En taxi por El Cairo ✈️ Foro Egipto (Versión Imprimible)

Los tres primeros puestos de las más estresantes experiencias para el ser humano podrían ser: la 3ª, lanzarse desde un avión en paracaídas; la 2ª, lanzarse desde un avión y darse cuenta de que te has olvidado el paracaídas. La 1ª es conducir por las calles de El Cairo. Afortunadamente, no he vivido ninguna de las tres, pero he estado muy cerca de la 1ª, ya que he hecho 15 trayectos en taxi por esa ciudad. Es impresionante, sobre todo si vas delante, con el conductor. No respetan casi nada, ni los semáforos. En verde y amarillo, se pasa; en rojo, se pasa o no, depende, pero no logré enterarme de qué depende. Chocado

El caso es que no chocan nunca (o casi nunca), pero están SIEMPRE a punto de hacerlo. Mi repertorio de advertencias, interjecciones, exclamaciones, suspiros, gemidos, bufidos, resoplidos y diferentes expresiones verbales y faciales se me quedó corto, pero no influían para nada en su conducción. Yo quería avisarle de que venía un coche por la derecha y nos iba a dar, o por la izquierda, o por delante (en realidad salen de todas partes; si hasta llegué a mirar hacia arriba por si venía alguno). Pero no hace falta, lo tienen todo controlado. Los carriles están marcados en el suelo, pero no se han fijado, van muchas veces entre dos, a caballo. Donde hay 3, hacen 4; donde 5, hacen 7. No usan los intermitentes. Los pasos de cebra no saben qué significan o no quieren saberlo, nunca ceden el paso al que va caminando por ellos. Te pitan como locos para que te pares y no pases. Alguien dijo que no había nada más triste que ser ciego en Granada. Pues sí, hay algo más triste aun y es ser peatón en El Cairo.
Hay algo positivo y es que parece que uno de los bailes más populares en Egipto tiene su origen en este caos . Nació así, tratando de cruzar a pie una rotonda. Avanzas unos pasos e intentas evitar dos coches por detrás, es decir, movimiento repetido de pelvis hacia adelante; inmediatamente, evitas dos coches por delante : pelvis para atrás; ahora, cadera a la izquierda por dos coches de frente y cadera a la derecha para evitar dos coches por la izquierda. Extiendes brazo derecho para que paren los coches de ese lado y luego el izquierdo para los del otro lado y avanzas unos pasos más y se repite la secuencia : pelvis-pelvis, cadera- cadera, brazos y pasos... Probad a hacerlo, es divertido. El ruido en la calle es realmente insoportable y no es que toquen mucho el claxon, no. En cuanto arrancan empiezan a dar bocinazos y van así TODO EL TIEMPO, y sólo paran muy de vez en cuando. Es decir, lo que llama la atención y alerta del peligro es la ausencia de pitidos.
Entre los diferentes taxistas que me tocaron destacaré el que me llevó al barrio copto. Además de todo lo anterior y al mismo tiempo, de repente saca de no sé dónde un cacharro tipo fiambrera y un tenedor de plástico y, soltando el volante en medio de ese caos circulatorio, se pone a comer unos macarrones con tomate. Chocado

Mi cara de asombro debió de interpretarla como de hambre, porque me ofreció compartir la comida. Amablemente decliné la invitación y a punto estuve de sujetarle el cacharro y el tenedor y darle yo mismo la bazofia aquella como si fuese un potito y él un bebé, para que tuviera las manos libres y sujetara el volante otra vez. Pero me pareció demasiado ridículo. Preocupado, opté por agarrar yo el volante para que comiera tranquilo y al verlo, me hace el gesto positivo con el pulgar hacia arriba en plan emperador romano Guiño

Estaba claro, así, yo me salvaba la vida. Traté de sonreírle, aunque creo que más bien lo que me salió fue una mueca. Sonriente

Si eso me alucinó, lo peor vino después. Al terminar y, ante mi perplejidad, tiró por la ventanilla el cacharro y el cubierto en la misma calle... Chocado

Menos mal que no hubo un 2º plato (un filete con patatas sería terrible) ni postre. No me hubiera sorprendido ya que se pusiera a limpiarse los dientes o pasarse el hilo dental, pero eso no encajaba con su sentido de la limpieza. Luego, empezó a soltar lapos, también por la ventanilla, afortunadamente. Quise contarlos, pero después del cuarto me empezó a asquear y perdí la cuenta.
Menos mal que llegamos pronto a mi destino porque unos minutos más y seguro que se echaba una siesta al volante. Le habrá tocado a otro.