizo mucha ilusión.
Después de comer, volvimos al hotel para disfrutar de nuevo de su maravillosa piscina. Ya era tarde, nos tomamos unos batidos y bajamos a la habitación para hacer maletas y descansar. Teníamos un poco de empacho entre la comida y los batidos, por lo que preferimos no cenar.
Hoy era nuestro último día en esta maravilla de país.