Sarape
Super Expert
Registrado: 19-05-2007
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Bueno, eso, he vuelto de Tánger, dónde nací hace 50 años y no había vuelto desde entonces, pero con eso de la edad hemos vuelto mi familia casi completa: padres, marido, hijos , hermano y tía, un grupo variopinto.
Después de haber leído el foro iba con miedo, y he vuelto casi encantada. Es la ciudad donde nací y pasé mis primeros años de vida, donde aprendí a andar y a hablar, aunque mis padres son españoles.
No me ha gustado mucho la ciudad porque está muy abandonada, edificios preciosos que se caen a pedazos aunque estén habitados y con parabólicas en los balcones, ciudad muy sucia, enfrente de la playa en la avenida de España, ahora Mohammed VI, solares llenos de cascotes de obras vecinas, papeles, latas de bebidas, nadie se preocupa por la limpieza aunque haya barrenderos, no hay papeleras. Pero el zoco es precioso, que vida hay, cuanta gente en la calle, los cafés llenos de gente, mucha juventud, la que no se ve en España, callejones llenos de tiendas dónde se venden todo tipo de cosas, hasta grifos usados, zapatillas usadas, todo tipo de frutas y verduras, maduras, y olorosas, datiles de todo tipo, higos secos, cosas que no conozco en montañas enormes...
El zoco
Puesto de cosas usadas
Gente que tiene que sobrevivir , guías que te pillan a la salida de la oficina de turismo, y que no te puedes quitar de encima y te siguen, y te siguen, te paras, se paran, se acercan, te ofrecen sus servicios, amablemente dices que no, y se alejan y te siguen a distancia para abordarte en cuanto dudes.
Y gente amabilísima, que te acompañan hasta dónde vas solo porque están trabajando en España somos españoles y están perdidos, que compras un poquito de polvos de pinchitos y te dan consejos, y un paquete de chicles para los niños a sabiendas que no vas a volver y te has gastado 30 dirham.
Y ves España desde la playa, dónde se vive muy bien, que regalan las cosas, eso pueden pensar, y no pueden salir y están esperando la ocasión, pero también está el comerciante sentado en la puerta de su pequeño comercio de chilabas con usu chilaba impoluta color hueso, con calcetines blancos finos y babuchas color hueso, parece majestuoso, con un señorío que no tiene el rey mohammed, aunque sea descendiente del profeta.
Y veo el colegio Ramón y Cajal, el hospital español que funciona todavía, con unas instalaciones estupendas.
Asilah, pueblecito acosado por la construcción hasta hacerlo como Benidorm, pero tiene la medina, tan bonita y limpia como una tacita de plata, reconstruyendo las casas en calles tan estrechas que tienen que subir los materiales en carros tirados por mulas como antaño, las paredes encaladas y con detalles de un color tan azul que en algunos puntos se fusiona con el cielo o con el mar, del mismo color azul, con las murallas desde dónde se ve como pescan o cogen necoras y percebes.
Y las señoritas vestidas con chilaba tan guapísimas, elegantes, con tacones a juego, chilabas de seda estampada, o bordada a mano, y con babuchas, y con el ordenador en la mano, luego se sientan a romper el ayuno del ramadán a comer dátiles , tan modernas y tan tradicionales.
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