Como el avión salía sobre las 15 horas, salimos a dar una vueltecita por los alrededores del hotel, que eran siempre muy animados, con avenidas grandes, bares, centros comerciales, etc. Compramos los últimos souvenirs y nos recogieron para ir al aeropuerto.
El viaje de vuelta sin problemas, no hubo retrasos, pero antes de aterrizar nos dimos un susto cuando el avión dio un "volantazo" y pegó un salto que puso un grito en boca de todos. Pero aterrizó sin problemas.
Llegamos a casa muy satisfechos de un gran viaje que nunca olvidaremos. Considero París como los árabes La Meca, un lugar al que hay que ir una vez en la vida como mínimo.